Categoría: Psicopedagogia

Temática de la Psicopedagogia

  • ¿Qué quieres ser de mayor?, ahora es posible predecirlo.

    ¿Qué quieres ser de mayor?, ahora es posible predecirlo.


    La neuropsicología nos permiten ahora saber «quién vale para estudiar», y prevenir cuando se encuentran deficiencias a edades tempranas para poder intervenir.

    A todos nos gustaría que nuestro hijo fuera presidente de un país o una empresa, astronauta o médico, es decir, que llegase lo más lejos que se pudiese en su carrera profesional, o quizás tan sólo que fuese lo que nosotros mismos no hemos sido capaces de lograr, o puede que lo mismo que somos y hemos alcanzado, pero ¿Cuánto de ello es real?
    A pesar de lo que queramos, el pequeño va a ir pasando por distintas fases en su vida, y en algunas podremos influir de forma decisiva, sobre todo cuando somos pequeños, llevándoles a academias privadas, motivándole e incentivándole hacia aquello que creemos «es lo mejor para su futuro», pero cuando vaya creciendo, nuestra capacidad de «influencia» va a ir decreciendo en favor de su propia opinión o la de sus amigos, lo que va a ser decisivo sobre todo a la hora de elegir estudios y con ello dirigir su futura vida profesional, pero ¿eso garantiza que tenga éxito en un futuro?
    Desde hace años, algunos gobiernos han desarrollado políticas de screening poblacional, por el que se administra a todos los menores una serie de cuestionarios validados, para «detectar» aquellos que tienen mayores potencialidades para un campo un otro, y con ello poder ofrecer una mejor orientación; los antecedentes de esto lo encontramos en los clásicos cuestionarios de inteligencia.
    Una detección temprana y una correcta orientación, ya sea por parte de instituciones públicas o por parte de los padres van a permitir conocer en qué puede ser mejor el pequeño, qué es lo que se le va a dar mejor, aunque la decisión al final siempre va a recaer en sí mismo, ya que va a ser él quien tenga que esforzarse por lograr las metas futuras.
    ¿Pero qué determina el desempeño en las distintas pruebas?, ¿Es posible predecir con antelación el futuro profesional de los niños?



    Con estos antecedentes un grupo del Instituto Karolinska (Suecia) ha realizado pendiente de publicar en The Journal of Neuroscience ha tratado de dar respuesta a al cuestiones anteriores fijándose en un sólo índice, la memoria de trabajo, la cual es la capacidad de retener y manejar información a corto plazo.
    La memoria de trabajo se ha demostrado ser un buen predictor de un mejor rendimiento en el tiempo, tanto en matemáticas como en lectura, así un niño con escasas capacidades desarrolladas de memoria de trabajo van a mostrar dificultades futuras, por todo ello ha sido objeto de estudio de éste grupo de trabajo, empleando para su evaluación la técnica de resonancia magnética funcional, con el objetivo de establecer una método útil para identificar tempranamente a niños con riesgo de sufrir escaso desarrollo cognitivo.
    Se emplearon en el estudio a 232 participantes entre los 6 y 20 años, una vez excluidos participantes con trastorno por déficit de atención o dislexia, para lo cual se empleó una técnica de medida neuropsicológica adaptada a cada edad. La realizó una prueba de memoria de trabajo, que no puede ser evaluada directamente sino viendo sus efectos en la ejecución de alguna tarea, además se empleó las matrices progresivas de Raven para medir la capacidad de razonamiento.

    Los mismos participantes tuvieron que pasar por estas pruebas dos años después para evaluar la consistencia de las medidas, o el cambio en el tiempo de estas.
    Los resultados muestran dos estructuras que están implicadas en una mejor predicción del desempeño en las tareas de memoria de trabajo y con ello de un mejor desarrollo académico y profesional futuro, estas fueron, el tálamo y los núcleos caudados.
    Por lo que los autores entienden que con ello es posible emplear la resonancia magnética como herramienta de evaluación para poder detectar de forma temprana una menor activación de las estructuras anteriormente indicadas, que serían signos de que hay que intervenir en esos pequeños, ya que de no hacerlo pone en riesgo su desarrollo cognitivo y con ello su futuro académico y profesional.
    Referencias:
    Ullman et alt. (2014). Structural Maturation and Brain Activity Predict Future Working Memory Capacity during Childhood Development (in Press)

  • ¿Cómo afecta a la mujer el paso a ser madre de un bebé?

