Autor: Dr. Juan Moisés de la Serna

  • ¿Qué cualidades tiene que tener un buen líder?

    ¿Qué cualidades tiene que tener un buen líder?

    Uno de los principales problemas a los que se enfrentan las empresas es a la hora de seleccionar a un buen líder, ya que de ello va a depender el futuro del negocio.

    Aunque hay empresas que han surgido del tesón y constancia de sus creadores, convirtiéndose estos en los líderes naturales de las mismas, otras precisan de personas cualificadas y válidas para gobernar su futuro.

    Lider

    El campo de la Psicología es tan amplio como el de la actividad humana, y por supuesto no podía quedar fuera de ello un importante aspecto, el empresarial.
    Desde hace unas décadas se ha intentado sacar rendimiento a los descubrimientos que desde la Psicología Social se realizaban, sobre todo en cuanto a cómo motivar al público hacia el producto o servicio que se quería vender.
    Poco a poco la psicología ha ido entrando en todos los órdenes de la empresa, tal es así que es común contar con psicólogos en el departamento de Recursos Humanos, encargados de evaluar el clima social de los trabajadores para detectar problemas antes de que surjan, o a la hora de realizar procesos de selección de personal.
    Igualmente, cada día más se ven a psicólogos trabajando en el departamento de I+D+I, ofreciendo novedosas perspectivas, e incluso en el departamento de comunicación acercando los productos y servicios a los consumidores finales.
    Pero quizás una de las labores más complicadas a la vez que importantes del psicólogo, es cuando se debe de realizar la selección de personal del que va a ser el gerente del negocio, pero ¿Qué factores tiene que tener un buen líder?


    nY4tmuudw_M https://youtu.be/nY4tmuudw_M

    Liderazgo

    Esto es precisamente lo que se ha tratado de responder desde la Graduate School of Management of Technology Sungkyunkwan University (Corea) quienes han llevado a cabo una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Asian Journal of Business and Management Sciences.
    En el mismo participaron empresas ubicadas en Corea, Australia, Japón, China y Singapur.
    Se remitieron para rellenar un cuestionario estandarizado para evaluar el tipo de liderazgo a través del Multidimensional Leadership Questionnaire (M.L.Q.) a 1090 personas, de los cuales 220 fueron presidentes y directores de estas empresas, y el resto jefes de departamento de las mismas.
    El análisis se realizó separando a los participantes entre asiáticos y no asiáticos; entre jefes de departamentos de administración o de departamentos de innovación.
    Los resultados informan que las estrategias del líder tienen un mayor impacto en los procesos de innovación, independientemente del tamaño de la empresa e incluso de la personalidad del líder.
    Igualmente, la cultura organizacional va a tener gran impacto en las decisiones del líder sobre la innovación administrativa, y no tanto sobre la innovación productiva.
    Así el prototipo de líder asiático es alguien dedicado a desarrollar la visión de empresa, motivar al personal, buscando la innovación por encima de todo.
    Mientras que el prototipo de líder no asiático emplea estrategias más enérgicas, buscando mejorar el negocio con la efectividad más que con la innovación.

    Dirección

    Entre las limitaciones del estudio, está el no haber incluido en la muestra a empresas ubicadas en Occidente, con las que poder comparar, ya que es de esperar que la cultura asiática esté jugando un papel destacable en los resultados.
    El estudio no recoge cuántos directores o jefes de departamento eran hombres y cuántas mujeres, con lo que no se puede saber si se obtendrían resultados diferentes en función del género.
    Con todo lo anterior, parece claro que el papel del líder es fundamental, sobre todo en cuanto a innovación se trata, pero este papel está mediado por la cultura organizacional, esto es, el líder debe de adaptarse a cómo «piensa y siente» la organización y no al revés.
    Por lo que el mejor líder no será el que tenga unas u otras cualidades, si no el que mejor se adapte a la cultura de la empresa, la sepa comprender, la asuma como propia y pueda sacarle el máximo rendimiento.

