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  • ¿Qué consecuencias tiene sufrir abusos en la infancia?

    ¿Qué consecuencias tiene sufrir abusos en la infancia?

    Un estudio de la Universidad Libre (Países Bajos) analiza las consecuencias en las relaciones sociales de los adultos tras sufrir abusos en la infancia.
    El abuso infantil es uno de los acontecimientos más traumáticos tanto para el que lo sufre como para sus familiares una vez que se descubre.

    Abusos en la infancia

    El pequeño que carece de una estructura psicológica adecuada, no llega a entender el por qué de la situación y debe vivir con una situación tan dramática que en muchos casos puede marcarle en sus relaciones sociales.
    Dependiendo de la edad del menor, los adultos, una vez que el menor crece, se deciden por contarle o no lo acontecido durante su infancia.
    A pesar de esta decisión, las consecuencias van a permanecer ahí mientras el pequeño, ahora convertido en adulto, no se enfrente y afronte adecuadamente.

    Una realidad, la de los abusos en la infancia, que va a marcar de forma decisiva a la víctima. Así se ha reportado que las personas que sufrieron abusos durante la infancia van a mostrar unos menores niveles de autoestima, con mayores casos de depresión y de trastorno de estrés post-traumático.
    Incluso algunos estudios lo relacionan con alcanzar menores metas educativas y con problemas de delincuencia durante la adolescencia, pero ¿Qué consecuencias tiene en la relaciones futuras sufrir abusos en la infancia?



    Maltrato infantil

    Esto es lo que se ha tratado de averiguar desde la Universidad Libre (Países Bajos) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Crime Science.
    En el estudio participaron 910 víctimas de abusos en la infancia, cuyo listado fue extraído de los informes de la policía, de hechos acontecidos entre 1980 a 1985.
    El 73,8% de los casos era a mujeres, y la edad en que sucedió el abuso fue alrededor de los 12 años. Siendo en el 46,3% de los casos un abuso repetido.
    Los resultados significativos en cuanto a las consecuencias en las relaciones como adultos de estas personas que han sufrido abuso en la infancia son:
    – Se produjo una maternidad temprana, de tres años de anticipación en comparación con el resto de la población holandesa.
    – Con una anticipación en cuanto al matrimonio e incluso divorcios en comparación con la población general.
    – Igualmente tuvieron más hijos que la población general.
    Siendo significativamente más elevado los datos anteriores cuando los abusos lo sufrieron mujeres frente a hombres.

    Trauma infantil

    Hay que tener en cuenta que los resultados anteriores sólo contemplan las relaciones en función del número de hijos, matrimonios y divorcios, y no en cuanto a otras variables, como el número de parejas, o la estabilidad en el tiempo con ellas, todas ellas a tener en cuenta para comprender la verdadera incidencia de los abusos en la infancia.
    Una de las limitaciones del estudio es que la población masculina está escasamente representada, luego los resultados obtenidos pueden variar si se incorporan nuevos sujetos a la muestra. Esto es debido a que existe una mayor conciencia de denuncia en el caso de las niñas que de los niños, algo que en los últimos años se ha intentado corregir por parte de las autoridades.
    Otra de las limitaciones en cuanto a el tiempo transcurrido desde el abuso, unos 33 años de media, lo que implica que la persona ha tenido tiempo para aprender a sobrellevar y a superar las consecuencias del abuso; si esta medida se hubiese realizado a los diez años o menos, seguramente los resultados serían más «catastróficos» y notables.

    A pesar de las limitaciones comentadas con anterioridad, hay que tener en cuenta que el abuso en la infancia va a tener un importante efecto en la vida futura de sus víctimas.
    Aspecto que hay que se tratado desde las instituciones, más allá de facilitar la denuncia, y de crear mecanismos de «sanción» al agresor. Hay que realizar una verdadera inversión en un tratamiento integral de la persona, que le ayude a superar las secuelas que este abuso pueda generar, y con ello, facilitando que pueda llevar una vida los más «común» posible.
    Igualmente en dicho tratamiento habrá que incluir a los familiares más próximos con los que convive, ya que estos van a influir en el normal desarrollo de la persona, si aprenden a comprender la situación que ha sufrido y cómo pueden ayudar al respecto.

