Autor: Dr. Juan Moisés de la Serna

  • El papel psicológico en el ulcus gástrico

    El papel psicológico en el ulcus gástrico

    El ulcus gástrico se produce principalmente por la bacteria Helicobacter pylori, aunque también juega un papel destacado lo psicológico, descubre cómo.

    El ulcus gástrico más conocido como ulceraciones gastro-intestinales o úlceras pépticas.

    Las úlceras son lesiones en la piel, o en la membrana mucosa, que recubre el estómago (úlcera gástrica), en el duodeno (úlcera duodenal) o en el esófago (úlcera de esófago). Éste revestimiento es necesario contra los ácidos irritantes producidos por el propio estómago. Normalmente las úlceras afectan a la primera capa del revestimiento, pero pueden darse complicaciones con sangrado (hemorragia digestiva) expulsado a través de las deposiciones o vómitos con sangre, que puede desencadenar en anemia; e incluso pueden atravesar el estómago denominándose perforación.
    Los síntomas que se experimentan, son la aparición de un dolor en la parte superior del abdomen, de media a una hora después de comer; acompañados en ocasiones de náuseas, vómitos y pirosis (sensación de quemazón en el estómago); éste dolor puede mantenerse durante semanas, siendo percibido con mayor intensidad por la noche.
    Sus Causas son debidas tanto  por una infección bacteriana como por afecciones tumorales.
    Aunque existe un componente biológico que predispone a la persona a padecer ésta afección, en la mayoría de los casos, se produce por hábitos inadecuados, como por ejemplo la ingesta prolongada de algunos medicamentos antiinflamatorios no esteroides (yatrogenia), ingerir habitualmente bebidas alcohólicas o por el tabaco.
    Igualmente el mantenimiento de las ulceras está asociado a la ingesta de determinados alimentos, así como a situaciones de estrés que impiden su cicatrización.
    El Tratamiento, según sea el caso, se realiza con protectores gástricos, antibióticos (en el caso de infección bacteriana) e inhibidores de secreción gástrica; primeramente para eliminar los síntomas, y luego para reducir la acidez del estómago permitiendo la cicatrización de las úlceras.
    Para ello se recomienda evitar todos aquellos factores que están asociados al mantenimiento de las úlceras, como son beber alcohol, café o té, u otras bebidas que contenga cafeína, así como comidas copiosas o picantes y fumar.
    En los casos más extremos en que haya perforación, lo que provoca una peritonitis aguda, con un dolor intenso, se requiere de intervención quirúrgica de urgencia.


    Vídeo Recomendado: ¿Qué es una úlcera gástrica/péptica?

    Desde la Medicina convencional se considera que el origen y mantenimiento de las úlceras son exclusivamente de tipo biológico; en cambio, la Medicina psicosomática va un poco más allá, atendiendo además al componente psicológico de la persona, que va a afectar tanto al origen (hábitos inadecuados) como al mantenimiento.
    La Psicología clínica por su parte, ha desarrollado una serie de técnicas de modificación de conducta y de trabajo para el manejo del estrés como forma de intervención terapéutica complementaria, como son:
    Técnicas operantes, en que se utilizan procedimientos como reforzamiento o castigo para instaurar, mantener o reducir determinados comportamientos.
    >- Técnicas de resolución de conflictos, en donde se entrenan habilidades de orientación, búsqueda de alternativas y generación de soluciones de problemas, así como toma de decisiones, puesta en práctica y seguimiento.
    Técnicas aversivas, según sean estímulos condicionados e incondicionados; las cuales buscan enfrentar al paciente con las consecuencias negativas de su conducta.
    Estas técnicas se van a administrar en paralelo al tratamiento médico correspondiente, buscando con ello reducir la presencia y frecuencia de los hábitos inadecuados que provocan el mantenimiento de las úlceras.
    Con respecto a las causas se relaciona la aparición de úlceras gástricas a tres dimensiones del paciente, la física, la psíquica y la social:
    – En la física se tiene en cuenta tanto la secreción gástrica como la predisposición genética.
    – En la psíquica, se asocia con personas competitivas, que tienen altas aspiraciones y que se someten a mayores responsabilidades.
    – En la social, se equipara a la sociedad “moderna” como generadora de estrés, contraponiendo las grandes urbes frente a las áreas rurales; donde los individuos que viven en las ciudades se ven sometidos a demandas constantes, tensión emocional, agotamiento crónico o sentimiento de fracaso al compararse con otros.
    Ésta relación entre lo psíquico, que influye directamente sobre lo físico, ha convertido al ulcus gástrico en el mejor exponente de la patología psicosomática. Llegándose a observar cómo en estados de enojo, preocupación o tensión mantenida, provoca una disminución de la mucosa protectora del estómago, aumentando además la acidez en el contenido gástrico; situación que si se prolonga en el tiempo va a desembocar en la aparición de úlceras gástricas.