    ¿Cómo afecta a la mujer el paso a ser madre de un bebé?

    Uno de los pasos más importantes de la mujer es cuando se convierte en madre, un estudio analiza cómo afecta a su satisfacción personal y salud psicológica.
    El ser humano a diferencia de otras especies animales, tiene un ciclo gestacional de 9 meses, en el que el neonato se va desarrollando dentro de la barriga de la futura mamá, después de muchos registros hoy en día desde la biología y la neurociencia se puede determinar el avance en el desarrollo semana a semana, siendo todas necesarias para afrontar el momento del nacimiento. Eso no quiere decir, que tras el parto, o la cesárea cuando sea necesario, el bebé ya estará totalmente formado, ya que su sistema neurológico va a seguir madurando aún después de cortar el cordón umbilical.
    La madre por su parte va a sufrir importantes cambios durante los meses de gestación, en que va preparando a su cuerpo para el parto, tras lo cual debe de pasar el puerperio, en el que reacomodarse los órganos de la madre a la situación previa al embarazado, período que se suele extender de 6 a 8 semanas después de haber dado a luz.
    Pero en ocasiones, por problemas en la madre o en el propio neonato, se produce una situación de «embarazado forzado» o cesárea antes de las 37 semanas de gestación, en estos casos se les denomina a los bebés prematuros. Los bebés en estos casos suelen ser de menor tamaño debido a la falta de maduración necesaria que abría tenido si hubiese estado las 40 semanas.



    Esta interrupción del proceso normal de desarrollo por parte del bebé hace que los neonatos tenga una serie de características como: piel delgada, con menos grasa corporal, con tono muscular débil, problemas respiratorios debido a que el sistema respiratorio no ha terminado de madurar, con dificultades para succionar y de alimentarse.
    Un proceso que no hace sino dificultar en algunos la tarea del cambio de mentalidad de mujer a madre que ha de asumir la recientemente parturienta, proceso que es más «impactante» cuando se es primeriza, es decir, no se tiene experiencia previa tanto del tránsito del embarazado, del parto ni de los sucesivos pasos de crianza. De ahí que sea importante la investigación sobre la salud física y psicológica de la madre, ya que va a ser ella la encargada del cuidado y atención, sobre todo de los primeros meses y años del bebé, hasta que éste vaya adquiriendo habilidades y desarrollo suficiente para ser «independiente».

    En un reciente estudio realizado conjuntamente por Università degli Studi di Milano y Ospedale “Luigi Sacco” (Italia) publicado en Terapia Psicológica se analiza longitudinalmente las percepciones sobre la salud física y mental de las mujeres parturientas.
    En éste trabajo participaron diecinueve mujeres a las cuales se las encuestó a la semana 22 y 6 meses después del parto, en donde se observó cómo afecta estos cambios físicos y las nuevas demandas como madre en su salud. El trabajo presentado pertenece a un estudio mayor donde se estudia multitud de factores psicológicos y clínicos que tienen que ver precisamente con éste cambio y con la salud de la madre y del bebé, en su adaptación mutua.
    En ésta ocasión se les entrevistó a las participantes para preguntarles sobre su satisfacción personal, así como sobre la salud psicológica para evaluar algún elemento que pueda servir de predicción para la presencia de la depresión post-parto, que afecta a una de cada diez mujeres parturientas.
    Los resultados muestran un impacto positivo a nivel de satisfacción personal percibida, tanto como madre, como parte de la unidad familiar que ahora tiene un nuevo miembro, sobre todo cuando había recibido el apoyo de su pareja.
    Con respecto a la salud psicológica de la madre, no se observó ningún cambio significativo desde la situación previa a tras haber tenido el bebé, por lo que a pesar de los cambios personales, físicos y psicológicos, así como la presión que supone tener que cuidar y atender un nuevo bebé, no parece que esto ejerza ninguna carga «insuperable» que le pueda provocar o desencadenar una alteración significativa en la salud mental de la madre.
    Queda todavía sin explicar la presencia de los casos de depresión post-parto debido, probablemente al escaso número de participantes, ya que en un estudio más grande sí se podrían encontrar estas diferencias con respecto a la salud psicológica, antes y después de haber sido madre.