  • ¿Se puede prevenir el maltrato machista?

    ¿Se puede prevenir el maltrato machista?


    Entrevista con D. Pedro José Horcajo Gil, Máster en Psicología General Sanitaria (Doctorando en Psicología Forense: eficacia de un programa de tratamiento a hombres condenados por maltratar a sus mujeres), sobre su investigación respecto a la eficacia de los programas de prevención del maltrato machista.




    – ¿En qué está investigando con respecto a la violencia de género?

    Mi tesis está enfocada a analizar la eficacia de un programa de tratamiento psicológico.

    – ¿Es sobre lo que actualmente se llama violencia machista?

    Efectivamente, existe el machismo como constructo bien definido y como percepción socialmente compartida.

    – ¿Sé analizan rasgos de personalidad que puedan estar implicados?

    Sí, el descubrimiento de grupos de rasgos psicopatológicos de personalidad es muy importante, porque obviamente la intervención debe ser distinta en cada caso particular.

    – ¿Cuál es el origen de la violencia machista?

    Existen datos sobre el ciclo intergeneracional de la violencia y la transmisión de la misma de padres a hijos.
    Muchos de los hombres que han cometido actos de maltrato contra sus mujeres, fueron o bien hijos maltratados o bien observaron cómo sus padres maltrataban a sus madres.
    tTodo esto tiene que ver con el modelo de aprendizaje vicario de Bandura (el fenómeno del maltrato puede ser analizado desde muchas perspectivas y marcos teóricos).
    Sin embargo, estos datos no son concluyentes, a día de hoy se sabe que no todos los hombres que fueron víctimas de violencia (directa o indirectamente) han maltratado en la adultez, ni todos los que han maltratado fueron víctimas de violencia.
    Hay variables que todavía se «escapan».



    – ¿Se puede identificar un perfil del maltratador?

    En cuanto a perfiles, depende de lo que definamos por perfil.
    Muchos autores prefieren analizar cada caso de manera particular, puesto que no hay dos personas iguales.
    Pero de cara a la investigación a veces se hace necesario tener que reunir características comunes; en este sentido, es más interesante hablar de tipos de maltrato.
    Los 4 perfiles más destacados serían:
    – El de dominancia/intimidación (en el que predomina la agresión física y se intenta someter a la pareja).
    – El de denigración (en el cual se pretende dañar la autoestima de la pareja).
    – El de aislamiento (privar a la pareja, tanto de poder relacionarse con su familia y amistades como de buscar empleo; el principal objetivo es aislarla económica y emocionalmente)
    – El de retirada de atención (mediante compoortamientos de evitación, se le niega a la pareja la atención de cosas importantes para ella, a modo de castigo).
    Existe una «categoría» adicional denominada violencia económica (donde los recursos económicos son estrictamente controlados, proporcionando el dinero justo para actividades puntuales).
    Pero como te comentaba, es raro que se dé un tipo «puro», en la práctica clínica nos encontramos con que se suelen dar conductas pertenecientes a varios «tipos» de violencia».
    Así como la violencia física, la psicológica y la sexual no suelen darse aisladamente.

    – ¿En qué consiste un programa de prevención de este tipo?

    En cuanto a la prevención, se está llevando a cabo la impartición de un módulo específico de violencia en las relaciones de pareja en el noviazgo en institutos de la Comunidad de Madrid (junto con módulos de prevención de consumo de sustancias y de conductas antisociales).
    Como todas las conductas desadaptadas, se puede prevenir.

    – ¿Cual es el objetivo del programa de prevención de recaídas?

    El objetivo concreto de este programa es procurar evitar bajo todos los medios posibles de que disponemos que se vuelvan a producir actos violentos, incluyendo el fortalecimiento de los recursos de afrontamiento de estos hombres de cara a una mayor tolerancia a la frustración, disminución de errores cognitivos hacia la mujer y otros aspectos relevantes.



    – ¿Sobre qué tipo de población se aplican estos programas?

    Deben ser hombres (en algún caso se ha intervenido con mujeres condenadas por violencia de género) condenados a una pena inferior a 2 años.

    – ¿Cree que se invierte lo suficiente en la prevención de este tipo de conductas?

