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  • ¿Existe la esterilidad psicosomática?

    ¿Existe la esterilidad psicosomática?


    Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan una mujer que quiere tener descendencia es la temida esterilidad, ¿Qué papel juega la Psicología?

    Definiendo la esterilidad femenina

    La esterilidad femenina es definida como la incapacidad de concebir por parte de la mujer, entre las causas que lo originan están las genéticas y biológicas, pero existe un numero creciente de casos que no pueden ser explicados por ello, en éste artículo vamos a analizar los aspectos psicosomáticos y las teorías explicativas que se encuentran detrás de ésta patología.
    Es precisamente en ésta edad donde se fija Freud para establecer el origen de los «traumas», que mostrarán sus pacientes adultos, partiendo de la idea de que los hechos acontecidos durante la infancia van a quedar en nuestra memoria el resto de la vida, y si estos por alguna circunstancia entraña violencia, esa emotividad quedará contenida y podrá manifestarse durante la vida adulta en forma de síntomas.

    Según Helene Deutsch quien estudió multitud de casos clínicos, determinó que tanto la compulsión a la concepción como la esterilidad psicógena tenían la misma base.
    El primer concepto, compulsión a la concepción, hace referencia a la facilidad de la mujer de concebir en situaciones psicológicas y socioeconómicas desfavorables.
    En ambos casos halla que debajo de ambas alteraciones de la función reproductiva, se encuentra una conflictividad subyacente con su madre “trastornada”, que ofrece un “ejemplo dañino”, el cual puede ser deseado o rechazado (amor-odio), acompañándose de inmadurez y necesidad de apoyo emocional, siendo la fuente de importantes trastornos de la sexualidad en la vida adulta de la hija.



    Origen de la esterilidad femenina

    Igualmente desde la aproximación psicosomática, se da gran importancia a los primeros años de vida, en la formación de patologías futuras, indicando que el cuerpo aprende a manifestarse de una determinada forma que se establece en las primeras etapas de la vida, y que con posterioridad, cuando se es adulto, el cuerpo va a usar ese mismo medio, apareciendo con ello las enfermedades psicosomáticas.
    Agresiones físicas o psicológicas, maltratos o violaciones son situaciones que van a marcar a la persona, en su desarrollo tanto desde el punto de vista de su personalidad, como en su mundo emocional y a la hora de establecer relaciones interpersonales.
    Eso no quiere decir que aquella persona que haya sufrido una de esas situaciones de violencia, vaya a quedar «marcado» para toda su vida y no pueda llevar una vida «normal», aunque existe una predisposición no es determinante, ya que la persona tiene la capacidad de recuperarse con el tiempo, aunque a veces hay heridas que no curan, se quedan en el «olvido».
    Uno de éstos hechos es el intento de violación o su consumación en edades tempranas, algo para lo que el menor no está todavía preparado ni física ni psicológicamente y que va a tener importantes consecuencias en futuro, entre ellas la esterilidad.
    El análisis desde la aproximación psicosomática, de algunos casos de mujeres que físicamente estaban sanas, pero que no conseguían quedarse embarazas, ha llevado a señalar que se trataría de una patología psicosomática, donde el mundo emocional está «interfiriendo» en el normal desempeño del organismo.

    Hechos traumáticos y la esterilidad femenina

    Actualmente se reconoce que los hechos traumáticos durante los primeros años de vida pueden «torcer» un correcto desarrollo, por lo que se requiere de una intervención especializada para poder superar dichas situaciones y que las consecuencias futuras sean menores.
    Entre las causas de la infertilidad, cuando se han descartado los problemas médicos y fisiológicos, se encuentran las de índole psicosomáticos como son:

    – La Anorexia nerviosa, donde la malnutrición del organismo lleva a una inmadurez sexual, además de alteraciones hormonales con pérdida de la menstruación (amenorrea).
    – Las Disfunciones sexuales como la disfunción eréctil o el vaginismo, lo que impide la consumación de la relación sexual.

    Además de lo anterior se estima que existen una serie de características de la persona que pueden influir negativamente en la fertilidad, como son la baja autoestima, una falta de identidad sexual definida o un desempeño social y sexual ineducado entre otros.
    Por último y no por ello menos importante, el estrés juega un papel destacado en la infertilidad, aunque no queda claro si es causa que lo origina o consecuencia de la frustración producida de los intentos repetidos por parte de la pareja sin éxito.