    Algunos autores han minusvalorado el papel psicológico como causante del ulcus gástrico, debido a que más del 80% de los casos son producidos por infecciones bacterianas, en concreto por la presencia de la bacteria Helicobacter pylori, siendo los restantes casos atribuidos al estrés generado como consecuencia de otras enfermedades; a pesar de lo cual, hay que tener en cuenta que las posibilidades de infección se ven incrementadas en situaciones de estrés, donde el sistema inmunológico está infrautilizado, por lo que en condiciones “normales” no se producirían estas úlceras.

  • El peligro de la hipertensión arterial

    El peligro de la hipertensión arterial


    Resumen: La hipertensión es un signo de que algo no está funcionando bien en nuestro organismo, pero ¿Cuáles son sus causas?, y ¿Cómo se trata?

    La presión arterial

    La presión arterial se define como la fuerza con la que la sangre choca con las paredes de las arterias, dado por el incesante bombeo de sangre proveniente del corazón. La Hipertensión, tal y como indica su nombre, se trata de niveles anormalmente altos de presión arterial.
    La importancia de ésta medida, es que una cantidad demasiado alta, podría estar indicando posibles problemas circulatorios en un futuro, debido a la mayor presión sobre el sistema y con ello, más posibilidades de que aparezcan lesiones en alguno de sus conductos, pudiendo provocar accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca, enfermedad renal e incluso la muerte temprana.

    La presión o tensión arterial se mide gracias a un tensiómetro o manómetro, que indica por dos medidas, la correspondiente a la contracción del corazón (sístole) y la de la relajación (diástole); siendo una medida normal entre 120 y 80 respectivamente; se considera prehipertensión cuando estas cantidades suben hasta 140 o 90, cuando llegan a ésta cantidad o la superan se denomina hipertensión.

    Existen dos tipos de hipertensión, la primaria o esencial y la secundaria, la primera, que es más común, está relacionada con el sobrepeso, la diabetes, estados ansiosos, y la ingesta de sal, alcohol o tabaco. Mientras que la secundaria, es producto de otros “achaques” que afectan a la salud, tal como enfermedades renales, trastornos del sistema endocrino, problemas congénitos o yatrogénia.
    Hay que tener en cuenta que la presión arterial aumenta con la edad, debido a la pérdida de la elasticidad de las arterias con el paso del tiempo; igualmente la presión no es estable a lo largo del día, sino que varía de hora en hora y en función de la actividad que estemos desempeñando.
    El Tratamiento de los problemas relacionados con la presión arterial se centra en tres aspectos:
    – Hábitos saludables de vida, entre los que se incluye la pérdida de peso en las personas que sufren de obesidad, ejercicios moderados, dieta de fruta, abandonar el alcohol, el tabaco, café, sal y alimentos ricos en grasas saturadas y colesterol.
    – Intervención farmacológica con diuréticos, beta bloqueadores o bloqueantes de canales de calcio.
    – Intervención psicológica, orientada principalmente a combatir las situaciones de estrés diario y a la consolidación de hábitos saludables de vida.


    https://youtu.be/BYjZFotp_54

    La hipertensión

    Desde la Perspectiva psicosomática, las personas hipertensas están más relacionadas con la hostilidad contenida, que con la ansiedad, empeñadas en luchar contra sus sentimientos agresivos que es incapaz de expresar, sintiéndose siempre amenazada y dispuesta a defenderse, viviendo una situación de atención crónica. Además estas personas van a estar caracterizadas por una escasa valoración de sí mismos, con elevada ambición, miedo constante de no alcanzar sus metas, tendencia a la perfección, y a adquirir responsabilidades. A pesar de su hostilidad, propiciada por ceder hacia los deseos de los demás, como forma de alcanzar los suyos propios y conseguir aceptación social, no es capaz de expresar ésta agresividad, mostrándose comprensivo y afable.


