Colitis Espástica y la aproximación Psicosomática
La influencia de los aspectos psicológicos en nuestra vida, es evidente.

Estas marcan nuestro desarrollo personal y las relaciones sociales que establecemos, pero también va a jugar un papel importante en cómo surgen y evolucionan determinadas enfermedades, entre ellas la colitis espástica, también conocida como colon irritable, síndrome de intestino irritable o colitis nerviosa (por su relación directa con el estrés). Se trata de un trastorno funcional del intestino grueso (colon), y suele ser considerada como la primera causa de consulta del gastroenterólogo (especialista del aparato digestivo).
El colon es la última porción del aparato digestivo encargada de extraer agua, sal y vitaminas del quimo (bolo alimenticio) antes de que éste sea expulsado del organismo. La colitis espática es una alteración crónica en el ritmo de funcionamiento del órgano, sin que haya alteración morfológica, metabólica ni infección vírica.
Ya vimos en el artículo titulado Cronobiología: La Ciencia del Tiempo;  cómo funciona el reloj interno y los ciclos biológicos del organismo, pues bien, el intestino grueso se rige por su propio ritmo, que proporciona movilidad al bolo alimenticio, para dirigirlo a ser expulsado del organismo. Cuando éste ritmo interno se desajusta, se producen movimientos desordenados que pueden provocar espasmos y contracciones fuertes con dolor, de ahí el nombre de colitis espástica. Los movimientos desordenados pueden ser con mayor velocidad, generando diarreas o más lentamente, generando estreñimiento.
Éste ritmo interno está interrelacionado con las hormonas, de forma que en algunas mujeres, se ve alterado durante los ciclos menstruales o durante el embarazo. Además tiene una estrecha relación con el estrés y algunas alteraciones psiquiátricas, jugando el estrés un papel predominante en el incremento de los síntomas, tal y como lo hacen determinados alimentos como lácteos, legumbres, además de tabaco, alcohol o café.
Entre los síntomas de la colitis espástica están el dolor, distensión abdominal y alteración del ritmo intestinal, que se acaba de mencionar. Con respecto al dolor, éste suele ser difuso y punzante, de intensidad leve o moderada; y suele producirse transcurrida una o dos horas después comer, y disminuye tras evacuar.
Igualmente los pacientes suelen tener intestino hipersensible de forma que experimentan más intensamente las sensaciones de dolor de esa zona.



Hay que llevar a cabo un estudio del historial clínico del paciente antes de establecer un diagnóstico claro, que se suele realizar por exclusión, pues estos síntomas pueden presentarse también debidos a otras alteraciones, como colitis infecciosas, parasitarias o provocados por pólipos.
Como se ha indicado anteriormente, la causa está más relacionada con factores psicológicos que con cualquier otra explicación orgánica o vírica, de ahí que el principal tratamiento aplicado sea desde la psicología clínica mediante psicoterapia específica, así como sugerencias sobre:
– Abandono de alimentos que puedan provocar irritación o de otros estimulantes como alcohol, tabaco o café.
– Incorporación de hábitos saludables contra el sedentarismo.
– Incorporación a la dieta de fibra (frutas, verduras, cereales,…).
Cuando sea recomendable, se pueden recetar algunos medicamentos antiespasmódicos, antidiarreicos o laxantes, para evitar los espasmos y ayudar a regular el movimiento intestinal adecuadamente.
Desde la Perspectiva psicosomática, se presta especial atención a la relación que se establece entre médico-paciente, pues se ha comprobado que cuando se crea una buena relación de confianza entre ambos, se consigue una reducción significativa de la visitas al especialista.
Igualmente queda establecida la relación anatómico funcional, entre el sistema digestivo y el cerebro a través del sistema simpático y del parasimpático. El primero de ellos, se pone en marcha ante la presencia de la activación del eje hipotálamo hipófiso adrenal, y tiene como consecuencia entre otras, que ante situaciones de estrés, se detiene la actividad digestiva; al contrario, en situaciones de relajación se recupera dicha actividad (con el sistema parasimpático).
Basada en ésta relación entre el cerebro y el sistema digestivo, es en lo que se establece por exclusión el diagnóstico de colitis espástica debido al estrés, que como ya se sabe no sólo depende del agente externo o interno que lo provoque sino también de cómo se vivencia esa situación por la persona.
Así un mantenimiento a medio o largo plazo de una vivencia de estrés, va a provocar graves alteraciones en el organismo, entre ellas, se puede producir un desorden en el ritmo o reloj interno del colon.