    Un reciente estudio de The University of Western Australia publicado en la revista Human Reproduction muestra los mecanismo fisiológicos por los cuales la ansiedad puede provocar infertilidad, ya que el estrés afecta al hipotálamo, que a su vez afecta a las glándulas endocrinas encargadas de la regulación de la ovulación, provocando alteraciones e incluso la amenorrea; afectando también al trasporte de óvulos por las trompas de Falopio y alterando el flujo de sangre uterino.


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  • ¿Qué nos diferencia de los animales?

    ¿Qué nos diferencia de los animales?

    El tiempo de gestación media en humanos es de nueve meses, no es de los más largos dentro de los mamíferos, por ejemplo, los elefantes pueden llegar hasta los veintidós meses. Pero hay una característica distintiva de nuestros bebé, con respecto al resto del mundo animal, y ésto es la dependencia que éste tiene para sobrevivir, la cual se extiende durante años.
    La mayoría de los animales, nada más nacer son capaces de ponerse en pie sobre sus patas y andar, o de nadar sin ninguna dificultad cuando son acuáticos, pero, ¿Qué pasa con los humanos?
    El bebé humano es uno de los más indefensos y dependientes, precisando de cuidado y atención hasta más allá de la pubertad antes de ser independiente y autosuficiente; el momento de dejar su casa, con un trabajo con el que mantenerse, es el que se podría equiparar al de la independencia de los animales, que en la mayoría lo hace sin que haya pasado mucho tiempo desde que nació, y en los humanos a veces se prolonga hasta los treinta años, pero ¿Por qué es esto así?



    El cerebro es uno de los órganos que todavía no tiene totalmente formado el bebé en el momento de nacer, durante los primeros años de vida va a experimentar una serie de cambios tan importantes como son:
    – Durante la etapa fetal entre el segundo y cuarto mes de vida, el cerebro ha sufrido un proceso de proliferación neuronal, seguido de otro de selección neuronal, donde se ha producido la apoptosis, es decir, una muerte neuronal programada, sobreviviendo únicamente la mitad de las neuronas que había. Tras ésta etapa, el cerebro va a mantener el número de neuronas durante el resto de su vida. Al menos ésta es la creencia que se tenía antes de descubrir la neurogénesis, es decir, la capacidad del cerebro de formación de nuevas neuronas, las cuales se pueden producir de forma limitada durante toda la vida incluso en etapas adultas.
    – El proceso de mielinización neuronal, el cual consiste en recubrir los axones neuronales, que es la parte encargada de conectarse con otras neuronas, lo que facilita la interconexión entre ellas. Éste proceso se lleva a cabo en momentos diferente según la región donde se produzca, así se inicia en las áreas primarias sensoriales y motoras, concluyendo aproximadamente en la pubertad con la mielinización de las áreas de asociación frontales y parietales.
    – El incremento de las conexiones neuronales, facilitado precisamente por la mielinización, y que tiene mucho que ver con las experiencias que va viviendo el bebé, y que van a conformar su cerebro. La expresión “Los niños son como esponjas”, pues lo absorben todo, habla precisamente de ésta capacidad de aprendizaje de un cerebro en formación que se nutre de todo tipo de información proveniente de su entorno.
    – El aumento del tamaño del cerebro, que en el primer año de vida se ha duplicado y en el segundo año se a triplicado con respecto al tamaño de la cabeza del bebé al nacer.
    – La neuroplasticidad, en donde las neuronas que previamente son indiferenciadas, van especializándose en el procesamiento de un determinado tipo de información, estableciendo conexiones con sus «vecinas», conformando así las regiones de procesamiento especializado como el área visual, auditiva, sensitiva o motora.
    Todo éste proceso de maduración cerebral va a irse produciendo de forma paulatina a medida que va desarrollándose el organismo.

    Pero éste desarrollo a pesar de que tiene mucho de programación biológica, es decir, una base genética que va estableciendo los pasos por los que el cerebro va a ir pasando, puede estar facilitado o entorpecido, gracias a la estimulación materna, incluso durante el embarazo, al menos así lo afirma un estudio llevado a cabo por University of Helsinki (Finlandia), publicado en el Proceedings of the National Academy of Sciences, quienes estudiaron a treinta y tres mujeres, a la mitad de las cuales las hicieron oír repetidamente durante el día una pseudopalabra, es decir, una palabra inventada que no existe en su idioma, mientras que la otra mitad no escuchó nada nuevo.
    Después del nacimiento al bebé se le evaluó empleando un electroencefalograma, que evalúa la actividad eléctrica del cerebro, encontrando que los bebés del primer grupo eran capaces de reconocer las pseudopalabras, lo que indicaría cierta capacidad de aprendizaje y memoria, con lo que a partir de este estudio se afirma de la importancia de la estimulación temprana en el desarrollo cognitivo, incluso antes del nacimiento, durante la gestación.

