En esta sección del Blog de Psicología de la Cátedra Abierta de Psicología se presentan las últimas novedades sobre los distintos temas de la Psicología y las Neurociencias, tratados desde el ámbito científico, omitiendo opiniones comentarios no demostrados por investigaciones científicas. Igualmente, que el autor del blog sea Doctor en Psicología, garantiza su formación en investigación y su aportación desde esta perspectiva. Además, cada uno de los artículos comentados provienen de publicaciones de reconocido prestigio internacional, con lo que se trata desde este medio de ofrecer la mejor información, pero con la mayor calidad posible para que las personas que lo lean, sean especialistas o no, conozcan los últimos avances en la psicología científica y en el área de las neurociencias. Aunque hay que recordar, que a pesar de la rigurosidad de los datos e informes presentados, esta información en ningún caso va a reemplazar a la que pueda ofrecer un especialista en consulta; ya que es este, quien conoce de primera mano la problemática de la persona, y atendiendo a su historial clínico va a determinar el diagnóstico y tratamiento en cada caso.
La actividad física, ya sea correr, ir al gimnasio, o simplemente caminar son ejercicios buenos para mantenernos sanos tanto física como mentalmente.
Dependiendo de la edad así es recomendable realizar la actividad física con mayor o menor intensidad, pero es adecuado practicarlo todos los días.
Actividad física y psicología
El «problema» es que a veces no se encuentra el tiempo para ello, debido a las muchas actividades y al poco tiempo libre que deja el trabajo.
La situación contaría, cuando se está desempleado, es cuando se dispone de «todo el tiempo del mundo» para poder dedicar a las actividades que uno se programe, ya sea en la búsqueda activa de empleo, la formación,…
Una situación, la del desempleo, que estos últimos años ha ido afectando a más personas, independientemente del país donde se viva tal y como lo muestran en la gráfica interactiva siguiente.
Una situación, la del desempleo que va a tener importantes implicaciones tanto a nivel profesional, económico e incluso del estado de ánmo de la persona pero ¿Dedicamos más tiempo a la actividad física cuando se está desempleado?
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Actividad física y salud
Esto es lo que se ha tratado de responder con una investigación realizada desde el Department of Occupational and Public Health Science, University of Gävle, junto con el Department of Health Science, Mid-Sweden University, el Department of Public Health Sciences, Karolinska Institute, el Department of Social Work and Psychology, University of Gävle, el Department of Community Medicine, Gävleborg County Council (Suecia), conjuntamente con el Department of Hygiene and Epidemiology, University of Porto Medical School (Portugal) y el Department of Health Management, Lithuanian University of Health Sciences (Lithuania) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica International Journal of Medical Science and Public Health.
En el estudioi participó toda la población adulta de la localidad de Gävleborg (Suecia), con edades comprendidas entre los 16 a 84 años.
Se realizó una encuesta por correo donde debían contestar sobre la actividad física que realizaban, la frecuencia e intensidad de su práctica.
Igualmente se les preguntó sobre su posición laboral actual, si estaban trabajando o no, su percepción sobre su salud en general, y sobre sus hábitos de consumo de tabaco y alcohol.
En total se recibieron cuestionarios rellenos de 4.245 habitantes, de los cuales 2.330 eran mujeres, cuyos resultados se dividieron en grupos de edad para su análisis (16–29, 30–44, 45–64, y 65–84).
Los resultados indican que más de la mitad de los que contestaron (57,2%) no practica ninguna activida física o lo hace de forma reducida.
Encontrándose diferencia significativa entre los que practica actividad física moderada, entre los que tienen trabajo y los que no; siendo estos últimos, los desempleados los que significativamente realizan menos actividad física moderada.
Actividad física y desempleo
Una de las limitaciones de las investigaciones basadas en el uso de la correspondencia, es que no se conoce los criterios por los que las personas no contestan, por ejemplo, una persona enferma, indispuesta o alcohólica puede que no conteste, y por lo tanto está restando información real al estudio.
Hay que tener en cuenta las características propias de la idiosincrasia e incluso la climatología de la localidad analizada, muy diferente a la que se puede encontrar en otras localidades, por lo que se requiere de nuevos estudios para comprobar si estos resultados se mantienen.