    Al menos bajo mi humilde opinión, los que toman las decisiones deberían invertir más en estas labores.

    – ¿Qué queda por descubrirse todavía con respecto a la previón de este tipo de violencia?

    Se necesita un sólido conocimiento de los factores de riesgo, modificables y no modificables (sexo, estatus socio-económico y cultural de la familia de crianza, educación temprana, etc.).
    Aunque se ha avanzado bastante, aún queda bastante por conocer sobre el tema.




    Desde aquí mi agradecimiento a D. Pedro José Horcajo Gil, Máster en Psicología General Sanitaria (Doctorando en Psicología Forense: eficacia de un programa de tratamiento a hombres condenados por maltratar a sus mujeres), por habernos acercado a este tipo de intervención.

  • ¿Se da violencia de género entre los ancianos?

    ¿Se da violencia de género entre los ancianos?

    Una de las preocupaciones más importantes hoy en día es con respecto a frenar el aumento de casos de violencia de género que está sufriendo la sociedad.

    Violencia de Genero

    Aunque la realidad de la violencia de género no es nueva, en los últimos años se a tomado conciencia del problema, e implementado multitud de políticas para paliar sus efectos, desde la creación de normativas especiales para la protección de las víctimas, así como para la persecución y condena del agresor; de lo cual se encargar tribunales especiales. Igualmente desde los organismos públicos se han desarrollado políticas de protección y cuidado de las víctimas, una vez que estas han denunciado, y buscan salir del medio ambiente en donde se encuentran.
    El principal problema de estas políticas es dar el primer paso, es decir, denunciar, ya sea por parte de la víctima o de sus familiares o amigos. Denuncia que activa una serie de mecanismo sociales que tratan de separar al agresor de su víctima, proporcionando a este ayuda social y psicológica para hacer frente a las secuelas que le haya podido provocar estas agresiones.
    Por lo que desde el campo de la psicología también se ha avanzado mundo, tanto en el conocimiento del perfil del agresor y de la víctima, como en el desarrollo de programas especialmente orientados a trabajar la autoestima, las emociones y la autoimagen de estas víctimas, todo ello con el objetivo de ayudarles para superar esta situación traumatizante y que puedan llevar una vida lo más normal posible, a pesar de la historia vivida, pero ¿Se da violencia de género entre los ancianos?


    https://youtu.be/QzMMsZuE8BY

    Violencia a Mujer

    Esto es lo que trata de averiguarse desde la Universidad de Sao Paulo (Brasil) y la Universidad de Ryerson (Toronto), cuyos resultados se han publicado en la revista científica International Journal for Equity in Health.
    El estudio se realizó a veintiuna mujeres, de las cuales únicamente se tuvieron en cuenta los resultado de once de ellas.
    El perfil de las participantes fueron, mujeres, entre los 66 a 85 años, con una media de 5 hijos, y diez años de viudedad. Viviendo en sus propias casas, y con un nivel educativo elemental. Todas ellas víctimas de violencia doméstica.
    A todas se les realizó una entrevista semiestructurada, que luego fue categorizada para su análisis.
    Los resultados indican, que la violencia doméstica, proviene principalmente de los familiares, tanto de hombres como de mujeres, siendo estos, hermanos/as, hijos/as e incluso nietos/as; pero también provienen de sus cuidadores.
    Las formas más comunes detectadas son el abuso psicológico, financiero y la falta de respeto hacia las ancianas, lo que provocaba en ellas sentimientos de tristeza, ira, dolor e incluso miedo hacia su agresor.
    Situación que por otra parte no podían cambiar, primeramente por que dependían de dicho abusador tanto emocional como financieramente, y segundo, porque los cambios que habían intentado incluir los propios ancianos para evitar el maltrato no habían dado el resultado esperado.

