Etiqueta: depresion-bipolar

  • ¿Puede la amistad prevenir la depresión en la adolescencia?

    ¿Puede la amistad prevenir la depresión en la adolescencia?

    Una de las etapas más complejas en el desarrollo humano, es sin duda la adolescencia, pero este período se va a complicar aún más si surge la depresión.

    El valor de la amistad

    Si ya de por sí, en la preadolescencia y en la adolescencia se van a producir la mayoría de los cambios físicos, sobre todo en cuanto a expresión de los caracteres sexuales secundarios, donde se conforma diferencialmente el cuerpo del hombre y de la mujer, además de su tono de voz, el bello,…
    Una etapa de cambios donde las hormonas fluctúan «sin control» haciendo especialmente sensible a los jóvenes en esta etapa de la vida, donde parece que las emociones son más vívidas e intensas, descubriendo el primer amor, las amistades, pero también las primeras desilusiones importantes, que pueden conducir al joven a la depresión.
    Una situación que se va a agravarse con un comportamiento esquivo y de aislamiento, en ocasiones acompañado de agresividad contra los demás y contra uno mismo, debido principalmente a ese desánimo con el que ahora lo ve todo.
    De ahí que los padres y educadores deban de prestar especial atención a los primeros síntomas de la depresión en jóvenes, ya que cuanto antes se detecte, antes se puede poner remedio y evitar que se convierta en algo «crónico», como parte de la forma de ser de joven en desarrollo, pero ¿Puede La amistad prevenir la depresión en la adolescencia?



    Amistad y Depresión

    Esto es precisamente lo que se ha investigado desde la Universidad Victoria de Wellington y la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) cuyos resultados se publicaron en el 2014 en la revista científica Open Journal of Depression.
    En el estudio han participado 1.774 jóvenes entre los 9 y 16 años, 51,9% chicas y 48,1% chicos, estudiados durante un período de tres años, con una evaluación cada año.
    Se analizaron la relación existente entre tres variables: la conectividad social, mediante cuestionario sobre la conectividad familiar, la conectividad en la escuela, la conectividad con iguales y la conectividad en la comunidad, todo ello evaluado mediante cuestionario; la soledad, donde debían de responder a una pregunta; y síntomas depresivos mediante cuestionario estandarizado extraído del Center for Epidemiological Studies-Depression Scale (CES-D).
    Los resultados informan de una relación significativa negativa entre la conectividad y la soledad y los síntomas de depresión, esto quiere decir que a mayor contactos sociales menores posibilidades sentirese sólo o de sufrir depresión.
    Jugando un papel decisivo la conectividad como intermediario, es decir, un joven se puede sentir sólo, pero si tiene suficientes amigos, compañeros o familia,no llegará a desarrollar depresión; en cambio ante el mismo sentimiento sin amigos, compañeros o familia se observa la aparición de depresión.
    Aspecto que está mediado por el género, siendo los resultados observado sólo en chicos, mientras en las chicas no se da ese factor de intermediación de la conectividad.
    Igualmente «el otro» sobre todo «los iguales» tienen un papel destacado en la pubertad o preadolescencia, no siendo crítico en etapas previas cuando es aún más joven y todavía no busca en el otro la identificación, la confirmación y conformidad de su personalidad, ni la aprobación de los demás como modo de saber qué es lo correcto y qué no.

    Entre las limitaciones del estudio se encuentra la evaluación de la soledad con una única pregunta dentro del cuestionario, algo que es insuficiente si se quieren obtener resultados fiables para poder ser luego comparados.
    A pesar de que los resultados parecen claros, hay que tener en cuenta que no sólo debe de contar la cantidad, en cuanto al número de amigos que se tenga, si no también la calidad de los mismos, lo que significa, encontrar una persona con la que poder contar confidencias y con la que se sienta uno seguro, más allá de acompañarle a las fiestas o compartir aficciones.

  • ¿Se relaciona el trastorno bipolar con el post-parto?

    ¿Se relaciona el trastorno bipolar con el post-parto?

    Cuando se piensa en el trastorno bipolar se suele hace en un trastorno del estado de ánimo donde se suceden episodios maníacos con episodios depresivos.

