Presentación del libro Psicología del Sueño, en formato e-book disponible en los principales puntos de venta de libros electrónicos como Amazon, Apple Store o la Casa del Libro.
– ¿Cómo surge la idea del libro Psicología del Sueño
Todos los días están surgiendo nuevos descubrimientos en temas relativos a la salud, pero que escasamente este conocimiento llega más que a personal especializado, este libro trata de superar esta barrera acercando las últimas investigaciones en este caso con respecto al Sueño, su beneficios e implicaciones en la salud..
– ¿Está basado su libro en una experiencia personal?
En el libro se recoge una búsqueda personal por comprender cómo funciona el ser humano y cómo se puede mantener y mejorar la salud con pequeños ejercicios diarios. En este ebook se aborda la importancia de tener en cuenta el ciclo de luz-oscuridad para nuestra el correcto funcionamiento de nuestra salud.
– ¿Qué se va a encontrar el lector en su libro?
En este ebook se aborda la importancia del sueño, especialmente para la salud mental, al igual que se contempla sobre los problemas que acarrea el insomnio, y lo más importante se muestran las ´últimas técnicas para superarlo.
Todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido problemas que nos hemos «llevado a la cama» los cuales no nos han dejado dormir.
En este ebook se trata de ofrecer de forma sencilla los resultados de las últimas investigaciones sobre esta temática para que pueda aprender a mejorar la calidad de su sueño y con ello tener una vida más plena.
Un ebook que busca en definitiva que pueda dormir plácidamente sus ocho horas de sueño diarias.
– ¿Cómo se distribuye el contenido del libro?
El libro se compone de seis capítulos, donde se abarcan los aspectos más importantes, como son,
Capítulo 1. Describiendo el sueño
Capítulo 2. La utilidad tiene el sueño
Capítulo 3. Efectos de la privación de sueño
Capítulo 4. Trastornos del sueño
Capítulo 5. Psicopatología asociada a los trastornos del sueño
Capítulo 6. Tratando de los trastornos del sueño
– ¿Con qué colaboraciones ha contado para este libro?
Este libro ha contado con la colaboración de D. Luis Miguel García Moreno, Profesor Titular de Psicobiología en la Facultad de Educación de la U.C.M. (España) y a Dª. Vilma Aho, Biocientífica, Team Sleep Helsinki, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Helsinki (Finlandia)..
– ¿Está escribiendo un nuevo libro?
Estoy preparando un nuevo libro que espero aparezca en los próximos meses, como parte de mi compromiso con la divulgación científica en las temáticas de la Psicología y las Neurociencias.
Desde aquí mi agradecimiento a Amazon por haber realizado la publicación de la obra «Psicología del Sueño», facilitándome así la labor de divulgación científica a través de dicho libro electrónico.
Uno de los problemas asociados al TDAH es que en ocasiones su sintomatología puede ocultar otros problemas de salud.
Apnea Infantil
Son evidentes los muchos efectos que sobre el menor tiene el TDAH, ya que le impide concentrarse y mantener la atención en aquello que hace. Algo que también «sufren» los padres y profesores, que se ven incapaces de enseñar a los mismos.
Lo que deriva que en algunos casos exista además un retraso en el desarrollo académico con respecto al resto de sus compañeros, llevándole en muchos casos a reprobar y tener que repetir el curso, mientras los demás avanzan al siguiente nivel.
Igualmente las relaciones sociales se pueden ver también comprometidas por esta falta de atención.
Aunque estas circunstancias pueden ser preocupantes, sobre todo para los padres, no son las más graves que pueden sufrir.
Ya que la sintomatología asociada al TDAH puede en algunos casos ocultar otros trastornos con sintomatología similar.
Este es el caso de los problemas nocturnos, en concreto estos menores pueden sufrir la presencia del síndrome de apnea del sueño por obstrucción, o también denominado apnea del sueño.
Este es un trastorno que afecta a también a los menores, asociado a un crecimiento desigual del maxilar con sintomatología equiparable al TDAH, entonces ¿Se puede mejorar el sueño de pequeños con TDA?