  • ¿Se relaciona la obesidad con la fibromialgia?

    ¿Se relaciona la obesidad con la fibromialgia?

    La fibromialgia durante muchos años ha sido desatendida en el ámbito clínico por sus características.
    El dolor es la señal del organismo que se genera para avisar de que algo no va bien.

    Definiendo fibromialgia

    El dolor puede provenir tanto desde el exterior, como del interior, pero cuando el dolor se convierte en un problema en sí misma, «doliendo» el cuerpo sin ningún tipo de justificación externa o interna, es cuando se denomina síndrome de fibromialgia.
    A pesar de que existía bibliografía con respecto a pacientes que venían a consulta quejándose de un incómodo dolor que le impedía llevar una vida normal, no se atendía estos casos adecuadamente.
    Se ha tenido que esperar, hasta hace unos escasos años, para ser reconocido como un síndrome, para empezar a buscar tratamientos oportunos para ello.
    Pero sobre todo y más importante, ha adquirido consideración desde el punto de vista médico, a partir del desarrollo tecnológico, lo cual ha permitido diseñar aparatos para evaluar los niveles de dolor sin necesidad de que la persona diga nada.
    Actualmente se siguen dos vías de investigación con respecto a la fibromialgia, aquel que busca cómo mejorar la calidad de vida de los pacientes que lo sufren, y la que trata de averiguar porqué se produce, y qué factores están implicados en su avance, pero ¿Se relaciona la obesidad con la fibromialgia?



    Obesidad y fibromialgia

    Esto es precisamente lo que trata de averiguarse desde la Division of Rheumatology, Department of Medicine, University of Puerto Rico, Medical Sciences Campus, San Juan y el Retrovirus Research Center, Department of Internal Medicine, Universidad Central del Caribe School of Medicine, Bayam´on (EE.UU.) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Obesity.
    En el estudio participaron 144 mayores, 95,1% mujeres de 21 años, todo ellos diagnosticados y tratados con el síndrome de fribromialgia.
    A todos se les registró su peso y altura, para determinar si sufrían o no sobrepeso, considerándose en este segundo grupo a quienes obtenían puntuaciones superiores a 25 kilos divido entre el doble de su altura (índice de masa corporal).
    Se registró igualmente las variables sociodemográficas de los participantes, edad, género, años de estudio; período desde que sufre el síndrome; la presencia de conductas de riesgo como el consumo de alcohol o tabaco; los hábitos saludables de vida como la práctica de ejercicio moderado.
    Igualmente se evaluó mediante autoinforme la presencia de problemas de salud asociados al síndrome de fibromialgia como, insomnio, dolor de cabeza, ansiedad, anorexia, depresión, pérdida de memoria, diarreas, parestesias,…

    Los resultados informan que en el 75.7% de los pacientes con síndrome de fibromialgia además se presenta obesidad.
    Igualmente los análisis muestran una relación significativa entre la obesidad en pacientes con síndrome de fibromialgia y la presencia significativa de problemas de memoria y de ansiedad.
    No existiendo diferencias significativas en función de ninguna otra variable sociodemográfica.
    Los autores resaltan la importancia de sus resultados, dado las graves consecuencias que sobre la calidad de vida del paciente tiene la fibromialgia.

    Tratamiento fibromialgia

    Una de las limitaciones del estudio es el empleo de los autoinformes para la recogida de datos sobre los síntomas asociados al síndrome de fibromialgia, algo que se ha visto superado en los últimos años con nuevos métodos de investigación más fiables.
    Hay que tener en cuenta la desigual proporción de participantes en cada uno de los grupos; ya que aunque no tendría por qué cambiar los resultados, se debería de haber seleccionado grupos con un número equiparable de participantes para poder concluir al respecto.
    Igualmente se precisa observar si existe esta relación entre las personas obesas y altos niveles de ansiedad junto con problemas de memoria, entre aquellas personas que no padecen el síndrome de fibromialgia, o es un intermediador necesario.
    Por último, el estudio no establece si la relación existente entre la obesidad y el síndrome de fibromialga es de causa-efecto, o cuál de las dos se produce primero.
    A pesar de las limitaciones, el estudio evidencia un problema de salud como es el síndrome de fibromialga, al que además hay que prestar especial atención si se sufre sobrepeso, ya que va a tener acompañado una sintomatología que va en detrimento de la calidad de vida de los pacientes.
    Aspecto que hace replantearse en estos casos la forma de intervenir, ya que se esperaría que con la reducción del peso, se podría mejorar muchos de estos síntomas asociados, con lo que luego resultaría más efectivo el tratamiento específico del síndrome de fibromialga.

