Etiqueta: Psicología

  • ¿Existe un cerebro emocional?

    ¿Existe un cerebro emocional?

    El mundo emocional forma parte fundamental de nuestra vida, y se procesa de forma diferencial al resto de los estímulos, descubre dónde.
    Existe un componente “primitivo” que nos hace actuar de forma instintiva, sin pensar ni tener en cuenta, la moral, ni el bagaje cultural aprendido, estas son las emociones.
    Cuando pensamos en emociones, podemos hacerlo rápidamente en las más básicas y universales, el amor, el odio, la tristeza o el miedo, de hecho han sido muchos los que han intentado catalogarlas, buscando la clasificación más simple, agrupándolas todas en cuatro, y hay hasta quien ha llegado a recoger después de mucho trabajo más de cien emociones diferentes, las cuales no son sino combinaciones, matices sutiles y diferencias de intensidad o duración de las cuatro iniciales.
    Las emociones si por algo se caracterizan, es por ese componente de irracionalidad que roza lo instintivo, nadie se enamora preparando una ecuación, ni decide tener miedo a las alturas; son acontecimientos que suceden como si la persona tuviese dos realidades:
    – La racional y ordenada, lo que en palabras del psicoanálisis equivaldría al Ello, una parte de nuestra personalidad que acata y cumple con lo que se espera de ella, acorde a las normas sociales y la moral del momento.
    – Las emociones son instintivas e imprevisibles y llegan a dominar la voluntad de la persona, que en palabras de Freud equivaldría al Yo, y sería esa faceta de la personalidad la que nos lleva a querer, desear, buscar y conseguir lo que en cada momento se nos “antoja”.
    Y en medio de los dos, como si se tratase de un juez, el Superyo, encargado de evaluar y sopesar las influencias del Yo y el Ello, y de decidir en cada momento a cuál de los dos se le hace más caso.
    Algunos autores han querido equiparar a ese “juez central” con el prefrontal, ya que realiza una función “parecida”, el de ser quien toma las decisiones e inicia la acción. Otros ven en éste área la “mente racional” que sigue las indicaciones de la cultura en la que vive, equiparándolo al Ello, pero ¿Dónde está el Yo?, es decir nuestra parte instintiva o emocional.
    MacLean (1949) planteaba la evolución del cerebro en tres grandes etapas, el reptiliano, paleomamífero y el neomamífero; siendo el segundo (donde aparece el sistema límbico) el responsable del procesamiento emocional, lo que indicaría que este sistema emocional es anterior al prefrontal, y justificaría sus cualidades en el procesamiento de estímulos afectivos.



    Pero cuando hablamos de emociones normalmente lo hacemos refiriéndonos a un concepto unitario. Según Lang, Bradley y Cuthbert (1997a) las emociones están compuestas por tres dimensiones, la valencia, el arousal y el dominio:
    – La dimensión valencia, haría referencia a la calidad de estímulo en su componente placentero o displacentero (positivo o negativo).
    – La dimensión nivel de activación (arousal), se refiere a la intensidad o excitabilidad provocada por estímulo definido como activante o relajante (alto o bajo arousal).
    – La dimensión dominancia, hace referencia a la fuerza de sumisión o dominancia que provoca el estímulo.
    En la dimensión de valencia, es decir, la dicotomía estímulo positivo vs. estímulo negativo, estos estímulos parecen procesarse de forma distinta, reportándose una mayor activación de la amígdala ante estímulos emocionales negativos, mientas que en regiones frontales la activación resulta mayor ante la exposición a estímulos positivos. Esta diferencia entre el procesamiento de estímulos positivos frente a negativos, se observa también en el impacto que tiene cada uno en las tareas atencionales, existiendo un claro sesgo de negatividad, por el cual los estímulos negativos tienen mayor impacto atencional que los positivos.
    Con respecto a las bases neuronales de la actividad emocional, las áreas que tienen mayor implicación en el procesamiento de las emociones son las subcorticales (amígdala y ganglios basales) y algunas áreas corticales, principalmente la corteza prefrontal, la corteza temporal y cingulada .