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Diagnosticando la Apnea en el TDAH
Esto es lo que ha tratado de responderse con una investigación desde el Department of Health of Children and Adolescents, School of Medical Sciences, University of Campinas, el Department of Exact Sciences, School of Agriculture Luiz de Queiroz, University of Sao Paulo; la Piracicaba Dental School; el Department of Prosthesis and Periodontology, University of Campinas y el Department of Neurology. Advanced Study Group in Sleep Medicine, Neurology Division, School of Medicine, University of São Paulo (Brasil) cuyos resultados acaban de publicarse en el Journal of Advanced Medical and Dental Sciences Research.
En el estudio participaron veintitrés menores, de los cuales cuatro eran niñas, con edades comprendidas entre los 7 a 13 años diagnosticados con TDAH.
A todos ellos se les realizó una doble radiografía de la mandíbula, una de ellas en reposo y la otra cerrada.
Se evaluó también la capacidad respiratoria por la nariz del menor.
Los resultados muestran diferencias anatómicas significativas tanto en la lengua como la posición de las amígdala y el maxilar en posición de retroceso.
Estas diferencias explicarían buena parte de los problemas nocturnos de los menores con TDAH y las consecuencias de falta de atención e hipersomnolencia durante el día, debido a que no han podido descansar adecuadamente durante la noche.
Entre las limitaciones del estudio es la de no incluir un número suficiente de niñas para realizar estudios comparativos en función del género.
Igualmente indicar que el número de pequeños de la muestra es muy reducido para poder establecer generalizaciones al respecto.
A pesar de lo anterior, hay que destacar cómo con un sistema tan simple como unas radiografías se puede ayudar tanto en el diagnóstico del menor como a la hora de diseñar el mejor tratamiento.
Hay que tener en cuenta que el estudio de la comorbilidad permite diferenciar los síntomas y poner el remedio adecuado para mejorar el sueño del menor, con lo que se espera reducir significativamente la sintomatología asociado al TDAH.
Algo, que hasta ahora, era tratado de forma farmacológica subiendo la dosis, sin percatarse que eran dos problemas que se presentan al mismo tiempo.
El sueño, lejos de ser una «pérdida de tiempo» a la cual dedicamos una tercera parte de nuestra vida, es un momento de gran actividad biológica y neuronal.
La función del sueño
Si bien hoy en día se conoce que no sólo no es un tiempo perdido, si no que es esencial para procesos regenerativos por parte del sistema inmune, además de necesarios para la consolidación de lo aprendido y experimentado durante el día.
Y eso, a pesar de los cambios que se producen en cuanto a su duración, pudiendo llegar hasta las 18 horas durante la infancia, a unas escasas tres o cuatro durante la adolescencia, para instaurarse entre las ocho a nueve horas durante la vida adulta.
Mucho se ha hablado en los últimos años sobre la Higiene del Sueño, en el sentido de buscar que esas ocho horas se realicen en un sitio Tranquilo, aislados del ruido, sin sufrir temperaturas extremas, y bien oxigenado.
Todo ello para aumentar la «calidad del sueño» proporcionando las «mejores» condiciones para el mismo.
Si bien es cierto que desde hace unos años se conoce sobre los efectos perniciosos de la falta de sueño, todavía queda mucho por saber al respecto, pero ¿Sabes que la falta de sueño perjudica la memoria?
https://youtu.be/wnc-CdVklU8
Vídeo Recomendado: Calidad de vida: higiene del sueño parte 1
https://youtu.be/XCHGJoPMXu4
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Relación entre el sueño y la memoria
Esto es precisamente lo que trata de averiguarse con una investigación realizada desde la Escuela de Medicina y el Instituto de Psiquiatría, Psicología y Neurociencia, Universidad Real de Londres junto con la Unidad Respiratoria/Centro de Trastornos del Sueño Lane Fox y la Fundación Maudsley NHS Trust (Inglaterra) cuyos resultados han sido publicados en el 2016 en la revista científica Neuropsychology.
En el experimento participaron diecinueve estudiantes universitarios, con edades comprendidas entre los 18 a 35 años.
Para participar en el estudio debían de tener Un nivel de inteligencia y de memoria normal, evaluado mediante el Wechsler Test of Adult Reading (WTAR) y el Wechsler Abbreviated Scale of Intelligence (WASI) para la inteligencia y el Brain Injury Rehabilitation Trust Memory and Information Processing Battery (BMIPB) y el y Test Short Recognition Memory Test for Words para la memoria; igualmente se comprobaron niveles normal de desarrollo del ejecutivo central a través del Delis-Kaplan Executive Function System (D-KEFS).