    Bipolar

    A esta sucesión de episodios maníacos y depresivos es a lo que se denomina Tipo I del Trastorno Bipolar. El Tipo II es cuando se producen episodios maníacos leves denominados hipomaníacos, manteniéndose la intensidad de la fase depresiva. Cuando tanto la fase maníaca como depresiva se dan de forma leve se denomina Ciclotimia. Aunque actualmente se está todavía claro sobre el origen de esta enfermedad ni lo que le motiva a «cambiar» de un clico a otro, existen circunstancias que parece favorecerlo, sobre todo está relacionado con el nivel de estrés.
    En la mujer el momento del parte, previo a la maternidad, es donde se producen mayores niveles de estrés que acompaña el esfuerzo físico que ha de realizar para dar a luz a su bebé. Se ha observado cómo estos niveles excesivamente altos de estrés facilita la presencia de cambios de humor que se pueden desembocar incluso en un trastorno post-parto.
    Entre las características del trastorno post-parto se encuentra la presencia de episodios depresivos, junto con síntomas psicóticos expresados en ideas delirantes y pensamientos negativos contra el bebé que acaba de nacer, pero ¿Se relaciona el trastorno bipolar con el post-parto?



    Postparto

    Esto es lo que trata de averiguarse desde la Escuela Universitaria de Medicina de Cardiff y la Universidad de Birmingham (UK), junto con la Universidad Central de Medicina de Rochester (USA), publicado recientemente en la revista científica Journal of Affective Disorders.
    En el estudio participaron 3.345 mujeres que habían sufrido trastorno post-parto. Se excluyeron del estudio aquellos participantes que habían consumido sustancias por vía intravenosa, así como aquellos que mostraban deterioros producidos por adicción al alcohol o a otras sustancias, todo ello tras haber pasado por una entrevista estructurada denominado Schedules for Clinical Assessment in Neuropsychiatry (SCAN).
    Entrevista que sirvió también para determinar la presencia de presencia o no del trastorno bipolar en cada una de sus tipologías, para realizar análisis de correlaciones.
    Los resultados informan de que la primera maternidad es la más complicada relacionándose con un 35% de presencia de Trastorno Bipolar Tipo I y un 46% de Trastorno Bipolar II. Mientras que en el segundo embarazo la tasa bajó al 20,5% en el Trastorno Bipolar Tipo I y un 33% de Trastorno Bipolar II.
    Reduciéndose aún más a partir del segundo embarazo a niveles del 14,6% en el Trastorno Bipolar Tipo I, no obteniéndose datos claros sobre el porcentaje de Trastorno Bipolar II.
    Lo que da cuenta de que los niveles de estrés que disminuyen con la experiencia de la maternidad están directamente relacionados con la presencia del Trastorno Bipolar.

    Postparto bipolar

    Una de las limitaciones de estudio se haya precisamente en la selección de las participantes, ya que hay estudios que muestran la relación entre el consumo de sustancias, sobre todo adicción al alcohol y el sufrir trastorno bipolar, en una cuantía superior a la media de la población general, por lo que se estaría excluyendo casos de interés al incluir este criterio.
    Igualmente y tal y como señalan los autores, los datos fueron recogidos pasado el tiempo, es decir, informando de lo que las mujeres recordaban de los hechos acontecidos, aspecto que va en contra de la validez de los datos obtenidos, ya que el recuerdo ha podido verse cambiado con el tiempo.
    Aunque los resultados parecen claros entre la relación existente entre la situación de estrés que lleva el momento del parto, y la aparición de síntomas relacionados con el trastorno bipolar, el estudio ha dejado algunos puntos sin responder, además de requerir un mayor control sobre todo en la selección de participantes, pero también con el instrumento de medida empleado.

  • ¿Qué riesgos sufre el cuidador de un paciente bipolar?

    ¿Qué riesgos sufre el cuidador de un paciente bipolar?

    Los cuidadores formales o informales del paciente bipolar se ven sometidos a una gran presión, debido a las características propias de la enfermedad.

