En los últimos años ha surgido cierta polémica sobre el trastorno de TDAH en infancia existiendo científicos que afirman sobre un sobrediagnóstico de los niños.

Es por ello que surgen estudios que analizan los datos relativos a la sintomatología asociada con el TDAH para poder concluir y con ello acabar con la polémica.
Un trastorno que resulta invalidante no solo para la convivencia del pequeño con sus progenitores y hermanos, si no que también provoca dificultades a nivel académico y de convivencia con el resto de los compañeros de su clase.
En concreto estos niños tienen dificultades en distinguir entre estímulos relevantes y no relevantes, sin poder centrarse en una sola tarea, «olvidando» todo lo que hay a su alrededor.
Aspectos que para algunos no es suficiente para configurar un cuadro clínico con entidad suficiente.
De ahí que se precise de más investigación para comprobar qué efectos produce el TDAH en los menores, para así poder establecer un diagnóstico adecuado.


9PGEE2vFgww https://youtu.be/9PGEE2vFgww

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Es lo que trata de averiguar un reciente estudio realizado conjuntamente por la Universidad de Shepherd y la Escuela de Medicina de la Universidad de Wake Forest (USA) recientemente publicado en la revista científica Psychology.
En este estudio han participado 46 estudiantes universitario, 32 chicas y 14 chicos, de los un tercio tenía altos niveles de TDAH, otro tercio niveles moderados y otros no tenían TDAH (grupo control).
Hay que aclarar que a los participantes no se les realizó un diagnóstico de TDAH por un profesional, si no que la separación de los participantes en los distintos grupos se basa en la respuesta a un cuestionario estandarizado para adultos sobre TDAH.
El objetivo era analizar precisamente las fallas mostradas por los TDAH en cuanto a la procesos de inhibición, categorización y las habilidades de cambio.
Para ello se seleccionaron varias pruebas como el Stroop (palabra-color) o el Test de clasificación de cartas de Wisconsin (WCST).
No se encontraron diferencias significativas entre ninguno de los grupos, ni siquiera entre los más extremos, con alto TDAH frente al grupo control, ni al comparar los resultados de la pruebas de Stroop ni en los del WCST.
Los autores informan sobre que no han conseguido su objetivo, sin entrar a valorar el motivo de ello, aduciendo sobre la incorreción del diseño, del número de participantes o de los instrumentos de medida.
Entre las limitaciones del estudio es que no ha establecido un rango razonable de edad de los participantes, ya que este va de los 18 a los 50 años, no informando sobre las medias de edad de cada uno de los tres grupos.
Tampoco informa la separación entre géneros de los participantes en cada grupo, pudiendo ser esta una variable extraña para poder obtener conclusiones claras.
Este sería un estudio más de los que en vez de aclarar la cuestión del TDAH, lo «enciende» aún más, apoyando sin quererlo a quienes defienden del sobrediagnóstico de TDAH.