De mantenerse los resultados anteriores en nuevas investigaciones estaríamos ante una situación peculiar, en donde, las personas desempleadas que son los que más «tiempo libre» disponen y en cambio son los que menos actividad física moderada realizan.
Máxime cuando esto va a afectar a su estado de ánimo y salud en general, por lo que, y tal y como señalan los autores del estudios, habría que realizar una mayor incidencia por parte de las políticas públicas en fomentar la actividad física especialmente entre este colectivo.
Hay que tener en cuenta el impacto psicológico de perder el trabajo y en mantener en el desempleo, lo que en ocasiones puede llevar a síntomas depresivos, los cuales pueden ser afrontados con un ejercicio físico moderado, para lo cual la población desempleada tendría que tomar conciencia de dedicar una hora al día aunque sea a camainar con cierta intensidad para mantener su salud física y mental.
Entrevista a D. Blas Ramón Rodríguez, licenciado en Psicología. Experto en Medicina Psicosomática y Psicología de la Salud. Especialista en intervención psicológica, psicosocial, socioeducativa y sociolaboral en personas con discapacidad.
– ¿Qué es la discapacidad intelectual?
La discapacidad intelectual es un término caracterizado por su constante evolución, tanto en su plano comprensivo, como en lo que respecta a su lenguaje, definición y clasificación. El concepto de discapacidad intelectual toma el relevo al de retraso mental por resultar menos discriminatorio y consiste en una serie de limitaciones significativas en el funcionamiento intelectual y en la conducta adaptativa en el entorno en el que se desarrolla la persona afectada. Esta definición que podemos considerar habitual, desde la práctica profesional la hemos de observar desde una perspectiva diferente. La centralidad de todas las acciones relacionadas con las personas con discapacidad en general y con discapacidad intelectual específicamente, se establece en la consideración de que estas personas tienen capacidades diferentes. La intervención psicológica en la discapacidad intelectual pone su foco en las habilidades con las que cuentan en vez de aquellas de las que carecen, para a partir de ellas alcanzar un éxito terapéutico aceptable.
– ¿Cuáles son las principales demandas de pacientes y familiares con Discapacidad Intelectual?
Cuando hablamos de intervención psicológica en población con discapacidad intelectual, podemos hacer referencia a dos realidades fundamentalmente: las alteraciones conductuales, trastornos de conducta específicas de esta población, o bien a otro tipo de trastornos psicológicos que no difieren, en realidad, de los que pueden sufrir otras personas del resto de la población, aunque con determinados matices de la realidad concreta del tipo de discapacidad intelectual. Situaciones relacionadas con pobre autoestima, baja tolerancia a la frustración y al estrés, la no aceptación, así como inadecuadas estrategias para afrontar estos conflictos, tanto en personas con discapacidad como en miembros de la unidad familiar o personas muy allegadas. Las secuelas de patología psicológicas de trastorno mental asociadas, los problemas de comunicación y lenguaje, y las dificultades en el desarrollo de habilidades sociales son también demandas de consulta habituales.
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– ¿En qué consiste la intervención psicológica en la Discapacidad Intelectual?
Existe debate, o no existe consenso, sobre si las personas con discapacidad son capaces de beneficiarse de las terapias psicológicas individuales. Hablamos de terapias más centradas en el habla y en el análisis de lo que sucede. No existe contraindicación ni evidencia de que una persona con discapacidad intelectual leve o moderada sea incapaz de llevar a cabo con éxito una psicoterapia individualizada, siempre que la persona conozca el propósito de la terapia y esté motivada para llevarla a cabo, ni más ni menos que como le ocurre a casi todo el mundo que acude a los servicios de un psicoterapeuta. Cierto que a días de hoy los tratamientos psicológicos más frecuentemente utilizados con personas con discapacidad intelectual son las terapias conductuales, centradas más en el autoanálisis. El entrenamiento cognitivo, tanto individual como en grupo ha mostrado buenos resultados en estas personas en los casos de trastornos del ánimo, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo. Pueden ser también de enorme utilidad las terapias familiares, en las que se den pautas a los miembros que conviven con la persona en el hogar. En todas ellas, es muy recomendable que también se trabaje en el hogar o, al menos, en aquellos lugares en los que se den los comportamientos que queremos tratar. El aprendizaje de técnicas de autocontrol es eficaz para el control de comportamientos agresivos y conductas autolesivas.