    Violencia Ancianidad

    Como en el estudio solo se incluyen a mujeres que viven sola o que conviven con sus familiares, pero sin pareja, debido a su viudedad, lo que hace dudar que sea reflejo de la sociedad en donde se vive, o impide analizar el caso más común de violencia de género dentro de la propia pareja.
    Hay que destacar el escaso número de participantes en el estudio, lo que limita la extrapolación de sus resultados al resto de la población.
    Igualmente hay que tener en cuenta las características de la población objeto de estudio, Brasil, por lo que para poder concluir al respecto se precisa nueva investigación en otros países, para ver si se trata de un fenómeno local o es algo global.
    A pesar de todo lo anterior destacar la importancia de esta investigación en el ámbito de la violencia de género, que normalmente se circunscribe a la vida adolescente y adulta, olvidándose en muchos casos a los de la tercer edad, como si a ellos no les afectase.
    Igualmente destacar de este estudio la necesidad de establecer políticas de detección, denuncia e intervención para poder paliar en la medida de lo posible el sufrimiento que el/la anciana están sufriendo.
    Igualmente, y tal y como señalan los propios autores del estudio, se deben diseñar intervenciones de rehabilitación de estas personas, basados en el apoyo comunitario.

  • ¿Cuanto maltrato sufren los pacientes de Alzheimer?

    ¿Cuanto maltrato sufren los pacientes de Alzheimer?


    Uno de los principales problemas que se da entre los mayores es que en ocasiones puede sufrir maltratos, ya sean verbales o físicos.

    Maltrato Anciano

    Una situación que tiene escasa repercusión en los medios de comunicación, salvo excepciones dado la gravedad del caso, o cuando se abandona al anciano en una gasolinera o un hospital, para no hacerse cargo del mismo.
    Un maltrato del que todavía existe poca conciencia social, a diferencia del maltrato de género o del maltrato al menor, pero que es tanto o más grave que cualquiera de los dos, ya que se produce sobre una población indefensa, debilitada por el paso del tiempo y que en muchos casos sufre alguna enfermedad.
    Este maltrato sobre los ancianos suele provenir tanto desde el círculo más próximo de la familia como desde los cuidadores cuando lo tiene.
    La forma de expresarse este maltrato puede ser tanto verbal, a través de insultos o menosprecio, o física ya sea mediante agresión directa o impidiendo que el anciano realice alguna actividad, como por ejemplo salir a la calle.
    Que conozca, todavía no existe un perfil claro del agresor, ni los «motivos» que le impulsan a maltratar al anciano, ya puedan provenir estos de problemas sociales, familiares o económicos.
    Las consecuencias de dicho maltrato son igual o más graves que las del maltrato de género o del menor, ya que en estos dos existe tiempo para «recuperarse» e incluso poder llevar una vida normalizada con posterioridad, pero los ancianos no tienen ese tiempo.
    El maltrato ya sea físico o verbal va a tener importantes efectos tanto a nivel psicológico en el estado de ánimo de la persona y en su autoestima; como a nivel físico, tanto por las consecuencias de la agresión, como por que se ve afectado el sistema inmunitario con una reducción de las defensas y como consecuencia con una peor salud.
    A ello hay que unir un clima de tensión, ansiedad e incluso temor que desarrolla el anciano, cuando debe convivir con su maltratador, sin saber cuándo volverá a agredirle, o si esta vez lo hará con una mayor gravedad.
    Pero cuando este maltrato lo viven ancianos que ya están sufriendo alguna enfermedad, la situación es más grave, ya que va a ir en detrimento de la recuperación de su enfermedad y en el agravamiento de su sintomatología.
    Una de las enfermedades más graves que pueden sufrir loa ancianos es el del Alzheimer, tanto por sus consecuencias cognitivas como de calidad de vida del paciente, pero ¿Qué influencia tiene el maltrato en el Alzheimer?



