El acoso escolar o Bullying es una de las mayores preocupaciones entre los educadores y psicólogos que tratan de evitar sus efectos en los menores que lo sufren.

Acoso escolar

Imagine que se levanta un día de la cama y le dice su madre que debe acudir a su centro de estudio, donde sabe que hay unos chicos que le acosan, insultan y pegan en el recreo, ¿Iría usted a clase?
Esta es una realidad a la que se tienen que enfrentar cada vez más pequeños en las escuelas, ¿Y la solución?, de momento no se conoce que haya una, ya que de ser así, rápidamente se «exportaría» al resto de los centros del sistema educativo y se paliaría una realidad que se ha comprobado que deja «mella» en el pequeño que va a sufrir sus consecuencias incluso en la edad adulta.
Ya no se trata únicamente de los moratones, hematomas u otras lesiones «menores» que pueda sufrir el menor, sino las más graves son precisamente las que no se ven, a nivel psicológico, ya que va a minar su autoestima en una etapa crítica de su formación de la personalidad, igualmente va a determinar cómo se relacionará en el futuro con los demás. Una situación tan estresante que puede ser origen incluso de enfermedades psicosomáticas así como de intentos de suicidios en los casos más dramáticos.
Para dar respuesta a ésta situación han sido varios los intentos tanto desde una intervención directa sobre los menores acosados, o bien sobre los acosadores, sobre los «maestros» para que sean estos los que detecten las situaciones de acoso en el aula, o incluso para que sean ellos los que «lo paren», incrementado su autoridad y las consecuencias de las conductas inapropiadas en clase, e incluso realizando charlas de concienciación en los padres, para que sepan apreciar cuándo el pequeño da síntomas de que «algo no va bien» en clase. Todas estas intervenciones han tenido resultados desiguales, pero como se indicó al principio se ha encontrado una fórmula adecuada para «cortar de raíz» éste problema creciente.



Acoso escuela

Un reciente estudio realizado conjuntamente por la Universidad de Milano–Bicocca (Italia) y la Universidad de Manitoba (Canadá) publicado en Journal of Experimental Child Psychology aborda ésta cuestión desde una perspectiva diferente.
Los autores del estudio entienden que para cuando aparece el acoso escolar o bullying escolar «es demasiado tarde», y que es mejor fijarse en las etapas anteriores de formación con las que trabajar para que se den estas situaciones, es decir, su «cura» consiste en prevenirlo.
La investigación contó con 110 participantes, de 6 a 7 años, la mitad de ellos niños y la mitad niñas, a los cuales se les dividió en dos grupos, ambos grupos se les hizo leer una serie de textos sobre situaciones emocionales durante dos meses, al primer grupo se le pidió que comentasen los textos de forma abierta sobre la naturaleza, causas y regulación de las emociones; mientras que al segundo que lo representase mediante dibujos.
Los resultados muestran que el primer grupo incrementó su comprensión sobre las emociones, la teoría de la mente (ponerse en el lugar del otro), así como su empatía, evaluado tras la fase de entrenamiento, resultados que se mantenían incluso seis meses después.

Consecuencia acoso

Aunque no fue evaluadas las consecuencias en la futura aparición del acoso escolar o bullying escolar, los autores esperan que una mayor comprensión de las propias emociones y de la empatía, sea «suficiente» para prevenir situaciones de acoso en un futuro, crítico por parte de otros autores, ya que una falta de empatía y de control de los impulsos estaría en la base del disruptivo comportamiento por parte del pequeño acosador.
Un intento por paliar los efectos «devastadores» del acoso escolar, antes de que éste surja desde una perspectiva de la educación en la infancia, un modelo que de comprobarse que es «exportable» a otros lugares, sería bueno para los pequeños, ya que «garantizaría» un mejor desempeño social, sin llegar a situaciones de acoso.
Aunque como los mismos autores indican, existen muchas limitaciones, además de que mientras no sea un modelo implantado en todas las escuelas, siempre se corre el riesgo de tener en clase alumnos procedentes de otros centros que no han recibido esta educación previa, y por lo tanto está más «expuesto» a convertirse en acosador.