El peligro de la hipertensión arterial


Resumen: La hipertensión es un signo de que algo no está funcionando bien en nuestro organismo, pero ¿Cuáles son sus causas?, y ¿Cómo se trata?

La presión arterial

La presión arterial se define como la fuerza con la que la sangre choca con las paredes de las arterias, dado por el incesante bombeo de sangre proveniente del corazón. La Hipertensión, tal y como indica su nombre, se trata de niveles anormalmente altos de presión arterial.
La importancia de ésta medida, es que una cantidad demasiado alta, podría estar indicando posibles problemas circulatorios en un futuro, debido a la mayor presión sobre el sistema y con ello, más posibilidades de que aparezcan lesiones en alguno de sus conductos, pudiendo provocar accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca, enfermedad renal e incluso la muerte temprana.

La presión o tensión arterial se mide gracias a un tensiómetro o manómetro, que indica por dos medidas, la correspondiente a la contracción del corazón (sístole) y la de la relajación (diástole); siendo una medida normal entre 120 y 80 respectivamente; se considera prehipertensión cuando estas cantidades suben hasta 140 o 90, cuando llegan a ésta cantidad o la superan se denomina hipertensión.

Existen dos tipos de hipertensión, la primaria o esencial y la secundaria, la primera, que es más común, está relacionada con el sobrepeso, la diabetes, estados ansiosos, y la ingesta de sal, alcohol o tabaco. Mientras que la secundaria, es producto de otros “achaques” que afectan a la salud, tal como enfermedades renales, trastornos del sistema endocrino, problemas congénitos o yatrogénia.
Hay que tener en cuenta que la presión arterial aumenta con la edad, debido a la pérdida de la elasticidad de las arterias con el paso del tiempo; igualmente la presión no es estable a lo largo del día, sino que varía de hora en hora y en función de la actividad que estemos desempeñando.
El Tratamiento de los problemas relacionados con la presión arterial se centra en tres aspectos:
– Hábitos saludables de vida, entre los que se incluye la pérdida de peso en las personas que sufren de obesidad, ejercicios moderados, dieta de fruta, abandonar el alcohol, el tabaco, café, sal y alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol.
– Intervención farmacológica con diuréticos, beta bloqueadores o bloqueantes de canales de calcio.
– Intervención psicológica, orientada principalmente a combatir las situaciones de estrés diario y a la consolidación de hábitos saludables de vida.

La hipertensión

Desde la Perspectiva psicosomática, las personas hipertensas están más relacionadas con la hostilidad contenida, que con la ansiedad, empeñadas en luchar contra sus sentimientos agresivos que es incapaz de expresar, sintiéndose siempre amenazada y dispuesta a defenderse, viviendo una situación de atención crónica. Además estas personas van a estar caracterizadas por una escasa valoración de sí mismos, con elevada ambición, miedo constante de no alcanzar sus metas, tendencia a la perfección, y a adquirir responsabilidades. A pesar de su hostilidad, propiciada por ceder hacia los deseos de los demás, como forma de alcanzar los suyos propios y conseguir aceptación social, no es capaz de expresar ésta agresividad, mostrándose comprensivo y afable.


Personalidad e Hipertensión

Con respecto al Tipo de personalidad más habitual en éstos pacientes, se suele presentar tanto en la Personalidad tipo A como en la Personalidad tipo D:
– La personalidad tipo A está relacionado con problemas coronarios, asociados a la agresividad y la competitividad.
– La Personalidad tipo D está más relacionado con la probabilidad de sufrir trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad. Además estas personas se muestran hiperactivas, debido a una excesiva autoexigencia motivada por su baja autoestima, mostrando altos niveles de alexitimia.
Sus rasgos de inhibición emocional de la Personalidad tipo D, podrían asemejarse con los de la Personalidad tipo C, donde también aparece un constante autocontrol, con falta de asertividad, con dificultad de expresar las emociones negativas. Pero en éste caso, en la Personalidad tipo C se dan además una excesiva aparición de expresividad de sentimientos positivos, para “compensar” a los negativos, mostrándose amoroso, solidario, amable y carente de problemas. Pero además se muestra pasivo, introvertido, obsesivo, con dificultad de iniciar nuevas relaciones sociales o de asumir cambios en su vida cotidiana, inconformista con sus propios logros, deseando el de los demás, complaciente e inseguro y propenso a sufrir depresiones.
Como vemos es cuestión de matices, la diferencia entre ambos tipos de personalidad, pero esos rasgos distintivos son los que van a hacer reaccionar de forma diferente al organismo, así las personas con Personalidad tipo C son más propensas a sufrir reumas, infecciones, alergias, afecciones cutáneas y cáncer. Mientras que las pErsonas tipo D van a ser más propensas de sufrir trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad, úlceras pépticas y trastornos vasculares, como hipertensión, cardiopatías isquémicas o arritmias, con mayor riesgo a padecer infartos de miocardio.

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