A todos ellos se les monitoreó durante dos noches, observando sus ondas eléctricas cerebrales para saber en qué fases del sueño se encontraban. A la mitad de ellos se les despertaba cuando entraban en la fase MOR (REM), mientras que a la otra mitad lo hacían en la fase No MOR (No REM).
A todos ellos se les administró pruebas de tipo atencional, como de localización espacial, recuerdo espacial, pruebas de decisión y por último una escala de somnolencia a través del Karolinska Sleepiness Scale (KSS).
Los resultados informan sobre una Interferencia en la consolidación de la memoria espacial cuando se despertaba al participantE durante la fase de No MOR (No REM); mientras que la privación en La fase MOR (REM)Afecta en mayor medida a La respuesta verbal explícita. No viéndose afectada ni la memoria a corto plazo ni la respuesta verbal implícita por ninguna de las dos condiciones de privación del sueño. Afectando en ambos casos a la consolidación de la huella de memoria.
Una de las limitaciones del estudio es evaluar el período posterior en el que se mantienen estos efectos, con lo que poder conocer si la privación del sueño en una fase puede tener consecuencias más duraderas que en la otra.
A pesar de lo anterior hay que resaltar que sea en la fase que se interrumpa el sueño, esto va a tener consecuencias en un peor desempeño tanto en la atención como en la memoria.
Si bien es cierto que el estudio se ha limitado a observar los efectos de la interrupción del sueño durante dos noches, los efectos clínicamente registrados sobre un período significativamente más elevado de noches sin dormir sugieren, que a más noches «en vela» peores consecuencias para la salud.
De hecho en los casos más extremos, se ha relacionado con Importantes trastornos mentales causados por la privación de sueño e incluso la muerte del participante.
Entrevista con Dª. Vilma Aho, Biocientífica, investigadora del sueño, estudiante de doctorado del Team Sleep Helsinki, Instituto de Biomedicina de la Universidad de Helsinki (Finlandia), quien nos habla sobre la importancia del sueño.
– ¿Por qué es tan importante dormir?
El sueño es un proceso fisiológico complejo que es esencial para todas las especies animales estudiadas.
En los mamíferos y aves (y algunos reptiles), las fases del sueño son detectadas por electroencefalograma (EEG). El sueño -o el estados similares al sueño- se ha observado también en otros animales, como los peces cebra, las moscas de la fruta y nematodos (C. elegans), utilizando para ello criterios de comportamiento.
A pesar de que los humanos gastamos aproximadamente una tercera parte de nuestra vida durmiendo, los científicos del sueño todavía no están seguros acerca de por qué tenemos que dormir.
Las principales teorías actuales formulan la hipótesis de que se necesita dormir para mantener el equilibrio de la energía y/o facilitar las redes neuronales para recuperarse de la actividad del estado de vigilia y ayudar en los procesos de aprendizaje y memoria.
Durante las fases de sueño, los cambios en la actividad cerebral se sincronizan a los cambios del sistema nervioso autónomo y al tono muscular. El sueño es esencial para procesos cognitivos tales como la memoria y el aprendizaje, y también está estrechamente conectado a los sistemas periféricos, tales como el sistema inmune y el metabolismo.
La sincronización del sueño y la vigilia se controla por dos procesos: el ritmo circadiano y la presión homeostática del sueño. El ritmo circadiano (circa => cerca de; diano => un día) oscila durante el día y la noche, el momento de la actividad de los animales diurnos es el tiempo del día y el de las especies nocturnas es la noche. La luz arrastra el reloj maestro en el núcleo supraquiasmático del cerebro (NSQ). El NSQ interviene en la regulación de señales neurohormonales y la sincronización de otros ritmos del organismo, por ejemplo, el sueño, la alimentación y el metabolismo.
La homeostasis (homeos => similar; stasis => estado), por definición, trata de mantener el sistema estable y relativamente constante. El proceso homeostático del sueño mide la necesidad de sueño, aumentando durante la vigilia y disminuyendo hacia la línea basal durante el sueño.
– ¿Cuánto tiempo de sueño realmente necesitamos?
