Los valores se transmiten a través de los grupos de pertenencia, aspecto que se va aprendiendo desde la más tierna infancia a través de la imitación.

La Pertenencia Social

Uno de los aspectos más importantes de la configuración de la persona es la pertenencia al grupo, con el que nos identificamos en valores y creencias. Aspecto que vamos aprendiendo desde pequeños y que nos sirve para formarnos como individuos dentro de la sociedad en donde crecemos.
Éstos aprendizaje se ponen en evidencia cuando nos trasladamos a otro lugar, en donde rápidamente se comprobará las diferencias entre los que hasta ahora se consideraba «normal» y «natural», y en ocasiones puede hasta «chocar» con conductas y tradiciones.
Dentro de la sociedad existen distintos grupos de pertenencia en el que cada individuo se involucra, como por ejemplo en el grupo de clase, en el caso de los estudiantes, el grupo de compañeros, en el trabajo,… pero también otros en los que se eligen pertenecer, como a un grupo religioso, de lectura, peñas o asociaciones.
Aunque cuando pensamos en grupos de convivencia también hemos de incluir a la familia como un factor destacado en la formación tanto de la personalidad como de los valores y creencias que de pequeño se van a ir interiorizando y que va a «marcar» a la persona, ya que van a ser los pilares en los que se va a fundamentar los nuevos aprendizajes y experiencias.


https://youtu.be/-hDCCaKPFZk

Identidad de grupo

En cada uno de estos grupos se establecen una serie de normas «de convivencia» por escrita o transmitido de palabra, pero también se transmiten valores y expectativas, en donde se ensalan estos en el endogrupo, sobre los del resto (exogrupo), minimizando y hasta a veces «ridiculizando» los valores y tradiciones de los otros grupos, que exacerbando estas comparaciones puede conformar pensamientos y actitudes de prejuicio, discriminación e incluso el racismo.
Una de las intervenciones más efectivas en éste aspecto, es precisamente el establecer conexiones entre los distintos grupos, aumentando así la visibilidad de las minorías, dándo a conocer valores y actitudes que de otra forma pueden parecer extraños.
La cultura se transmite a través de las reglas estrictas que se establecen en la sociedad, cuyos comportamientos que los transgreden son sancionados ya sea punitivamente o con pérdida de libertad. Pero no sólo a través de las leyes y normas escritas, sino también mediante tradiciones transmitidas de padres a hijos
Éstas normas sirven para regular la convivencia, facilitándola y estableciendo los límites, en donde se crece e interioriza ya desde pequeños a través de un proceso tan sencillo como es el de imitación, al menos así lo ha constatado un reciente estudio realizado por la University of Texas of Ausitn (EE.UU.) publicado en Cognition En el que se analizaron el comportamiento de 259 niños entre los 3 y 6 años tras un visionado de distintos vídeos.


Pertenencia al grupo en la infancia

A la mitad de los niños se le mostró a un «actor» desempeñando una tarea manual, mientras que a la otra mitad vieron a dos «actores» realizando la misma tarea. Con posterioridad se les preguntó a los pequeños «cómo» se debian de realizar esa tarea, los resultados informan que cuando los pequeños vieron a un sólo actor, consideraban que podía realizarse de esa u otra forma siempre que se realice la tarea, consiguiendo el objetivo deseado
En cambio los que vieron a dos actores realizando la taera, entendieron que era así «cómo» se debía de hacer, asumiendo que era el comportamiento social adecuado, aún cuando se dificultase alcanzar el objetivo deseado.
El estudio presenta hallazgo importantes en cuanto a la distinción entre comportamiento dirigido a meta y comportamiento socialmente establecido, ya desde una edad tan temprana como los 3 a 6 años.