Determinados rasgos de la personalidad pueden estar detrás de una mayor predisposición a sufrir una u otra enfermedad, ¿Cuales son las más saludables?.
Desde la Teoría de los rasgos de personalidad, cada individuo muestra una serie de características, y todas ellas unidas van a formar la personalidad del individuo. Según el autor al que nos refiramos, cada persona puede tener más o menos caracteres y dentro de cada uno de ellos, puede presentarse con más o menos intensidad.
El Psicólogo alemán Hans Eysenck planteó su modelo basado en tres dimensiones de la personalidad:
– Extraversión, evalúa la dimensión social de la persona.
– Neuroticismo (ansiedad), evalúa la dimensión emocional de la persona.
– Psicoticismo, evalúa la dimensión de impulsividad de la persona.
De forma que una persona, por ejemplo, puede tener un nivel bajo de extraversión, alto en neuroticismo y medio en psicoticismo; o cualquiera de las combinaciones posibles.
En el modelo de los Big Five (cinco grandes) se tienen en cuenta, tal y como indica su nombre, cinco rasgos de personalidad:
– Extraversión, evalúa la adaptabilidad social, emocionalidad, asertividad (hablador, callado, franco, abierto, cerrado, aventurado, precavido, sociable, retraído…).
– Inestabilidad emocional (neuroticismo), evalúa el control emocional, emocionalidad, neuroticismo, afecto (equilibrado, nervioso, tenso, tranquilo, ansioso, sosegado, excitable, hipocondríaco).
– Apertura a la experiencia, evalúa el intelecto inquisitivo, cultura, inteligencia, apertura a la experiencia (sensibilidad artística, intelectual, estrecho de mente, imaginativo, rudo…).
– Responsabilidad, evalúa la voluntad de éxito, escrupulosidad, responsabilidad (exigente, pulcro, descuidado, informal, riguroso, laxo, perseverante, inconstante…).
– Amabilidad, evalúa la conformidad, agradabilidad, simpatía, condescendencia amistosa (buen carácter, irritable, celoso, obstinado, dulce, cooperativo…).
Basado en la Teoría de rasgos de personalidad, se están explorando qué características están más presentes en aquellos pacientes que exhiben enfermedades psicosomáticas; de forma que se pueda llegar a comprender cómo se producen y sobre todo por qué.
Tanto en el modelo de Eysenck como en el modelo Big Five, el rasgo de personalidad que es determinante para los trastornos psicosomáticos es el de neuroticismo; así una persona que exhiba altos niveles de neuroticismo, tendrá mayores posibilidad de sufrir síntomas psicosomáticos, que otra que tenga mayores niveles de control de sus emociones.
Las personas con altos niveles de neuroticismo, se muestran emocionalmente inestables para hacer frente a las demandas estresantes de la vida, sintiéndose generalmente tristes y abrumadas, con dificultades para poder controlar y expresar sus emociones.
Entre los rasgos más habituales de los pacientes más propensos a mostrar síntomas psicosomáticos, están los perfeccionistas, con altas expectativas de logro, muy responsables, que idealizan su vida y sus relaciones, con tendencia a pormenorizar los problemas y a negar las dificultades. Algunas de estas características de la personalidad que “predisponen” a sufrir sintomatología psicosomática, se enmarcan dentro de la personalidad Tipo A, definido por primera vez por los cardiólogos Rosenman y Friedman del Hospital Monte Sinaí de San Francisco (California).
– En la personalidad Tipo A predomina la agresividad, competitividad, tendencia al perfeccionismo, egoísmo, con problemas de control de las emociones, centradas en el logro. Éste tipo de personalidad se relaciona con una mayor predisposición a sufrir enfermedades coronarias.
Frente al Tipo A los mismos autores plantearon el tipo B, el cual muestra características de personalidad opuestas al primero y que tienen una función “protectora” para la salud.
– En la Personalidad Tipo B Predomina la tranquilidad, la calma y el sosiego, son creativos con tendencia a tomarse su tiempo para hacer sus funciones, consiguiendo altos niveles de logro debido a su constancia.
El modelo original expuesto por sus descubridores planteaba una dualidad entre la personalidad Tipo A frente a la Tipo B; en los años 80 se incorporó un nuevo tipo denominado C enunciado por primera vez por Morris y Greer.
– En la Personalidad Tipo C Predomina la incapacidad para comunicar emociones, sobre todo las negativas, como la ira, la rabia o la tristeza, ocultando sus necesidades y preferencias, siendo poco asertiva, sumisa a los deseos de los demás, con gran autocrítica y tendencia a culpabilizarse a sí mismo de lo que sale mal en su vida. Son personas que tienden a padecer determinadas enfermedades como cáncer y otras enfermedades autoinmunes (lupus, artritis reumatoide o esclerosis).
Hasta la década de los 90 no se incorpora el último tipo de personalidad denominado D descubierto por Denollet y Brutsaert.
– En la Personalidad tipo D la persona se muestra marcada por las emociones negativas de forma crónica, con pesimismo e inhibición social, lo que les lleva a sufrir mayores niveles de ansiedad, irritación y estados depresivos, no compartiendo sus sentimientos por miedo a la desaprobación de los demás. Además las personas que muestran estos rasgos de personalidad, tienen más probabilidades de sufrir trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad, y enfermedaeds piscosomáticas como úlceras pépticas y trastornos vasculares como hipertensión, cardiopatías isquémicas o arritmias, con mayor riesgo a padecer infartos de miocardio.
Actualmente se está investigando desde distintos ámbitos para poder explicar la relación existente entre el cuerpo (soma) y la mente (psique), para de ésta forma, dar cuenta de las enfermedades psicosomáticas, encontrando cómo determinados rasgos de la personalidad pueden estar detrás de una mayor predisposición a sufrir una u otra enfermedad, factores que también van a influir en su curso y recuperación.
|