La neuropsicología nos permiten ahora saber «quién vale para estudiar», y prevenir cuando se encuentran deficiencias a edades tempranas para poder intervenir.

A todos nos gustaría que nuestro hijo fuera presidente de un país o una empresa, astronauta o médico, es decir, que llegase lo más lejos que se pudiese en su carrera profesional, o quizás tan sólo que fuese lo que nosotros mismos no hemos sido capaces de lograr, o puede que lo mismo que somos y hemos alcanzado, pero ¿Cuánto de ello es real?
A pesar de lo que queramos, el pequeño va a ir pasando por distintas fases en su vida, y en algunas podremos influir de forma decisiva, sobre todo cuando somos pequeños, llevándoles a academias privadas, motivándole e incentivándole hacia aquello que creemos «es lo mejor para su futuro», pero cuando vaya creciendo, nuestra capacidad de «influencia» va a ir decreciendo en favor de su propia opinión o la de sus amigos, lo que va a ser decisivo sobre todo a la hora de elegir estudios y con ello dirigir su futura vida profesional, pero ¿eso garantiza que tenga éxito en un futuro?
Desde hace años, algunos gobiernos han desarrollado políticas de screening poblacional, por el que se administra a todos los menores una serie de cuestionarios validados, para «detectar» aquellos que tienen mayores potencialidades para un campo un otro, y con ello poder ofrecer una mejor orientación; los antecedentes de esto lo encontramos en los clásicos cuestionarios de inteligencia.
Una detección temprana y una correcta orientación, ya sea por parte de instituciones públicas o por parte de los padres van a permitir conocer en qué puede ser mejor el pequeño, qué es lo que se le va a dar mejor, aunque la decisión al final siempre va a recaer en sí mismo, ya que va a ser él quien tenga que esforzarse por lograr las metas futuras.
¿Pero qué determina el desempeño en las distintas pruebas?, ¿Es posible predecir con antelación el futuro profesional de los niños?



Con estos antecedentes un grupo del Instituto Karolinska (Suecia) ha realizado pendiente de publicar en The Journal of Neuroscience ha tratado de dar respuesta a al cuestiones anteriores fijándose en un sólo índice, la memoria de trabajo, la cual es la capacidad de retener y manejar información a corto plazo.
La memoria de trabajo se ha demostrado ser un buen predictor de un mejor rendimiento en el tiempo, tanto en matemáticas como en lectura, así un niño con escasas capacidades desarrolladas de memoria de trabajo van a mostrar dificultades futuras, por todo ello ha sido objeto de estudio de éste grupo de trabajo, empleando para su evaluación la técnica de resonancia magnética funcional, con el objetivo de establecer una método útil para identificar tempranamente a niños con riesgo de sufrir escaso desarrollo cognitivo.
Se emplearon en el estudio a 232 participantes entre los 6 y 20 años, una vez excluidos participantes con trastorno por déficit de atención o dislexia, para lo cual se empleó una técnica de medida neuropsicológica adaptada a cada edad. La realizó una prueba de memoria de trabajo, que no puede ser evaluada directamente sino viendo sus efectos en la ejecución de alguna tarea, además se empleó las matrices progresivas de Raven para medir la capacidad de razonamiento.

Los mismos participantes tuvieron que pasar por estas pruebas dos años después para evaluar la consistencia de las medidas, o el cambio en el tiempo de estas.
Los resultados muestran dos estructuras que están implicadas en una mejor predicción del desempeño en las tareas de memoria de trabajo y con ello de un mejor desarrollo académico y profesional futuro, estas fueron, el tálamo y los núcleos caudados.
Por lo que los autores entienden que con ello es posible emplear la resonancia magnética como herramienta de evaluación para poder detectar de forma temprana una menor activación de las estructuras anteriormente indicadas, que serían signos de que hay que intervenir en esos pequeños, ya que de no hacerlo pone en riesgo su desarrollo cognitivo y con ello su futuro académico y profesional.
Referencias:
Ullman et alt. (2014). Structural Maturation and Brain Activity Predict Future Working Memory Capacity during Childhood Development (in Press)