    Experto Colaborador:




    Las mujeres con sobrepeso y obesidad – especialmente los que no ejercen en absoluto o ejercicio por menos de una hora a la semana – se encuentran en mayor riesgo de desarrollar el trastorno generalizado dolor de la fibromialgia.
    Otros factores de riesgo sospechosos para la fibromialgia incluyen eventos estresantes o traumáticas como un accidente de automóvil, los antecedentes familiares, o la presencia de enfermedades reumáticas como lupus.
    En la última iteración de investigación establecer vínculos fibromialgia-obesidad, un equipo de la Clínica Mayo, Rochester, Minnesota, el estado evaluado Índice de Masa Corporal (IMC) y su asociación con la gravedad de los síntomas y la calidad de vida [Kim et al. 2012].
    En este estudio, 888 pacientes con fibromialgia que fueron vistos en una clínica de tratamiento de la Fibromialgia completaron el Cuestionario de Impacto de Fibromialgia (FIQ) y la encuesta de salud Short Form 36 (SF-36).

  • ¿Es suficiente con medicar a los niños con T.D.A.?

    ¿Es suficiente con medicar a los niños con T.D.A.?

    Cuando un pequeño recibe el diagnóstico de T.D.A. puede que desconozca las consecuencias que eso va a tener para su vida y cómo esta puede cambiar si no se pone «remedio».

    Actualmente todavía quedan muchas cuestiones por responder con respecto al origen y evolución del T.D.A., pero sí existe un consenso al respecto es en relación al tratamiento a administrar.

    Tratamiento TDA

    El metilfenidato es el nombre genérico del tratamiento más habitual, que dependiendo de la farmacéutica puede ser recetada bajo un nombre comercial u otro.
    Aunque en la mayoría de los pequeños el metilfenidato funciona para controlar y reducir los síntomas propios del T.D.A., no siempre funciona, desconociéndose el motivo de este «fracaso terapéutico».
    Hay que recordar que el T.D.A. se presenta con otros desórdenes del comportamiento como la conducta disocial, el desorden de oposición-desafiante, y los del estado de ánimo y de ansiedad, que también se reducen al controlar el T.D.A., pero ¿Es suficiente con medicar a los niños con T.D.A.?



