Los ancianos han tenido muchas experiencias positivas y negativas en la vida, pero eso no quita que sean sensibles a los disgustos.

Emociones y edad

A medida que vamos viviendo vamos teniendo más experiencias lo que nos permite saber cómo afrontarlo, sean estas positivas o negativas. Eso hace que al conocer cómo actuar ante estas circunstancias, las emociones que se generan nos afecten menos, al menos así se ha estado creyendo durante mucho tiempo.
Paralelo se ha desarrollado investigaciones que analizan la influencia de las emociones en la salud, así una emoción «fuerte» o impactante, puede causar desajustes temporales en la persona, la cual con el tiempo se recupera de la «impresión».
Pero estas investigaciones se han centrado principalmente en las emociones positivas, tratando de conocer para luego potenciar cuáles son las condiciones más propicias para las emociones positivas a determinadas edades, especialmente sensibles a lo que se conoce como «tercera edad» e incluso la «cuarta edad» para los más longevos.
Luego uniendo ambas corrientes de investigación y yendo un poco más allá sobre todo con las emociones negativas, aquellas que provocan un mayor impacto por su carga emocional desagradable, todavía queda por saber ¿Cómo afectan los disgustos a los más ancianos?


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Emociones y tercera edad

Esto es precisamente lo que trata de confirmarse desde la Universidad de Carnegie Mellon (USA) publicado recientemente en la revista científica Health Psychology.
En el estudio participaron 6.817 mayores de 50 años, provenientes de un estudio longitudinal previo denominado Health and Retirement Study (HRS) realizado durante el 2006 al 2010. A todos ellos se les administraron diversos cuestionarios estandarizados sociodemográfico; su salud; el número y gravedad de los casos en los que recibían disgustos, según proviniesen de su pareja, hijos, otros familiares o amigos; y su estado de ánimo, añadido a los cual se le tomó la presión sanguínea. Estos resultados fueron comparados con los estándares esperables en función de su edad y condición sociodemográfica previamente establecidos. Se excluyeron del estudio aquellos que mostraban hipertensión basal y a los que se les administraban medicamentos para controlar su tensión.
Los resultados indican que lejos de proteger la edad frente a los disgustos, a medida que nos hacemos mayor somos cada vez más sensibles a las emociones negativas, al menos así lo entienden los investigadores al encontrar que en cuatro años de estudio un 29% de los participantes habían desarrollado hipertensión, relacionado en un 38% con las vivencias emocionales negativas.
Esta relación se da con mayor intensidad en mujeres entre los 50 a 65 años, y provienen principalmente de la familia y de las amistades.

Disgustos y tercera edad

A pesar de que los resultados parecen claro todavía hay un 62% de casos de hipertensión no explicados por las emociones negativas de los disgustos, igualmente las diferencias hombre mujer, han sido señaladas pero no explicadas adecuadamente sobre cuál puede ser su origen; si se trata de algo biológico, por la experiencia vital o por otros factores que «protejan» la tensión del hombre frente a estos disgustos y que en cambio a la mujer le afecta de forma tan negativa, que le hace perder la salud.
Los resultados a pesar de que puedan presentar algunas limitaciones son claros en cuanto a que hay que cuidar y atender adecuadamente a los mayores, ya que se emocionan tanto o más que los demás, y en condiciones en que su salud puede verse afectado por ello, de ahí que hay que tener especial cuidado con las emociones negativas y los disgustos que estos puedan experimentar.