  • Dime con quien andas…, y te diré quién eres

    Dime con quien andas…, y te diré quién eres

    Desde la etapa etapa de la preadolescencia, el individuo toma a sus semejantes como punto de referencia y de construcción de su propia identidad, dejando los modelos que hasta ese momento le han servido, tales como los padres, profesores u otras figuras de autoridad, para ser sus compañeros de curso o el grupo de pandilla al que pertenece dicho referente.
    La moral lo que es adecuado, bueno y conveniente, que hasta ahora ha aprendido en la escuela o en la casa, ahora se pone en tela de juicio, siendo lo conveniente aquello que entre todos los de la “pandilla” deciden.
    La adhesión y pertenencia al grupo es fundamental en ésta etapa, definiéndose las personas por los colores, forma de pensar y vestir de su equipo de fútbol o grupo musical favorito.
    Los demás se convierten en el espejo donde se mira uno, y adquiere su propia identidad, siendo más o menos que el resto dentro del grupo, así cada uno podrá destacar en uno u otro aspecto ya sea por exceso o defecto en comparación con los demás, exhibiendo dentro de ese ambiente de confianza distintos aspectos, explorando sus habilidades y capacidades hasta encontrar su papel, “el más chistoso”, “el atrevido”, “el serio”…, todo lo cual le permite tomar conciencia de sí mismo, como persona única.
    Es precisamente en ésta época donde se van a “activar” una serie de cambios a todos los niveles, en el organismo del adolescente debido a la expresión secundaria de su sexualidad, transformando y moldeando los cuerpos hasta ahora casi indiferenciados de niños y niñas, en cuerpos de hombres y mujeres, totalmente distintos, mostrándose todos los caracteres secundarios propios de su sexo.
    Entre los cambios más evidentes desde el exterior, al hombre le aparecerá la barba y cambiará su voz hacia tonalidades más graves, y en la mujer le crecerá los pechos.

    A nivel neuronal va a producirse lo que se denomina una tormenta hormonal, donde van a afluir al torrente sanguíneo gran cantidad de neurohormonas de forma “descontrolada”, lo que va a provocar cambios de humor constantes, experiencias y sensaciones nuevas del organismo, por ejemplo, en el caso de la niña que se convierte en mujer, va a tener la primera regla o menarquía y a partir de ahí va periódicamente a experimentar cambios hormonales cíclicos asociados a su capacidad de concebir, lo que va a cambiar su concepción sobre sí misma y sobre los demás.
    Los grupo de iguales, compañeros y pandillas, van a ir aumentando en miembros, incorporando a las “novias y novios”, y el adolescente va a iniciar una nueva realidad como pareja, en donde le queda todo un mundo por explorar en su camino por convertirse en adulto.
    Pero también es la etapa, en donde dentro de los grupos, se ríen de las “gracias” de sus miembros, actuaciones absurdas, transgresoras, que a veces incluso pueden ser peligrosas, sin que cumpla ninguna función, más allá de la de divertirse uno y a los demás.
    Es el momento de explorar los límites de la sociedad, poniendo en tela de juicio su utilidad, y en algunos casos provocando actuaciones amorales o asociales, y todo ello para sentirse “a gusto” dentro del grupo de iguales, los cuales pueden fomentar o “reprimir” dichos comportamientos, moldeando así la identidad de sus miembros.
    A pesar de ésta “explosión” de individualidad, el haber ofrecido un ambiente familiar estable, con un buen ejemplo de vida, con unas normas de conducta y de comportamiento adecuado, va a hacer que a la hora de estar con “sus amigos” la persona sea “más juiciosa” y pueda anteponer sus propios valores a los desatinos del momento.
    Es el momento de descubrir los propios límites, pero no sólo físicos sino también intelectuales, por lo que bien orientado es una etapa enriquecedora para el adolescente, en la que puede formarse como un hombre o mujer de provecho para sí mismo y para la sociedad en la que se desarrolla.
    La opinión del resto del grupo, más o menos fundamentada, se convierte en criterio “objetivo” sobre nuestro comportamiento, asumiendo como “normal” hábitos o conductas reprobables y reprobadas fuera del ámbito del grupo de amigos.