    Medicamento TDA

    Esto es precisamente lo que se ha investigado desde el Department of Child and Adolescent Psychiatry, Faculty of Medicine, Ondokuz Mayis University, Samsun (Turquía), cuyos resultados han sido publicados en la revista científica The Journal of Psychiatry and Neurological Sciences.
    Para ello han realizado un estudio restrospectivo a 54 menores, 18 niñas y el resto niños, entre los 7 a 18 años, que fueron diagnosticados entre el 2007 y el 2008 con T.D.A. siguiendo los criterios del DSM-IV. Estos pequeños han estado recibiendo tratamiento psicofarmacológico con metilfenidato para controlar los efectos del T.D.A.
    Se separaron a los participantes en dos grupos, según han respondido adecuadamente o no al tratamiento del metifenidato evaluado mediante el Clinical Global Impression Scale- Improvement subscale (C.G.I.-I.).
    Se evaluó la presencia de otros desórdenes evaluados mediante el Schedule for Affective Disorders and Schizophrenia for School-Age Children-Present and Lifetime Version (K.-S.A.D.S.-P.L.) para los desórdenes afectivos, junto con el Children’s Depression Inventory (C.D.I.) para los síntomas de depresión y el Screen for Child Anxiety-Related Emotional Disorders (S.C.A.R.E.D.) para los de ansiedad. Por último se evaluó la autoestima del pequeño mediante la escala estandarizada Piers-Harris Children’s Self Concept Scale (P.H.S.C.S.).
    Con el mismo propósito los padres y profesores por su parte tuvieron que completar el Child Behavior Checklist (C.B.C.L.) y el Turgay DS.M.-IV-Based Disruptive Behavioral Disorders Screening and Rating Scale (T.-D.S.M.I.V.-S.).
    Los resultados muestran que los menores diagnosticados con T.D.A. que tenían un mejor aprovechamiento en el tratamiento con metilfenidato y también tenían una menor presencia de otros desórdenes del comportamiento y del estado de ánimo.
    Mientras que en los que no se alcanzaban los resultados esperados por el tratamiento con metilfenidato, ademas mostraban significativamente un mayor número de síntomas depresivos, de ansiedad unido a menores niveles de autoestima.
    Por todo lo anterior, los autores destacan la necesidad de complementar la terapia psicofarmacológica con otras terapias de corte psicológica orientadas al fortalecimiento de la autoestima y el correcto manejo de su mundo emocional.

    Psicoterapia TDA

    A pesar de los anterior, los autores no entran a analizar por qué a unos pequeños le funciona el tratamiento con metilfenidato y por qué a otros no.
    Igualmente la recomendación de que a todos los pequeños se les proporcione otro tipo de terapias que traten de paliar la sintomatología de ansiedad, depresión e incluso mejorar la autoestima, todas estas recomendaciones están basadas en suposiciones no analizadas en este estudio.
    Está claro que cualquier entrenamiento psicológico va a ser positivo, pero este únicamente debe de ser indicado cuando se requiera por el menor, no de forma preventiva a todos, pues esto no se ha comprobado que vaya a mejorar el T.D.A.
    Ya que a pesar de que el estudio deja constancia de la comorbilidad de estos desórdenes, ante el fracaso del tratamiento psicofarmacológico, no indica el por qué se producen.
    A pesar de las limitaciones anteriores, en todos aquellos pequeños que no estén respondiendo adecuadamente al tratamiento con metilfenidato, habría que incorporar tratamientos psicoterapéuticos para corregir los bajos niveles de autoestima, a la vez que se le refuerzan en habilidades para desarrollar su inteligencia emocional, y con ello aprender a controlar los síntomas de la ansiedad y la depresión antes de que estos se conviertan en un problema.

  • ¿Qué consecuencias tiene en los preescolares convivir con un fumador?

    ¿Qué consecuencias tiene en los preescolares convivir con un fumador?

    Desde hace unos años que está realizando una importante campaña de concienciación sobre los perjuicios de tabaco en el fumador.
    De ahí que se hayan prohibido en muchos países fumar en espacios cerrados, dificultando una actividad que con anterioridad no estaba regulada.

    El hábito de Fumar

    Los intereses que han movilizado estas campañas y cambios normativos parecen estar en el sobre-coste que supone para las arcas públicas el atender al creciente número de pacientes con problemas pulmonares o asociados a ellos.
    Son muchos los efectos nocivos que tienen para el fumador, pero investigando sobre ello los epidemiólogos se dieron cuenta que existía un porcentaje de pacientes con sintomatología asociada que nunca habían fumado en su vida.
    ¿Cómo podía ser?, si nos fijásemos únicamente en sus pulmones o en su sintomatología, se podría afirmar que eran fumadores de diez o quince años, por lo menos de uno o dos cigarrillos al día, pero la historia personal lo contradice.
    Más grave fue el encontrar cómo algunos menores empezaban a mostrar estos síntomas asociados al tabaco, ahí sí que no quedaba ninguna duda, no habían fumado en su vida, ni siquiera habían vivido esos diez o quince años fumando, pero a pesar de ello mostraban los mismos síntomas.
    De aquí surgió el término de fumador pasivo o en inglés secondhand smoke (S.H.S.), que son personas que sufren los efectos por encontrarse compartiendo espacio donde se acumula el humo de un fumador habitual.
    Es por esto que las normativas han ido endureciéndose, impidiendo la práctica de fumar en espacios cerrados, o que no estuviesen especialmente habilitados para ello.
    Una normativa que ha llevado a muchos miles de fumadores a la calle, literalmente, ya que ahí no hay limitación para fumar.
    El coche o la casa, se han convertido en zona de polémica, ya que si bien pertenecen al ámbito de la «vida privada» y por tanto no se puede entrar a regular desde los poderes públicos; no por ello el fumador deja de exponer a sus seres queridos al humo de sus cigarrillos y a sus efectos nocivos, pero ¿Qué consecuencias tiene en los preescolares convivir con un fumador?