    Cuidador bipolar

    Hasta que se obtiene en diagnóstico de trastorno bipolar, los familiares, amigos y conocidos pueden sentir que algo no marcha bien con esa persona, pero sin saber exactamente el por qué, ya que el cambio entre episodios depresivos y maníacos son totalmente inesperados y no obedecen a ninguna razón.
    Una vez que se tiene el correspondiente diagnóstico, la pareja, familiares y amigos deben tomar una decisión, y es cómo cuidarlo adecuadamente. Si se trata de un adulto que vive independiente, es mucho más difícil la supervisión sobre el cumplimiento de su ingesta de la medicación en las horas establecidas por el médico especialista. Si este es menor o vive con o a cargo de otras personas, es más fácil este cuidado.
    Una situación que lejos de ser fácil, se convierte en un problema cada vez que hay tomar la medicina, sobre todo cuando el paciente no se «nota» enfermo, y cree que no es necesario, o cuando se encuentra en una fase maníaca, donde se siente tan bien y lleno de vitalidad, que considera irrealmente que él/ella puede controlar los síntomas sin «perjudicar» a nadie, pero ¿Qué riesgos sufre el cuidador de un paciente bipolar?



    Cuidando bipolar

    Esto es lo que ha tratado de descubrirse desde la Universidad Bezmialem Vakif, el Hospital Estatal Başak şehir, el Hospital de Investigación y Docencia Erenköy de Enfermedades Neurológicas y Psiquiátricas, el Hospital de Investigación y Educación de Estambul (Turquía) publicado recientemente en la revista científica Journal of Psychiatry. En el estudio participaron 34 cuidadores de pacientes con diagnóstico de trastorno bipolar siendo el 41% mujeres, con una media de 41 años, frente a otros 37 voluntarios. Todos los participaron rellenaron un cuestionario estandarizado sobre ansiedad, el State and Trait Anxiety Inventory (STAIX I-II), otro sobre el temperamento denominado Temperament and Character Inventory (TCI), otro sobre la percepción sobre el estado de ánimo relacionado con la depresión, denominado Hamilton Depression Rating Scale (HDRS), a lo que se incluyó sus datos sociodemográficos. Los resultados informan de significativas diferencias entre cuidadores y no cuidadores, mostrando los primeros elevados niveles en STAIX I-II, aspecto que como ya se conoce, la ansiedad mantenida en el tiempo va a ser causa de la aparición de forma anticipada de enfermedades psicosomáticas. En el caso de la evaluación del estado de ánimo de la depresión, no existen diferencias significativas entre ambos grupos. Aunque el número de participante es reducido, los resultados son claros en la dirección de que cuidar y convivir con un paciente bipolar provoca un aumento significativo de ansiedad.

    Riesgo bipolar

    Los resultados deben ayudar a poner especial atención sobre los familiares y cuidadores de los pacientes con trastorno bipolar debido a los efectos nocivos que sobre su salud tiene esta labor. De ahí la importancia de contar con un grupo de apoyo a través de asociaciones especializadas en donde compartir sus temores, preocupaciones y dificultades, a la vez que se recibe el apoyo y cariño de sus miembros, los cuales sufren la misma situación en sus casas.

  • ¿Sabes si tu hijo tiene un riesgo alto de sufrir depresión?

    ¿Sabes si tu hijo tiene un riesgo alto de sufrir depresión?

    Una de las preocupaciones más importantes de los padres es con respecto a la salud de sus hijos, sobre todo la salud mental, cuando ellos mismos lo han sufrido.

    Depresión en la familia

    Los padres que han sufrido algún tipo de psicopatología suelen tener mucho miedo de que sus hijos puedan pasar por lo que ellos mismos han pasado, tanto en lo que se refiere a la enfermedad, el diagnóstico y el tratamiento.
    Aunque no todas las enfermedades mentales tienen un elevado índice de heredabilidad, el porcentaje de casos en que un hijo pueda expresar un psicopatología aumenta en el caso de que alguno de los padres lo haya sufrido. Las causas, si no se explican por una base genética lo hacen por el ambiente, en este caso el ambiente familiar en donde se desarrolla el pequeño, el cual puede haber sido «testigo» de los episodios agudos de la enfermedad de alguno de sus padres lo que les puede haber servido de «modelo»; igualmente la forma en que una persona que sufre una psicopatología puede que no sea la más indicada y «sana» para su hijo, todo lo cual puede generar el germen sobre el que cimentarse una futura psicopatología por parte del pequeño cuando este crezca.
    Tal y como se ha observado en el caso de padres que sufren de trastornos de ansiedad o de depresión mayor, donde se ha observado un incremento significativo de padecer estas psicopatologías por parte de los hijos. Es decir, los hijos de los padres ansiosos muestran mayores niveles de ansiedad incluso llegando ser patológico, e igualmente con un estado deprimido que llega a transformarse en un trastorno de depresión mayor, pero ¿hasta que punto puede un padre advertir la presencia de su misma sintomatología en su hijo?



