Autor: Dr. Juan Moisés de la Serna

  • ¿Qué es la colitis ulcerosa?

    ¿Qué es la colitis ulcerosa?

    Determinadas enfermedades tienen un importante componente psicológico,  denominadas enfermedades psicosomáticas, pero ¿Qué es la colitis ulcerosa?

    Se trata de una inflamación con ulceraciones de la última sección del sistema digestivo, el colon y el recto; acompañado de dolor abdominal y diarreas, en algunos casos con sangrado, que a su vez puede provocar anemia, cansancio severo, pérdida de apetito y de peso.
    Actualmente todavía se discute cuál es la causa de ésta enfermedad, que suele estar arraigada a un importante componente hereditario. Tres son las aportaciones que se han manejado como las más probables:
    – Infección bacteriana específica, tal y como sucede en los casos del ulcus gástrico.
    – Alteraciones en el funcionamiento del colon:
    – Desajustes vasculares de la membrana basal de la mucosa cólica.
    – Producción excesiva de enzimas.
    – Hipersensibilidad de la mucosa a determinados alimentos como leche.
    – Se trataría de una enfermedad autoinmune, donde se estimula una producción de anticuerpos que atacan a la pared cólica; aunque todavía no se tiene muy claro si se trata de un efecto o una consecuencia de la enfermedad.
    Por lo tanto, la colitis ulcerosa está muy relacionada con el correcto funcionamiento del sistema inmune, el cual, como ya sabemos pasa por una fase de inmunodepresión cuando está presente una vivencia de estrés, ya sea ésta interna o externa.



    Actualmente no existe cura más allá de combatir los síntomas, a través de farmacología, antiinflamatorios o inmunoreguladores; o bien extirpar mediante intervención quirúrgica la parte afectada.
    Como en otras enfermedades el componente psicológico del estrés juega un papel fundamental en el mantenimiento y agravamiento de los síntomas, estando todavía en discusión su relevancia como desencadenante y por lo tanto la causa de ésta enfermedad. Igualmente los aspectos psicológicos van a jugar un papel en el alivio y mejora de las sensaciones asociadas a la sintomatología de la colitis ulcerosa.
    A pesar de que, como se ha comentado, el papel de la psicología parece más destacable en el mantenimiento, agravamiento e incluso tratamiento de ésta enfermedad, algunos autores la han relacionado con determinadas características de personalidad en que sería más frecuente que apareciese.
    Estas personas serían más susceptibles a la opinión de los demás, especialmente vulnerables al rechazo, con dificultad para expresar los sentimientos y demandas personales (alexitimia), con baja autoestima, timidez y gran dependencia de los demás, sobre todo a nivel emocional.
    Igualmente se muestran escrupulosamente ordenados, limpios y responsables; con marcada tendencia a la obediencia y el conformismo, obstinados, con dificultades para decidir; con excesiva “intelectualización” de su vida emocional.
    Llevando una vida social dominados por una estricta moral, donde no tiene cabida la exacerbación de las emociones (dado también por su timidez), con carencia de sentido del humor.
    Como se ha comentado estas personas tienen una excesiva dependencia de aprobación de los demás, lo que les lleva a manifestaciones de amabilidad excesiva y casi de sumisión.
    En algunos casos, los pacientes de colitis ulcerosa, muestran una tensión constante, debido al miedo al rechazo o a las actitudes negativas de los demás, como reproches o desplantes, que le lleven a un enfrentamiento. Siendo la respuesta más habitual la de acatamiento de las normas sociales y sumisión a los demás; o todo lo contrario, es decir, se presentan como personas orgullosas, distantes e incluso arrogantes, como forma de mantener las distancias y evitar el conflicto.
    Dualidad que también se halla en otras características, como el del orden y la limpieza, pudiendo encontrar a pacientes, excesivamente cuidados y pulcros, mientras otros son desordenados, poco aseados y con actitudes hostiles ante el ambiente.
    Pero en ambos casos los pacientes son inseguros, llenos de angustia, con sentimientos de inferioridad y con una sensación de estar en deuda con los demás, actuando en busca de referentes que le den seguridad. Aspectos que contrastan con un logrado estatus profesional, sobre todo en aquellas actividades que requieren de mayor intelectualidad, estando bien considerado por sus compañeros gracias a sus cualidades y moralidad.
    Con respecto a su vida íntima de pareja y sus relaciones interpersonales más próximas, estas se basan en cuestiones prácticas y no tanto a sentimientos de amor, en el caso de la pareja, o de simpatía y amabilidad en el caso de los compañeros y amigos. Con un exceso de apego a las figuras de referencia, que generalmente son los progenitores, que usan como referentes para tomar cualquier decisión.
    En la relación en la diada madre-hijo, se muestra cómo ésta es fría, rígida y carente de expresión de emociones, permanentemente insatisfecha, atribuyéndose el papel de mártir sacrificada por la familia, lo que despierta un sentimiento de culpa en el hijo, desarrollando una hipersensibilidad por los sentimientos y deseos de la madre.