    El Fumador pasivo

    Esto es lo que se ha tratado de averiguar desde el Department of General & Community Pediatrics, Section of Children’s Health Services Research, Indiana University School of Medicine, Indianapolis, y el Regenstrief Institute for Healthcare, Indianapolis, junto con el Pediatric Institute, Cleveland Clinic, Cleveland (EE.UU.) cuyos resultados han sido publicado en la revista científica Journal of Pediatric Nursing.
    En el estudio participaron 2.441 pequeños de edad preescolar entre los tres a seis años, 48% de ellos fueron niñas y el resto niños, de ellos se analizaron los registros de problemas pediátricos acontecidos entre el 2004 al 2012 extraídos del sistema denominado Child Health Improvement through Computer Automation (C.H.I.C.A.), sistema que recoge hasta veinte cuestiones sobre hábitos saludables de sus usuarios, a la vez que lo enlaza con el historial de las demandas médicas.
    Información que se complementó con una entrevista personal donde además se recogieron datos socio-demográficos; sobre antecedentes familiares de sintomatología con depresión; si recibía tratamiento psicotrópicos y con respecto a los problemas de comportamiento en los menores, en concreto evaluando la presencia de comportamiento disruptivo, T.D.A.H., trastornos de ansiedad, problemas del sueño, sintomatología depresiva o problemas de adaptación.
    Los resultados muestran que el 27% de los pequeños presenta sintomatología asociada a ser fumador pasivo, y que esta se correlaciona significativamente con un mayor número de casos de T.D.A.H. y de comportamiento disruptivo en la escuela.
    Igualmente el tener antecedentes familiares con sintomatología depresiva se correlaciona significativamente con recibir en mayor medida tratamiento psicotrópico por parte de los menores.
    Según destacan los propios autores, este es el primer estudio en pequeños de edades preescolares sobre esta temática, que deja constancia de los devastadores efectos de convivir con un fumador a tan temprana edad.

    Efectos del tabaco

    Hay que tener en cuenta que en EE.UU. el modelo sanitario hace que no todos tengan derecho a la atención Pediátrica, por lo que en el estudio no se recoge a una parte de la población infantil.
    Igualmente, y tal y como señalan los autores, la valoración de los aspectos emocionales tanto de los progenitores como de los pequeños no se puede limitar a la sintomatología depresiva, ya que pueden verse afectados otros órdenes pendientes de analizar.
    A pesar de las limitaciones del estudio, hay que destacar las graves consecuencias sobre los menores, que ya son evidentes entre los tres a seis años, generándoles problemas tan graves como el T.D.A.H. y el comportamiento disruptivo, que si no se trata adecuadamente a esta temprana edad se va a ir cronificando.
    Un problema que en principio debería tener fácil solución si los padres fuesen capaces de sacrificar su adicción al tabaco por la salud de sus pequeños, o al menos si restringiesen su consumo al espacios abiertos y alejados de los menores.

  • ¿No alcanzar la felicidad puede llevar a la depresión?

    ¿No alcanzar la felicidad puede llevar a la depresión?