    Respecto a la localización del procesamiento de los estímulos positivos frente a los negativos, no se ha llegado todavía a un consenso, así algunos autores defienden que la activación hemisférica se produce por igual ante los estímulos positivos y negativos. Davidson (1984) propuso un modelo de distribución hemisférica del procesamiento de estímulos afectivos según el cual, el lóbulo temporal derecho procesaría los estímulos negativos, mientras el izquierdo procesaría los positivos.
    Completando lo anterior, Heller (1993) postuló la existencia de un área cerebral más amplia (parieto-temporal) como la responsable de analizar el componente de la activación (arousal) de los estímulos; así las zonas frontales anteriores estarían implicadas en el procesamiento de la valencia y la experiencia emocional, mientras que las zonas posteriores lo serían del componente arosual y de los aspectos perceptuales de las emociones.

  • Psicoanálisis y enfermedades psicosomáticas

    Psicoanálisis y enfermedades psicosomáticas

    Han sido varios los intentos de explicación de la aproximación psicosomática pero el Psicoanálisis ha sido quien a conformado un cuerpo teórico al respecto.

    Aunque con anterioridad han existido distintos intentos por establecer la relación entre el soma y el psique, tal y como trataron de hacer desde la aproximación alemana de principios del siglo XIX, denominada de Medicina Antropológica, quienes desarrollan el término de “patología biográfica” que posteriormente será retomado, el cual indica que las patologías pueden ser comprendidas y entendidas si se atiende a la biografía del paciente. De ésta forma se incorpora, a los procesos médicos, la vida íntima del paciente, que hasta este momento no se había tenido en cuenta, como sus pasiones, conflictos y tensiones insatisfechas; igualmente se establece que la relación médico-paciente debe de tener en cuenta más a la sintomatología de la persona y no tanto a los signos.
    A pesar de estos grandes aportes desde ésta aproximación alemana, no consiguieron establecer ninguna teoría explicativa sobre el origen y mantenimiento de las patologías psicosomáticas; para ello habrá que esperar al desarrollo del psicoanálisis, el cual ha ido evolucionando desde las primeras teorías explicativas de Freud en el que ya se vislumbraban dos corrientes, la que aplica el modelo de conversión histérica a los fenómenos psicosomáticos y la que separa ambos fenómenos por antagonistas.

    – En la primera postura, lo psicosomático, no sería más que una expresión de lo psíquico sobre el organismo, tal y como sucede en la histeria de conversión.
    – En el segundo caso, la ausencia de simbolismo de lo psicosomático, indica una carencia en la elaboración psíquica o simbólica y por lo tanto tangencialmente distinta de la simbología de la histeria de conversión.



    De ahí se han ido conformando distintas ramas denominadas Escuelas, las cuales se clasifican en función del país donde se encuentran; así las principales Escuelas psicoanalíticas actualmente son las siguientes:
    Escuela de París, surge para dar cuenta de fenómenos, que no encajan con la histeria deconversión, ni de la neurosis, debido a una escasa mentalización de las patologías psicosomáticas, que impide la expresión psíquica de los conflictos; lo que hace que mediante un proceso de somatización pase de ser psíquico a físico, sin tener un componente que lo sustente simbólico, lo que le diferencia claramente de los síntomas por conversión.
    Escuela de Chicago, en donde se prima el estudio de las teorías de rasgos de personalidad, buscando perfiles psicológicos que sean más propensos a padecer una u otra enfermedad psicosomática. Para ello se tiene en cuenta la historia personal del paciente, atendiendo tanto a la constitución de la persona, las enfermedades y accidentes físicos padecidos, el clima emocional familiar y sus experiencias afectivas, con lo que se establece una “patobiografía”. Según ésta aportación, las alteraciones producidas por enfermedades o accidentes que van a afectar a una parte del organismo, van a quedar asociadas a emociones. Con posterioridad, los conflictos psíquicos que movilizan grandes cantidad de energía emocional provocan que esa asociación aflore causando los síntomas físicos del pasado.