  • ¿Baja autoestima por los éxitos de mi mujer?

    ¿Baja autoestima por los éxitos de mi mujer?

    Un estudio demuestra que los hombres tienen menor autoestima cuando su mujer tiene éxito profesional, mientras que las mujeres no se ven afectadas igual.

    Descubriendo la autoestima en la mujer

    La autoestima es un concepto psicológico, que hace referencia a cómo nos percibimos a nosotros mismos, ya sea por nuestras capacidades, habilidades y destrezas para desenvolvernos en el mundo que nos rodea, como por la comparación que hacemos dentro de nuestro grupo de referencia.
    “En el país de los ciegos, el tuerto es el rey”, éste refrán define perfectamente cómo funciona nuestra autoestima, es decir, si nuestro grupo de referencia es igual o inferior en habilidades, capacidades y destrezas, tendremos una buena autoestima, pues nos sentiremos parte del grupo, y si además tenemos alguna cualidad que los demás no tengan, o que sea apreciada por ellos, tendremos un nivel más alto de autoestima. En cambio si nuestro grupo de referencia, pertenece a un estatus económico superior, o muestra destrezas de las que carecemos o escasamente tenemos desarrolladas, nuestra autoestima se verá mermada, ya que no llegamos al nivel con lo que nos comparamos.
    Es cierto que algunos autores afirman, que la autoestima que se va construyendo socialmente, no tiene necesariamente que depender de la comparación con los demás, sino que es un constructo individual y que no precisa de otros para saberse uno mismo más o menos capaz y con ello tener una menor o mayor autoestima, pero la mayoría de autores admiten el destacable papel de la comparación social, con las personas de nuestro grupo de pertenencia y con aquellos que tenemos más cerca, pero ¿Qué pasa con nuestra pareja?, ¿afectan sus éxitos en nuestra autoestima?


    Vídeo recomendado: Autoestima de la Mujer – Había Una Vez Una Mujer – Canal 13 de Santa Fe.

    La autoestima en la relación de pareja

    Esto es lo que se ha cuestionado un grupo de investigadores de la University of Florida y la University of Virginia, publicado recientemente en el Journal of Personality and Social Psychology, para ello han estudiado las respuestas de 900 estudiantes, a los cuales se les hizo pasar por una serie de experimentos, donde tenían que narrar sus sentimientos ante los éxitos o fracasos de su pareja, para posteriormente evaluar mediante test estandarizados su nivel de autoestima.
    Los resultados fueron sorprendentes, al encontrar que los hombres se sentían “amenazados” por los éxitos de sus parejas, mostrando menores niveles de autoestima; en cambio las mujeres que estaban con hombres exitosos se sentían orgullosas y mostraban altos niveles de autoestima.
    Esto sería tanto como decir, que los las mujeres se alegran por los éxitos de sus parejas, pero por el contrario, los hombres no lo hacen.


    Competencias de autoestimas

    La “amenaza” sentida por el hombre puede ser explicado según el Modelo de Autoevaluación Mantenida (self-evaluation maintenance model) de Tesser, el cual plantea una teoría que da cuenta de cómo nos consideramos a nosotros mismos y cómo influyen los demás en ésta autoevaluación, indicando que nos comparamos con los más próximos, sintiéndonos más amenazados por los éxitos de nuestros amigos, que por los de desconocidos (si atendemos al factor comparación). Pero éste mismo modelo predice que nos alegramos y compartimos los éxitos de las personas más próximas, mientras que el de las que están más alejadas no nos afectan (si atendemos al factor reflexión).
    Por lo que si tenemos en cuenta éste modelo, podemos concluir que los hombres se rigen más por factores de comparación, incluso dentro de la pareja, por lo que les cuesta más alegrarse por los éxitos de su mujer, ya que estos los sienten como una amenaza. Mientras que las mujeres se regirían en mayor grado por un factor de reflexión, por el cual se alegran con los éxitos de su pareja, sintiéndolos como éxitos propios, y no como algo amenazante.
    El estudio además vincula ésta autoevaluación con los niveles de autoestima, encontrando que a mayores niveles del factor comparación dentro de la pareja, menor nivel de autoestima para el hombre, cuando la mujer tiene éxito profesional o social; en cambio a mayor factor reflexión se halla una mejor autoestima, es decir, la mujer tiene una alta autoestima cuando tiene a su lado un hombre exitoso.