  • La química de las emociones

    La química de las emociones






    Neurohormonas y Emociones: Comprendiendo el Cerebro


    Neurohormonas y Emociones: Comprendiendo el Cerebro

    Comprendiendo al cerebro

    El cerebro utiliza tanto conexiones eléctricas como químicas para funcionar. Las neurohormonas, sustancias químicas que actúan en diferentes áreas del cerebro, juegan un papel clave en la regulación de las emociones y comportamientos. A través de una compleja red de conexiones, estas sustancias afectan la forma en que percibimos y expresamos nuestras emociones, lo que impacta directamente en nuestro bienestar general.

    Principales Neurohormonas

    Dopamina

    La dopamina es fundamental en los sistemas de recompensa del cerebro. Está asociada al placer, la motivación y el deseo sexual, y su activación en el sistema nervioso simpático es crucial para el aprendizaje basado en recompensas.

    La dopamina es producida en el área tegmental ventral y proyecta hacia varias estructuras, como el núcleo accumbens, la amígdala y el córtex prefrontal. Cuando los niveles son altos, la persona experimenta motivación, euforia y mayor energía. Sin embargo, la falta de dopamina se ha relacionado con trastornos como el Párkinson y la depresión.



    Oxitocina

    Conocida como la «hormona del amor», la oxitocina es crucial para la creación de vínculos afectivos y la regulación de la conducta maternal y sexual.

    La oxitocina es producida en el hipotálamo y se libera a la hipófisis antes de ingresar al torrente sanguíneo. Participa en la formación de lazos emocionales, la empatía y en la reducción del estrés. También se ha investigado su papel en el tratamiento de trastornos como el autismo y la ansiedad social.



    Adrenalina

    La adrenalina prepara al cuerpo para enfrentar situaciones de «lucha o huida», aumentando la frecuencia cardíaca y la presión arterial.

    Es liberada por las glándulas suprarrenales en respuesta al estrés. Los niveles elevados de adrenalina pueden causar ansiedad y problemas de sueño. Sin embargo, en situaciones controladas, puede mejorar la concentración y el rendimiento físico.



    Noradrenalina

    Implicada en la atención, el aprendizaje y la sensibilidad emocional. Actúa modulando la respuesta del sistema nervioso autónomo.

    Se produce en el locus coeruleus y afecta la excitación y la vigilancia. Niveles elevados están relacionados con la hipervigilancia y el estrés crónico, mientras que niveles bajos pueden afectar negativamente la motivación y la atención.



    Serotonina

    Juega un papel crucial en la regulación del apetito, el sueño y el estado de ánimo, siendo conocida por sus efectos calmantes.

    Producida en los núcleos del rafe, la serotonina influye en la estabilidad emocional. Una deficiencia de serotonina puede causar depresión, ansiedad y trastornos obsesivo-compulsivos (TOC). El uso de antidepresivos como los ISRS ayuda a elevar los niveles de serotonina en el cerebro.



    Acetilcolina

    Neurotransmisor clave para el aprendizaje y la memoria, facilitando la comunicación entre neuronas en el hipocampo y la corteza cerebral.

    Niveles altos mejoran la retención de memoria y la capacidad de aprendizaje. Su disminución está asociada con enfermedades neurodegenerativas, como el Alzhéimer, en las cuales la pérdida de acetilcolina contribuye a la deterioro cognitivo.



    GABA

    El ácido gamma-aminobutírico (GABA) es un neurotransmisor inhibidor que contribuye a la relajación y la reducción del estrés.

    GABA disminuye la actividad neuronal, promoviendo el sueño y la sedación. La falta de GABA se asocia con trastornos de ansiedad, insomnio y ataques de pánico. Los fármacos ansiolíticos, como las benzodiacepinas, aumentan la acción de GABA para tratar estos problemas.



