La evaluación del Párkinson es fundamental para conocer la gravedad de esta enfermedad, así como el tratamiento a aplicar.

La evaluación de la enfermedad de Párkinson

Aunque en la enfermedad de Párkinson existen síntomas evidentes como los temblores, estos deben ser evaluados para conocer en qué fase de la enfermedad se encuentran los pacientes.
Una realidad que parece afectar de forma desigual según la raza de pertenencia de la persona, tal y como se puede ver en la gráfica interactiva siguiente:

Incidencia de la enfermedad de Parkinson por raza | HealthGrove

Los métodos tradicionalmente empleados para esta evaluación son dos, el Hoehn and Yahr staging (HY) y la Clinical Impression of Severity Index for Parkinson’s disease (CISI-PD).
Acompañando a estas evaluaciones se suelen emplear otras genéricas como Clinical Global Impression-Severity (CGIS) y el Patient Global Impression-Severity (PGIS).
Estos instrumentos no son siempre empleados, quedando a la discreción del profesional o a las normas del centro el uso de una u otra herramienta. De hecho, algunos profesionales, con un corte más médico en ocasiones ponen en duda la necesidad de la evaluación de los aspectos emocionales o de la percepción de la independencia personal pero ¿Son fiables las evaluaciones de Párkinson?


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Tests aplicados para el Párkinson

Esto es precisamente lo que se ha tratado de averiguar con una investigación realizada desde el National Center of Epidemiology and CIBERNED, Carlos III Institute of Health junto con el Department of Statistics, Centre of Human and Social Sciences, Spanish Council for Scientific Research, Movement Disorders Unit, Department of Neurology, Hospital Ramon y Cajal y el Movement Disorders Unit, Department of Neuroscience, Hospital Xanit International, (España); el Movement Disorders Unit, Instituto Nacional de Neurologia y Neurocirugia (Mexico); el Movement Disorder and Biostatistics Units, Neurological Service, Carlos Andrade Marín Hospital and Medicine Faculty, Pontifical Catholic University of Ecuador (Ecuador); el Department of Neurology, Hospital Ramos Mejia, Centro Universitario de Neurología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y el Movement Disorders Section, Raul Carrea Institute for Neurological Research (FLENI), (Argentina); el Movement Disorders Unit, Department of Neurology, Universidad Nacional de Colombia (Colombia); el CETRAM, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad de Santiago de Chile (Chile); el Department of Movement Disorders and Neurodegeneration, CIREN, (Cuba); y el National Parkinson Foundation International Centre of Excellence, King’s College Hospital, King’s College (Inglaterra) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica npj Parkinson’s Disease.
En el estudio participaron trescientos ochenta y cuatro adultos, de los cuales el 44.5% eran mujeres, con edades comprendidas entre los 22 a 91 años, todos ellos diagnosticados con la enfermedad de Párkinson y sin otras psicopatologías asociadas.
A todos ellos se les pasaron las cuatro pruebas anteriormente comentadas HY, CISI-PD, CGIS y PGIS, además del Schwab and England Scale (SES) y el el Barthel Index (BI) para evaluar el nivel de independencia personal; el Hospital Anxiety and Depression Scale (HADS) para evaluar el estado emocional predominante en el paciente; el EQ-5D-3L para evaluar el nivel global de salud clínica y económica; y el Parkinson’s Disease Questionnaire—8 items (PDQ-8) sobre la presencia de síntomas de la enfermedad de Párkinson.
Los resultados informan sobre relaciones del 0.60 entre los resultados de las pruebas HY y PGIS; y de un 0.91 entre CGIS y CISI-PD.
PGIS y CISI-PD correlacionan con la presencia de síntomas depresivos y de ansiedad.
A pesar de lo anterior, no se puede escoger una sola de las pruebas anteriores ya que evalúan aspectos diferentes de la evolución y gravedad de la enfermedad de Párkinson.


Las escalas para el Párkinson

Entre las limitaciones del estudio está en que, a pesar de su conclusión, no ofrece un mecanismo único de evolución que recoja los índices anteriormente analizados, lo que simplificaría el proceso de evaluación y diagnóstico.
A pesar de lo cual, destacar el importante número de participantes y de centros de investigación implicados. Igualmente, los resultados muestran cómo los procedimientos estandarizados actuales son correctos, y la evaluación de la sintomatología debe acompañarse de la evaluación de las vivencias emocionales y de la independencia percibida por el paciente.