    Escuela de Argentina, conocida también como Escuela Chiozza, donde se ha desarrollado el término de Estudio Patobiográfico; en donde se recupera la función simbólica de la enfermedad psicosomática, entendiendo al cuerpo como el lenguaje que utiliza para ello; siendo el síntoma una parte de la historia biográfica de la persona que le resulta insoportable, encontrando su liberación a través del cuerpo.
    Para ésta escuela, la historia de episodios y vivencias personales anteriores, es tanto o más importante que el historial médico de signos y síntomas de enfermedad, ya que una no se puede comprender sin la otra.El proceso por el cual el afecto lleva a enfermar, al paciente se denomina desestructuración patosomática del afecto, proveniente de un afecto rechazado que no se convierte en consciente.

    Escuela de Inglaterra, retoman la diada madre-hijo, como eje fundamental para la estructuración de la persona, lo cual se produce a partir del primer año de vida, siendo la somatización la expresión a través del cuerpo, dado como modo de relación preexistente a la aparición de la palabra. Estas estructuras basadas en la experiencia del bebé, van a fijarse en una de estas dos posiciones, esquizoparanoide (ante un yo inmaduro guiado por sus instintos más básicos) y la depresiva (el yo percibe los matices y está expuesto a la realidad exterior).
    Estas dos posiciones, según Klein, van a establecer cómo se va a ir relacionando la persona con la ansiedad, así como su mecanismo de defensa. La ansiedad para ésta aproximación va a ser crucial en los primeros meses de vida, ya que va a configurar el mundo interior y a determinar la forma de relacionarse de la persona con el mundo exterior en un futuro.


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  • El papel psicológico en el ulcus gástrico

    El papel psicológico en el ulcus gástrico

    El ulcus gástrico se produce principalmente por la bacteria Helicobacter pylori, aunque también juega un papel destacado lo psicológico, descubre cómo.

    El ulcus gástrico más conocido como ulceraciones gastro-intestinales o úlceras pépticas.

    Las úlceras son lesiones en la piel, o en la membrana mucosa, que recubre el estómago (úlcera gástrica), en el duodeno (úlcera duodenal) o en el esófago (úlcera de esófago). Éste revestimiento es necesario contra los ácidos irritantes producidos por el propio estómago. Normalmente las úlceras afectan a la primera capa del revestimiento, pero pueden darse complicaciones con sangrado (hemorragia digestiva) expulsado a través de las deposiciones o vómitos con sangre, que puede desencadenar en anemia; e incluso pueden atravesar el estómago denominándose perforación.
    Los síntomas que se experimentan, son la aparición de un dolor en la parte superior del abdomen, de media a una hora después de comer; acompañados en ocasiones de náuseas, vómitos y pirosis (sensación de quemazón en el estómago); éste dolor puede mantenerse durante semanas, siendo percibido con mayor intensidad por la noche.
    Sus Causas son debidas tanto  por una infección bacteriana como por afecciones tumorales.
    Aunque existe un componente biológico que predispone a la persona a padecer ésta afección, en la mayoría de los casos, se produce por hábitos inadecuados, como por ejemplo la ingesta prolongada de algunos medicamentos antiinflamatorios no esteroides (yatrogenia), ingerir habitualmente bebidas alcohólicas o por el tabaco.
    Igualmente el mantenimiento de las ulceras está asociado a la ingesta de determinados alimentos, así como a situaciones de estrés que impiden su cicatrización.
    El Tratamiento, según sea el caso, se realiza con protectores gástricos, antibióticos (en el caso de infección bacteriana) e inhibidores de secreción gástrica; primeramente para eliminar los síntomas, y luego para reducir la acidez del estómago permitiendo la cicatrización de las úlceras.
    Para ello se recomienda evitar todos aquellos factores que están asociados al mantenimiento de las úlceras, como son beber alcohol, café o té, u otras bebidas que contenga cafeína, así como comidas copiosas o picantes y fumar.
    En los casos más extremos en que haya perforación, lo que provoca una peritonitis aguda, con un dolor intenso, se requiere de intervención quirúrgica de urgencia.