Es muy importante que los psicólogos que abordan tratamientos relacionados con personas con discapacidad tengan presente que se trata de un trabajo de carácter multidisciplinar y, en consecuencia, su intervención deber tener en cuenta esta necesidad de abordaje de los problemas que afectan a estas personas, y que es en el marco de esa atención integral donde adquiere importancia la atención psicológica debido a que ésta adquiere su mayor desarrollo en la potenciación del desarrollo y autonomía personal de estos discapacitados.
Cabe añadir aquí que la intervención psicológica en este ámbito ha de alcanzar a la persona con discapacidad y a todos los que se relacionan con ellas, si bien ya comentamos a la familia, queda por añadir a los cuidadores, monitores y otros profesionales, más desde un plano preventivo-formativo que psicoterapéutico, a fin de que puedan contar con estrategias y herramientas que mejoren su desempeño. El síndrome de Burnout es algo real que se produce especialmente en los profesionales que trabajan con discapacitados severos, principalmente.
– ¿Cómo se estructuran las sesiones en la intervención psicológica en la Discapacidad Intelectual?
En la psicoterapia de personas con discapacidad se deben esperar siempre resultados a medio y largo plazo. Para alcanzar nuestros objetivos la psicoterapia con personas con discapacidad intelectual debe estructurarse básicamente como lo hacemos para personas sin discapacidad intelectual en el sentido de su temporalización. Para ello estructuraremos la intervención en sesiones de evaluación que nos permita establecer un plan de tratamiento individualizado (consensuado a partir de un enfoque multi e interdisciplinar), tratamiento con sesiones para casa, ya que la participación familiar es imprescindible, comprende el mayor número de sesiones, y finalmente, sesiones de seguimiento para consolidar los aprendizajes y que el paciente los incorpore definitivamente a su vida diaria. En esta fase, en la terapia con personas con discapacidad, las sesiones no deberán ser tan espaciadas como ocurriría en un seguimiento de la terapia en otro tipo de pacientes.
Hasta aquí todo es bastante similar a la práctica común con todos sus matices. Sin embargo, en las sesiones con personas con discapacidad suele ser necesario utilizar con frecuencia estilos de comunicación total, capaces de captar toda su atención. Para conseguir este propósito el profesional deberá ser más enfático, capaz de utilizar a la vez varias formas de emisión de un mensaje. Implica la utilización de palabras concretas, frases cortas, posturas y construcciones de comunicación propias del estilo oral o gestual de la persona con discapacidad tratada.
– ¿Durante cuánto tiempo se ha de seguir la intervención psicológica en la Discapacidad Intelectual?
Generar en la persona con discapacidad intelectual una percepción positiva de la propia vida puede ser cuestión de poco tiempo o llevar largos meses de trabajo. De igual manera, identificar el estilo de vida y los factores que contribuyen a la conducta problemática, así como valorar las oportunidades de la persona para elegir, decidir y participar en la dinámica del entorno físico y psicosocial, y establecer finalmente una relación positiva con la persona que facilite el éxito de una intervención terapéutica requiere también tiempo. A partir de ahí, los tiempos de la intervención varían en función de las capacidades desarrolladas por la persona con discapacidad. Es, como en cualquier otra psicoterapia, algo variable, pero a diferencia de aquellas la mayoría requieren algunos años de tratamiento. Hay que tener en cuenta que el tránsito de la insolvencia a la capacitación emocional, instrumental y social, apoyada en la construcción de una autocrítica que permita al sujeto dejar de escapar compulsivamente y defensivamente de los problemas que se le plantean, enfrentándolos resolutivamente, es más angosto y largo que en la mayoría de los pacientes que nos visitan en consulta. La construcción del vínculo terapéutico requiere, además, las características y habilidades de autenticidad, aceptación y empatía del profesional han de estar especialmente visibles y accesibles.
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– ¿Cuáles son las principales dificultades que surgen en la intervención psicológica en la Discapacidad Intelectual?
