Cuando nos presentamos a los demás lo primero que se fijan es en nuestra cara, si hemos pasado la noche en vela se va a ver reflejado en ella.
Si la cara es el espejo del alma, ¿Cómo es que vamos a la escuela o al trabajo con ojeras?
Una noche en vela, dando vueltas en la cama o en un fiesta, todo ello va a quedar reflejado en nuestro rostro.
De todos es conocido que necesitamos aproximadamente ocho horas de sueño para poder descansar y recuperarnos del día anterior, ¿pero qué pasa si no lo hacemos?
Una noche sin dormir o haciéndolo dos o tres horas, puede que no tenga demasiadas consecuencias, a parte de mucho sueño durante el día, con dificultades para concentrarse, mostrándose algo abatido e incluso apático, sin demasiadas ganas de compartir el tiempo o actividades con otros.
Pero además de los efectos anteriormente comentados, la falta de sueño va a tener importantes efectos sobre nuestra cara,ya no sólo porque hace que nuestra piel envejezca prematuramente, facilitando la aparición de las marcas propias de la edad avanzada, como arrugas y patas de gallo, sino que además existe un efecto inmediato en el día siguiente, así lo refleja un reciente estudio de la Stockholm University de Suecia, donde mostraban a los participantes un conjunto de fotografías tomadas a las dos y media de la tarde, es decir, más de cinco horas después de haberse despertado.
En la fotografías aparecían caras de dos grupos de personas, aquellas que habían dormido sus ocho horas diarias y otras que habían pasado 31 horas sin dormir.
Los participantes fueron capaces de distinguir a cada uno de los miembros de cada grupo, además se les pedía que indicasen los rasgos en los que se habían fijado para detectarlo.
Entre los más destacables fueron las bolsas debajo de los ojos, la piel blanquecina y la comisura de la boca caída. Además de cansancio interpretaron estos rasgos de la cara como de tristeza.
Era esperable que los participasen fuesen capaces de identificar correctamente los dos grupos de fotos, ya que los humanos estamos especialmente dotados para percibir e interpretar las emociones de las caras, incluso cuando estas no son humanas, así se desprende de los estudios clásicos en bebés donde se observa la predilección de estos por observar rostros sobre otro tipo de estimulación.
De lo que se deduce, que la falta de sueño no va tener sólo un efecto en el desempeño personal, mermado por el «embotamiento» mental que se produce, sino que va a tener una consecuencia directa en la forma en que se relaciona con los demás, ya que los demás perciben su cansancio y además lo interpretan como tristes, provocando una respuesta al respecto.



Hasta ahora hemos hablado de dormir unas pocas horas durante una noche, pero si las noches sin dormir se acumulan, por ejemplo porque estemos estudiando para un examen o porque trabajemos en el turno de noche, los efectos van a ser más graves e importantes, viéndose afectado tanto nuestra salud física y psicológica como nuestras relaciones sociales.
En el ámbito físico vamos a padecer agotamiento de la musculatura, mayor tendencia a padecer enfermedades, ya que el sistema inmune se sobreactiva durante el sueño, además de las lesiones que pueda provocar la falta de atención, aumentando la posibilidad de padecer accidentes.
A nivel psicológico, se produce una reducción en la atención, y concentración, con pensamiento disperso y superficial, pudiendo presentarse episodios de paranoia y hasta psicóticos.
Con respecto a las relaciones sociales, tal y como señala el estudio arriba indicado, los demás van a darse cuenta de nuestro estado, y en función de ello van a reaccionar, además si somos esquivos con las relaciones por nuestro cansancio e irascibilidad vamos a ir perdiendo contacto social.
A pesar de lo cual, se tratan de consecuencias temporales, que volviendo a recuperar el ritmo normal de sueño, en el que se descanse aproximadamente ocho horas, se vuelve a «estabilizar» nuestra salud y las relaciones sociales.