La inteligencia ha sido definida tradicionalmente como la capacidad de resolución de forma satisfactoria de una serie de cuestionarios «estandarizados» para la población «diana» determinado por la genética, pero ¿Cual es el papel de la cultura?.
Esto quiere decir, que el cuestionario o test ha sido validado con muestras menores antes de administrarse a la población general, y que cuenta con validez interna y externa, es decir, mide lo que se quiere medir, y además está especialmente diseñada para un determina colectivo y rango de edad.
Si bien el uso de los cuestionarios de inteligencia surgieron ya en el siglo XIX, han sido muchos los detractores de estas pruebas por considerarlas «injustas», al querer evaluar a toda la población «por el mismo rasero».
A principios del siglo pasado se creó una polémica sobre los estudios realizados por las fuerzas armadas que analizaban la relación entre la inteligencia y la raza, es decir, analizaban los resultados obtenidos entre la población americana en función de si el participante era blanco o negro, y entre los «nativos» americanos y los inmigrantes, concluyendo que los blancos de procedencia anglosajona tenían mejores resultados que otros grupos raciales y que los inmigrantes cuya lengua materna no era el inglés. Todo ello motivó la modificación de las políticas educativas encaminadas a «compensar» dichas diferencias.
Estudios posteriores dejaron en evidencia dichos resultados debidos a los «fallos» en las pruebas empleadas los cuales no tenían en cuenta el «argot» propio de las población diana que se quería analizar, siendo necesario adaptar dicho test en función de a quién se dirigía.
En los últimos meses se ha creado un gran revuelo en EE.UU. con respecto a la medida de la inteligencia. Un reciente estudio indica que los latinos (americanos de procedencia hispana) muestran niveles de inteligencia por debajo de los blancos y por encima de la de los negros. Unos resultados que han «encendido» a los medios de comunicación y movilizado a la población, en contra de éste «racismo intelectual», que resalta las diferencias y pone a unos sobre otros.
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El coeficiente de inteligencia es una medida de nuestra capacidad de resolución de una serie de pruebas diseñadas y preparadas por los psicólogos, las cuales siguen unas estrictas normas de control establecidas por la psicometría (ciencia de la medida) de forma que sus resultados son válidos y fiables para la población que se aplica.
Gracias a ello, se puede predecir el nivel de éxito académico, y con ello también el futuro profesional de los alumnos, mucho antes de que éstos sean capaces de ser conscientes de sus habilidades y posibilidades; igualmente se usa en el campo de la selección de personal como encontrar al candidato ideal para el puesto, que no tiene porqué ser ni el mejor cualificado ni el que más experiencia tiene.
A lo largo de los años se ha ido perfeccionando y mejorando la psicometría de forma que su fiabilidad es bastante alta, es por ello que las empresas deciden «su futuro» en función de los resultados de las evaluaciones realizadas por los servicios de Recursos Humanos.
El concepto mismo de inteligencia ha sido cuestionado, entendiéndose que no es algo unitario sino que existen inteligencias múltiples, inteligencia espacial, inteligencia verbal, inteligencia matemática, inteligencia musical,… En los últimos años ha prestado especial atención la inteligencia emocional, la cual está muy relacionado con la relación materno-filial y el estilo educativo familiar.
Otra polémica sobre la inteligencia es la que tiene que ver sobre la «base» de la misma, actualmente y después de grandes discusiones entre los que defendían un origen ambiental frente a los de origen genético, actualmente se considera que el 80% de la inteligencia es de base genética y que su desarrollo y potencialidad queda sujeto al esfuerzo y dedicación del 20% restante. Un reciente estudio conjunto realizado por Universidad VU de Amsterdam, Universidad de Amsterdam y la Universidad Tilburg, publicado en el 2014 Psychological Science donde se realiza un análisis bibliográfico de 23 estudios anteriores sobre ésta cuestión.
Los resultados de este estudio contradicen las actuales teorías dominantes sobre la inteligencia, indicando que la genética tiene un mayor valor debido un homogéneo efecto de la cultura donde se vive, el cual va a potenciar determinados desarrollos que van a mantenerse en el tiempo en un determinado lugar.