    Personalidad e Hipertensión

    Con respecto al Tipo de personalidad más habitual en éstos pacientes, se suele presentar tanto en la Personalidad tipo A como en la Personalidad tipo D:
    – La personalidad tipo A está relacionado con problemas coronarios, asociados a la agresividad y la competitividad.
    – La Personalidad tipo D está más relacionado con la probabilidad de sufrir trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad. Además estas personas se muestran hiperactivas, debido a una excesiva autoexigencia motivada por su baja autoestima, mostrando altos niveles de alexitimia.
    Sus rasgos de inhibición emocional de la Personalidad tipo D, podrían asemejarse con los de la Personalidad tipo C, donde también aparece un constante autocontrol, con falta de asertividad, con dificultad de expresar las emociones negativas. Pero en éste caso, en la Personalidad tipo C se dan además una excesiva aparición de expresividad de sentimientos positivos, para “compensar” a los negativos, mostrándose amoroso, solidario, amable y carente de problemas. Pero además se muestra pasivo, introvertido, obsesivo, con dificultad de iniciar nuevas relaciones sociales o de asumir cambios en su vida cotidiana, inconformista con sus propios logros, deseando el de los demás, complaciente e inseguro y propenso a sufrir depresiones.
    Como vemos es cuestión de matices, la diferencia entre ambos tipos de personalidad, pero esos rasgos distintivos son los que van a hacer reaccionar de forma diferente al organismo, así las personas con Personalidad tipo C son más propensas a sufrir reumas, infecciones, alergias, afecciones cutáneas y cáncer. Mientras que las pErsonas tipo D van a ser más propensas de sufrir trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad, úlceras pépticas y trastornos vasculares, como hipertensión, cardiopatías isquémicas o arritmias, con mayor riesgo a padecer infartos de miocardio.

  • ¿Cómo relaciona el estrés y la enfermedad psicosomática?

    ¿Cómo relaciona el estrés y la enfermedad psicosomática?

    En éste artículo se analiza la relación existente entre el estrés y las enfermedades psicosomáticas.

    El estrés es aquello que sentimos cuando debemos dar una respuesta lo más rápido y certera posible, ante un examen, un informe que hay que entregar en el día,… todo ello provoca una tensión emocional que se va acumulando si no se libera.
    Existe una relación directa entre el estrés y las enfermedades psicosomáticas, se ha comprobado que ante el aumento del estrés acumulado se incrementa la probabilidad de sufrir dichas enfermedades.
    En caso de que la situación que genera estrés (estresor), se mantenga a durante semanas o meses, se puede ver afectado, el sistema digestivo, provocando gastritis, úlceras o colon irritable; igualmente afectará a la piel con la aparición de dermatitis, urticaria o caída de pelo; a nivel pulmonar puede aparecer tos o ataques de asma; y a nivel muscular se puede experimentar lumbalguia o dolores musculares.
    Si el estrés se mantiene durante más tiempo, se considera una situación de estrés crónico y puede producir hasta las más graves enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple.
    Éste tipo de afecciones, cuando el estrés es de origen psicológico, ha proporcionado el respaldo definitivo para dar cuerpo teórico y práctico a la aproximación psicosomática, más allá de una somatización de emociones mal manejadas, tal y como se solían atribuir en estos casos, en que se equiparaban a los trastornos psicológicos.
    En cambio, la expresión de signos y síntomas físicos, tan graves e importantes como los provocados a nivel muscular, pulmonar, gástrico e incluso inmune, siendo su responsable un acontecimiento psicológico como es el estrés, no deja duda alguna a que existe una relación directa entre lo psicológico y lo físico, y que la salud de uno, influye en el otro, principios fundamentales de la aproximación psicosomática.