    Endorfinas

    Las endorfinas actúan como analgésicos naturales, modulando la percepción del dolor y generando sensación de bienestar.

    Se liberan durante el ejercicio físico, la risa y otras actividades placenteras. La ausencia de endorfinas puede aumentar la sensibilidad al dolor y reducir la capacidad para disfrutar de la vida. También juegan un papel en la regulación del apetito y el ciclo menstrual.



    🎥 Vídeo Recomendado: Neurotransmisores



  • ¿Qué cara tienes por la mañana?

    ¿Qué cara tienes por la mañana?

    Cuando nos presentamos a los demás lo primero que se fijan es en nuestra cara, si hemos pasado la noche en vela se va a ver reflejado en ella.
    Si la cara es el espejo del alma, ¿Cómo es que vamos a la escuela o al trabajo con ojeras?
    Una noche en vela, dando vueltas en la cama o en un fiesta, todo ello va a quedar reflejado en nuestro rostro.
    De todos es conocido que necesitamos aproximadamente ocho horas de sueño para poder descansar y recuperarnos del día anterior, ¿pero qué pasa si no lo hacemos?
    Una noche sin dormir o haciéndolo dos o tres horas, puede que no tenga demasiadas consecuencias, a parte de mucho sueño durante el día, con dificultades para concentrarse, mostrándose algo abatido e incluso apático, sin demasiadas ganas de compartir el tiempo o actividades con otros.
    Pero además de los efectos anteriormente comentados, la falta de sueño va a tener importantes efectos sobre nuestra cara,ya no sólo porque hace que nuestra piel envejezca prematuramente, facilitando la aparición de las marcas propias de la edad avanzada, como arrugas y patas de gallo, sino que además existe un efecto inmediato en el día siguiente, así lo refleja un reciente estudio de la Stockholm University de Suecia, donde mostraban a los participantes un conjunto de fotografías tomadas a las dos y media de la tarde, es decir, más de cinco horas después de haberse despertado.
    En la fotografías aparecían caras de dos grupos de personas, aquellas que habían dormido sus ocho horas diarias y otras que habían pasado 31 horas sin dormir.
    Los participantes fueron capaces de distinguir a cada uno de los miembros de cada grupo, además se les pedía que indicasen los rasgos en los que se habían fijado para detectarlo.
    Entre los más destacables fueron las bolsas debajo de los ojos, la piel blanquecina y la comisura de la boca caída. Además de cansancio interpretaron estos rasgos de la cara como de tristeza.
    Era esperable que los participasen fuesen capaces de identificar correctamente los dos grupos de fotos, ya que los humanos estamos especialmente dotados para percibir e interpretar las emociones de las caras, incluso cuando estas no son humanas, así se desprende de los estudios clásicos en bebés donde se observa la predilección de estos por observar rostros sobre otro tipo de estimulación.
    De lo que se deduce, que la falta de sueño no va tener sólo un efecto en el desempeño personal, mermado por el «embotamiento» mental que se produce, sino que va a tener una consecuencia directa en la forma en que se relaciona con los demás, ya que los demás perciben su cansancio y además lo interpretan como tristes, provocando una respuesta al respecto.



    Hasta ahora hemos hablado de dormir unas pocas horas durante una noche, pero si las noches sin dormir se acumulan, por ejemplo porque estemos estudiando para un examen o porque trabajemos en el turno de noche, los efectos van a ser más graves e importantes, viéndose afectado tanto nuestra salud física y psicológica como nuestras relaciones sociales.
    En el ámbito físico vamos a padecer agotamiento de la musculatura, mayor tendencia a padecer enfermedades, ya que el sistema inmune se sobreactiva durante el sueño, además de las lesiones que pueda provocar la falta de atención, aumentando la posibilidad de padecer accidentes.
    A nivel psicológico, se produce una reducción en la atención, y concentración, con pensamiento disperso y superficial, pudiendo presentarse episodios de paranoia y hasta psicóticos.
    Con respecto a las relaciones sociales, tal y como señala el estudio arriba indicado, los demás van a darse cuenta de nuestro estado, y en función de ello van a reaccionar, además si somos esquivos con las relaciones por nuestro cansancio e irascibilidad vamos a ir perdiendo contacto social.
    A pesar de lo cual, se tratan de consecuencias temporales, que volviendo a recuperar el ritmo normal de sueño, en el que se descanse aproximadamente ocho horas, se vuelve a «estabilizar» nuestra salud y las relaciones sociales.