La necesidad del sueño no es en realidad una medida fácil de determinar. En estudios experimentales, el EEG de los sujetos se puede grabar en el laboratorio del sueño y su longitud sueño puede medirse objetivamente. Sin embargo, no hay una forma para cuantificar objetivamente la necesidad real de sueño.
A pesar de lo cual se pueden abordar la necesidad subjetiva del sueño a través de preguntas por ejemplo, ¿Cuánto sueño sueles necesitar para sentirte renovado y para un buen funcionamiento durante el día?, que se utilizan en los estudios epidemiológicos.
La duración del sueño de un individuo es determinado tanto por factores genéticos y ambientales.
Hasta ahora unos pocos genes que se asocian a la duración del sueño han sido identificados en estudios de población humana. Sin embargo, cada uno de estos genes puede explicar una pequeña parte de la variabilidad entre individuos. En la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster), los científicos han identificado por ejemplo, un gen llamado Sleepless. Las moscas con una mutación en este gen, sólo necesitan una quinta parte de sueño en comparación con el tiempo en el resto de las moscas. Sin embargo, estos mutantes no parecen dedicar mucho más tiempo a hacer cosas, ya que también tienen vida útil considerablemente más corto que las moscas normales (aproximadamente la mitad del tiempo).
La duración en el sueño humano se ha evaluado en varias poblaciones. En promedio, la mayoría de la gente tiende a dormir 7-8 horas por la noche. Aunque la duración media del sueño ha disminuido durante las últimas décadas.
Parece ser, que también hay quien de forma natural duerme poco y sobreviven bien a lo largo de su vida con sólo unas pocas horas de sueño por noche. Del mismo modo, algunas personas dicen necesitar más de 9 o 10 horas cada noche para sentirse bien descansados.
El sueño cambia con la edad. Así se suele dormir entre 14 horas por la noche a la edad de 1 año y entre 9 a 10 horas con 12 años.
En los adultos, el envejecimiento disminuye la duración y la calidad del sueño, y las personas mayores tienden a tener un sueño más fragmentado (con interupciones).
También existen diferencias de género, las mujeres duermen en promedio 20 minutos más que los hombres por noche.
La pérdida de sueño podría ser definido como el tiempo que un individuo duerme en una cierta noche restado de su necesidad de sueño natural. La pérdida de sueño puede ser causada por ejemplo, por insomnio, trabajo por turnos, actividades de tiempo libre, enfermedades somáticas que afectan el sueño, etc.
La pérdida de sueño se puede acumular si una persona duerme repetidamente menos de que lo necesita.
Los efectos de la falta de sueño sobre diversos aspectos de la fisiología y la patología se pueden estudiar usando la restricción del sueño experimental (privación parcial o total de sueño en condiciones controladas de laboratorio), comparando antes vs después y/o sujetos privados de sueño frente a sujetos control que duermen normalmente); con estudios epidemiológicos (transversal o longitudinal); con información de cuestionarios subjetivos sobre los parámetros del sueño, tales como la calidad, necesidad, duración, y pérdida de sueño.
– ¿Cuánto tiempo se puede estar sin dormir?
El máximo tiempo de vigilia prolongada para un ser humano sano parece estar entre 1 a 3 semanas, pero el máximo real no se conoce, ya que no están éticamente aceptados estos estudios.
Sin embargo, hay algunos experimentos documentados desde décadas anteriores. En uno muy conocido, se informó de una persona de 17 años de edad, estudiante de la escuela secundaria de San Diego, que permaneció despierto durante 11 días en el año 1963. De acuerdo con los informes, él no tomó ningún tipo de estimulantes y su estado fue supervisado por un científico del sueño asistido por su compañeros de clase. Sin embargo, como no se registró su EEG, su vigilia no puede ser confirmado de forma fiable. Este es el caso el mayor tiempo con récords de este tipo.
También hay informes de gente que asegura no haber dormido durante períodos mucho más largos, incluso añoso o décadas. Ninguno de ellos ha sido científicamente confirmado, por lo que yo conozco.
Es posible que estos individuos subjetivamente sientan que no consiguen dormir del todo, pero aún así pueden tener episodios muy cortos de sueño, «microsueño», y/o sueño local que ocurre (o sueños locales que ocurren) en una parte del cerebro a la vez, mientras que el resto del cerebro permanece en el estado de vigilia.
