Categoría: Psicologia Infantil o psicopedagogia nfantil

  • ¿Cuántos sufren el trastorno del espectro alcohólico fetal?

    ¿Cuántos sufren el trastorno del espectro alcohólico fetal?

    Uno de los problemas más importantes para la salud es cuando estos se producen a edades tempranas como en el caso del trastorno del espectro alcohólico fetal.

    Se trata de la consecuencia de un embarazo donde la madre ha ingerido alcohol, lo que ha puesto en riesgo la salud del bebé aún no nacido, y cuyas consecuencias en algunos casos se van a arrastrar el resto de su vida.
    Entre las consecuencias físicas que debe de «arrastrar» toda su vida, se encuentra, características faciales anormales, bajo peso y estatura, problemas en el corazón, riñones o huesos, dificultades en la visión o en la audición.
    Con respecto a las consecuencias psicológicas y conductuales, las cuales requieren de una intervención temprana, con lo que tratar de «corregir» sus efectos están, hiperactividad, dificultad para mantener la atención, dificultades en el aprendizaje, problemas de memoria, problemas de coordinación, retraso en el lenguaje, e incluso retraso en la inteligencia.
    Como vemos, unas consecuencias tan importantes no sólo implican un importante gasto para las familias, si no que también para la administración, de ahí la importancia de saber lo más exacto posible el número de afectados dentro de una población determinada.


    https://youtu.be/lGRgWSepmCA

    Vídeo Recomendado: Trastorno del espectro alcohólico fetal en el colectivo de los niños adoptados en Europa del Este

    Esto es precisamente lo que trata de averiguar conjuntamente con una investigación realizada desde la Universidad de Toronto y el Centro de Salud Mental y Adicciones (CAMH) de Toronto (Canadá), la Escuela Universitaria de Medicina de Dakota del Norte (USA) y la Universidad Técnica de Dresden (Alemania), cuyos resultados han sido publicados en el 2014 en la revista científica Child Youth Care Forum.
    El estudio busca cuantificar el número de casos de trastornos del espectro alcohólico fetal en una población tan heterogénea como es la canadiense de más de 35.000.000 de habitantes, y una vez conocido el número de casos, estimar el coste que estos pequeños van a generar en la administración.
    En este caso se trata de un estudio estadístico, donde no hay participantes directamente implicados si no únicamente, macro cifras que hay que analizar para poder extraer conclusiones sobre los afectados por trastornos del espectro alcohólico fetal.
    Los resultados son cuanto menos preocupantes, debido a una gran presencia de afectados por trastorno del espectro alcohólico fetal en las regiones más al norte de Canadá, pudiendo llegar a 1 de cada 32 niños en los territorios del Noreste, y 1 de cada 41 niños en el territorio de Yukon y en Manitoba. Mientras que las poblaciones menos afectadas fueron las Islas del Príncipe Edward con 1 cada 192 niños y en Ontario con 1 cada 156.
    Estudios previos han calculado que el coste anual para la administración de tener un niño/a que sufren trastorno del espectro alcohólico fetal es de cerca de 2000 dólares canadienses. Lo que en cómputo de todos los casos estimados se estaría hablando de entre 57.9 a 198.3 millones de dólares canadienses al año de los cuales en niños sería entre 36.0 a 123.4 millones mientras que en niñas de 21.9 a 75.0 millones de dólares canadienses.
    Lejos de las grandes cifras, el estudio pone en evidencia una importante tasa de incidencia del trastorno del espectro alcohólico fetal entre su población más joven, sabiendo que las consecuencias físicas van a ser «arrastradas» durante toda su vida, mientras que las consecuencias cognitivas y conductuales requieren de un importante esfuerzo por parte de los profesionales de la salud por «compensar» los efectos de la ingesta de alcohol durante una fase tan sensible como es la del embarazo.

  • ¿Cuál es el origen o surgimiento del Síndrome de Münchausen?

    ¿Cuál es el origen o surgimiento del Síndrome de Münchausen?

    Una de la situaciones más difíciles a las que se tiene que enfrentar el sistema sanitario es ante los «simuladores», personas que consumen tiempo y recursos sin que sufran ningún tipo de problema físico.
    A pesar de lo cual acuden frecuentemente a la consulta, «inventando» o «simulando» síntomas que sólo están en la cabeza de la persona.
    En ocasiones, y para ser más creíbles, estas personas pueden llegar a provocarse arañazos, quemaduras u otros daños, con los que «autentificar» ante el personal médico de su enfermedad.
    El motivo que puede encontrarse detrás de estos simuladores es muy diverso, ya sea, evitar una obligación o para conseguir un beneficio.
    De esta categoría de simuladores habría que extraer una casuística concreta denominado Síndrome de Münchausen, por el cual una persona acude reiteradamente a consulta con síntomas difusos, para recibir como beneficio secundario el verse atendido, a esto se le denomina beneficio secundario.
    El problema es que estas personas no tienen nada físico, y que a veces el tratamiento que se le pone para «curarle» le enferma, ya que las medicina «no combaten nada».
    Las reiteradas consultas en los ambulatorios y centros de salud, puede provocar las sospechas del paciente con Síndrome de Münchausen, que cuando es «descubierto» y enfrentado a «su mentira», «huye» literalmente de aquel sitio y acude a otro centro de salud, donde empieza el mismo proceso de consulta repetidas.
    Dentro de este síndrome existe un subtipo denominado Síndrome de Münchausen por poderes, por el cual el paciente utiliza a otra persona, normalmente un familiar cercano (un hijo o hija), para «mantenerle enfermo» y con ello que reciba la atención médica necesaria, mientras que el paciente con Síndrome de Münchausen (generalmente la madre) satisface así su «necesidad de sentirse enfermo», pero esta vez a través de otro, ¿Pero cuál es el origen de esta patología tan peculiar?