  • ¿Nos perjudica la televisión?

    ¿Nos perjudica la televisión?

    Pasar demasiado tiempo delante de la televisión aumenta la posibilidad de enfermar de los niños, según un reciente informe del Public Health England.

    A pesar de que ya lo decían los pediatras, psicólogos infantiles y educadores, y así lo corroboraban algunas investigaciones al respecto, el informe que se acaba de presentar del Public Health England no deja lugar a dudas sobre la influencia nociva de la televisión sobre la salud de nuestros pequeños.
    A pesar de los beneficios que puedan atribuirse al proporcionar información y entretenimiento, cuando se excede de las cuatro horas diarias va a producirse un retraimiento en otras actividades ya sean académicas o de esparcimiento, así como un aislamiento de su medio social.
    El estudio realizado a 42.000 ingleses de edades comprendidas entre los 8 y 15 años, no sólo informa de la deficiencia en los resultados académicos obtenidos, sino que también va más allá y atribuye una relación directa con el padecimiento de una baja autoestima y de enfermedades del estado de ánimo como depresión y ansiedad.



    Si bien es cierto, que el informe presentado no establece una relación causa-efecto, dejando abierto a nuevas investigaciones, el descubrir cómo se da ésta influencia, encontrándose entre las explicaciones posible, que a mayor tiempo delante del televisor, menor tiempo dedicado a la interacción social con sus semejantes, pudiéndose producir un efecto de aislamiento.
    El tiempo es limitado, tanto para los más pequeños como para los adultos, por lo que cuando dedicamos buena parte del día, necesariamente estamos desatendiendo otras actividades que podríamos desarrollar.
    En la etapa infantil son importantes las relaciones sociales, ya que éstas nos sirven para ir configurándonos como personas, a la vez que desarrollamos nuestras habilidades comunicativas, y formamos nuestra identidad mediante la comparación con otros y la pertenencia a grupos de iguales.
    El cultivo de la amistad, es una actividad fundamental en ésta etapa de la vida, que requiere de mucho tiempo, y que se ve mermada en la medida que se dedique más tiempo a la televisión, aunque sea para ver o a jugar con programas educativos.

    El aislamiento y la falta de establecimiento de relaciones de compañerismo y amistad, con todas las experiencias que ello conlleva, tanto positivas como no, podría estar detrás de por qué estos pequeños presentan unos niveles más bajos de autoestima, ya que no están desarrollando habilidades sociales y de interacción que otros, a su edad, ya manejan perfectamente.
    Quizás lo más preocupante de éste informe, es que se ha observado una relación entre el tiempo delante de la televisión y determinadas patologías psicológicas. Bien es cierto que con anterioridad se había relacionado el sedentarismo y la mala alimentación con la obesidad y en algunos casos con la aparición de diabetes temprana, lo que puede afectar a cualquier edad, pero que es especialmente preocupante en menores.

    Depresión o trastorno de ansiedad, son las consecuencias más graves sobre la salud psicológica del menor que se informan en éste estudio, al pasar demasiado tiempo aislado delante de la pantalla de la televisión o del ordenador.
    Con lo que se va a ir configurando un cuadro clínico de consecuencias, tanto físicas como psicológicas alrededor del menor que va a arrastrar durante la vida adulta, si no pone él o sus progenitores los medios necesarios para superar dicha situación.
    Una vez conocidas las conclusiones del informe presentado por el Public Health England, sólo queda reflexionar sobre el papel de los progenitores o cuidadores, a la hora de dejar al pequeño a solas delante del televisor durante horas, sabiendo que a partir de las cuatro horas de estar viéndola, el pequeño va tener mayores probabilidades de sufrir baja autoestima, y con el tiempo estará más expuesto a padecer depresiones y trastornos de ansiedad, cuadros clínicos que van a requerir de tratamiento adecuado por parte del especialista.

  • ¿Cómo buscamos hoy el amor?

    ¿Cómo buscamos hoy el amor?