    El Estrés y sus Efectos en la Salud

    ¿Qué es el Estrés?

    El estrés es una respuesta natural que experimentamos cuando enfrentamos situaciones que requieren una respuesta rápida y precisa, como:

    • Exámenes
    • Informes con plazos ajustados
    • Situaciones de presión laboral

    Esta tensión emocional puede acumularse si no se maneja adecuadamente.

    Efectos del Estrés Prolongado

    Sistema Digestivo

    • Gastritis
    • Úlceras
    • Colon irritable

    Piel

    • Dermatitis
    • Urticaria
    • Caída de pelo

    Sistema Respiratorio

    • Tos
    • Ataques de asma

    Sistema Muscular

    • Lumbalgia
    • Dolores musculares

    Estrés Crónico

    Cuando el estrés se mantiene durante períodos prolongados, puede derivar en estrés crónico, que puede provocar enfermedades autoinmunes graves como la esclerosis múltiple.

    Aproximación Psicosomática

    Existe una relación directa entre lo psicológico y lo físico. La salud de uno influye directamente en el otro, siendo estos los principios fundamentales de la aproximación psicosomática.

    Pero ésta aproximación no sólo tiene que ver con el origen de los signos y síntomas de las enfermedades, sino también con su tratamiento, entendiendo que cualquier intervención, única y exclusivamente física, no hará sino “parchear” lo que no funciona bien, pero mientras que no exista una intervención terapéutica completa, que incluya los aspectos psicológicos, aquello que lo genera y mantiene (el estrés) seguirá haciendo estragos, en ese mismo órgano o músculo, o en otros.
    De ahí que a veces, cuando desde el ámbito exclusivamente médico se trata un órgano o músculo, a pesar de que se observe una mejoría en éste; otro órgano normalmente próximo, muestra signos y síntomas de enfermedad que antes no mostraba, por lo que en ocasiones el diagnóstico parece difuso y errático, y todo ello porque no se está tratando la causa psicológica que lo genera y mantiene.
    Ante un caso de úlcera, por mucho “antiácido” que se beba tras la comida, para reducir el nivel de acidez del estómago y proteger así a las úlceras, no hará sino mitigar los síntomas y evitar que estas provoquen malestar y dolor; pero ese estrés acumulado y agotador del sistema se expresará de otra manera, pues todo el organismo está siendo sobrecargado continuamente.
    Esto se ejemplifica claramente con las piezas de un motor de cualquier vehículo, al cual si se le da un uso correcto puede durar mucho tiempo, pero si se está continuamente pisando el acelerador, éstas “sufren” más de la cuenta, erosionándose las piezas, y pudiendo llevar a la rotura de alguna de ellas.
    Pues lo mismo le sucede a nuestro organismo, las primeras “piezas” que se verían afectadas serían, precisamente aquellas que genéticamente tuviésemos más propensas a la enfermedad, o que por algún motivo ya hubiesen sufrido con anterioridad y estuviesen más débiles. Es por ello que el mismo nivel de estrés (aunque como cada uno lo vive de forma individual, basado en su historia personal, nunca es el mismo), va a provocar una sintomatología diferente según la persona que lo está sufriendo, viéndose en unos casos afectados el sistema muscular, gástricos, pulmonar, o el inmune.
    Con posterioridad, y gracias a los estudios realizados sobre el eje Hipotálamo Hipófiso Adrenal (H.H.A.), se ampliará el espectro de las causas psicológicas generadoras de trastornos psicosomáticos, dejando así de circunscribirse únicamente en el estrés, para ampliar también al ámbito de la vida emocional del paciente y que como se viene comentando, no es sino con una intervención global que afecte tanto a la parte física como psicológica, como se va a conseguir restaurar la salud de la persona y no sólo “parchear” aquella expresión de signos y síntomas.

    Aproximación Psicosomática al Tratamiento

    Más allá del tratamiento físico: Una perspectiva integral

    El Problema del Tratamiento Parcial

    La intervención únicamente física actúa como un «parche» temporal. Sin abordar los aspectos psicológicos subyacentes, el problema persistirá o se manifestará de otras formas.