    Un reciente informa presentado conjuntamente por la Universidad Católica del Sagrado Corazón y la Universidad Bio-Médico de Roma (Italia) publicado recientemente en Journal of Psychological Abnormalities in Children explora esta cuestión en una de sus pacientes.
    En este caso no se trata de una investigación, si no de un informe de caso único, donde se describe el proceso que ha llevado a una menor de 8 años de edad a convertirse en un Síndrome de Münchausen.
    La pequeña de 8 años ingresó en un servicio pediátrico aquejada de una debilidad simétrica progresiva con deterioro en el caminar, pero no existía antecedente en la historia clínica de la menor que lo pudiese explicar.
    Después de muchas pruebas motoras y radiológicas no se encontró nada que explicase los síntomas de los que se quejaba el pequeña.
    Unas sesiones en psicoterapia mostraron mejorías «sorprendentes» en la pequeña que se llegó a recuperar del todo. Aspecto que la madre de la pequeña rechazó por completo y se «llevó» a la pequeña.
    En los dos años siguientes, se realizó el seguimiento de los ingresos hospitalarios de la menor y se observó cómo acudía a otros centros con el mismo centro y después de un tiempo sin «encontrar solución», se retiraba e iniciaba con un nuevo trastorno, en este caso una ceguera, además de haber recibido ingresos por dolor abdominal recurrente y cefaleas.
    El estudio concluye sobre la necesidad de una información «fluida» entre centros médicos que permitan detectar a estos pacientes, ya que en ocasiones se someten a pruebas médicas y tratamientos innecesarios, y que incluso pueden poner en riesgo su salud.
    Los autores informan de que puede haberse dado una «transferencia» de un Síndrome de Münchausen a un Síndrome de Münchausen por poderes por parte de la madre, pero la «huída» de esta antes de poder realizar las pruebas psicológicas al respecto, impide poder concluir sobre ello.

    El estudio a pesar de caso único, informa de una realidad a tener en cuenta, quizás en uno de los casos más difíciles de diagnosticar, y por supuesto de tratar, ya que el paciente que sufre el Síndrome de Münchausen o el Síndrome de Münchausen por poderes como en este caso, no sólo no colabora, si no que «huye» literalmente de la consulta.


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  • ¿Cuáles son los factores que se asocian al maltrato infantil?

    ¿Cuáles son los factores que se asocian al maltrato infantil?

    Una de las situaciones más difíciles a las que se tiene que enfrentar el menor es cuando se ve sometido a algún tipo de abuso, ya sea este físico o psicológico.

    Abusos que puede provocarle secuelas y traumas tanto físicas como psicológicas, que pueden acompañar al menor durante toda su vida, siendo estos más importantes si el maltrato proviene del ámbito familiar, especialmente de uno de los dos progenitores.
    El pequeño que está en una etapa de formación, puede verse «truncado» en su desarrollo ante una situación de agresión, para la cual no tiene mecanismos físicos ni psicológicos con los que defenderse, y menos cuando esta agresión proviene de las figuras de apego como son los padres.
    De ahí la importancia de realizar investigaciones que traten de configurar un perfil de riesgo, tanto del pequeño como del ambiente familiar en donde vive, ya que a partir de ahí se pueden diseñar e implementar programas de intervención entre la población más vulnerable.
    Pero para ello lo primero que hay que hacer es conocer la «realidad», y la única forma de hacerlo es a través de los ingresos hospitalarios, ya que es en estos centros donde se deja constancia de las secuelas físicas que sufre el menor.
    Y aunque esto sea sólo un indicio de lo que se puede estar viviendo en casa, es suficiente para poder establecer un perfil tanto de quien padece estos maltratos como del ambiente en donde se produce.