    Un reciente estudio publicado en el Journal of Personality and Social Psychology desata la polémica al cuestionar la existencia del amor romántico.
    Si hasta ahora se tenía la creencia, avalada por diversos estudios sobre la igualdad en la motivación que llevaba tanto a hombres como a mujeres a buscar pareja, éste estudio contradice los hallazgos previos revalidando los estereotipos existentes.
    El amor romántico, la pareja duradera, la compatibilidad de gustos y caracteres,… son signos en que se fijan tanto hombres como mujeres a la hora de enfrentarse a la difícil situación de buscar pareja, pero ¿es esto lo más importante?
    Según el profesor Li de la Singapore Management University, lo primero que tienen en cuenta las mujeres es el estatus social del hombre, desechando aquellos que tienen un nivel bajo, pudiendo optar a ser pareja los de nivel medio y alto, es decir, una vez que se supera ésta primera “criba” empiezan a entrar en juego todas las demás valoraciones anteriormente comentadas, el amor romántico,…
    En cambio, en el caso de los hombres, ellos se fijan primero en la belleza “externa”, descartando aquellas que consideran que tienen un nivel “bajo”, siendo posibles candidatas las que tienen un nivel medio o alto, igualmente que en la mujer, ahora jugarían esas otras cualidades que determinan qué tipo de pareja quiere.
    Aunque no existe un consenso en cuanto a cuál es la mejor pareja para uno, pues depende muchos factores, ya no sólo del gusto de cada cual, sino también de sus experiencias anteriores y expectativas futuras, a pesar de ello, todos y todas parecen realizar un primer “filtrado” de los candidatos, simplificando así la decisión.
    Aclarar que como características especiales de éste estudio, es que se llevaron a cabo mediante análisis de chats y de citas rápidas; en ambos casos una persona que está buscando pareja se encuentra con varios candidatos, durante un tiempo limitado, y al final debe de identificar entre todos ellos a cual o cuáles elegiría como una futura pareja indicado los motivos de su elección.


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    La investigación aporta como innovación, que incorpora un grupo de nivel económico bajo al estudio, aspecto que omiten los resultados previos donde se analizan a grupos homogéneos de pretendientes.
    Una de las características destacable es precisamente la metodología empleada para el estudio y que podría explicar por qué se hallan resultados diferentes y contrarios a los ya establecidos.
    El escaso tiempo de conversación con una persona hace que se prime el valor de la primera impresión, es decir, la persona que busca pareja debe de fijarse en unos pocas características del pretendiente y formarse una imagen global de la misma, y a partir de esos pocos datos considerarlo un candidato adecuado o descartarlo.
    Ésto que puede sonar novedoso, es precisamente lo que se lleva a cabo en una entrevista de trabajo, donde el entrevistador tiene que ver a veces a decenas de candidatos y de todos ellos quedarse con unos pocos para una segunda entrevista o directamente seleccionar al definitivo.
    Pues bien, en éstas circunstancias con una demanda temporal acuciante, se limita el análisis a las características más destacadas, como nivel de seguridad en un mismo, entonación, forma de sentarse o de vestir, todo lo cual va a conformar rápidamente esa primera impresión que va a determinar si el candidato consigue el puesto de trabajo o no.
    En la investigación que nos ocupa, la primera impresión del hombre y la mujer se rigen por claves diferentes, haciendo mayor hincapié en la belleza, en el caso de los hombres, y del estatus económico, en el caso de la mujer.
    Éste estudio, lejos de crear polémica, no hace sino completar la información que ya se tenía, teniendo una limitada validez ecológica, esto esto, afortunadamente la pareja la encontramos en un momento determinado, con la que nos formamos una primera impresión, pero en posteriores encuentros, esa imagen global que tenemos, se va a ir perfilando descubriendo nuevas cualidades e identificando carencias en la persona que estamos conociendo.

  • ¿Existe un cerebro emocional?

    ¿Existe un cerebro emocional?