    Depresión en los hijos

    Esto es lo que se ha tratado de responder con una investigación realizada desde el Departamento de Psicología Clínica y Psicopatología, Universidad de Groningen; el Centro Médico Universitario Leiden (Países Bajos) y el Centro Médico Universitario VU (Amsterdam) cuyos resultados han sido publicados en el 2014 en la revisa científica BMC Psychology.
    En el mismo participaron 25 padres que habían sufrido un trastorno del humor unipolar o de ansiedad y con hijos entres lo 8 a 18 años.
    A todos ellos se les administró una entrevista semiestructurada sobre diversas cuestiones de su manera de educar y de la salud psicológica de sus hijos.
    Los resultados informan que pesar de que los padres consideran que ofrecen la misma calidad en el cuidado y atención de sus hijos que cualquier otro padre, están más preocupados por la presencia o no de la sintomatología que ellos han sufrido como parte de su psicopatología.
    Casi todos los padres coinciden en que sus hijos deberían de recibir atención especializada en cuanto surgiesen los primeros síntomas que pudiesen señalar que podían padecer su misma enfermedad mental, como medida preventiva y para evitar que se agravase.
    Especialmente polémico fue el punto sobre si contarían a sus hijos que ellos mismos han sufrido una psicopatología.
    Aunque el estudio es pionero en poner en evidencia los temores de los padres que han sufrido una psicopatología, el escaso número de participantes y el realizar una entrevista de forma semi-estructurada no permiten obtener conclusiones extrapolables al respecto. A pesar de ello hay que reconocer la ausencia de cursos orientados hacia éste colectivo, que les ayude en su tarea de crianza de sus hijos, para que sepan identificar correctamente los primero síntomas de sus propias enfermedades y con ello que mitiguen el miedo que ellos tienen sobre la salud psicológica de sus hijos.

  • ¿Existe relación entre sufrir una depresión y el Párkinson?

    ¿Existe relación entre sufrir una depresión y el Párkinson?


    Entrevista a Dª. Mayca Marín Valero, psicóloga y responsable de Formación Federación Española de Párkinson, quien nos comenta sobre la relación existente entre el padecimiento de la depresión y la enfermedad de Párkinson.




    – ¿Es cierto que se suele anteceder síntomas depresivos en personas que muestran los primeros síntomas de párkinson?, ¿A qué cree que se debe?

    Efectivamente hoy en día sabemos, gracias a estudios realizados con técnicas de neuroimagen funcional, como el SPECT y la PET, que el párkinson en realidad comienza varios años antes de que la persona empiece a experimentar las primeras manifestaciones motoras.
    En ese período de tiempo previo, que puede ser de unos cuatro o cinco años, la persona con párkinson, y como consecuencia de las regiones del cerebro que se ven afectadas por la EP, ya comienza a mostrar síntomas no motores como pérdida de olfato, estreñimiento, trastornos del sueño REM y/o la depresión que mencionas. De hecho hay datos que apuntan a que la depresión precede al desarrollo de los síntomas motores en el aproximadamente 1/3 de los casos de enfermedad de Parkinson.

    – ¿Puede ser que el haber sufrido depresión mayor en la mediana edad o posteriormente pueda ser un factor de riesgo para padecer párkinson?

    Actualmente la etiología de la enfermedad de Parkinson está poco clara. Sabemos que un 10-15% de los casos son hereditarios y que en una serie pequeña de casos se ha identificado un gen causante de la enfermedad, pero la gran mayoría de casos con enfermedad de Parkinson son esporádicos y sin causa evidente.
    La hipótesis más extendida es la que defiende que la EP puede obedecer a una interacción compleja entre factores tóxicos ambientales, rasgos de predisposición genética y envejecimiento.
    Por eso aunque existen investigaciones que sugieren que la depresión podría ser un factor de riesgo para enfermedades como el cáncer, los accidentes cerebro-vasculares o el párkinson, son estudios en los que todavía quedan muchas preguntas abiertas, incluyendo si la propia depresión de la que estamos hablando sería un factor de riesgo o tal vez un síntoma precoz de la enfermedad.

    – ¿Tiene relación la reducción de dopamina dado por la degeneración de las neuronas en la sustancia negra presente en el párkinson con la aparición o mantenimiento de la depresión?