    Consecuencias del Tratamiento Incompleto

    • Mejoría temporal del órgano tratado
    • Aparición de síntomas en órganos próximos
    • Diagnósticos difusos y erráticos

    La Analogía del Motor

    Al igual que un motor sometido a excesiva aceleración, nuestro organismo bajo estrés constante sufre:

    • Desgaste acelerado de componentes
    • Mayor propensión a fallos
    • Deterioro progresivo del sistema

    Manifestación Individual del Estrés

    El impacto del estrés varía según cada persona, afectando principalmente a:

    • Áreas genéticamente predispuestas
    • Zonas previamente debilitadas
    • Sistemas más vulnerables (muscular, gástrico, pulmonar, inmune)

    Avances en la Comprensión

    Los estudios sobre el eje Hipotálamo Hipófiso Adrenal (H.H.A.) han expandido nuestra comprensión, incluyendo:

    • Factores emocionales
    • Aspectos psicológicos
    • Conexiones mente-cuerpo

    La Importancia del Tratamiento Integral

    Solo mediante una intervención que aborde tanto los aspectos físicos como psicológicos se puede lograr una verdadera restauración de la salud.


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  • La jaqueca: ¿Por qué me duele la cabeza?

    La jaqueca: ¿Por qué me duele la cabeza?

    Quien ha sufrido una jaqueca sabe lo incapacitante que puede llegar a ser un dolor agudo e intenso, descubre todas las claves sobre qué es y cómo se trata.
    La Jaqueca también conocida como hemicránea o migraña, es una afección de la cabeza caracterizada por un dolor intenso que puede llegar a ser incapacitante de duración entre 6 a 48 horas. Éste dolor se debe de distinguir de otros con sintomatología parecida, como las cefaleas.
    Además del síntoma principal de dolor, puede ir acompañado por otros, como trastornos visuales, entumecimiento, nauseas, vómito o fotofobia (sensibilidad a la luz).
    En ocasiones, antes de que aparezca la jaqueca, se suele dar un fenómeno denominado Aura, consistente en un conjunto de síntomas como la alteración en la visión, dificultad para concentrarse, náuseas o entorpecimiento del habla, que sirve como “aviso” de que la jaqueca va a presentarse a continuación.
    La jaqueca es una actividad anormal del cerebro con base genética, donde el estrés y otros estimulantes, como el tabaco, el café, los ruidos fuertes o las luces brillantes juega un papel fundamental en su desencadenamiento.
    Existen distintos tratamientos en función del momento de la intervención:
    * Previo a la aparición de la jaqueca, como medida preventiva:
    – Llevar a cabo una vida lo más saludablemente posible evitando los estimulantes, y el resto de factores desencadenantes. Dormir aproximadamente ocho horas y hacer ejercicio moderado con regularidad.
    – Intervención farmacológica para tratar un problema crónico instaurado, con el objetivo de reducir la aparición de ataques a lo largo de la semana, para ello se emplean betabloqueantes, anticonvulsionantes, antidepresivos tricíclicos o bloqueadores de canales de calcio.
    * Cuando se ha producido la jaqueca, en estado agudo,
    – Intervención farmacológica, a través de antiinflamatorios no esteroides; triptantes; ergotamina.

    Vídeo Recomendado: Dolores de cabeza – ¿Qué es la cefalea tensional y la migraña? – Causas y síntomas

    Igualmente y acompañando al tratamiento farmacológico, es conveniente aplicar una serie de Técnicas psicológicas orientadas a controlar situaciones que generen altos niveles de ansiedad, así como las orientadas al manejo del estrés, como:
    Técnica de relajación muscular, para controlar la ansiedad desencadenante de las jaquecas, ya sea la relajación muscular progresiva de Jacokson, entrenamiento autógeno, biofeedback, o de visualización de imágenes mentales.
    Técnica de restructuración cognitiva, donde se combaten los pensamientos inadecuados asociados que pueden desencadenar o mantener las migrañas.
    Técnicas de modificación de conducta, para instaurar las conductas saludables y reducir o eliminar aquellas que sean estimulantes para su aparición.
    Técnicas de gestión del estrés, para aprender a manejar las situaciones percibidas como amenazantes, teniendo herramientas para su correcto manejo, empleando entrenamiento en autoafirmación o el rol play.
    Además del papel de las situaciones de estrés, como desencadenantes de las jaquecas, han sido varias las aportaciones teóricas, principalmente desde la orientación psicoanalítica.
    Desde la perspectiva de la Personalidad de los que sufren la neurodistonía migranoide (jaqueca), Juan Rof Carballo, define a estos pacientes como obsesivos-compulsivos, caracterizados por una personalidad ambiciosa, meticulosa, con tendencia al perfeccionismo, con rigidez de pensamiento, pulcritud, e intolerancia al desorden, a lo inacabado o a la imperfección. Donde las jaquecas se producen ante situaciones que le provocan frustración de sus ideas obsesivas. Igualmente existe un componente depresivo importante que se manifiesta en los síntomas que acompañan a la jaqueca, como búsqueda de la soledad, evitando la luz o el ruido.