    El mundo emocional forma parte fundamental de nuestra vida, y se procesa de forma diferencial al resto de los estímulos, descubre dónde.
    Existe un componente “primitivo” que nos hace actuar de forma instintiva, sin pensar ni tener en cuenta, la moral, ni el bagaje cultural aprendido, estas son las emociones.
    Cuando pensamos en emociones, podemos hacerlo rápidamente en las más básicas y universales, el amor, el odio, la tristeza o el miedo, de hecho han sido muchos los que han intentado catalogarlas, buscando la clasificación más simple, agrupándolas todas en cuatro, y hay hasta quien ha llegado a recoger después de mucho trabajo más de cien emociones diferentes, las cuales no son sino combinaciones, matices sutiles y diferencias de intensidad o duración de las cuatro iniciales.
    Las emociones si por algo se caracterizan, es por ese componente de irracionalidad que roza lo instintivo, nadie se enamora preparando una ecuación, ni decide tener miedo a las alturas; son acontecimientos que suceden como si la persona tuviese dos realidades:
    – La racional y ordenada, lo que en palabras del psicoanálisis equivaldría al Ello, una parte de nuestra personalidad que acata y cumple con lo que se espera de ella, acorde a las normas sociales y la moral del momento.
    – Las emociones son instintivas e imprevisibles y llegan a dominar la voluntad de la persona, que en palabras de Freud equivaldría al Yo, y sería esa faceta de la personalidad la que nos lleva a querer, desear, buscar y conseguir lo que en cada momento se nos “antoja”.
    Y en medio de los dos, como si se tratase de un juez, el Superyo, encargado de evaluar y sopesar las influencias del Yo y el Ello, y de decidir en cada momento a cuál de los dos se le hace más caso.
    Algunos autores han querido equiparar a ese “juez central” con el prefrontal, ya que realiza una función “parecida”, el de ser quien toma las decisiones e inicia la acción. Otros ven en éste área la “mente racional” que sigue las indicaciones de la cultura en la que vive, equiparándolo al Ello, pero ¿Dónde está el Yo?, es decir nuestra parte instintiva o emocional.
    MacLean (1949) planteaba la evolución del cerebro en tres grandes etapas, el reptiliano, paleomamífero y el neomamífero; siendo el segundo (donde aparece el sistema límbico) el responsable del procesamiento emocional, lo que indicaría que este sistema emocional es anterior al prefrontal, y justificaría sus cualidades en el procesamiento de estímulos afectivos.



    Pero cuando hablamos de emociones normalmente lo hacemos refiriéndonos a un concepto unitario. Según Lang, Bradley y Cuthbert (1997a) las emociones están compuestas por tres dimensiones, la valencia, el arousal y el dominio:
    – La dimensión valencia, haría referencia a la calidad de estímulo en su componente placentero o displacentero (positivo o negativo).
    – La dimensión nivel de activación (arousal), se refiere a la intensidad o excitabilidad provocada por estímulo definido como activante o relajante (alto o bajo arousal).
    – La dimensión dominancia, hace referencia a la fuerza de sumisión o dominancia que provoca el estímulo.
    En la dimensión de valencia, es decir, la dicotomía estímulo positivo vs. estímulo negativo, estos estímulos parecen procesarse de forma distinta, reportándose una mayor activación de la amígdala ante estímulos emocionales negativos, mientas que en regiones frontales la activación resulta mayor ante la exposición a estímulos positivos. Esta diferencia entre el procesamiento de estímulos positivos frente a negativos, se observa también en el impacto que tiene cada uno en las tareas atencionales, existiendo un claro sesgo de negatividad, por el cual los estímulos negativos tienen mayor impacto atencional que los positivos.
    Con respecto a las bases neuronales de la actividad emocional, las áreas que tienen mayor implicación en el procesamiento de las emociones son las subcorticales (amígdala y ganglios basales) y algunas áreas corticales, principalmente la corteza prefrontal, la corteza temporal y cingulada .

    Respecto a la localización del procesamiento de los estímulos positivos frente a los negativos, no se ha llegado todavía a un consenso, así algunos autores defienden que la activación hemisférica se produce por igual ante los estímulos positivos y negativos. Davidson (1984) propuso un modelo de distribución hemisférica del procesamiento de estímulos afectivos según el cual, el lóbulo temporal derecho procesaría los estímulos negativos, mientras el izquierdo procesaría los positivos.
    Completando lo anterior, Heller (1993) postuló la existencia de un área cerebral más amplia (parieto-temporal) como la responsable de analizar el componente de la activación (arousal) de los estímulos; así las zonas frontales anteriores estarían implicadas en el procesamiento de la valencia y la experiencia emocional, mientras que las zonas posteriores lo serían del componente arosual y de los aspectos perceptuales de las emociones.

  • Psicoanálisis y enfermedades psicosomáticas

    Psicoanálisis y enfermedades psicosomáticas

    Han sido varios los intentos de explicación de la aproximación psicosomática pero el Psicoanálisis ha sido quien a conformado un cuerpo teórico al respecto.