    Maltrato Mayor

    Esto es precisamente lo que trata de investigarse desde la Universidad de Florida del Sur, la Universidad Estatal del Sur de Connecticut (USA) publicado recientemente en la revista científica Aging Science.
    Los datos que se analizan en este estudio se extrajeron de uno mayor denominado Aggression and Violence in Community Based Alzheimer’s families grant (AV_CAD), en el que participaban más de 6000 personas.
    De los participantes se hizo una primera criba atendiendo a los siguientes criterios: ser mayor de 60 a?os, estar diagnosticado con Alzheimer siguiendo los criterios NINCDS/ADRD al menos tres años antes del estudio, tener un nivel de normal de habilidades cognitivas según el Folstein Mini Mental Status Exam (MMSE.).
    Con lo que al final se registraron las respuestas de 254 cuidadores y 76 pacientes diagnosticados con Alzheimer.
    A todos ellos se les administró un cuestionario estandarizado sobre la resolución de la conflictividad intrafamiliar denominado Conflict Tactic Scale (CTS), que evalúa tres estrategias de resolución de conflictos intrafamiliares, el razonamiento, la agresión verbal y la física.
    Los resultados indican que el razonamiento es el medio más habitual de resolución de conflictos tanto por parte de cuidadores como de los propios pacientes con el 91,4% y 89,% respectivamente, situación que se reduce en el último año de la enfermedad, pasando al 66,3% y al 45,3% respectivamente. Lo que muestra que el avance de la enfermedad va a tener una influencia directa en el deterioro del uso del razonamiento como vía de solución de conflictos.
    En cambio en el último año de estudio se elevaron los niveles de resolución mediante agresión verbal hasta el 59,3% y 68,7% respectivamente; siendo en menor medida, aunque no por ello menos preocupante la agresión física, en un 16,8% y un 24,2% respectivamente.
    Los datos no dejan lugar a dudas de la preocupante situación que sufren los enfermos de Alzheimer, en cuanto que son receptores de maltrato por parte de sus cuidadores y familiares.
    Destacar que parece existir un círculo vicioso de violencia que se instaura a medida que la enfermedad avanza, ya que los niveles de agresividad verbal y física han aumentando desde los cuidadores hacia el anciano, pero en mayor medida desde este hacia sus cuidadores y familiares, tanto verbal como físicamente.
    El estudio a pesar de ser claro en sus resultados no entra a valorar las motivaciones que pueden estar detrás de este cambio de tendencia hacia la violencia.


    Maltrato Ancianidad

    Igualmente el escaso número de pacientes que han participado y que no existe un grupo control de igual edad, ambos factores hacen que no se pueda concluir al respecto, ya que se desconoce si es un efecto que acompaña a la enfermedad de Alzheimer, o es propio de la ancianidad.
    A pesar de las limitaciones de estudio, queda evidente de que se precisa de programas de intervención tanto en ancianos como en sus cuidadores a la hora de encontrar las herramientas necesarias para poder solucionar la conflictividad familiar sin necesidad de llegar a la agresión.
    Igualmente se requeriría de una mayor conciencia social sobre esta problemática, tanto a la hora de denunciar como para poder mecanismos preventivos y paliativos, tal y como se hace en el caso del maltrato de género o del maltrato al menor.


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  • ¿Cuáles son los factores que se asocian al maltrato infantil?

    ¿Cuáles son los factores que se asocian al maltrato infantil?

    Una de las situaciones más difíciles a las que se tiene que enfrentar el menor es cuando se ve sometido a algún tipo de abuso, ya sea este físico o psicológico.

    Abusos que puede provocarle secuelas y traumas tanto físicas como psicológicas, que pueden acompañar al menor durante toda su vida, siendo estos más importantes si el maltrato proviene del ámbito familiar, especialmente de uno de los dos progenitores.
    El pequeño que está en una etapa de formación, puede verse «truncado» en su desarrollo ante una situación de agresión, para la cual no tiene mecanismos físicos ni psicológicos con los que defenderse, y menos cuando esta agresión proviene de las figuras de apego como son los padres.
    De ahí la importancia de realizar investigaciones que traten de configurar un perfil de riesgo, tanto del pequeño como del ambiente familiar en donde vive, ya que a partir de ahí se pueden diseñar e implementar programas de intervención entre la población más vulnerable.
    Pero para ello lo primero que hay que hacer es conocer la «realidad», y la única forma de hacerlo es a través de los ingresos hospitalarios, ya que es en estos centros donde se deja constancia de las secuelas físicas que sufre el menor.
    Y aunque esto sea sólo un indicio de lo que se puede estar viviendo en casa, es suficiente para poder establecer un perfil tanto de quien padece estos maltratos como del ambiente en donde se produce.