    1kQr7-Pp820 https://youtu.be/1kQr7-Pp820

    Vídeo Recomendado: Campaña Maltrato Infantil UNICEF


    Esto es precisamente lo que se trata de averiguar desde la Universidad Libre de Bruselas y el Hospital Saint Pierre CHU (Bélgica) para lo cual han realizado una investigación recientemente publicado en la revista científica Health.
    En el estudio participaron 504 niños que recibieron atención hospitalaria entre 2007 y 2012 en el Hospital Saint Pierre CHU con una media de 84 casos al año y un rango de 91 a 73 casos. De todos los casos presentados, se escogieron únicamente aquellos en donde no existía reingreso del menor, quedando en el estudio sólo 439 menores, de los cuales se analizaron sus características sociodemográficas (edad, género país de nacimiento y condiciones de vida previas a la hospitalización), igualmente los datos clínicos físicos y psicológicos del menor, así como sobre el de los padres.
    Los resultados muestran que de los participantes, casi la mitad de los menores que acuden al hospital tienen menos de tres años, y la mayoría de ellos lo hacen a urgencias (81,6%).
    De ellos se observó signos de maltrato en casi la mitad de ellos (48,7%), de entre los cuales más de la mitad (57,9%) había sido físico, más de un tercio (37%) por negligencia, habiendo sufrido los demás abuso sexual (14,5%) y maltrato psicológico (10,3%).
    Entre las condiciones familiares del menor que había recibido abusos, se destaca los problemas conyugales de la pareja, además de problemas psicológicos de la madre y un comportamiento violento por parte del padre, siendo el perfil de los menores, extranjeros (no nacidos en Bélgica).

    Hay que reconocer que a pesar de los resultados estos se tienen que tomar en base a la población específica de estudio, de forma que para poder extrapolar a otras poblaciones se debe de realizar nuevos estudios que comprueben si se mantienen estos mismos factores o no.
    Pero además de analizar caso por caso, hay que establecer planes de intervención preventiva para evitar que los menores se puedan ver expuestos a estas situaciones, ya sea con programas en las escuelas de sensibilización, o trabajando con los padres, especialmente con las madres.

  • Problemas de procesamiento auditivo en el Síndrome de Wilson

    Problemas de procesamiento auditivo en el Síndrome de Wilson

    El Síndrome de Wilson es una enfermedad genética con graves consecuencias, pero dado el bajo número de incidencias está considerada como enfermedad rara.

    El Síndrome de Wilson es una enfermedad debido a una intoxicación del organismo por una deficiencia en la eliminación del cobre, lo que hace que este se vaya acumulando lo que tiene importantes consecuencias tanto físicas como neurológicas, cuanto más tiempo pase sin obtener un diagnóstico adecuado sus efectos van a ser más importantes en el organismo.
    Además si esta enfermedad se presente en las primeras etapas de desarrollo, va a afectar al normal desarrollo, provocando que se produzcan «retrasos» que luego no van a ser fáciles de «compensar» incluso cuando se establezca el tratamiento adecuado para ésta enfermedad.
    Actualmente se ha desarrollado tratamientos para controlar el nivel de cobre en el organismo, un tratamiento que ha de acompañar toda la vida del paciente, para evitar que se eleven dichos niveles.
    Al ser una enfermedad rara la investigación que se realiza es mucha menor que en otras patologías que afecta a un número de casos mayor como el Alzheimer o la Depresión. Es por eso que cualquier investigación que se haga al respecto es importante, ya que aporta nueva información, que ayude bien al diagnóstico o al tratamiento, pero ¿Existen problemas de procesamiento auditivo en el Síndrome de Wilson?



    Esto es lo que se ha tratado de averiguar con una investigación realizada desde la U.N.E.D y la Universidad Autónoma de Madrid (España) cuyos resultados han sido publicado en el 2014 en la revista científica Brain Sciences.
    En el estudio participaron cuarenta menores, con edades comprendidas entre los 8 a 16 años, de los cuales doce eran chicas. De entre los participantes catorce estaban diagnosticados con el Síndrome de Wilson y el resto actuaría como grupo control.
    A todos los participantes se les administraron distintas tonalidad de sonido para evaluar las habilidades musicales, y distintas duraciones y volúmenes para evaluar la prosodia.
    Los resultados informan de un desempeño significativamente menor tanto en las habilidades musicales como en la prosodia, lo que significa que estos participantes van a tener problemas añadidos para mantener relaciones sociales adecuadas.
    Lo que apunta la necesidad de establecer un programa de tratamiento que refuerce ambos aspectos para que no se vea incrementado los problemas que tienen los pacientes del Síndrome de Wilson.
    A pesar de contar con el mismo número de chicos y chicas, no se ha realizado investigación comparativa al respecto, de haberse realizado probablemente los efectos se hubiesen visto mayormente en chicos que en chicas, siguiendo los resultados en chicos con desarrollo «normal» que tienen un menor desempeño en las tareas auditivas que las chicas.
    Entre las limitaciones del estudio además está el bajo número de participantes para el amplio rango de edad que analiza, pero dado que se trata de una enfermedad rara, suele ser difícil conseguir suficientes participantes para este tipo de investigación.

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