Participación en entrevista del País sobre los errores de recuperación


A continuación transcribo entrevista realizada por Dª Eva Canero, periodista de El País sobre un fenómeno curioso del cerebro que ha sido publicado en el siguiente artítulco: Si su pareja le llama por otro nombre, es que le quiere.




– En primer lugar, ¿existe algún proceso neurológico específico o peculiaridad en la fijación de nombres, sus caras y la relación que tenemos con la persona que tiene ese nombre? Si es así, ¿podría explicarlo breve y sencillamente?

La huella de memoria se crea con multitud de estímulos, así la primera vez que conocemos a alguien podemos recordar su nombre, cómo iba vestido, si hacía un día especialmente lluvioso…
Cuando “usamos” esa huella, por ejemplo, vemos de nuevo a la misma persona, añadimos información nueva, ahora sabemos que sale con una amiga del instituto, que trabaja cerca de la boca del metro…
A medida que conocemos más a una persona, la cantidad de información que guardamos es mayor.
El cerebro tiene un sistema distribuido de información, esto es, las imágenes se almacenan en una parte del cerebro, los nombres (sonidos) en otra, las acciones que realizamos en otra…
La huella de memoria es la unión de todos esos pedazos que conforman el recuerdo sobre una persona, pedazos que como se ha comentado pueden aumentarse incorporando nueva información al respecto.
Así las caras de por sí, no significan nada más que eso, hay un trastorno relativo al respecto que hace que las personas sean incapaces de reconocer las caras de otros, permaneciendo toda la información relativa a los demás intacta.
Lo mismo sucede con los nombres, cuando se ve alterada las áreas de procesamiento auditivo, la persona puede no ser capaz de comprender el nombre que se le dice, o de pronunciarlo correctamente, a pesar de permanecer el resto de la información intacta.
Todas estas huellas se interrelacionan entre sí formando huellas, de forma que pueden estar relacionadas semánticamente, categorialmente,… esto es, cuando recordamos utensilios de cocina usamos una red categorial, recuperando las huellas de sartén, cazo, cacerola,… cuando recordamos a los miembros de una familia usamos una red semántica, en el que incluimos varias categorías, padres, hermanos, abuelos,…

– ¿Qué tipo de memoria es la que está asociada a los nombres de la persona? ¿Varía en función de la relación que tenemos con cada una?

Existe una memoria auditiva, es decir, donde se guardan los sonidos y los significados de estas, por sí solas, únicamente nos diría que conocemos a “Pepe” o que nos es familiar pero poco más, es en conjunto con el resto de “piezas” de la huella de memoria que sabemos a qué se dedica, cuándo fue la última vez que le vimos…
Además de los “datos” de las personas también aprendemos y recordamos emociones, así, esa persona siempre me ha caído mal, o me enamoré de ella nada más verla. Cuando vea de nuevo a esa persona voy a recordar la emoción de dicha huella de memoria. En la medida en que esas emociones sean más fuertes, más facilidad tendremos de recordar su nombre.

– ¿Podría describir breve y sencillamente qué ocurre en nuestro cerebro cuando nos equivocamos de nombre?

Desde la neurociencia, las equivocaciones son frecuentes, ya que el cerebro maneja multitud de huellas de memoria al mismo tiempo.
Puede deberse a un problema en el archivo de la huella de memoria, por ejemplo, cuando nos presentan a alguien, pero no prestamos la suficiente atención al nombre, luego es difícil que nos acordemos, o a los más sabemos que empezaba por una determinada vocal o consonante.
También puede producirse una interferencia a la hora de recuperar la información, este es un fenómeno relativamente normal cuando estamos presionados ante una demanda externa, o contestamos sin prestar atención. Los autores de este estudio señalan aspectos emocionales en el misnaming, aunque sin especificar cuál es su papel.
Por último, los errores pueden producirse simplemente porque esa huella de memoria se halla perdido por “falta de uso” o por problemas debido a algunas enfermedades como en el caso del Alzheimer, donde la información de las huellas de memoria se va diluyendo y perdiendo, dejando sólo fragmentos de huellas de memoria en muchos casos sin sentido.