    Desarrollando el modelo de Erikson se puede hablar de dos “motores” de la identidad que va a ser la exploración y de compromiso. El primero hace referencia al tiempo y esfuerzo dedicado para explorar nuevas alternativas en su búsqueda de una identidad, tratando de encontrar “su camino”; mientras que el compromiso hace referencia a una inversión en una decisión en su vida, ya sea en cuestión de género, pertenencia a grupo, valores y propias creencias, etc…
    La combinación de un mayor o menor grado de exploración y compromiso, va a generar distintos tipos de identidad en la adolescencia:
    – Identidad difusa, donde todavía existe escasa exploración y nulo compromiso.
    – Identidad hipotecada, que es cuando el adolescente no ha pasado por la crisis de identidad propia de su edad, con nula exploración y en cambio un rígido compromiso con aquello que le han estado educando desde pequeño en el ámbito familiar fundamentalmente.
    – Identidad moratoria, en donde se exhibe gran cantidad de conductas y comportamientos en busca de la propia identidad, primando la exploración y con un escaso nivel de compromiso.
    – Identidad alcanzada, que se logra una vez finalizada la etapa de identidad moratoria, donde se ha explorado activamente y tras ello se asumen una serie de decisiones sobre su vida y su futuro con los que se compromete, conformando así el paso necesario para la vida adulta.
    Dentro del grupo de iguales el adolescente va a pasar por un proceso de asunción de valores propios (intragrupo) exaltando sus bondades frente a los otros grupos (exogrupo), lo que va a acentuar el sentimiento de pertenencia al mismo, lo que en algunos casos va a generar el germen de la discriminación, xenofobia o el racismo; en donde el individuo va a verse abocado a una identidad debido a la presión grupal, que en otras circunstancias no asumiría como propias.
    Cobrando mayor relevancia si puede el dicho popular, “Dime con quien andas y te diré quien eres”, pues aunque pensemos que el grupo de amigos tiene una mínima o escasa incidencia, ésto va a determinar de forma significativa la identidad de la persona en “construcción”, que le va a acompañar y guiar el resto de su vida.

    El final de la adolescencia y el paso a la edad adulta suele asociarse a la asunción de responsabilidad en su vida, al adquirir una casa donde vivir fuera del ámbito familiar, tener un trabajo en el que poder desarrollarse y con el que mantenerse económicamente e incluso estar en pareja, con la que proyectar y planear formar una familia.

    Los últimos avatares económicos y cambios sociales, en que los adolescente permanecen en el ámbito familiar más allá de la treintena, sometidos y sostenidos por los progenitores, han hecho replantearse a los psicológicos la definición del adolescente que se solía superar con la mayoría de edad, extendiéndolo ahora hasta la independencia económica y de convivencia familiar.

  • ¿Por qué huelen tan bien los bebés?

    ¿Por qué huelen tan bien los bebés?

    A pesar de que la relación madre-hijo ha sido estudiada desde hace mucho, todavía en la actualidad se realizan descubrimientos, como el relativo a la función de olor del bebé en el comportamiento de la madre.