    Aunque con anterioridad han existido distintos intentos por establecer la relación entre el soma y el psique, tal y como trataron de hacer desde la aproximación alemana de principios del siglo XIX, denominada de Medicina Antropológica, quienes desarrollan el término de “patología biográfica” que posteriormente será retomado, el cual indica que las patologías pueden ser comprendidas y entendidas si se atiende a la biografía del paciente. De ésta forma se incorpora, a los procesos médicos, la vida íntima del paciente, que hasta este momento no se había tenido en cuenta, como sus pasiones, conflictos y tensiones insatisfechas; igualmente se establece que la relación médico-paciente debe de tener en cuenta más a la sintomatología de la persona y no tanto a los signos.
    A pesar de estos grandes aportes desde ésta aproximación alemana, no consiguieron establecer ninguna teoría explicativa sobre el origen y mantenimiento de las patologías psicosomáticas; para ello habrá que esperar al desarrollo del psicoanálisis, el cual ha ido evolucionando desde las primeras teorías explicativas de Freud en el que ya se vislumbraban dos corrientes, la que aplica el modelo de conversión histérica a los fenómenos psicosomáticos y la que separa ambos fenómenos por antagonistas.

    – En la primera postura, lo psicosomático, no sería más que una expresión de lo psíquico sobre el organismo, tal y como sucede en la histeria de conversión.
    – En el segundo caso, la ausencia de simbolismo de lo psicosomático, indica una carencia en la elaboración psíquica o simbólica y por lo tanto tangencialmente distinta de la simbología de la histeria de conversión.



    De ahí se han ido conformando distintas ramas denominadas Escuelas, las cuales se clasifican en función del país donde se encuentran; así las principales Escuelas psicoanalíticas actualmente son las siguientes:
    Escuela de París, surge para dar cuenta de fenómenos, que no encajan con la histeria deconversión, ni de la neurosis, debido a una escasa mentalización de las patologías psicosomáticas, que impide la expresión psíquica de los conflictos; lo que hace que mediante un proceso de somatización pase de ser psíquico a físico, sin tener un componente que lo sustente simbólico, lo que le diferencia claramente de los síntomas por conversión.
    Escuela de Chicago, en donde se prima el estudio de las teorías de rasgos de personalidad, buscando perfiles psicológicos que sean más propensos a padecer una u otra enfermedad psicosomática. Para ello se tiene en cuenta la historia personal del paciente, atendiendo tanto a la constitución de la persona, las enfermedades y accidentes físicos padecidos, el clima emocional familiar y sus experiencias afectivas, con lo que se establece una “patobiografía”. Según ésta aportación, las alteraciones producidas por enfermedades o accidentes que van a afectar a una parte del organismo, van a quedar asociadas a emociones. Con posterioridad, los conflictos psíquicos que movilizan grandes cantidad de energía emocional provocan que esa asociación aflore causando los síntomas físicos del pasado.

    Escuela de Argentina, conocida también como Escuela Chiozza, donde se ha desarrollado el término de Estudio Patobiográfico; en donde se recupera la función simbólica de la enfermedad psicosomática, entendiendo al cuerpo como el lenguaje que utiliza para ello; siendo el síntoma una parte de la historia biográfica de la persona que le resulta insoportable, encontrando su liberación a través del cuerpo.
    Para ésta escuela, la historia de episodios y vivencias personales anteriores, es tanto o más importante que el historial médico de signos y síntomas de enfermedad, ya que una no se puede comprender sin la otra.El proceso por el cual el afecto lleva a enfermar, al paciente se denomina desestructuración patosomática del afecto, proveniente de un afecto rechazado que no se convierte en consciente.

    Escuela de Inglaterra, retoman la diada madre-hijo, como eje fundamental para la estructuración de la persona, lo cual se produce a partir del primer año de vida, siendo la somatización la expresión a través del cuerpo, dado como modo de relación preexistente a la aparición de la palabra. Estas estructuras basadas en la experiencia del bebé, van a fijarse en una de estas dos posiciones, esquizoparanoide (ante un yo inmaduro guiado por sus instintos más básicos) y la depresiva (el yo percibe los matices y está expuesto a la realidad exterior).
    Estas dos posiciones, según Klein, van a establecer cómo se va a ir relacionando la persona con la ansiedad, así como su mecanismo de defensa. La ansiedad para ésta aproximación va a ser crucial en los primeros meses de vida, ya que va a configurar el mundo interior y a determinar la forma de relacionarse de la persona con el mundo exterior en un futuro.


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