  • Componentes del cerebro emocional

    Componentes del cerebro emocional

    El mundo emocional es más complejo de lo que simple vista se puede ver, profundiza a través de éste artículo en los distintos elementos que lo componen.
    Cuando se habla de componentes de la emoción depende de dónde pongamos el foco de atención para decir que existen más o menos, así en una primera aproximación se pueden hablar de tres expresiones de la emoción:
    La neurofisiológica, abarca todas las vías y estructuras neuronales implicadas particularmente para cada una de las emociones, además de las respuestas vegetativas de vasocontricción, taquicardia, respiración acelerada y ruboración que acompañan a las emociones.
    La conductual, en el que nuestro cuerpo se convierte en “espejo” de nuestras emociones, manifestándose de forma involuntaria mediante la expresión facial y del resto del cuerpo, tensando o relajando determinados músculos, que pueden delatar lo que sentimos, incluso cuando tratamos de “disimularlo”. Igualmente éste componente nos habla de lo que vamos a hacer o no por seguir esa emoción, es decir, cómo se van a expresar todos aquellos actos motivados en nuestro comportamiento y en la forma en que nos relacionamos con los demás.
    La cognitiva, que tiene más que ver con cómo percibimos nuestra propia emoción y la de los demás, y cómo la interpretamos, es decir, la vivencia subjetiva de nuestros sentimientos. La carencia de una adecuada educación emocional puede estar detrás de la Alextimia, donde la persona es incapaz de identificar e interpretar correctamente sus propias emociones ni la de los demás.
    Podemos también hablar de componentes de la emoción para referirnos a sus cualidades y características como son:
    Emociones positivas frente a negativas (Wukmir, 1967), estando dentro de las primeras, el amor, la esperanza, el deseo, la compasión, la alegría,… y en cuanto a las negativas, la ira, el odio, la desesperación, la tristeza,…
    Emociones de alta y baja activación, entre los primeros estarían la euforia, el cólera, la ira,… mientras que entre las segundas estarían la tristeza, la melancolía, la apatía,…
    Emociones primarias frente a secundarias, siendo las primeras, el cólera, la alegría, el miedo y la tristeza, mientras que las secundarias, amor, sorpresa, vergüenza y aversión.



    Para Juan Rof se pueden distinguir siete componentes en el surgimiento y mantenimiento del mundo emocional:
    – El Espacial, donde el cerebro recoge información externa a través de los nervios sensitivos, sobre impresiones luminosas, auditivas, gustativas, táctiles, olfativas, transformando dichas sensaciones en percepción consciente.
    – Los Impulsos vegetativos o viscerales, que a pesar de compartir unas estructuras y mecanismos neuronales iguales, en cada persona se expresan de forma diferente, variando en cuanto a intensidad de la vivencia, relevancia otorgada y expresión de la emoción.
    Regulación de la actividad del resto de la corteza, que frena o da rienda suelta a las emociones, en ocasiones justificándolas y en otras reprimiéndola mediante mecanismos conscientes.
    – Complejos de integración del Esquema corporal, en el que la persona se reconoce por sus estados de ánimo más frecuentes, como colérica, depresiva,…, lo que hace que sus emociones se vean desdibujadas por éstas tendencias personales.
    Información cinética, la de la fisionomía, el tono muscular y la forma de comportarnos ante cada emoción, va a proporcionarnos una imagen personal sobre cómo expresamos ante las emociones, lo que nos va a ayudar a identificar e interpretar correctamente las emociones en los demás.
    – La Expresión verbal, empleando para ello las estructuras especializadas del lenguaje, aunque algunos autores afirman que en la mayoría de las ocasiones, somos incapaces de expresar con palabras lo que queremos y sentimos, utilizando el cuerpo para hacerlo.
    – La Memoria, en la cual va a afectar de forma considerable las emociones, siendo a su vez matizadas y modificadas estas en función de las experiencias previas en circunstancias similares. Es decir, las emociones nos ayudan a recordar acontecimientos que de otra forma podrían pasarnos desapercibidos y olvidarlos, y a la vez la memoria va a hacer que podamos sentir con mayor o menor intensidad cuando nos encontramos ante una circunstancia similar a la vivida, según tuvo un buen o mal fin la misma.

