Entrevista realizada a D. José Manuel Petisco, quien nos comenta sobre la valiosa información que proporciona el comportamiento no verbal.




– ¿Por qué hablar de comportamiento no verbal en lugar de lenguaje corporal, lenguaje no verbal o comunicación no verbal?, ¿no son lo mismo?

La verdad es que en muchas ocasiones estos términos se utilizan de forma indistinta cuando en realidad son conceptos diferentes. Yo creo que deberíamos ser más precisos a la hora de referirnos a unos conceptos u a otros y personalmente prefiero hablar de comportamiento no verbal porque es un término más amplio que engloba a los otros.
El lenguaje corporal sería la parte referida a gestos, expresiones faciales, posturas y demás formas de expresión a través del cuerpo. El lenguaje no verbal también incluiría toda aquella información que transmitimos por la voz.
En cuanto a los conceptos de comunicación no verbal y lenguaje no verbal su uso indistinto no es tan grave. Pero si la comunicación consiste en la transmisión de señales mediante un código común al emisor y receptor, y el lenguaje es un conjunto de señales que dan a entender algo, el empleo de los conceptos anteriores debería hacerse en el mismo sentido. Además la comunicación no verbal (transmisión de señales no verbales) no es un lenguaje (conjunto de señales no verbales) en el sentido de que su significado no es específico; en la mayoría de los casos, no existe un vocabulario fijado para las conductas no verbales concretas.
Por último, hay signos que se emiten sin que puedan llegar a ser descifrados por el receptor (ya sea por desconocimiento de su significado; ya sea por no compartir el mismo código el emisor y el receptor; ya sea por ser estos muy breves y difíciles de detectar in situ, como ocurre con los microgestos) y que son de interés para analizar determinada interacción o conducta. Hablaríamos entonces de conducta informativa no verbal, en lugar de comunicación no verbal. Por ello, a partir de los años 80, en psicología se comenzó a hablar de comportamiento no verbal que evita entrar en polémicas sobre el grado en que determinado objeto de estudio es comunicación no verbal o simplemente conducta informativa no verbal.

– ¿Qué puede significar que el comportamiento no verbal diga algo diferente al verbal?

Si nos remontamos a algunos de los estudios más citados sobre comunicación, como los llevados a cabo por Albert Merhabian (1967), sabemos que en un intercambio verbal de naturaleza emocional o actitudinal, cuando existe incongruencia o disonancia cognitiva, las palabas solo cuentan a los fines comunicativos en un 7%, en tanto que las cualidades vocales (entonación, tono, velocidad, intensidad, etc.) lo hacen en un 35%, ocupando el restante 55% el lenguaje corporal. Este estudio ha sido en ocasiones criticado y malinterpretado porque no se ha tenido en cuenta que solo es aplicable a situaciones cara a cara y donde la información es altamente ambigua o contradictoria, pero puso de manifiesto que la credibilidad, la consistencia o la congruencia de un mensaje depende de la información que nos llega por el lenguaje corporal, cualidades de la voz y palabras (canal visual, vocal y verbal).
Si el mensaje transmitido por alguno de los canales del comportamiento no verbal (visual o vocal) no concuerda con el emitido a través del canal verbal (palabras), tenderemos a priorizar lo percibido por los canales propios del comportamiento no verbal. Pero además, si eso ocurre, podríamos pensar que nos encontramos ante algún tipo de disfunción o patología, o ante algún caso de simulación o engaño (por incongruencias paraverbales, verbocorporales o emocionales).

– ¿En qué se fija un experto para interpretar el comportamiento no verbal?

En componentes relacionados con cualquier tipo de movimiento (kinesis), como posturas, gestos, expresión facial, microgestos o mirada, también en conductas relacionadas con el tacto y el contacto (háptica), en el manejo de distancias y empleo del espacio (proxemia), en los aspectos paralingüísticos de la voz (tono, volumen, pausas, velocidad, etc.) y en aspectos relacionados con la apariencia (imagen física, adornos, forma de vestir, etc.).
Si la situación que estamos analizando es referida, por ejemplo, a una situación de entrevista, es importante fijarnos y valorar los cambios que se producen en el comportamiento no verbal del entrevistado ante preguntas relevantes o incómodas y que no se producen ante preguntas irrelevantes; además de en qué momento se producen, en relación con la pregunta planteada (al escucharla, mientras procesa esa información, al contestar, tras haber dado la respuesta). Habría que ir buscando diferencias entre el comportamiento natural de esa persona (forma habitual de comportarse, cómo habla y se expresa en situaciones de “normalidad”, sin tensión) y el que despliega en situaciones de tensión. Siempre considerando diferentes hipótesis -ya que esas variaciones pueden ser debidas al nerviosismo, estrés que provoca la situación, etc- y teniendo en cuenta el contexto conductual y social en el que se produce ese comportamiento (ya que el significado de una conducta no verbal concreta es siempre condicional).

– ¿Qué información útil puede extraer un experto del comportamiento no verbal?