    Vídeo Recomendado: ¿Qué es una úlcera gástrica/péptica?

    Desde la Medicina convencional se considera que el origen y mantenimiento de las úlceras son exclusivamente de tipo biológico; en cambio, la Medicina psicosomática va un poco más allá, atendiendo además al componente psicológico de la persona, que va a afectar tanto al origen (hábitos inadecuados) como al mantenimiento.
    La Psicología clínica por su parte, ha desarrollado una serie de técnicas de modificación de conducta y de trabajo para el manejo del estrés como forma de intervención terapéutica complementaria, como son:
    Técnicas operantes, en que se utilizan procedimientos como reforzamiento o castigo para instaurar, mantener o reducir determinados comportamientos.
    >- Técnicas de resolución de conflictos, en donde se entrenan habilidades de orientación, búsqueda de alternativas y generación de soluciones de problemas, así como toma de decisiones, puesta en práctica y seguimiento.
    Técnicas aversivas, según sean estímulos condicionados e incondicionados; las cuales buscan enfrentar al paciente con las consecuencias negativas de su conducta.
    Estas técnicas se van a administrar en paralelo al tratamiento médico correspondiente, buscando con ello reducir la presencia y frecuencia de los hábitos inadecuados que provocan el mantenimiento de las úlceras.
    Con respecto a las causas se relaciona la aparición de úlceras gástricas a tres dimensiones del paciente, la física, la psíquica y la social:
    – En la física se tiene en cuenta tanto la secreción gástrica como la predisposición genética.
    – En la psíquica, se asocia con personas competitivas, que tienen altas aspiraciones y que se someten a mayores responsabilidades.
    – En la social, se equipara a la sociedad “moderna” como generadora de estrés, contraponiendo las grandes urbes frente a las áreas rurales; donde los individuos que viven en las ciudades se ven sometidos a demandas constantes, tensión emocional, agotamiento crónico o sentimiento de fracaso al compararse con otros.
    Ésta relación entre lo psíquico, que influye directamente sobre lo físico, ha convertido al ulcus gástrico en el mejor exponente de la patología psicosomática. Llegándose a observar cómo en estados de enojo, preocupación o tensión mantenida, provoca una disminución de la mucosa protectora del estómago, aumentando además la acidez en el contenido gástrico; situación que si se prolonga en el tiempo va a desembocar en la aparición de úlceras gástricas.

    Algunos autores han minusvalorado el papel psicológico como causante del ulcus gástrico, debido a que más del 80% de los casos son producidos por infecciones bacterianas, en concreto por la presencia de la bacteria Helicobacter pylori, siendo los restantes casos atribuidos al estrés generado como consecuencia de otras enfermedades; a pesar de lo cual, hay que tener en cuenta que las posibilidades de infección se ven incrementadas en situaciones de estrés, donde el sistema inmunológico está infrautilizado, por lo que en condiciones “normales” no se producirían estas úlceras.

  • El peligro de la hipertensión arterial

    El peligro de la hipertensión arterial


    Resumen: La hipertensión es un signo de que algo no está funcionando bien en nuestro organismo, pero ¿Cuáles son sus causas?, y ¿Cómo se trata?

    La presión arterial

    La presión arterial se define como la fuerza con la que la sangre choca con las paredes de las arterias, dado por el incesante bombeo de sangre proveniente del corazón. La Hipertensión, tal y como indica su nombre, se trata de niveles anormalmente altos de presión arterial.
    La importancia de ésta medida, es que una cantidad demasiado alta, podría estar indicando posibles problemas circulatorios en un futuro, debido a la mayor presión sobre el sistema y con ello, más posibilidades de que aparezcan lesiones en alguno de sus conductos, pudiendo provocar accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca, enfermedad renal e incluso la muerte temprana.

    La presión o tensión arterial se mide gracias a un tensiómetro o manómetro, que indica por dos medidas, la correspondiente a la contracción del corazón (sístole) y la de la relajación (diástole); siendo una medida normal entre 120 y 80 respectivamente; se considera prehipertensión cuando estas cantidades suben hasta 140 o 90, cuando llegan a ésta cantidad o la superan se denomina hipertensión.