Los episodios de microsueño no son detectados por el análisis habitual EEG (que normalmente se analiza en épocas de 30 segundos), pero se pueden encontrar en un análisis más extenso de la grabación de EEG.
Los sueños locales pueden ser detectados con EEG de alta densidad, es decir, un registro de EEG con cientos de electrodos colocados alrededor de la cabeza del sujeto.
En estudios experimentales realizados en animales, la privación total de sueño durante largos períodos ha demostrado ser letal. En los seres humanos, hay algunas enfermedades raras, como el insomnio familiar fatal, donde los pacientes pueden tener privación severa de sueño durante meses, que finalmente lleva a la muerte.
– ¿Qué ocurre si no dormimos lo suficiente?
La pérdida de sueño afecta el cerebro disminuyendo el rendimiento cognitivo, como la memoria y el aprendizaje.
Además el metabolismo en el cerebro se ve afectado. La adenosina es una molécula que aumenta en un área determinada en el cerebro durante la vigilia, cuando las reservas de energía del cerebro caen. La adenosina impulsa el estado de sueño al producirse mediante la unión en los receptores de adenosina. Por el consumo de café, podemos retrasar el efecto de la adenosina al bloquear estos receptores con cafeína. Sin embargo, la cafeína no destruye la adenosina formada, por lo que no elimina la presión del sueño creado.
La pérdida de sueño no ataca sólo el cerebro, sino también a los sistemas periféricos, tales como el sistema inmune y el metabolismo de hidratos de carbono. Hay por ejemplo una conexión entre la regulación del apetito y la regulación del sueño. Se ha informado de que la cantidad de la grelina “hormona del hambre” puede aumentar y la cantidad de la leptina “hormona de la saciedad” disminuir, como resultado de la pérdida de sueño. Esto posiblemente puede causar comer en exceso y puede conducir a la obesidad.
– ¿Cuál es la relación entre el sueño y el sistema inmunológico?
El sueño y el sistema inmune están estrechamente interconectados. Estos sistemas están en constante interacción bidireccional, el sueño afecta el sistema inmunológico y, viceversa, el sistema inmune afecta el sueño.
Esto se puede observar, por ejemplo, en la necesidad de mayor cantidad de sueño cuando cogemos una infección, como el resfriado común.
Esto está mediado por citocinas proinflamatorias, mensajeros sistema inmune, que transportan los mensajes de alerta en la sangre, que también promueven el sueño en el cerebro.
Estas citocinas también aumentan cuando nos quedamos despiertos durante períodos prolongados. Además, la pérdida de sueño causa cambios en la regulación del sistema inmune a nivel de diferentes glóbulos blancos (leucocitos) y expresión génica en estas células y poblaciones de expresión génica en los leucocitos.
La pérdida de sueño también aumenta el PCR proteína de fase aguda (proteína C reactiva), y provoca un estado de bajo grado de inflamación. Estos efectos sugieren que la pérdida de sueño actúa como una señal de peligro en el cuerpo.
Aunque la pérdida de sueño hace que se active el sistema inmune, cuando esta pérdida se acumula puede dar lugar más infecciones por una baja de las defensas. Las respuestas a las vacunas también se han reportado a ser más débil si el sueño está restringido.
– ¿Cuál es la relación entre el sueño y la salud del corazón?
Los estudios epidemiológicos han demostrado una asociación entre el dormir poco con más alta mortalidad (en general, así como por enfermedades cardiovasculares), y un mayor riesgo de diabetes tipo II, aterosclerosis y obesidad.
También el sueño de mayor duración de lo normal, ha sido propuesto como un factor de riesgo para muchas enfermedades, pero todavía es poco claro cuántos de estos hallazgos puede ser explicados por otros factores como enfermedades subyacentes, factores sosio-económicos, etc..
Los estudios experimentales han demostrado que la pérdida de sueño cambia el metabolismo de carbohidratos, provocando un desequilibrio en la proporción de insulina a la glucosa, que puede conducir a la resistencia a la insulina y diabetes tipo II. Se han informado también del aumento de la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Además de los factores metabólicos, la inflamación de bajo grado es un mediador importante en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas.
