El desarrollo del bebé es más rápido de lo que hasta ahora se creía, tal como sucede con la capacidad de identificarse uno mismo que aparece ya en los bebés.
La percepción de la sociedad que ha ido teniendo sobre los bebés ha ido cambiando con el tiempo, desde no tenerse casi en consideración, a tratarle como un «pequeño adulto», hasta tenerle en cuenta como lo que es, un ser indefenso que se encuentra en una de las etapas más sensibles de la vida, con una capacidad casi infinita de aprendizaje.
Aún hoy en día, cuando creemos que ya lo sabemos todo sobre esas «cositas» que a veces no sobrepasan los tres a cinco kilos, nos vemos sorprendidos por nuevos hallazgos sobre cualidades y capacidades que creíamos se desarrollaban hasta mucho tiempo después.
Las pruebas clásicas del «Test de la mancha» en la cual se le ponía al bebé una «mancha», ya sea un lazo de papel o pegatina sobre la cabeza, de color llamativo y se le presentaba delante del espejo, si el pequeño era capaz de echarse la mano sobre la cabeza para tocar aquello que veía en el espejo que tenía, ya sea para tocarlo o para quitárselo, quería decir que era capaz de entender que aquel bebé del espejo era su reflejo, si no mostraba ningún interés, o trababa de tocar aquella señal en la cabeza de la imagen del espejo, se entendía que no tenía todavía las habilidades cognitivas sobre la identidad personal suficientemente desarrolladas.
https://youtu.be/WH11Ws_2eSE
Éste misma prueba ha sido administrada a multitud de animales, para evaluar, ya en edad adulta, si eran capaces de llegar a entender que el reflejo que ven de sí mismo, es eso, un reflejo, y no otro animal, capacidad que únicamente se ha podido observa en primates superiores, y que requieren de cierta experiencia previa con el espejo.
Experimentos que con el tiempo se han ido refinando, proporcionando nueva información sobre los bebés, que de otra forma sería imposible conseguir, ya que no se el puede preguntar como al adulto, sobre lo que ve, piensa o siente, ya que carece de las habilidades lingüísticas necesarias para ello, es por ello que hay que diseñar estas pruebas, en la que se observa hasta dónde llegan las habilidades de los neonatos y cuándo surgen de no tenerles desde el nacimiento.
La capacidad de identificarse uno mismo, como base para poder hacerlo a los demás, es un proceso progresivo, que hasta ahora se pensaba requería de años para adquirirse, ya que se tenía la concepción de que el bebé desde el nacimiento tenía una identificación con la madre que le impedía saberse un sujeto independiente, proceso que con el tiempo y la experiencia le llevará a comprender que la madre no está ahí siempre, sino que a veces está y otras veces no, y él, en cambio permanece, iniciando así su toma de conciencia con respecto al mundo exterior y uno mismo.
Igualmente cuando la madre no satisface cuando y como quiere todas sus necesidades, se va convirtiendo en una figura separada que a veces produce gozo y satisfacción y en otras frustración, todo ello va a ir reforzando la idea de «yo» frente al «resto del mundo». Identidad que le va a acompañar el resto de su vida y sobre la que puede construir su mundo interior y el exterior, así como establecer relaciones de dentro a afuera.
Un reciente experimento realizado conjuntamente por la University of London y Università di Padova publicado en Current Biology analiza el comportamiento del bebé en cuanto a su preferencia en la observación de caras humanas.
Para ello se evaluó a cuarenta bebés, a los cuales se les hizo pasar por la presentación de imágenes de forma sincrónica y asincrónica, con estímulos visuales y tactiles, encontrándose una preferencia con los estímulos visuales sincrónicos cuando estos se refieren a su propio cuerpo, por lo que se entienden que ya desde esta corta edad se tiene conformada la capacidad de identificarse uno mismo.
Éste estudio además de proporcionar información sobre el desarrollo de la identidad de los bebés con respecto a su propio cuerpo, permite abrir una vía de investigación con respecto a los niños autistas, quedando por explorar su incidencia en éste trastorno. Tal y como señalan los autores del estudio, hasta ahora la investigación sobre autismo se ha centrado en el deterioro social, sin tener en cuenta si el bebé, y luego niño, construye correctamente su identidad, desde la cual construir sus relaciones sociales con los demás.