Si bien cuando pensamos en autismo, lo solemos hacer en la época de la infancia, ya se trata de un trastorno del desarrollo que afecta principalmente a las habilidades de comunicación.

El autismo por edades

Hay que tener en cuenta que, si no se interviene, estas habilidades no se van a desarrollar por sí mismos, e incluso aunque se intervenga puede tener un efecto limitado la terapia ya que va a depender mucho de la gravedad de los síntomas del autismo y si se produce comorbilidad con otras patologías como el retraso mental.
Algo que afecta en mayor medida a los niños frente a las niñas, tal y como se puede observar en la gráfica interactiva siguiente sobre la incidencia del autismo en función del género en EE.UU.

Trastorno del Espectro Autista por género en Estados Unidos | HealthGrove

De hecho, se ha llegado a afirmar que cada pequeño con autismo es un mundo totalmente diferente al resto, de ahí el esfuerzo por conocer lo más posible, tanto sobre el origen como las técnicas de intervención más eficaces, sabiendo que cuanto antes se inicie el tratamiento mejor pronóstico va a tener.
Dicho lo cual, algunas de estas características que van a definir al menor con Trastorno del Espectro Autistas van a permanecer mucho más allá de la infancia, y dependerá del éxito de la intervención que dichos efectos sean lo menor posible, pero ¿El autismo en adulto qué características tiene?


https://youtu.be/tFuo38h9wgo

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El autismo infantil

Esto es precisamente lo que ha tratado de averiguarse con una investigación realizada desde Department of Psychology y The Centre for the Advancement of Teaching and Learning, University of Manitoba (Canadá) cuyos resultados acaban de ser publicados en la revista científica Research in Autism Spectrum Disorders
En el estudio participaron dieciséis adultos, de los cuales cinco era mujeres, con edades comprendidas entre los 20 a 34 años, todos ellos diagnosticados con T.E.A. en ausencia de retraso mental, para lo cual se realizó una evaluación de la inteligencia a través de una escala estandarizada denominada Wechsler Abbreviated Scale of Intelligence (WASI).
A todos ellos se les pasaron una serie de cuestionarios estandarizados para evaluar qué características diferenciales tenían con respecto a la población “normal” para lo cual se empleó el Autism spectrum quotient (AQ), y para comprobar los niveles de empatía se usó el Empathy quotient (EQ).
Por último, pasaron por una prueba frente al ordenador, donde se presentaban imágenes de actores, donde se evaluó el tiempo que dedicaban a ver el rostro de los mismo o alguna parte de su cuerpo.
Los resultados informan de una menor atención tanto a los personajes como a sus caras, dedicándole menos tiempos a las mismas que la población “normal”. Siendo este resultado mayor cuanto mayores características diferenciales del autismo (AQ), y una menor empatía (EQ) exhibían los participantes.


El autismo en adultos

Tal y como señalan los autores del estudio, actualmente y a pesar de los grandes avances en cuanto a la creación de instrumentos de evaluación para el caso del T.E.A., a pesar de ello, existe un escaso conocimiento sobre el autismo en adultos, de ahí la importancia de esta línea de investigación.
Señalar que la exclusión de la comorbilidad de adultos con T.E.A. ha sido acertada para mostrar los efectos de dicho trastorno de forma más clara, pero ello reduce su validez ecológica, debido al elevado porcentaje de pequeños con T.E.A. que además tienen retraso mental, lo que puede hacer presentar un cuadro totalmente diferente al planteado por los resultados de esta investigación en el adulto, aspecto que queda para próximas investigaciones.
A pesar de estas limitaciones del estudio, parecen claro los resultados en cuanto al mantenimiento de los efectos del T.E.A. en el tiempo y de sus consecuencias en la empatía y la propia atención hacia los estímulos sociales.
Queda todavía por investigar sobre la forma de intervenir a estas edades para reducir la «brecha» social que todavía les separa y facilitar así la integración, incluso en el ámbito laboral.