    Existen dos tipos de hipertensión, la primaria o esencial y la secundaria, la primera, que es más común, está relacionada con el sobrepeso, la diabetes, estados ansiosos, y la ingesta de sal, alcohol o tabaco. Mientras que la secundaria, es producto de otros “achaques” que afectan a la salud, tal como enfermedades renales, trastornos del sistema endocrino, problemas congénitos o yatrogénia.
    Hay que tener en cuenta que la presión arterial aumenta con la edad, debido a la pérdida de la elasticidad de las arterias con el paso del tiempo; igualmente la presión no es estable a lo largo del día, sino que varía de hora en hora y en función de la actividad que estemos desempeñando.
    El Tratamiento de los problemas relacionados con la presión arterial se centra en tres aspectos:
    – Hábitos saludables de vida, entre los que se incluye la pérdida de peso en las personas que sufren de obesidad, ejercicios moderados, dieta de fruta, abandonar el alcohol, el tabaco, café, sal y alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol.
    – Intervención farmacológica con diuréticos, beta bloqueadores o bloqueantes de canales de calcio.
    – Intervención psicológica, orientada principalmente a combatir las situaciones de estrés diario y a la consolidación de hábitos saludables de vida.


    https://youtu.be/BYjZFotp_54

    La hipertensión

    Desde la Perspectiva psicosomática, las personas hipertensas están más relacionadas con la hostilidad contenida, que con la ansiedad, empeñadas en luchar contra sus sentimientos agresivos que es incapaz de expresar, sintiéndose siempre amenazada y dispuesta a defenderse, viviendo una situación de atención crónica. Además estas personas van a estar caracterizadas por una escasa valoración de sí mismos, con elevada ambición, miedo constante de no alcanzar sus metas, tendencia a la perfección, y a adquirir responsabilidades. A pesar de su hostilidad, propiciada por ceder hacia los deseos de los demás, como forma de alcanzar los suyos propios y conseguir aceptación social, no es capaz de expresar ésta agresividad, mostrándose comprensivo y afable.


    Personalidad e Hipertensión

    Con respecto al Tipo de personalidad más habitual en éstos pacientes, se suele presentar tanto en la Personalidad tipo A como en la Personalidad tipo D:
    – La personalidad tipo A está relacionado con problemas coronarios, asociados a la agresividad y la competitividad.
    – La Personalidad tipo D está más relacionado con la probabilidad de sufrir trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad. Además estas personas se muestran hiperactivas, debido a una excesiva autoexigencia motivada por su baja autoestima, mostrando altos niveles de alexitimia.
    Sus rasgos de inhibición emocional de la Personalidad tipo D, podrían asemejarse con los de la Personalidad tipo C, donde también aparece un constante autocontrol, con falta de asertividad, con dificultad de expresar las emociones negativas. Pero en éste caso, en la Personalidad tipo C se dan además una excesiva aparición de expresividad de sentimientos positivos, para “compensar” a los negativos, mostrándose amoroso, solidario, amable y carente de problemas. Pero además se muestra pasivo, introvertido, obsesivo, con dificultad de iniciar nuevas relaciones sociales o de asumir cambios en su vida cotidiana, inconformista con sus propios logros, deseando el de los demás, complaciente e inseguro y propenso a sufrir depresiones.
    Como vemos es cuestión de matices, la diferencia entre ambos tipos de personalidad, pero esos rasgos distintivos son los que van a hacer reaccionar de forma diferente al organismo, así las personas con Personalidad tipo C son más propensas a sufrir reumas, infecciones, alergias, afecciones cutáneas y cáncer. Mientras que las pErsonas tipo D van a ser más propensas de sufrir trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad, úlceras pépticas y trastornos vasculares, como hipertensión, cardiopatías isquémicas o arritmias, con mayor riesgo a padecer infartos de miocardio.

  • ¿Cómo relaciona el estrés y la enfermedad psicosomática?

    ¿Cómo relaciona el estrés y la enfermedad psicosomática?