    Desde pequeños nos han dicho eso de «Vivieron felices y comieron perdices» como el final de los cuentos infantiles, como si ese fuese lo máximo a aspirar.

    La Felicidad

    Si algo ha caracterizado a la sociedad occidental, especialmente en la última década ha sido en la búsqueda de la felicidad.
    Al respecto se han escrito cientos de manuales de auto-ayuda, tratando de enseñar a descubrir la felicidad personal.
    Aunque cada autor la ha definido de forma diferente, y ha establecido un camino distinto para alcanzarlo, parece que todos han coincidido en entender que la felicidad se trata de una necesidad social, a la que hay que dar respuesta.
    Parece que todos debiéramos alcanzar la felicidad, como si de una norma social se tratase, ¿Quién no querría ser feliz?, no siendo suficiente con tener un trabajo, una casa o un coche, pero ¿No alcanzar la felicidad puede llevar a la depresión?


    P_WVjbtZCMc https://youtu.be/P_WVjbtZCMc

    Felicidad y Depresión

    Esto es precisamente lo que se ha tratado de averiguar desde la School of Psychology, University of New South Wales, Sydney, y la Australian Catholic University, Melbourne (Australia) junto con el Department of Psychology, University of Leuven, Leuven (Bégica) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Social Psychological and Personality Science.
    En el estudio participaron dos cientos estudiantes universitarios belgas, ciento diez mujeres y el resto hombres, con un rango de edad entre los diecisiete a veinticuatro años, extraídos de una muestra de seiscientos ochenta y seis voluntarios, todos ellos recibían una compensación económica por participar.
    Se evaluaron las expectativas sociales, especialmente en lo que respecta a las emociones negativas, como ante la soledad, depresión, tristeza o ansiedad; se midió la presencia de sintomatología depresiva mediante la escala estandarizada denominada Center for Epidemiological Studies Depression scale (C.E.S.-D.); se evaluó su nivel de soledad percibida mediante la University of California loneliness scale (U.C.L.A.).
    Todos los participantes pasaron por una situación donde se les manipulaba emocionalmente, haciendo sentir al estudiante mejor o peor consigo mismo.
    Los resultados muestran que aquellos alumnos que tienen mayores expectativas sociales para alcanzar la felicidad son los que peor soportan no alcanzarlo, provocando en ellos sentimientos de soledad y depresión.
    En cambio los alumnos que tenían bajas expectativas sociales sobre la posibilidad de alcanzar la felicidad, resultaron ser los más tolerantes ante el hecho de no lograrlo, no presentándose de forma tan acusada los sentimientos de soledad y depresión.
    Aunque los autores del estudio señalan que los resultados anteriores pueden ser diferentes en otras localizaciones, como en el caso de la civilización oriental, donde los valores y normas sociales cambian; a pesar de señalarlo, no lo han investigado.

    Fracaso Social y Felicidad

    Entre las limitaciones del estudio, señalar que se trata de un ambiente experimental, alejado de la validez ecológica, por lo que precisa de nueva investigación para comprobar si los datos se mantienen en la vida diaria de los participantes.
    El problema es, por supuesto, que no se puede ni debe manipular la vida del participante para conseguir que sea exitosa o un fracaso, para ver si correlaciona o no con las expectativas sociales.
    A pesar de lo cual, los resultados de la investigación debe hacernos reflexionar sobre las exigencias sociales, y cómo estas en ocasiones en vez de facilitar el camino, lo entorpecen, al pedir más de lo que la persona puede conseguir, convirtiéndolo en un «fracasado social», lo que acarrea sentimientos negativos que pueden conducir a la depresión.
    Una variable importante y fundamental a la hora de relacionar las experiencias vitales con las emociones es la inteligencia emocional, aspecto que tampoco ha sido evaluado en este estudio.
    Una adecuada formación durante la infancia en la Inteligencia Emocional, le va a permitir a la persona tener las herramientas necesarias para afrontar la frustración que provoca no poder llegar a las expectativas sociales de la felicidad, cuando esta no se alcanza.

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