Estos cambios pueden explicar en parte cómo la pérdida crónica de sueño puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, junto con otros factores de riesgo. Además de la cantidad de sueño, también el tiempo de sueño y la vigilia es importante para el correcto funcionamiento del cuerpo, y pudiendo sueños a destiempo conducir a la desincronización de los relojes periféricos y del reloj maestro en el cerebro, provocando un aumento en el riesgo de enfermedades metabólicas.
– ¿Qué se está estudiando en el Team Sleep Helsinki?
En el Team Sleep Helsinki (grupo de investigación Tarja Porkka-Heiskanen) en la Universidad de Helsinki, estudiamos los mecanismos moleculares de la regulación del sueño y la vigilia. También estamos interesados en los efectos de la pérdida de sueño, especialmente en relación con la depresión y –por otro lado– en los sistemas periféricos. En mi proyecto de tesis doctoral, me estoy centrando en los efectos de la pérdida acumulada de sueño sobre el sistema inmunológico y el metabolismo de los lípidos.
Desde aquí mi agradecimiento a Dª Vilma Aho, bioscientist, investigadora del sueño de la Universidad de Helsinki (Finlandia), por habernos acercado a la importancia del sueño.
Uno de los procesos más sensibles de nuestra salud es el la calidad del sueño, viéndose éste alterado cuando estamos preocupados por algo o sufrimos ansiedad.
Igualmente se ha observado cómo el sueño puede verse alterado cuando la personas experimenta alguna psicopatología, tal y como es el trastorno por depresión mayor o el trastorno de ansiedad, ambos correspondiente a trastornos del estado de ánimo.
Por otra parte, se conoce desde hace tiempo que las mujeres son más sensibles a padecer estos trastornos del estado de ánimo, especialmente con respecto a lo que se refiere a la depresión.
Pero ésta relación entre el estado de ánimo no parece ser igual durante toda la vida de la mujer, si no que va cambiando en función de su ciclo de fertilidad, que se concentra en tres períodos principalmente, antes de la menarquía (o del primer sangrado de origen menstrual), durante la etapa de fertilidad femenina, y la menopausia (en que se detiene la menstruación).
Siendo la mujer especialmente sensible a estos trastornos del estado de ánimo durante la segunda fase, que suele ser la más longeva, abarcando desde la pubertad hasta la madurez tardía, ¿Pero se puede encontrar relación entre las distintas fases, el estado de ánimo y la calidad del sueño?
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Esto es precisamente lo que trata de averiguar conjuntamente la Universidad de Turku, la Universida de Helsinki, el Hospital Central Universitario de Helsinki, el Hospital del Distrito de Pirkanmaa, la Universidad de Tampere y el Hospital Universitario de Turku (Finlandia), publicado recientemente en la revista científica BMC Psychiatry.
En el estudio participaron 61 mujeres, separadas en tres grupos, 11 entre 20 y 26 años (en pleno ciclo menstrual), 21 entre 43 y 51 años (en fase pre-menopáusicas), y 29 entre 58 y 71 años (en plena fase menopáusicas). Con respecto al segundo y tercer grupo, se garantizó que ninguna de las participantes habían empleado terapia hormonal durante el primer año previo al estudio. Igualmente sólo se incluyeron participantes que no mostraron ningún trastorno del sueño específico.
A todas las participantes se les administró un cuestionario estandarizado para evaluar la presencia de sintomatología depresiva (BDI), igualmente se evaluó la calidad del sueño a través de un cuestionario sobre el insomnio subjetivo a través de un cuestionario estandarizado sobre el sueño (BNSQ).
Todas llevaron un diario del sueño durante tres semanas antes y después del estudio donde debían de registrar la hora de ir a dormir y la de levantarse.
Además se realizó una análisis de la sangre para evaluar los niveles de estradiol conocida como la hormona esteroide sexual femenina.
Y por último se tomaron datos sobre las primeras fases del sueño a través de la actividad eléctrica cerebral (EEG), de la conductancia eléctrica (ECG) y de la mandíbula (EMG).
Los resultados muestran cómo con respecto a los síntomas depresivos evaluados con BDI, no se mostraron síntomas entre las más jóvenes, presentando sintomatología leve o moderada en las mujeres pre-menopaúsicas y menopaúsicas.