En primer lugar hay que hacer referencia a esa frustración generada por las dificultades o los obstáculos que son de difícil resolución para las personas con discapacidad, y que tienen que ver más con las situaciones de discriminación que con las propias capacidades de estas personas. Es decir, lo más discapacitante no es la deficiencia que origina una determinada discapacidad, sino el entorno en el que estas personas se desarrollan, tanto social como, en algunas ocasiones, familiar. Las deficiencias en las condiciones ambientales, en cuanto a carencias de oportunidades, estrategias de enseñanza no ajustadas o el pobre acceso a contextos atractivos para estas personas, son situaciones que aumentan la dificultad del tratamiento psicológico. Hablamos de la asociación entre ambientes deficientes en el ámbito social, laboral, formativo, lúdico y afectivo y conducta problemática de la personas con discapacidad. Por otro lado es indudable el hándicap que suponen las dificultades de adaptación y comunicación de muchas de las personas con discapacidad intelectual.
– ¿Cuáles son los objetivos alcanzables con la intervención psicológica en la Discapacidad Intelectual?
Sin duda, la mejora de su autoestima, la adquisición de una mayor capacidad para la toma de decisiones, adquirir mejor confianza en sí mismos, afrontar con más seguridad sus experiencias, aceptar mejor sus actitudes hacia los otros interactuando de forma satisfactoria con ellos, tolerar mejor la frustración generada por las dificultades, la discriminación y otros muchos obstáculos de difícil resolución, disminuir las respuestas defensivas y(/o reactivas, mejorar su capacidad de enfrentar situaciones nuevas con actitudes originales y creativas, o lograr una mayor adaptación al medio y a la realidad que le toca vivir. En los casos en que el/la paciente tenga asociado un trastorno mental, es muy importante actuar para prevenir el abandono del tratamiento, tanto farmacológico como psicoterapéutico consecuencia de un adecuado diagnóstico psiquiátrico-psicológico. Cabe señalar que el tratamiento farmacológico ni es la primera ni es la única terapia.
Desde aquí mi agradecimiento a D. VBlas Ramón Rodríguez, Psicoterapia en la discapacidad intelectual: individual y familiar en Gabinete de Psicoterapia VIS à VIS, por acercarnos a la realidad de la intervención en en personas con discapacidad.
Hay que tener en cuenta que el TDA es un trastorno que en el 60% de los casos mantiene sus consecuencias en la vida adulta.
De ahí la importancia de un correcto diagnóstico del TDA para poder ofrecer al menor el tratamiento oportuno y prevenir las consecuencias del tda en adultos.
Tda
Aunque todavía no se tiene claro el origen de este trastorno, se calcula que entre el 1% al 20% de la población infantil lo sufren, dependiendo del país donde se realice el estudio.
Porcentajes que parecen mostrarse más elevados en determinadas países «desarrollados» como es en el caso de EE.UU. tal y como se indica en la gráfica interactiva siguiente:
[graphiq id=»2o8bvyI4bGJ» title=»Attention Deficit Hyperactivity Disorder (ADHD) Prevalence in the United States» width=»600″ height=»565″ url=»https://w.graphiq.com/w/2o8bvyI4bGJ» link=»http://conditions.healthgrove.com/l/83/Attention-Deficit-Hyperactivity-Disorder-ADHD» link_text=»Attention Deficit Hyperactivity Disorder (ADHD) Prevalence in the United States | HealthGrove
Al respecto existe cierta polémica sobre si efectivamente esos pequeños requieren de tratamiento farmacológico para el resto de su vida o no.
Aunque el síntoma más característico es la falta de atención y concentración, las consecuencias en el menor en edad escolar son muy importantes, ya que se ve reflejado en un peor rendimiento escolar en casi la mitad de los afectados.
En una época donde la «actividad» principal del menor es aprender, este «fracaso» va a marcar a muchos de ellos en su desarrollo futuro, pero ¿Cuál es la prevalencia del TDA en las zonas rurales?
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Tdah en adultos
Esto es precisamente lo que ha tratado de responderse mediante una investigación realizada desde el Department of Pediatrics, Indira Gandhi Institute of Child Health, junto con el Department of Pediatrics, Dr.B.R.Ambedkar Medical College, el Department of Pediatrics, District Hospital, y el Department of Pediatrics, Kempegowda Institute of Medical Sciences (India) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica International Journal of Contemporary Pediatrics.