– El estudio que mencionamos revela que la equivocación más común del misnaming es la de los padres (sobre todo, las madres) con sus hijos. ¿Qué explicación le da usted a esta conducta?

Tal y como señalan los autores del estudio, estos errores se han visto más frecuentes en mujeres que en hombres, aunque todavía no existe una teoría que lo explique adecuadamente.
Tradicionalmente la crianza de los hijos ha sido atribuida al papel de la madre en casa, mientras que el padre trabajaba fuera, eso hace que las interacciones madre-hijo sean cuantitativamente mucho mayores, y con ello la posibilidad de errar por parte de la madre.
Por último, que se equivoque un amigo o un desconocido con respecto a nuestro nombre, es algo a lo que no prestamos atención, pero que lo haga nuestra madre es algo que nos sorprende e incluso nos puede llegar a molestar.
De ahí, y tal y como señalan los autores del estudio, cuando se utilizan autoinformes sobre lo que uno cree recordar que ha pasado, suele existir un alto componente de selección de información, es decir, nos acordamos de los errores de las personas relevantes para nosotros (nuestras madres) y no tanto de los mismos errores de desconocidos o personas con las que no mantenemos una relación fluida.

– También el estudio habla de la inclusión del nombre de la mascota (perro) entre las equivocaciones de los padres al referirse a sus hijos. ¿Corroboraría esta conducta la idea de que estos animales son parte de mismo círculo emocional que sus hijos?

El estudio señala que esto no sucede con cualquier tipo de animal, tiene que ser un animal doméstico y de entre todos, parece ser que únicamente se da con los perros, es decir, la relación emocional que se establece con los perros puede ser tan íntima que se le considere como un miembro más de la familia.


– ¿Significa también que los seres queridos (perros incluidos) son parte de la misma red semántica?

El cerebro emplea diversas formas de registrar la información, la cual facilita el acceso a la misma, así, si pensamos en nuestros mejores amigos, todos ellos comparten emociones positivas para nosotros; si nos piden que nombremos tres compañeros de clase que su nombre empiece por “p” también lo podremos hacer.
El cerebro busca optimizar sus recursos, facilitando la labor de localización de información, una de las formas de optimizar es categorizar la misma según la relevancia emocional, la utilidad, la proximidad… cuanto más fuerte sea la huella, es decir cuanta más información contenga será más fácil recuperarla.
Si esta información contiene aspectos emocionales, considerando al perro como un miembro de la familia, cuando uno se refiere a la misma, puede “equivocarse” diciendo que son cinco, cuando son cuatro y el perro, por ejemplo.

– El estudio acaba concluyendo que en las equivocaciones de un nombre por otro siempre intervienen nombres de personas queridas, es decir, que pertenecen al mismo círculo o, dicho en términos más científicos, a la misma red semántica. ¿Comparte tal aseveración?

Parece claro que si nos tenemos que equivocar en algo lo vamos a hacer con un nombre de uso frecuente o al menos que signifique algo para nosotros, es difícil que nos confundamos diciendo que alguien se llama Josefina o Milagrosa, si no hemos conocido a nadie que se llame así, o si de conocerlo, estas personas nos son de nuestro “círculo” más próximo.
Igualmente, los nombres de nuestros seres queridos son también los que solemos usar con más frecuencia, y tienen una carga emocional importante, así que no es raro que surjan en la conversación cuando nos equivocamos.
Un último apunte es indicar que el cerebro está continuamente equivocándose, al seleccionar la información que considera en ese momento relevante o al recuperar unas huellas de memoria y no otras, pero esto suele pasar desapercibido en la mayoría de las ocasiones.
Únicamente cuando otro nos lo señala, nos solemos dar cuenta de nuestro error, y lo rectificamos en el momento, es por ello que no tiene mayor relevancia que ser algo anecdótico a nivel de investigación.




Desde aquí mi agradecimiento a Dª Eva Canero, periodista de El País, por haberse interesado por los aspectos psicológicos de este fenómeno y por haberme permitido colaborar en su entrevista la cual se puede ver en el siguiente enlace: Si su pareja le llama por otro nombre, es que le quiere