    1kQr7-Pp820 https://youtu.be/1kQr7-Pp820

    Vídeo Recomendado: Campaña Maltrato Infantil UNICEF


    Esto es precisamente lo que se trata de averiguar desde la Universidad Libre de Bruselas y el Hospital Saint Pierre CHU (Bélgica) para lo cual han realizado una investigación recientemente publicado en la revista científica Health.
    En el estudio participaron 504 niños que recibieron atención hospitalaria entre 2007 y 2012 en el Hospital Saint Pierre CHU con una media de 84 casos al año y un rango de 91 a 73 casos. De todos los casos presentados, se escogieron únicamente aquellos en donde no existía reingreso del menor, quedando en el estudio sólo 439 menores, de los cuales se analizaron sus características sociodemográficas (edad, género país de nacimiento y condiciones de vida previas a la hospitalización), igualmente los datos clínicos físicos y psicológicos del menor, así como sobre el de los padres.
    Los resultados muestran que de los participantes, casi la mitad de los menores que acuden al hospital tienen menos de tres años, y la mayoría de ellos lo hacen a urgencias (81,6%).
    De ellos se observó signos de maltrato en casi la mitad de ellos (48,7%), de entre los cuales más de la mitad (57,9%) había sido físico, más de un tercio (37%) por negligencia, habiendo sufrido los demás abuso sexual (14,5%) y maltrato psicológico (10,3%).
    Entre las condiciones familiares del menor que había recibido abusos, se destaca los problemas conyugales de la pareja, además de problemas psicológicos de la madre y un comportamiento violento por parte del padre, siendo el perfil de los menores, extranjeros (no nacidos en Bélgica).

    Hay que reconocer que a pesar de los resultados estos se tienen que tomar en base a la población específica de estudio, de forma que para poder extrapolar a otras poblaciones se debe de realizar nuevos estudios que comprueben si se mantienen estos mismos factores o no.
    Pero además de analizar caso por caso, hay que establecer planes de intervención preventiva para evitar que los menores se puedan ver expuestos a estas situaciones, ya sea con programas en las escuelas de sensibilización, o trabajando con los padres, especialmente con las madres.

  • Enfermedades provocadas por una vida llena de agresividad

    Enfermedades provocadas por una vida llena de agresividad

    El sentimiento de agresividad se convierte en algo primario dentro de nuestro desarrollo, que nos sirve para definirnos como individuo, con lo que poder establecer los límites de territorialidad y posesión, aspectos que la sociedad actual ha educado para realizarlo de forma más “civilizada”, pero que cuando se dan las circunstancias de desinhibición, por el consumo de alcohol u otra sustancia, reaparecen como un instinto de supervivencia.
    Todavía no está claro sobre el papel que juega la genética o el ambiente social en la “determinación” de la agresividad, entendiéndose que es una combinación de ambos, el desarrollo en un ambiente “marginal” en donde el miedo por la inseguridad es constante, la agresividad se va a “activar” como forma de autodefensa de sí mismo y de los demás, vivenciando desde pequeño como “normal” actos delictivos, ofensivos y agresivos.
    Además la violencia conlleva un plus, al ir revestida de poder, aquel que es más agresivo es temido y “respetado” por los demás, que procuran no contrariarle en nada ni “ponerse en su camino” para no sufrir las consecuencias.
    Los pequeños que han sido víctimas de ésta agresividad intrafamiliar, cuando crecen van a tender a repetir dicho modelo con sus parejas, sobre todo en la adolescencia temprana van a “rebelarse” contra su posición de víctima para convertirse ahora en los agresores, buscando que los demás le teman y “respeten” tanto como lo hacían con su agresor.