    Para Alexander, de la Escuela psicoanalítica de Chicago, las enfermedades psicosomáticas se producen por conflictos psíquicos, existiendo dos grandes grupos de éstas enfermedades, aquellas provenientes de tensiones agresivas reprimidas (hipertensión, migrañas y algunos tipos de diabetes) y las que provienen de la pasividad. Describiendo a los pacientes que sufrían jaquecas como perfeccionistas, delicados y tímidos en su niñez, obedientes y con rasgos de terquedad e inflexibilidad, dotados de un alto sentido de la justicia. En la vida adulta se acentúan estos rasgos, convirtiéndose en ambiciosos, necesitados de éxito, con un continuo afán de superación, constante, minucioso y perfeccionista. Unido todo ello con rasgos obsesivos como ser testarudo, maniático del orden, inflexible y resentido.
    Frommreichmann, también de la Escuela de Chicago, destaca además el papel de la hostilidad reprimida e inconsciente, dirigida hacia las personas queridas e importantes en su vida, lo que le genera un sentimiento de culpabilidad, energía que se introduce proyectando su odio sobre sí mismo, mediante una crisis de auto-castigo que provoca las jaquecas.

  • ¿Tienes una personalidad saludable?

    ¿Tienes una personalidad saludable?


    Determinados rasgos de la personalidad pueden estar detrás de una mayor predisposición a sufrir una u otra enfermedad, ¿Cuales son las más saludables?.
    Desde la Teoría de los rasgos de personalidad, cada individuo muestra una serie de características, y todas ellas unidas van a formar la personalidad del individuo. Según el autor al que nos refiramos, cada persona puede tener más o menos caracteres y dentro de cada uno de ellos, puede presentarse con más o menos intensidad.
    El Psicólogo alemán Hans Eysenck planteó su modelo basado en tres dimensiones de la personalidad:
    – Extraversión, evalúa la dimensión social de la persona.
    – Neuroticismo (ansiedad), evalúa la dimensión emocional de la persona.
    – Psicoticismo, evalúa la dimensión de impulsividad de la persona.
    De forma que una persona, por ejemplo, puede tener un nivel bajo de extraversión, alto en neuroticismo y medio en psicoticismo; o cualquiera de las combinaciones posibles.

    En el modelo de los Big Five (cinco grandes) se tienen en cuenta, tal y como indica su nombre, cinco rasgos de personalidad:
    – Extraversión, evalúa la adaptabilidad social, emocionalidad, asertividad (hablador, callado, franco, abierto, cerrado, aventurado, precavido, sociable, retraído…).
    – Inestabilidad emocional (neuroticismo), evalúa el control emocional, emocionalidad, neuroticismo, afecto (equilibrado, nervioso, tenso, tranquilo, ansioso, sosegado, excitable, hipocondríaco).
    – Apertura a la experiencia, evalúa el intelecto inquisitivo, cultura, inteligencia, apertura a la experiencia (sensibilidad artística, intelectual, estrecho de mente, imaginativo, rudo…).
    – Responsabilidad, evalúa la voluntad de éxito, escrupulosidad, responsabilidad (exigente, pulcro, descuidado, informal, riguroso, laxo, perseverante, inconstante…).
    – Amabilidad, evalúa la conformidad, agradabilidad, simpatía, condescendencia amistosa (buen carácter, irritable, celoso, obstinado, dulce, cooperativo…).