    En éste artículo se analiza la relación existente entre el estrés y las enfermedades psicosomáticas.

    El estrés es aquello que sentimos cuando debemos dar una respuesta lo más rápido y certera posible, ante un examen, un informe que hay que entregar en el día,… todo ello provoca una tensión emocional que se va acumulando si no se libera.
    Existe una relación directa entre el estrés y las enfermedades psicosomáticas, se ha comprobado que ante el aumento del estrés acumulado se incrementa la probabilidad de sufrir dichas enfermedades.
    En caso de que la situación que genera estrés (estresor), se mantenga a durante semanas o meses, se puede ver afectado, el sistema digestivo, provocando gastritis, úlceras o colon irritable; igualmente afectará a la piel con la aparición de dermatitis, urticaria o caída de pelo; a nivel pulmonar puede aparecer tos o ataques de asma; y a nivel muscular se puede experimentar lumbalguia o dolores musculares.
    Si el estrés se mantiene durante más tiempo, se considera una situación de estrés crónico y puede producir hasta las más graves enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple.
    Éste tipo de afecciones, cuando el estrés es de origen psicológico, ha proporcionado el respaldo definitivo para dar cuerpo teórico y práctico a la aproximación psicosomática, más allá de una somatización de emociones mal manejadas, tal y como se solían atribuir en estos casos, en que se equiparaban a los trastornos psicológicos.
    En cambio, la expresión de signos y síntomas físicos, tan graves e importantes como los provocados a nivel muscular, pulmonar, gástrico e incluso inmune, siendo su responsable un acontecimiento psicológico como es el estrés, no deja duda alguna a que existe una relación directa entre lo psicológico y lo físico, y que la salud de uno, influye en el otro, principios fundamentales de la aproximación psicosomática.

    El Estrés y sus Efectos en la Salud

    ¿Qué es el Estrés?

    El estrés es una respuesta natural que experimentamos cuando enfrentamos situaciones que requieren una respuesta rápida y precisa, como:

    • Exámenes
    • Informes con plazos ajustados
    • Situaciones de presión laboral

    Esta tensión emocional puede acumularse si no se maneja adecuadamente.

    Efectos del Estrés Prolongado

    Sistema Digestivo

    • Gastritis
    • Úlceras
    • Colon irritable

    Piel

    • Dermatitis
    • Urticaria
    • Caída de pelo

    Sistema Respiratorio

    • Tos
    • Ataques de asma

    Sistema Muscular

    • Lumbalgia
    • Dolores musculares

    Estrés Crónico

    Cuando el estrés se mantiene durante períodos prolongados, puede derivar en estrés crónico, que puede provocar enfermedades autoinmunes graves como la esclerosis múltiple.

    Aproximación Psicosomática

    Existe una relación directa entre lo psicológico y lo físico. La salud de uno influye directamente en el otro, siendo estos los principios fundamentales de la aproximación psicosomática.

