Uno de los aspectos más difíciles a la hora de tratar las enfermedades psicosomáticas es el establecimiento de un claro diagnóstico.

El trastorno psicosomático

Primeramente hay que alcanzar la distinción entre este tipo de enfermedades y otras de origen médico o psicológico, con posterioridad se aportan las claves necesarias para conseguir un diagnóstico diferencial de otra sintomatología «parecida».
El interés del estudio por lo psicosomático parte desde el área clínico como una interrogante ante determinados síntomas de los que no se encontraban un origen médico, surgiendo la idea de que el organismo (soma) podía estar viéndose influido por la mente (psique) de la persona; pero por supuesto debería ser una “psique enferma”.
Con ello se aceptaba algo que hasta ese momento había sido desechado, y es la estrecha vinculación entre la mente y el cuerpo, y su interdependencia, de forma que si uno enfermaba lo hacía el otro, y al revés; precisándose de una intervención desde una perspectiva holística de la persona.
Por tanto, existen tres tipos de afecciones posibles en el paciente, las enfermedades físicas; los trastornos psíquicos o psiquiátricos y los Trastornos psicosomáticos.



Origen del trastorno psicosomático

Pero se ha podido comprobar cómo algunas enfermedades físicas tienen efectos psicológicos; al igual que algunas enfermedades psíquicas tienen efectos físicos; lo que ha llevado a muchos autores a defender la idea de que todas las enfermedades, tanto físicas como psíquicas son Trastornos psicosomáticos, ya que en mayor o menor medida se van a ver afectados aspectos físicos y psíquicos del paciente.
Aportaciones que han sido corroboradas desde los más recientes estudios sobre Psiconeuroimnunoendocrinología donde se aborda precisamente las relaciones de interdependencia entre los aspectos que influyen en la salud, como es el sistema inmune, donde participa también el sistema nervioso, el endocrino y la psique.

Diagnóstico del trastorno psicosomático

Actualmente el papel de lo psicosomático se restringe a lo que se conoce como Trastornos somatomorfos o Síntomas somáticos médicamente inexplicados, cuya característica principal es que se producen síntomas físicos sin que medie una enfermedad médica que lo explique.
Una vez que se conoce cuál es el campo de intervención de los TrastornosPsicosomáticos, para poder llevar a cabo un diagnóstico diferencial, hay que establecer una distinción clara conotros cuadros clínicos, donde la demanda del paciente es por síntomas físicos en donde no se encuentra causa médica que lo explique, entre los cuales están:
Las simulaciones, donde no existen síntomas físicos, sino es la persona quien está inventando conscientemente los síntomas para conseguir algún beneficio o para evitar una obligación; es por ello que el médico no consigue establecer un diagnóstico claro.
El síndrome de Munchhausen, igualmente en éste caso existen síntomas “simulados”, pero estos son autoprovocados por el paciente, bien ingiriendo medicamentos o sustancias tóxicas, para tener fiebres o vómitos; o autolesionándose para originar hematomas; pero en ésta ocasión la persona trata de alcanzar de forma imperiosa el “estatus” de enfermo y con ello su hospitalización.
La mitomanía, también conocido como mentiroso compulsivo, donde la mentira se produce buscando notoriedad y admiración por parte de quien le escucha, sin que existan síntomas físicos que “apoyen” su versión. La diferencia principal con el simulador es que no se dan las características de personalidad del primero, ni esa “adicción” a mentir.
El trastorno límite de personalidad, se da en paciente con una personalidad «débil» con constantes dudas respecto a su identidad y con falta de control de los impulsos; a parte de las quejas somáticas, el paciente se presenta con todo un elenco de características de personalidad e impulsividad que permiten establecer un diagnóstico diferencial al respecto.
La primera tarea del profesional de la salud es descartar otros trastornos mentales, que pueden estar en el origen de esos síntomas que provocan la demanda del paciente. Una vez que no existe una explicación médica de los mismos, y descartada la simulación y otros trastornos psicológicos, podemos afirmar que estamos ante un trastorno somatomorfo.
La característica principal de los Trastornos somatomorfos es la presentación repetida de síntomas físicos, junto con solicitudes persistentes de exámenes médicos, a pesar de que los hallazgos sean repetidamente negativos y de que los médicos hayan reafirmado que los síntomas no tienen fundamentos físicos. Si es que existen algunos trastornos físicos, éstos no llegan a explicar la naturaleza ni la magnitud de los síntomas ni la aflicción y la preocupación del paciente.


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