    Basado en la Teoría de rasgos de personalidad, se están explorando qué características están más presentes en aquellos pacientes que exhiben enfermedades psicosomáticas; de forma que se pueda llegar a comprender cómo se producen y sobre todo por qué.
    Tanto en el modelo de Eysenck como en el modelo Big Five, el rasgo de personalidad que es determinante para los trastornos psicosomáticos es el de neuroticismo; así una persona que exhiba altos niveles de neuroticismo, tendrá mayores posibilidad de sufrir síntomas psicosomáticos, que otra que tenga mayores niveles de control de sus emociones.
    Las personas con altos niveles de neuroticismo, se muestran emocionalmente inestables para hacer frente a las demandas estresantes de la vida, sintiéndose generalmente tristes y abrumadas, con dificultades para poder controlar y expresar sus emociones.



    Entre los rasgos más habituales de los pacientes más propensos a mostrar síntomas psicosomáticos, están los perfeccionistas, con altas expectativas de logro, muy responsables, que idealizan su vida y sus relaciones, con tendencia a pormenorizar los problemas y a negar las dificultades. Algunas de estas características de la personalidad que “predisponen” a sufrir sintomatología psicosomática, se enmarcan dentro de la personalidad Tipo A, definido por primera vez por los cardiólogos Rosenman y Friedman del Hospital Monte Sinaí de San Francisco (California).
    – En la personalidad Tipo A predomina la agresividad, competitividad, tendencia al perfeccionismo, egoísmo, con problemas de control de las emociones, centradas en el logro. Éste tipo de personalidad se relaciona con una mayor predisposición a sufrir enfermedades coronarias.
    Frente al Tipo A los mismos autores plantearon el tipo B, el cual muestra características de personalidad opuestas al primero y que tienen una función “protectora” para la salud.
    – En la Personalidad Tipo B Predomina la tranquilidad, la calma y el sosiego, son creativos con tendencia a tomarse su tiempo para hacer sus funciones, consiguiendo altos niveles de logro debido a su constancia.
    El modelo original expuesto por sus descubridores planteaba una dualidad entre la personalidad Tipo A frente a la Tipo B; en los años 80 se incorporó un nuevo tipo denominado C enunciado por primera vez por Morris y Greer.
    – En la Personalidad Tipo C Predomina la incapacidad para comunicar emociones, sobre todo las negativas, como la ira, la rabia o la tristeza, ocultando sus necesidades y preferencias, siendo poco asertiva, sumisa a los deseos de los demás, con gran autocrítica y tendencia a culpabilizarse a sí mismo de lo que sale mal en su vida. Son personas que tienden a padecer determinadas enfermedades como cáncer y otras enfermedades autoinmunes (lupus, artritis reumatoide o esclerosis).
    Hasta la década de los 90 no se incorpora el último tipo de personalidad denominado D descubierto por Denollet y Brutsaert.
    – En la Personalidad tipo D la persona se muestra marcada por las emociones negativas de forma crónica, con pesimismo e inhibición social, lo que les lleva a sufrir mayores niveles de ansiedad, irritación y estados depresivos, no compartiendo sus sentimientos por miedo a la desaprobación de los demás. Además las personas que muestran estos rasgos de personalidad, tienen más probabilidades de sufrir trastornos del estado de ánimo, como depresión y ansiedad, y enfermedaeds piscosomáticas como úlceras pépticas y trastornos vasculares como hipertensión, cardiopatías isquémicas o arritmias, con mayor riesgo a padecer infartos de miocardio.
    Actualmente se está investigando desde distintos ámbitos para poder explicar la relación existente entre el cuerpo (soma) y la mente (psique), para de ésta forma, dar cuenta de las enfermedades psicosomáticas, encontrando cómo determinados rasgos de la personalidad pueden estar detrás de una mayor predisposición a sufrir una u otra enfermedad, factores que también van a influir en su curso y recuperación.


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  • ¿Cuál es el origen de la anorexia nerviosa?

    ¿Cuál es el origen de la anorexia nerviosa?