El componente no verbal está presente en cualquier interacción humana; comunicamos de forma verbal de manera intermitente pero el canal no verbal está siempre activo en los intercambios sociales. De forma intencionada o no, comunicamos información visual (apariencia, postura, gestos, etc.), auditiva, táctil u olfativa. Pero la atención es selectiva y no procesamos toda la información, en parte porque el cúmulo de información que nos llega es enorme (palabras, pausas, sonido de la voz, expresión facial, movimientos corporales, ademanes, gestos, empalidecimiento, etc.) y porque estamos bajo la influencia de procesos automáticos, ya que ello nos supone un tremendo ahorro de energía. Curiosamente priorizamos y prestamos mayor atención a las fuentes menos fiables, como las palabras y la expresión facial. Tener formación en comportamiento no verbal puede ayudarnos a hacer conscientes esos procesos cognitivos automáticos y a prestar mayor atención a las fuentes de información más confiables. Ello puede servirnos de mucha utilidad a la hora de entender mejor los mensajes que nos llegan de los demás, ya sea en situaciones de aula, ante un paciente, en reuniones, en situaciones de entrevista, en situaciones relacionadas con el protocolo, o en ámbitos tan específicos e importantes como son la seguridad o la inteligencia.
Si nos centramos en la detección del engaño, al estudio del comportamiento no verbal hay que añadir el análisis exhaustivo de las palabras (parte verbal), que en conjunción con la expresión facial, la voz y el cuerpo, puedan contribuir a detectar indicios de engaño.

– ¿Se puede entrenar o disimular el comportamiento no verbal?

Sí, en muchas ocasiones podemos encontrarnos ante sujetos con mucha práctica y que habitualmente mienten o simulan; o con sujetos que no se activan a nivel emocional, ya sea por haber sido entrenados o por padecer determinada patología (psicopatía, trastornos del espectro autista, alexitimia, etc.); también con sujetos que saben qué aspectos de su comportamiento no verbal podrían delatarles y tratan de suprimirlos.
Si nos referimos a la detección del engaño o la simulación a partir de indicios presentes en las palabras, en la expresión facial, en la voz o en el cuerpo, todos podemos simular una voz triste para tratar de transmitir que emocionalmente estamos afectados por determinado acontecimiento, o mostrar gestos que representen determinadas emociones, aunque no las sintamos (muchos actores emplean la famosa técnica Stanislavski). Por ello, un buen analista debe tratar de buscar incongruencias entre los canales no verbales o entre los no verbales y el verbal. Para ello, siempre que sea posible, debemos hacer un estudio minucioso de las imágenes grabadas y de la forma de relatar los hechos, tratando de detectar pistas o indicios de engaño. Pero ésta tarea exige el conocimiento y manejo de herramientas como el FACS (Sistema de Codificación de la Acción Facial), EMFACS (referido a emociones), o aplicar determinadas pruebas como el CBCA (Análisis de Contenido Basado en Criterios), que ha resultado de utilidad en la toma de declaraciones en casos de abusos sexuales a menores.

– ¿Puede el comportamiento no verbal dar pistas de la presencia de una psicopatología?

Si partimos de que las expresiones motoras son una forma de comunicación no verbal y que la afectividad se puede expresar a través de la expresión facial, los movimientos oculares, los gestos, las posturas, las inflexiones y tono de voz, el contacto físico, etc., está claro que cualquier anomalía en este sentido puede hacernos sospechar de la presencia de algún tipo de psicopatología.
La comunicación verbal expresa datos y contenidos racionales pero no es el mejor indicador para expresar los sentimientos. En cambio los canales no verbales contienen información que es altamente significativa para expresar los niveles emotivos, la relación afectiva o las disposiciones afectivas que movilizan a un paciente. Al fin y al cabo el psicólogo clínico o el psiquiatra, cuando tratan de valorar un trastorno de tipo afectivo también tienen en cuenta determinadas expresiones motoras, se fijan en la expresión facial buscando expresiones afectivas aplanadas, embotadas, inapropiadas, lábiles o restringidas. Buscan indicios de depresión, por el tono de voz del paciente, por la lentitud de su habla, por la presencia de expresiones de tristeza en su rostro o por la presencia de llanto… y esos indicios son claramente componentes del comportamiento no verbal.


https://youtu.be/0CMVaXTujCw

– ¿Por qué el rostro proporciona tanta información sobre el comportamiento no verbal?

En gran medida porque el rostro está directamente conectado a zonas del cerebro vinculadas a las emociones. Determinadas expresiones faciales pueden adoptarse voluntariamente, pero Investigadores como Ekman pusieron de manifiesto que cuando se suscita una emoción hay músculos del rostro que se activan involuntariamente. Las posibles combinaciones de los 44 músculos de nuestro rostro pueden generar unas 10.000 expresiones faciales diferentes (aunque no todas ellas son expresión de una emoción particular o poseen un significado estricto). Por tanto, el rostro es la principal fuente de información acerca de las emociones y puede revelar multitud de matices de nuestros sentimientos o intenciones, incluso muy sutiles o fugaces.
Además, en nuestro rostro se sitúan los principales receptores sensoriales (vista, oído, olfato, gusto) y a través de él, gracias a nuestro aparato fonador, se produce la emisión de sonidos con determinados matices cromáticos. Si nos referimos a la vista, a través de la mirada, podemos expresar afecto, burla, admiración, cariño, tristeza, llanto y un largo etcétera.
Por todo ello, no es de extrañar que el rostro siempre haya sido objeto de atención y se le haya rendido homenaje en cuadros y retratos: es nuestro principal signo de identidad, nos permite distinguir a unos individuos de otros y, como usted mismo plantea en su pregunta, es una enorme fuente de información no verbal.




Desde aquí mi agradecimiento a D. José Manuel Petisco, Psicólogo experto en comportamiento no verbal por habernos acercado a una parte de nuestra expresión tan importante.

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