    En ocasiones no es capaz de “devolver” la agresividad recibida a quien le ha estado “castigando” injustamente, porque es más fuerte o porque ya no está, lo que genera gran frustración, en este caso orienta toda esa “rabia” contenida en otra tercera persona o en un objeto.
    Por lo que se convierte en un círculo vicioso dentro de las familias y en los barrios “marginales”, donde la forma de sobrevivir es con y para la agresividad.
    La agresividad puede ser directa o indirecta, en el primer caso estamos hablando de golpear, pegar a algo o a alguien física o verbalmente, en el segundo caso, más empleado por las mujeres, se trata de una agresión “psicológica”, en el que con murmuraciones, comentarios a la espalda,… trata de minar la credibilidad de la persona y burlarse de ella ante los demás.
    Pero si hasta ahora hemos hablado de agresividad hacia alguien o algo externo, también hay que mencionar la posibilidad de que ésta agresividad esté dirigida contra uno mismo, ya sea por un alto nivel de frustración, unido a una baja autoestima o un elevado sentimiento de culpabilidad que le hace sentirse constantemente mal consigo mismo.
    Los pequeños aprenden desde etapas muy tempranas, cómo canalizar la frustración de sus deseos, y es mediante la corrección y supervisión de sus progenitores, especialmente del padre, cuya ausencia puede facilitar la agresividad.
    La agresividad a parte de las consecuencias físicas que entraña al golpear a otro, va a conllevar una serie de problemas en la salud provenientes de la expresión de la conflictividad interna mostrándose como enfermedades psicosomáticas, dependiendo de la intensidad sentida va a influir:
    – A nivel digestivo, con expresiones como anorexia, bulimia, “bola esofágica”, náuseas, vómitos o diarreas, ante los casos “más leves” de agresividad; a niveles “intermedios”, obesidad y colitis espasmódica; y a niveles “elevados” de agresividad úlceras gastroduodenales y rectocolitis hemorrágica.
    – A nivel cardiovascular con taquicardia, palpitaciones, alteraciones de la presión arterial, a nivel más “superficial”; dolores precondiales, lipotimias, desvanecimientos, distonía vegetativa o trastorno vasosimpático, a nivel “intermedio”, y a niveles altos de agresividad, infartos de miocardio e hipertensión arterial crónica.
    Un elevado nivel de agresividad contenida, además de los efectos psicosomáticos citados, va a afectar a otros órganos, siendo generador de enfermedades como, a nivel respiratorio provocando asma; o en la piel, alergia con manifestaciones de palidez y sonrojo.


    Vídeo Recomendado:

    Las consecuencias de las Enfermedades psicosomáticas, asociadas a altos niveles de ansiedad, debido a la relación del sistema P.N.I.E., es aplicable en el caso de personas con altos niveles de agresividad, ya que van a estar “siempre” dispuestas para la lucha, lo que va a provocar un agotamiento prematuro de los órganos del cuerpo, producido por los niveles de estrés elevados, que con ello facilita la aparición de las enfermedades psicosomáticas. Es por ello, que hay que enseñar a los más pequeños a canalizar correctamente su frustración y agresividad, no sólo porque eso le ayudará a su desarrollo en sociedad, sino porque así se le ayuda a prevenir la aparición de enfermedades psicosomáticas.

    Un reciente estudio realizado por la Universidad Case Western Reserve (EE.UU.), publicado en el 213 en la revista científica Child Abuse & Neglect, analiza la relación de la violencia intrafamiliar con la que luego expresan pequeños entre los 3 y 8 años de edad. Los resultados informan de que los pequeños exhiben más comportamientos agresivos cuando la madre tenía problemas psicológicos y mostraba baja calidez hacia el menor, en cambio, y al contrario de lo que se podría esperar, no encontraron una mayor agresividad entre los menores que vivían en un ambiente con violencia intrafamiliar ni entre los que habían sufrido abusos físicos.

    Ésta agresividad como se ha indicado se puede generar desde pequeño por vivir en un ambiente “inadecuado” e inseguro, pero también ante la ausencia del padre, quien al no poner “límites” va a hacer que el pequeño no refrene sus deseos, lo que va a “chocar de frente” con el “mundo exterior”, que le generará gran frustración que va a exteriorizar a través de la agresividad. Igualmente una figura rigurosa y estricta va a provocar que durante la adolescencia se produzca una respuesta “inversa” con agresividad como forma de “liberarse”.
    Incluso los sentimientos de culpa que para unos es invalidante, “aplanando” su quehacer diario por esa excesiva carga que le “atormenta”, para otros en cambio se convierte en escusa para expresar su agresividad, debido a la frustración que los pensamientos recurrentes le generan sobre su “mal hacer”.
    Realizar una breve mención en éste momento sobre la estrecha relación existente entre la agresividad y la ansiedad, definida ésta segunda, como la preparación para la acción, ya sea de huida o de evitación en el caso de que “venga” un peligro, pero también cuando es la propia persona quien “inicia” la acción.




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