Siendo las mujeres más jóvenes las que tienen más tiempo de sueño, con menos interrupciones durante la noche, con menores puntuaciones de insomnio.
Encontrando una relación entre los niveles más elevados de sintomatología depresivo con el insomnio, que sufrían las mujeres pre-menopáusicas y especialmente las menopáusicas.
A pesar del esfuerzo de la investigación, son pocas las participantes para poder establecer una correcta relación, además de necesitar incluir un grupo de previo de comparación con mujeres antes de que tengan su primera menstruación.
La tecnología es una herramienta y como tal depende del uso o del abuso que le demos, que pueda tener mayor influencia sobre nuestra vida y nuestras relaciones.
Riesgos en Internet
Sabiendo que cualquier sustancia o actividad humana puede convertirse en adictiva siempre que se den las condiciones de «perder el control» de nuestra voluntad, usar excesivo tiempo en dicha actividad quitándosela de otras ya sean relaciones laborales o sociales, cierto nivel de aislamiento a menos que sean «adicciones sociales», con consecuencias económicas, emocionales y familiares negativas, debido a dicha dependencia, donde se producen «inclusiones» de pensamientos, haciéndose difícil no pensar en ello, y creándose cierto nivel de ansiedad y desasosiego cuando está un tiempo sin acceder a dicha adicción. Todo ello explicado por los mismos mecanismos neuronales que permite tender a repetir conductas. dado por sus consecuencia agradables y positivas facilitando así el aprendizaje.
Igualmente sucede con el uso de nuevas tecnologías, las cuales si dejan de ser útiles para el trabajo o la vida cotidiana, y pasan a ser «necesarios» o «imprescindibles» puede que se esté dando origen a una adicción tecnológica, ya sea al uso «excesivo» de nuevos terminales, teléfonos inteligentes, smartphones o tablets, así como del uso intensivo y «descontrolado» de servicios de mensajería instantánea, como mesenger, whatsapp, twitter o tuenti.
Jóvenes e Internet
Fenómenos tan actuales que se han tenido que crear nuevos términos para contemplarlo, como el F.O.M.O. (Fear of Missing Out), es decir, miedo a perderse lo último y no estar al día con lo más actual, identificado por primera vez por University of Essex.
Por su parte la Villanova Unversity recientemente ha publicado un artículo donde se describe por primera vez un nuevo fenómeno denominado «Sleep Texting», que sería algo así como mandar mensajes mientras duermes. Analizando la frecuencia de ésta conducta, lo que favorece las continuas interrupciones del sueño debido a «mensajes entrantes» que tienen la «urgencia» de responder, más o menos rápidamente.
En éste sentido y en Psychology of Popular Media Culture se acaba de publicar un artículo realizado por Washington and Lee University un estudio donde analiza la influencia del uso de textos por mensajería (m.s.n.) en la salud de los universitarios. Para ello se analizó a 83 participantes donde se analizaron tres índices de calidad de salud: el agotamiento, problemas de sueño y la relaciones sociales.
Se quería estudiar el efecto en estos tres índices del número de mensajes que se recibían y enviaban durante el día, encontrando que se veían afectados negativamente los tres índices a medida que crecían los mensajes que tenían que «administrar», pero donde mayores efectos se encontraron fue con respecto a los problemas de sueño, donde a partir de unos niveles «moderados» de mensajes ya empezaban a provocar altos niveles de ansiedad y con ello dificultades de conciliación del sueño.
Esto sin duda va a afectar al sueño, tanto en la cantidad como en la calidad del mismo, lo que va a traer consecuencias en la «vida diurna» con una menor capacidad retentiva y de atención, y si se mantiene en el tiempo puede llegar incluso a afectar en la salud.
De ahí la importancia de «educar» a los más jóvenes en el uso de estos dispositivos electrónicos, ya que como se ha indicado puede generar problemas de desempeño y concentración, sino también de relaciones sociales y los más graves, de salud, asociado al mantenimiento de altos niveles de estrés y a la falta de un sueño de calidad, conciliador y reparador.
Y todo ello suponiendo que la persona, es «dueña de su voluntad», es decir, no ha caído en una adicción tecnológica, lo que acarrearía aún mayores efectos negativos, ya que, como cualquier otra adicción, la primera dificultad es que la persona se de cuenta de que tiene un problema y que pida ayuda para superarlo.
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