Una de las mayores dificultades a la hora de diagnosticar el Párkinson es distinguirlo de otras patologías que muestran síntomas positivos similares.

Diagnósticar Párkinson

Cuando uno piensa en las implicaciones de una enfermedad como el Parkinson rápidamente recordamos esos movimientos involuntarios de manos o brazos, o esas dificultades a la hora de andar por realizar algunas labores manuales.
Se suele generalizar estos síntomas con respecto a la enfermedad de Parkinson, pero cuando se trabaja en el área clínica hay que saber distinguir esta enfermedad de otras con sintomatología diferente.

Ya que no sólo va a poder llegar a tener un diagnóstico diferente, sino incluso el tratamiento que ha de seguir el paciente puede ser totalmente distinto y contraindicado a otros padecimientos.
Por lo tanto la sintomatología tanto activa, es decir aquella que se puede ver y medir con una capacidad, aquella que no está presente pero que si debía producirse, es suficiente indicativo para una primera aproximación, pero en algunos casos no es todo lo determinante que se requiere.

Otros trastornos negros degenerativos, o de otro tipo como el producido por accidentes cerebrovasculares, o por la intoxicación de algunas sustancias, también producen temblores en las extremidades, o dificultades en el andar.
Es por ello que se requiere de nuevas técnicas que faciliten el diagnóstico y con ello poder establecer un tratamiento adecuado a cada caso, pero ¿Se puede diagnosticar la enfermedad del Párkinson en función de la piel?


fHpTMUwwbuA https://youtu.be/fHpTMUwwbuA

Diagnóstico diferencial de Párkinson

Esto es precisamente lo que está tratando de averiguar conjuntamente desde la Faculta de Medicina de la Universidad de Hirosaki, el Hospital Ohta Nishinouchi y el Hospital Central de la Preceptura Aomori (Japón) cuyos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica Parkinson’s Disease.
En este estudio participaron 51 pacientes, de los cuales 26 estaban diagnosticados con la enfermedad de Parkinson (23 mujeres y 15 hombres, con una edad media próxima a los 65 años) mientras que otros 13 de similares características socio demográficas sufrían atrofias musculares no debidas al Parkinson.
En los pacientes con Parkinson a pesar de ya tener el diagnóstico fueron vueltos a evaluar con un test estandarizado denominado Unified Parkinson’s Disease Rating Scale (UPDRS) para comprobar su destreza motora.
A todos ellos se les extrajo una muestra de piel para tratar de comprobar si es posible determinar a qué grupo pertenecía cada uno simplemente observando dicha muestra.
Dos son las técnicas empleadas para determinar si existen evidencias en cuanto a la piel para el diagnóstico diferencial del Parkinson.
La doble inmunofluorescencia, método que revela depósitos anormales de α-sinucleína en las fibras nerviosas de los pacientes, no permitió realizar la distinción correctamente. Esta proteína sináptica se encuentra en la demencia de los cuerpos de Lewy y en el Párkinson.
El análisis microscópico intraepidermal para la densidad de las fibras nerviosas mostraron resultados significativamente diferentes entre la enfermedad de Parkinson y el grupo control que mostraba sintomatología motora no asociada al Parkinson.
Por lo tanto los autores descartan la primera técnica como válida para el diagnóstico diferencial, mientras recomiendan la segunda para poder realizar esta labor tan importante.

Diagnósticar la enfermedad de Párkinson

Aunque los resultados son claros en cuanto al objetivo de distinguir entre distintas patologías, el uso exclusivo de un grupo control con sintomatología dispersa, impide realizar un análisis más fino entre cada uno de las otras patologías que pueden conllevar síntomas motores.
Igualmente indicar que se trata de un estudio con un número poblacional bastante limitado, por lo que habrá que realizar nuevas investigaciones en donde se incluya un mayor número de pacientes para poder dar por válida estas conclusiones.
Por último señalar que el padecimiento de los pacientes que han pertenecido al grupo de Parkinson llegaban como media casi seis años padeciendo dicha enfermedad, mientras que los del grupo control, con sintomatología parecida, únicamente llegaban tres años padeciéndolo.

Un elemento que puede estar jugando en contra de los resultados mostrados ya que el diagnóstico puede estar basado no tanto en elementos diferenciales, como en el tiempo en que la enfermedad está haciendo mella en la salud. Es por lo que se recomienda que nuevas investigaciones se empleen grupos de controles más precisos y homogéneos.
A pesar de todo lo anterior, sin duda es un gran avance, que con un simple análisis de piel, una biopsia, se pueda pensar en establecer un diagnóstico diferencial.
Todo ello, por supuesto, complementado con los resultados de las pruebas neuropsicológicas por las que ha de pasar el paciente antes de obtener el diagnóstico de la enfermedad del Parkinson.