    Sí. Los trastornos del estado de ánimo suelen producirse como resultado de las alteraciones cerebrales que mencionabas antes y que afectan a los ganglios basales, lóbulos frontales y algunos agentes químicos cerebrales como la dopamina, la serotonina y la noradrenalina.
    No obstante es importante añadir que la depresión también puede precipitarse por factores psicosociales que no tienen nada que ver con los cambios que se producen en el cerebro. Nos referimos a que en ocasiones surge como reacción psicológica ante las múltiples situaciones que puede vivir la persona: recibir el diagnóstico, valorar su estado y sus recursos personales para afrontar la situación, ante los cambios que se van produciendo en su forma de vida o debido al aislamiento que puede sentir en un momento dado, etc.

    – ¿Cómo afecta en el estado de ánimo la pérdida progresiva de independencia a medida que avanza la enfermedad de párkinson?

    Bueno, todos podemos comprender que la pérdida progresiva de independencia empeore el estado general de salud y bienestar de cualquier persona.
    Pero pensemos en el caso de una persona con párkinson que presenta rigidez, trastornos de la postura, del sueño… si a medida que la enfermedad avanza va experimentando nuevos síntomas como por ejemplo falta de energía, enlentecimiento psicomotor y cognitivo, dificultades en la concentración, etc. entenderemos que surjan en esta persona sentimientos de tristeza, impotencia o desesperación.

    – ¿Afecta negativamente en la progresión del párkinson la aparición de sintomatología depresiva?, y de ser así ¿Existe algún procedimiento establecido para tratarlo?

    Sí, sabemos que los factores psicológicos influencian considerablemente la condición física y el nivel de autonomía de las personas con párkinson. Se ha comprobado que la sintomatología depresiva constituye a largo plazo uno de los problemas más incapacitantes y que más disminuyen la calidad de vida de estas personas, y además se encuentra asociada a una mayor rapidez en el deterioro de las funciones cognitivas y motoras, a los trastornos del sueño, al dolor, a la disfunción sexual, etc.
    En cuanto al procedimiento establecido para poder poner en marcha el tratamiento adecuado, en primer lugar es necesario alcanzar un diagnóstico clínico certero. En ocasiones esto no resulta fácil ya que algunos de los síntomas característicos de la depresión pueden también estar presentes en la enfermedad de Parkinson sin depresión, por ejemplo sentirse cansado. Además algunas personas no se dan cuenta o no admiten que están deprimidos.
    Posteriormente el abordaje de la depresión en la EP suele hacerse desde la doble perspectiva psicofarmacológica y psicoterapéutica.
    Aunque hoy en día existen un buen número de medicamentos disponibles, hasta la fecha no contamos con el antidepresivo ideal, por lo que los tratamientos deben adaptarse a las necesidades de cada persona, a la complejidad de sus síntomas, al potencial determinado que tenga el afectado de experimentar efectos adversos ante los psicofármacos, etc.
    Por otro lado, las técnicas de psicoterapia también han demostrado su utilidad en el tratamiento de la depresión en la EP. Entre ellas las que se centran en los cambios del pensamiento y de la conducta que ocurren durante la depresión y también las que proporcionan apoyo, comprensión y educación a la persona. Participar en grupos de apoyo, llevar a cabo algún tipo de actividad física y otro tipo de terapias, también nos permite, en algunas ocasiones, mejorar el estado emocional de la persona con párkinson y disminuir también el agotamiento que estos síntomas pueden provocar en el cuidador.



    – ¿Cómo se compatibiliza el tratamiento farmacológico del párkinson con el de la depresión?

    Las diferentes alternativas terapéuticas se plantean siempre en función de la sintomatología clínica de la persona con párkinson y teniendo en cuenta el riesgo de interacción farmacológica que pueda producirse entre los distintos fármacos, la presencia de otras enfermedades y por lo tanto de otros tratamientos, etc.
    Con todo esto, comentar que los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son los fármacos más utilizados actualmente para el tratamiento en la EP junto con la quetiapina. Son medicamentos que trabajan bien, aunque pueden producir efectos secundarios como alteración del apetito, pesadillas o alteración de la libido.

    – ¿Es posible prevenir la sintomatología depresiva en los pacientes de párkinson? y de ser así ¿cómo se realiza?

    Está comprobado que hay algunas estrategias que ayudan a prevenir, controlar y/o reducir los problemas emocionales. Entre ellas, seguir unos hábitos saludables de alimentación y de sueño, mantenerse activo tanto física como mentalmente, practicar ejercicios de relajación y respiración, evitar el aislamiento compartiendo experiencias y sentimientos con los demás, etc.