    Pero ésta aproximación no sólo tiene que ver con el origen de los signos y síntomas de las enfermedades, sino también con su tratamiento, entendiendo que cualquier intervención, única y exclusivamente física, no hará sino “parchear” lo que no funciona bien, pero mientras que no exista una intervención terapéutica completa, que incluya los aspectos psicológicos, aquello que lo genera y mantiene (el estrés) seguirá haciendo estragos, en ese mismo órgano o músculo, o en otros.
    De ahí que a veces, cuando desde el ámbito exclusivamente médico se trata un órgano o músculo, a pesar de que se observe una mejoría en éste; otro órgano normalmente próximo, muestra signos y síntomas de enfermedad que antes no mostraba, por lo que en ocasiones el diagnóstico parece difuso y errático, y todo ello porque no se está tratando la causa psicológica que lo genera y mantiene.
    Ante un caso de úlcera, por mucho “antiácido” que se beba tras la comida, para reducir el nivel de acidez del estómago y proteger así a las úlceras, no hará sino mitigar los síntomas y evitar que estas provoquen malestar y dolor; pero ese estrés acumulado y agotador del sistema se expresará de otra manera, pues todo el organismo está siendo sobrecargado continuamente.
    Esto se ejemplifica claramente con las piezas de un motor de cualquier vehículo, al cual si se le da un uso correcto puede durar mucho tiempo, pero si se está continuamente pisando el acelerador, éstas “sufren” más de la cuenta, erosionándose las piezas, y pudiendo llevar a la rotura de alguna de ellas.
    Pues lo mismo le sucede a nuestro organismo, las primeras “piezas” que se verían afectadas serían, precisamente aquellas que genéticamente tuviésemos más propensas a la enfermedad, o que por algún motivo ya hubiesen sufrido con anterioridad y estuviesen más débiles. Es por ello que el mismo nivel de estrés (aunque como cada uno lo vive de forma individual, basado en su historia personal, nunca es el mismo), va a provocar una sintomatología diferente según la persona que lo está sufriendo, viéndose en unos casos afectados el sistema muscular, gástricos, pulmonar, o el inmune.
    Con posterioridad, y gracias a los estudios realizados sobre el eje Hipotálamo Hipófiso Adrenal (H.H.A.), se ampliará el espectro de las causas psicológicas generadoras de trastornos psicosomáticos, dejando así de circunscribirse únicamente en el estrés, para ampliar también al ámbito de la vida emocional del paciente y que como se viene comentando, no es sino con una intervención global que afecte tanto a la parte física como psicológica, como se va a conseguir restaurar la salud de la persona y no sólo “parchear” aquella expresión de signos y síntomas.

    Aproximación Psicosomática al Tratamiento

    Más allá del tratamiento físico: Una perspectiva integral

    El Problema del Tratamiento Parcial

    La intervención únicamente física actúa como un «parche» temporal. Sin abordar los aspectos psicológicos subyacentes, el problema persistirá o se manifestará de otras formas.

    Consecuencias del Tratamiento Incompleto

    • Mejoría temporal del órgano tratado
    • Aparición de síntomas en órganos próximos
    • Diagnósticos difusos y erráticos

    La Analogía del Motor

    Al igual que un motor sometido a excesiva aceleración, nuestro organismo bajo estrés constante sufre:

    • Desgaste acelerado de componentes
    • Mayor propensión a fallos
    • Deterioro progresivo del sistema

    Manifestación Individual del Estrés

    El impacto del estrés varía según cada persona, afectando principalmente a:

    • Áreas genéticamente predispuestas
    • Zonas previamente debilitadas
    • Sistemas más vulnerables (muscular, gástrico, pulmonar, inmune)

    Avances en la Comprensión

    Los estudios sobre el eje Hipotálamo Hipófiso Adrenal (H.H.A.) han expandido nuestra comprensión, incluyendo:

    • Factores emocionales
    • Aspectos psicológicos
    • Conexiones mente-cuerpo

    La Importancia del Tratamiento Integral

    Solo mediante una intervención que aborde tanto los aspectos físicos como psicológicos se puede lograr una verdadera restauración de la salud.


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  • La jaqueca: ¿Por qué me duele la cabeza?

    La jaqueca: ¿Por qué me duele la cabeza?