En el estudio participaron novecientos noventa y siete menores, de los cuales cuatrocientos ciencuenta y siete eran miñas, todos ellos con edades comprendidas entre los seis a doce años.
Fueron los padres y profesores quienes complentaron por cada niño un cuestionario estandarizado para detecta alteraciones en el comportamiento del menor, a través del Conner‘s index questionnaire.
Entre aquellos que obtenían resultados supriores a quince en el cuestionario anterior se les evaluaba por un especialista para determinar si padecía TDA.
Los resultados indican que en el 23% de los niños se diagnosticó el TDA, siendo de ellos el 21,74% niñas. De entre los diagnosticados el 47,82% presentaba hiperactividad.
Tda en adultos
Una de las limitaciones del estudio es el amplio rango de edad empleado, sabiendo que el TDA suele estar diagnosticado entre los 6 a 8 años, incluir pequeños hasta de 10 años es indicativo de que el sistema sanitario tiene niños no diagnosticados ni tratados tres o cuatro años más allá de la edad recomendable de su diagnóstico.
Igualmente el estudio no informa sobre la prevalencia de casos de TDA en niños de áreas no rurales en la India, por lo que no se puede conocer si el porcentaje obenido se debe a que pertenezcan a un área rural o no, o a otros factores como vivir en la India.
A pesar de lo antierior, parece que en el caso de las áreas rurales existe un mayor porcentaje de afectados, y sobre todo de no diagnosticados de pequeños con TDA.
Eso iría en contra de algunas teorías que apuntan sobre la influencia social y la presión mediática que estos sufre como origen del TDA.
Algo que los niños del campo sufren en menor medida al estar más en contacto con la naturaleza, y a pesar de ello muestran niveles más elevados de TDA.
Una aproximación que debería de ser comprobada con nueva investigación al respecto para poder analizar y comprender sobre las causas del TDA.
Por último señalar sobre las consecuencias del TDA en adultos, debido a que si hay más afectados en el campo, esto va a hacer que existan mayores problemas de convivencia, debido entre otros al fracaso escolar, la falta de atención e incluso el consumo de sustancias adictivas.
Una vez ofrecida una panorámica general sobre el V.I.H. en la primera parte de entrevista ya publicada, el D. Víctor Rodríguez Pérez, Doctor en Psicología y profesor en la Universidad Tecnológica de México, quien nos habla del papel de lo psicológico en el V.I.H.
– ¿Qué consecuencias psicológicas conlleva el V.I.H.?
En primer lugar una etapa de duelo (que conlleva todas sus fases) que una vez resuelto llegan a su estado habitual como previo a la infección. Los que no lo resuelven puede convertir a episodio depresivo mayor. Pero en general se ha visto que toda la psicopatología que se ve en el VIH, generalmente está exacerbada de una situación precedente a la infección.
– ¿Qué papel juega el psicólogo en la intervención del V.I.H.?
En México el Psicólogo es el encargado de la consejería durante la prueba de detección del VIH. Pero también puede participar en evaluaciones del estado mental en pacientes con recién diagnóstico y apoyando a la adherencia a la terapia antorretroviral.
https://youtu.be/B62CE0KW3wE
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– ¿Se relaciona la vivencia del V.I.H. con la presencia de algunos trastornos psicológicos?
Si, principalmente con trastorno adaptativo (duelo)
– ¿Qué intervención psicológica se realiza con los pacientes con V.I.H.?
Se hace psicoeducación para el inicio de tratamiento, detección de pensamientos irracionales en los pacientes que abandonan tratamiento y registro conductual para evaluar adherencia
– ¿Qué técnicas se emplean en la intervención psicológica con los pacientes con V.I.H.?
Generalmente se utiliza entrevista motivacional y técnicas cognitivo conductuales para la adherencia
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– ¿Qué beneficios ofrece la intervención psicológica en pacientes con V.I.H.?
Ofrece que el paciente tenga una mayor adherencia al tratamiento
– ¿Cuáles son las principales dificultades a la hora de trabajar a nivel psicológico con pacientes con V.I.H.?