    La anorexia nerviosa es una enfermedad de la alimentación que afecta principalmente a los más jóvenes, pero ¿Cuál es su origen?

    La anorexia nerviosa, es una enfermedad donde se produce una reducción en la cantidad de alimentos ingerida de forma voluntaria, que llega a poner en riesgo la salud de la propia persona.
    Ésta enfermedad está encuadrada dentro del grupo de los trastornos psicológicos de la alimentación, donde se produce una excesiva pérdida de peso, pudiendo llevar al paciente a un estado de malnutrición y en los casos más extremos hasta el fallecimiento.
    En ésta enfermedad, que se inicia a partir de la pre-adolescencia, existe un componente hereditario y hormonal, pero la causa más importante es el componente psicológico, sustentado por un miedo intenso a aumentar de peso, lo que le lleva a restringir su comida, sometiéndose a dietas y ejercicios excesivos.
    Además es frecuente que utilicen diuréticos, enemas y laxantes; teniendo un peor pronóstico cuando han existido casos de problemas de alimentación o trastornos de ansiedad durante la infancia.
    Entre los síntomas que conlleva ésta enfermedad, están los propios de la malnutrición, pérdida de grasa corporal, de peso, debilidad ósea, boca seca, atrofia muscular y piel amarillenta.
    El campo de lo psicológico, el paciente tiene pensamientos confusos, con problemas de memoria y depresión.
    El tratamiento de ésta enfermedad hay que realizarle principalmente desde el punto de vista psicológico, siendo necesaria también la intervención médica para paliar las consecuencias negativas de la malnutrición, así como para tratar farmacológicamente estados depresivos y de ansiedad que suelen acompañar a ésta enfermedad.



    Dentro del abanico de herramientas terapéuticas empleadas en la intervención psicológica se destaca la terapia cognitivo conductual, ya sea aplicada de forma individual, en familia o colectivamente (grupos de apoyo).
    A través de ésta terapia se trata, primeramente que el paciente reconozca su enfermedad, así como la necesidad de buscar soluciones, igualmente se trabaja sobre los hábitos saludables de alimentación, estableciendo normas con respecto al horario de comer, limitando el ejercicio físico y aprendiendo a combatir los pensamientos negativos que mantienen dicho comportamiento.
    Desde el punto de vista psicoanalítico, la anorexia no es un cuadro clínico sino que se trata de un síntoma que puede provenir de:
    – una melancolía, con negación a la ingesta de comida.
    – una paranoia, con perturbaciones graves de su imagen corporal, con miedo intenso a ser envenenado y por ello no come.
    – un estado catatónico, donde se prevé la aparición de la muerte.

    Para Freud se trata de un típico síntoma de histeria debido a una neurosis infantil, llegándose a denominar inanición histérica. Donde se relaciona el rechazo a la comida como forma de obstaculizar las pulsiones sexuales.
    Como vemos los pensamientos del paciente van a jugar un papel determinante, tanto en la aparición como en el mantenimiento de la anorexia nerviosa, donde se producen distorsiones en cuanto a la imagen corporal, negación de alimentarse, hiperactividad o temor exagerado a engordar.
    Algunos han apuntado al papel de la influencia social, sobre todo de aspectos estéticos, como la moda, al origen de éste desorden psicológico, las personas de referencia de éxito social son modelos delgados, que normalmente “presumen” de su figura gracias a una determinada dieta y a realizar mucho ejercicio.
    Otros autores hacen referencia a un origen intrafamiliar, inicialmente denominadas familias anorexigéneas, caracterizadas por ser fusionadas, rígidas, dedicadas al auto-sacrificio y a la lealtad grupal. Familias que tienden a evitar la conflictividad, no solucionando los problemas que se generan, sino ignorándolos, lo que incrementa las tensiones internas.
    También se ha señalado, que su origen no se debe tanto al tipo de familia, sino a cómo se viven las relaciones dentro de la misma, constatándose una importante diferencia entre la vivencia de los progenitores y de los hijos.
    Igualmente ha sido relacionada la aparición de ésta enfermedad, con la figura de una madre perfeccionista y un padre periférico o ausente, donde existe gran dificultad para la comunicación, con excesiva lealtad y dependencia familiar.

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