    Una de las mayores dificultades que tiene la madre o su médico con relación a saber lo que le sucede al pequeño en los primeros años de vida del bebé, es que imposible que éste proporcione información verbal sobre qué es lo que le duele o necesita, por lo que la observación se convierte en una de las herramientas imprescindibles del pediatra. En los primeros mese de vida van a predominar comportamientos biológicos “preestablecidos” como los reflejos, los cuales, en la mayoría de los casos, desaparecerán gracias a los procesos madurativos del sistema nervioso central.
    Además de la auscultación u otras técnicas de diagnóstico, el desarrollo neurovegetativo se evalúa observando la aparición y desaparición de reflejos motores a lo largo de los primeros años de vida.
    Un reflejo es un acto motor involuntario y automático que responde ante un determinado estímulo, siempre y cuando el sistema nervioso encargado de dicho reflejo esté desarrollado adecuadamente.
    Ya desde los primeros momentos de vida se puede observar algunos de estos reflejos en los pequeños como es:
    – El reflejo de presión palmar, que consiste en que si se toca la palma de la mano del bebé, éste la cerrará agarrándo con fuerza. Éste reflejo suele desaparecer sobre los 4 a 5 meses.
    – El reflejo de sobresalto, por el cual, cuando a un bebé se le suelta brevemente (todo ello con cuidado) abre los ojos y los brazos por el sobresalto. Éste reflejo desaparece sobre los 5 meses.
    – El reflejo de presión plantar, por el cual cuando se le toca la planta del pie intenta agarrarlo. Éste reflejo desaparece bastante tarde, entre los 9 y 12 meses.
    – El reflejo de marcha automática, en donde el pequeño mueve las piernas como si estuviese andando cuando se le sujeta por las axilas. Éste reflejo desaparece a los 2 meses.
    – El reflejo de búsqueda, cuando se le acaricia la mejilla, gira hacia ese lado buscando comida y empieza a succionar aun cuando no haya nada. Éste reflejo desaparece entre el 2 y 4 meses.
    La no presentación de estos reflejos o su mantenimiento en el tiempo más allá de lo esperable, pueden dar indicios al pediatra de que algo no está funcionando de forma correcta a nivel neurológico.
    Otros reflejos van a permanecer con nosotros el resto de nuestra vida, como el del bostezo, el estornudo o el parpadeo cuando nos da el aire sobre un ojo.
    Además en ésta etapa, el bebé contacta por primera vez consigo mismo y con el mundo exterior, lo que se lleva a cabo principalmente a través de la madre, quien va a ser la proveedora de cariño y ternura, además del cuidado y la alimentación, y cuyas experiencias positivas y negativas van a influir en el resto del desarrollo del pequeño.



    Por ejemplo en el caso de la violencia intrafamiliar anteriormente comentada, esa agresividad dirigida hacia el pequeño (violencia vivida) o entre los progenitores (violencia percibida) va a quedar impresa dentro de ésta etapa de formación, del yo individual frente al mundo, y puede marcar su posterior evolución, desencadenándose de adulto una enfermedad psicosomática “sin causa aparente” (pasa saber más ver el artículo La Enfermedad Psicosomática).
    La vivencia de la madre, sus tensiones y ansiedades, los problemas por los que pueda pasar en los primeros momentos de la vida del pequeño van a transmitirse al bebé, el cual carece de ningún filtro que mitigue aquello, asumiéndolo como vivencias propias.
    Pero ésta no es sólo una relación “de dar” por parte de la madre, tal y como ha informado un reciente estudio realizado por la Université de Montréal en la revista Frontiers in Psychology.
    El estudio analiza la actividad del cerebro de 30 mujer, de los cuales la mitad de habían sido madres, a todas se les expuso al olor de un bebé recién nacido observando cómo se activaba el tálamo, en concreto las regiones neoestriadas por donde pasa la vía dopaminérgica encargada entre otras de la estimulación placentera, que se estimulan cuando se satisface alguna necesidad como comer, o ante la ingestión de alguna sustancia psicoactiva.
    De forma que la mujer va a recibir una estimulación agradable y satisfactorio cuando tiene contacto con el bebé, ya sea madre o no, lo que va a fortalecer el vínculo de apego madre-hijo, éste es parece ser un mecanismo biológicamente determinado para garantizar así la superviviencia del menor.

    Como vemos la «naturaleza» no deja la cirianza al azar, sino que prepara biológicamente tanto al bebé como a la madre para establecer una diana, en que uno va a afectarse al otro, y viceversa (para ampliar ver artículo Diada Madre-Hijo)

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