En México es el estigma que se tiene hacia los psicólogos. En ocasiones los pacientes no quieren asistir porque dicen que «no están locos». También se requiere de mucha disposición al cambio que muchos de ellos no desean comprometerse
Desde aquí mi agradecimiento a D. Víctor Rodríguez Pérez, Doctor en Psicología y profesor en la Universidad Tecnológica de México, por ampliarnos la información sobre el papel de lo psicológico en el V.I.H..
Entrevista con D. Víctor Rodríguez Pérez, Doctor en Psicología y profesor en la Universidad Tecnológica de México, quien nos habla sobre el V.I.H.
– ¿Qué es el V.I.H.?
Es el Virus de la Inmunodeficiencia Humana.
– ¿Cuál es el perfil de los pacientes con V.I.H.?
La epidemia de VIH tiene dos vertientes. Generalizada como en algunos países de África o el Caribe o concentrada en poblaciones específicas como es el caso de Europa, América y Asia. En México la epidemia está concentrada en hombres que tienen sexo con hombres (HSH) quienes tienen 30 años en promedio y con un nivel académico equivalente a bachillerato. La mayoría son trabajadores económicamente activos y sin una pareja estable, lo que conlleva un mayor riesgo de infección. La psicopatología que encontramos en este grupo es mayor que la población general. Los niveles de depresión y ansiedad son un poco mayores a los observados en población general, sin embargo en consumo de sustancias coo alcohol, tabaco y drogas ilegales el cosumo se eleva hasta 50%.
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– ¿Cuáles son las causas del V.I.H.?
La principal causal es la infección que se puede dar por vía sexual, transmitida verticalmente de la madre al hijo, por transfusiones y al usar drogas intravenosas con jeringas infectadas
– ¿Cuáles son los síntomas del V.I.H.?
Muchas veces la infección por VIH puede cursar asintomática, por eso es que se insiste en pruebas de detección sobre todo cuando se tiene vida sexual activa. Sin embargo, algunas persona pueden presentar síntomas en las semanas posteriores a la infección (síndrome retroviral agudo) como: fiebre, dolor de cabeza, fatiga y linfoadenopatías. Cuando la infección se hace crónica se presentan fiebres y sudaraciones nocturnas, diarrea crónica, infecciones repetidas de las vías respiratorias, pérdida de peso no intencionada, entre otras. Cuando se llega a fase de sida, se presenta algo que se llama síndrome de desgaste en donde ya se ha perdido más del 10% del peso corporal
– ¿Qué consecuencias conlleva el V.I.H.?
En el caso de no recibir tratamiento la consecuencia es el debilitamiento del sistema inmune hasta llegar a fase de sida
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– ¿Se ha controlado el avance del V.I.H. en los últimos años?
Se ha controlado el número de muertes. Por ejemplo en los 80´s el índice de mortalidad era de más del 70%. Ahora se ha reducido mucho la mortalidad pero cada día hay más casos
– ¿Es el V.I.H. una enfermedad terminal o existe cura?
Es una enfermedad crónica
Desde aquí mi agradecimiento a D. Víctor Rodríguez Pérez, Doctor en Psicología y profesor en la Universidad Tecnológica de México, por introducirnos a la problemática sobre el V.I.H..
Cualquiera que haya tenido niños sabe que el papel de las madres es fundamental para el cuidado y protección del menor.
Algunos padres consideran que es en el kínder (guardería) y en la escuela donde el menor debe de recibir la formación necesaria para su desarrollo.
Papel de las madres
La educación está jugando un papel cada vez más importante en nuestras vidas, ya la evolución del número de años que dedicamos a formarnos se ha ido incrementando en las últimas décadas tal y como lo refleja la gráfica siguiente.
[graphiq id=»j4DGju2Nu4t» title=»Promedio de años de educación por País» width=»600″ height=»567″ url=»https://sw.graphiq.com/w/j4DGju2Nu4t» link=»//www.graphiq.com/wlp/j4DGju2Nu4t» link_text=»Promedio de años de educación por País | Graphiq
Durante los primeros años, algunos padres se dedican casi en exclusiva al cuidado y la alimentación del menor, sin atender a un aspecto tan importante como es el desarrollo lingüístico y de autoconocimiento del mismo, dejando que sea la televisión en muchos casos quien “eduque” al menor.