    Para contactar con nuestros profesionales se puede hacer a través del teléfono de la Federación Española de Parkinson 902113942 o a través de su e-mail: consultas@fedesparkinson.org

    Desde aquí mi agradecimiento a Dª. Marian Carvajal Paje, psicóloga del Programa Contigo, por habernos acercado a la importante labor de la Federación Española de Parkinson.

  • ¿Se relaciona el estado de ánimo y el sueño en las mujeres?

    ¿Se relaciona el estado de ánimo y el sueño en las mujeres?

    Uno de los procesos más sensibles de nuestra salud es el la calidad del sueño, viéndose éste alterado cuando estamos preocupados por algo o sufrimos ansiedad.

    Igualmente se ha observado cómo el sueño puede verse alterado cuando la personas experimenta alguna psicopatología, tal y como es el trastorno por depresión mayor o el trastorno de ansiedad, ambos correspondiente a trastornos del estado de ánimo.
    Por otra parte, se conoce desde hace tiempo que las mujeres son más sensibles a padecer estos trastornos del estado de ánimo, especialmente con respecto a lo que se refiere a la depresión.
    Pero ésta relación entre el estado de ánimo no parece ser igual durante toda la vida de la mujer, si no que va cambiando en función de su ciclo de fertilidad, que se concentra en tres períodos principalmente, antes de la menarquía (o del primer sangrado de origen menstrual), durante la etapa de fertilidad femenina, y la menopausia (en que se detiene la menstruación).
    Siendo la mujer especialmente sensible a estos trastornos del estado de ánimo durante la segunda fase, que suele ser la más longeva, abarcando desde la pubertad hasta la madurez tardía, ¿Pero se puede encontrar relación entre las distintas fases, el estado de ánimo y la calidad del sueño?

    gVv4av18vEc https://youtu.be/gVv4av18vEc

    Esto es precisamente lo que trata de averiguar conjuntamente la Universidad de Turku, la Universida de Helsinki, el Hospital Central Universitario de Helsinki, el Hospital del Distrito de Pirkanmaa, la Universidad de Tampere y el Hospital Universitario de Turku (Finlandia), publicado recientemente en la revista científica BMC Psychiatry.
    En el estudio participaron 61 mujeres, separadas en tres grupos, 11 entre 20 y 26 años (en pleno ciclo menstrual), 21 entre 43 y 51 años (en fase pre-menopáusicas), y 29 entre 58 y 71 años (en plena fase menopáusicas). Con respecto al segundo y tercer grupo, se garantizó que ninguna de las participantes habían empleado terapia hormonal durante el primer año previo al estudio. Igualmente sólo se incluyeron participantes que no mostraron ningún trastorno del sueño específico.
    A todas las participantes se les administró un cuestionario estandarizado para evaluar la presencia de sintomatología depresiva (BDI), igualmente se evaluó la calidad del sueño a través de un cuestionario sobre el insomnio subjetivo a través de un cuestionario estandarizado sobre el sueño (BNSQ).
    Todas llevaron un diario del sueño durante tres semanas antes y después del estudio donde debían de registrar la hora de ir a dormir y la de levantarse.
    Además se realizó una análisis de la sangre para evaluar los niveles de estradiol conocida como la hormona esteroide sexual femenina.
    Y por último se tomaron datos sobre las primeras fases del sueño a través de la actividad eléctrica cerebral (EEG), de la conductancia eléctrica (ECG) y de la mandíbula (EMG).
    Los resultados muestran cómo con respecto a los síntomas depresivos evaluados con BDI, no se mostraron síntomas entre las más jóvenes, presentando sintomatología leve o moderada en las mujeres pre-menopaúsicas y menopaúsicas.
    Siendo las mujeres más jóvenes las que tienen más tiempo de sueño, con menos interrupciones durante la noche, con menores puntuaciones de insomnio.
    Encontrando una relación entre los niveles más elevados de sintomatología depresivo con el insomnio, que sufrían las mujeres pre-menopáusicas y especialmente las menopáusicas.
    A pesar del esfuerzo de la investigación, son pocas las participantes para poder establecer una correcta relación, además de necesitar incluir un grupo de previo de comparación con mujeres antes de que tengan su primera menstruación.


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