    Quien ha sufrido una jaqueca sabe lo incapacitante que puede llegar a ser un dolor agudo e intenso, descubre todas las claves sobre qué es y cómo se trata.
    La Jaqueca también conocida como hemicránea o migraña, es una afección de la cabeza caracterizada por un dolor intenso que puede llegar a ser incapacitante de duración entre 6 a 48 horas. Éste dolor se debe de distinguir de otros con sintomatología parecida, como las cefaleas.
    Además del síntoma principal de dolor, puede ir acompañado por otros, como trastornos visuales, entumecimiento, nauseas, vómito o fotofobia (sensibilidad a la luz).
    En ocasiones, antes de que aparezca la jaqueca, se suele dar un fenómeno denominado Aura, consistente en un conjunto de síntomas como la alteración en la visión, dificultad para concentrarse, náuseas o entorpecimiento del habla, que sirve como “aviso” de que la jaqueca va a presentarse a continuación.
    La jaqueca es una actividad anormal del cerebro con base genética, donde el estrés y otros estimulantes, como el tabaco, el café, los ruidos fuertes o las luces brillantes juega un papel fundamental en su desencadenamiento.
    Existen distintos tratamientos en función del momento de la intervención:
    * Previo a la aparición de la jaqueca, como medida preventiva:
    – Llevar a cabo una vida lo más saludablemente posible evitando los estimulantes, y el resto de factores desencadenantes. Dormir aproximadamente ocho horas y hacer ejercicio moderado con regularidad.
    – Intervención farmacológica para tratar un problema crónico instaurado, con el objetivo de reducir la aparición de ataques a lo largo de la semana, para ello se emplean betabloqueantes, anticonvulsionantes, antidepresivos tricíclicos o bloqueadores de canales de calcio.
    * Cuando se ha producido la jaqueca, en estado agudo,
    – Intervención farmacológica, a través de antiinflamatorios no esteroides; triptantes; ergotamina.

    Vídeo Recomendado: Dolores de cabeza – ¿Qué es la cefalea tensional y la migraña? – Causas y síntomas

    Igualmente y acompañando al tratamiento farmacológico, es conveniente aplicar una serie de Técnicas psicológicas orientadas a controlar situaciones que generen altos niveles de ansiedad, así como las orientadas al manejo del estrés, como:
    Técnica de relajación muscular, para controlar la ansiedad desencadenante de las jaquecas, ya sea la relajación muscular progresiva de Jacokson, entrenamiento autógeno, biofeedback, o de visualización de imágenes mentales.
    Técnica de restructuración cognitiva, donde se combaten los pensamientos inadecuados asociados que pueden desencadenar o mantener las migrañas.
    Técnicas de modificación de conducta, para instaurar las conductas saludables y reducir o eliminar aquellas que sean estimulantes para su aparición.
    Técnicas de gestión del estrés, para aprender a manejar las situaciones percibidas como amenazantes, teniendo herramientas para su correcto manejo, empleando entrenamiento en autoafirmación o el rol play.
    Además del papel de las situaciones de estrés, como desencadenantes de las jaquecas, han sido varias las aportaciones teóricas, principalmente desde la orientación psicoanalítica.
    Desde la perspectiva de la Personalidad de los que sufren la neurodistonía migranoide (jaqueca), Juan Rof Carballo, define a estos pacientes como obsesivos-compulsivos, caracterizados por una personalidad ambiciosa, meticulosa, con tendencia al perfeccionismo, con rigidez de pensamiento, pulcritud, e intolerancia al desorden, a lo inacabado o a la imperfección. Donde las jaquecas se producen ante situaciones que le provocan frustración de sus ideas obsesivas. Igualmente existe un componente depresivo importante que se manifiesta en los síntomas que acompañan a la jaqueca, como búsqueda de la soledad, evitando la luz o el ruido.

    Para Alexander, de la Escuela psicoanalítica de Chicago, las enfermedades psicosomáticas se producen por conflictos psíquicos, existiendo dos grandes grupos de éstas enfermedades, aquellas provenientes de tensiones agresivas reprimidas (hipertensión, migrañas y algunos tipos de diabetes) y las que provienen de la pasividad. Describiendo a los pacientes que sufrían jaquecas como perfeccionistas, delicados y tímidos en su niñez, obedientes y con rasgos de terquedad e inflexibilidad, dotados de un alto sentido de la justicia. En la vida adulta se acentúan estos rasgos, convirtiéndose en ambiciosos, necesitados de éxito, con un continuo afán de superación, constante, minucioso y perfeccionista. Unido todo ello con rasgos obsesivos como ser testarudo, maniático del orden, inflexible y resentido.
    Frommreichmann, también de la Escuela de Chicago, destaca además el papel de la hostilidad reprimida e inconsciente, dirigida hacia las personas queridas e importantes en su vida, lo que le genera un sentimiento de culpabilidad, energía que se introduce proyectando su odio sobre sí mismo, mediante una crisis de auto-castigo que provoca las jaquecas.

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