Hoy en día, muchas maestras de niños pequeños se quejan de que estos no vienen “educados” de casa, y que son ellas las que además de su labor deben de enseñarles a “comportarse”, como a pedir lo que quieren e incluso a hablar de forma legible. Tareas básicas que las maestras entienden que corresponderían a la familia enseñar.
En cambio, otras familias asumen el rol de profesores e intentan que sus hijos vayan sabiendo lo que les van a enseñar, entendiendo que, si “adelantan” al resto, tendrán más oportunidades de desarrollo, para lo cual emplean libros “casi académicos” donde enseñarles las letras, los objetos e incluso los números, pero ¿Cuál es el papel de las madres en el desarrollo del menor?
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Diada-madre-hijo
Esto es lo que se ha tratado de averiguar con una investigación realizada desde el Department of Psychology, University of Otago (Nueva Zelanda) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Experimental Child Psychology.
En el estudio participaron ciento veintidós madres con niños entre los veinte y veintisiete meses, de las cuales únicamente completaron el estudio noventa y seis de ellos.
Se realizaron dos medias, pre y post-ensayo para comprobar la eficacia de la condición experimental; en donde se comprobaba el desarrollo del vocabulario del menor mediante el MacArthurCommunicative Development Inventory (M.C.D.I.) y el mental state vocabulary checklist.
Igualmente se evaluó la capacidad de autoreconocimiento del menor en el espejo.
Se asignaron a las madres al azar a dos grupos experimentales, en el primero se enseñaría a los pequeños a través de un libro que fomenta lo que le gusta y quiere de los objetos presentados, lleno de colorido; mientras que, en el segundo grupo, las madres debían de enseñar con libros orientados a identificar y formar relaciones entre los objetos presentados, con menos colorido.
Es decir, se trata de que en el primer caso las madres fomenten la identidad personal, mientras que en el segundo fomenten el desarrollo lingüístico.
Los resultados muestran que los pequeños de ambos grupos incrementaron su eficacia en la prueba del espejo, mientras que los que se basaron en el libro que fomentaba los gustos y deseos del menor mejoraron significativamente el vocabulario frente a los libros más «académicos».
Y todo ello independientemente del nivel educativo de las madres.
Madre
Hay que tener en cuenta que en el estudio únicamente se ha analizado el papel de la madre en el desarrollo del menor, olvidando al hombre como agente de desarrollo.
Igualmente, el desarrollo del menor ha sido evaluado únicamente en dos de sus facetas, siendo necesario un análisis más amplio para conocer todas las implicaciones de la intervención de la madre en el desarrollo.
A pesar de lo anterior, parece claro que el papel de la madre es fundamental para el desarrollo del menor, de habilidades básicas y previas a las académicas, como son el vocabulario y la autoconciencia.
Igualmente destacar que los libros ilustrados orientados a los menores son de una gran utilidad, ya que surgen su efecto independientemente del nivel educativo de la madre.
Así mismo, los libros más “académicos” centrado en el significado de los objetos y la relación con su utilidad, parecen no ser eficaces en el desarrollo del vocabulario a una edad tan corta como la investigada.
Experta Colaboradora:
Claudia Truzzoli
Psicóloga clínica y psicoanalista con perspectiva de género.
Cuando se trata del desarrollo emocional de un bebé, no se pueden aplicar criterios de igualdad como son válidos para las relaciones adultas entre hombres y mujeres. Un niño/a es inmaduro y absolutamente dependiente al nacer y el papel de la madre, como lo trata, ejercerá una influencia muy grande en la constitución en el bebé del tipo de apego emocional que pondrá en práctica en sus relaciones con el mundo. Que sea de confianza o de desconfianza, dependerá del tipo de apego que haya dejado su marca en él. El papel de la madre es primordial en los primeros años y está establecido por psiquiatras de renombre mundial que han hecho listas de acuerdo a los años del bebé de hasta qué punto puede soportar una separación de su madre. Interesante y de necesidad que esto sea tenido en cuenta en los casos contenciosos de divorcio donde se establece una custodia compartida, contraindicada cuando el bebé es muy pequeño.
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