  • La cronopsicología: el tiempo psicológico

    La cronopsicología: el tiempo psicológico


    El tiempo va a influir en muchos de los eventos de nuestra vida, pero también de una forma que hasta ahora se desconocía, desarrollándose una nueva rama denominada Cronopsicología.

    Definiendo la cronobiología

    La cronobiología es la ciencia que estudia los ciclos biológicos y dentro del ámbito humano, estudia los movimientos cíclicos de nuestro sueño, de los músculos lisos o las hormonas, ¿Pero afecta alguno de estos ciclos al ámbito de la Psicología
    Pues bien, ya desde los primeros momentos del estudio de la atención y percepción del tiempo, allá por el siglo XIX, en los primeros laboratorios de biología aplicada al humano que se convertirían en el hito de la psicología experimental, se comprobó que existía una gran variabilidad individual, incluso en cuanto a la percepción del tiempo se refiere
    Por lo que el paso natural de la cronología, que es el estudio de cómo afecta el transcurso del tiempo en los seres vivos, se pasó a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado, al estudio de la cronobiología, es decir, a descubrir cómo se producían determinados fenómenos, cíclicamente en los organismos



    La cronobiología médica

    No se tardó más de diez años en que ese interés se ampliase a la cronobiología médica, cuyo fin era averiguar cómo evolucionaban las enfermedades, cuál era su ciclo de propagación y de mortalidad; una rama de la ciencia que ha ido aportando información muy valiosa para la lucha contra las enfermedades, que ha dado como fruto el conocer que en determinados momentos del día es más probable que aparezcan ciertas enfermedades que en otros
    Pero no se quedó el estudio ahí, sino que se amplió al hecho de curar al organismo y se comprobó cómo el sistema inmunológico también actúa cíclicamente, con lo que se ha ido trabajando en la actualidad, para comprender cómo hacer para que interactue ese ciclo de defensa del organismo con los medicamentos que se administran. Por ello cuando vamos al médico, éste nos prescribe el medicamento, indicándonos las dosis diarias y el momento de su administración, por ejemplo, «Tómese una cada doce horas, o una antes cada la comida», buscando con ello aumentar el efecto del medicamento en el organismo ajustándolo mejor a sus ciclos.
    Un gran avance en la eficacia de los medicamentos, pues con anterioridad se había encontrado, que algunos no funcionaban con determinadas personas y era precisamente por el momento de la ingesta del mismo, lo que estaba reduciendo su efectividad.
    El campo de la cronopsicología ha tardado más en surgir como ámbito de investigación independiente, pero la influencia del tiempo en cada persona y en su mundo social ha jugado un papel destacable desde siempre, y aunque su estudio ha sido puntual y esporádico, actualmente se le está dando gran importancia porque se ha comprobado su eficacia en la vida diaria


    Ciclos naturales

    En la literatura médica desde hace tiempo, se ha recogido cómo no tener en cuenta los ciclos naturales va a afectar a la persona, provocando una serie de disrupciones que van a tener consecuencias negativas en la salud de quien lo padece, como por ejemplo:
    – Al desplazarse a otras localidad que tienen un ciclo de día-noche diferente va a provocar el fenómeno conocido como jetlag, lo que va a acarrear problemas de sueño y digestivos, fatiga y falta de concentración, hasta que el organismo se adecue al nuevo horario.
    – El trabajo en un sistema de turnos rotatorios, es decir, dentro de la misma semana, unos días se trabaja por la mañana, otros por la tarde y otros por la noche, en estas condiciones se ha comprobado cómo sufren determinados desajustes del organismo.
    – El trabajo nocturno en el que se invierte el momento de actividad, haciéndolo coincidir con el que habitualmente dedicamos para dormir, tiene también una serie de consecuencias negativas, tanto en el desempeño de sus funciones como en el ámbito de relaciones interpersonales.
    Ésta acumulación de datos dan cuenta de un fenómeno, que a pesar de estar basado en el ciclo día-noche, existe un reloj interno que se rige de forma independiente y que afecta a nuestras capacidades y habilidades, es lo que se ha venido en llamar cronopsicología, o psicología del tiempo.
    Esta ciencia trata del estudio de cómo la persona percibe el tiempo, así como de los factores que afectan a esta percepción. Por lo que podemos afirmar que el tiempo psicológico es cómo cada persona vive el paso del tiempo, que a pesar de ser el mismo para todos, se experimenta de forma particular y a veces distorsionada.


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