Entrevista con D. Pedro José Horcajo Gil, Máster en Psicología General Sanitaria (Doctorando en Psicología Forense: eficacia de un programa de tratamiento a hombres condenados por maltratar a sus mujeres), sobre su investigación respecto a la eficacia de los programas de prevención del maltrato machista.
– ¿En qué está investigando con respecto a la violencia de género?
Mi tesis está enfocada a analizar la eficacia de un programa de tratamiento psicológico.
– ¿Es sobre lo que actualmente se llama violencia machista?
Efectivamente, existe el machismo como constructo bien definido y como percepción socialmente compartida.
– ¿Sé analizan rasgos de personalidad que puedan estar implicados?
Sí, el descubrimiento de grupos de rasgos psicopatológicos de personalidad es muy importante, porque obviamente la intervención debe ser distinta en cada caso particular.
– ¿Cuál es el origen de la violencia machista?
Existen datos sobre el ciclo intergeneracional de la violencia y la transmisión de la misma de padres a hijos.
Muchos de los hombres que han cometido actos de maltrato contra sus mujeres, fueron o bien hijos maltratados o bien observaron cómo sus padres maltrataban a sus madres.
tTodo esto tiene que ver con el modelo de aprendizaje vicario de Bandura (el fenómeno del maltrato puede ser analizado desde muchas perspectivas y marcos teóricos).
Sin embargo, estos datos no son concluyentes, a día de hoy se sabe que no todos los hombres que fueron víctimas de violencia (directa o indirectamente) han maltratado en la adultez, ni todos los que han maltratado fueron víctimas de violencia.
Hay variables que todavía se «escapan».
– ¿Se puede identificar un perfil del maltratador?
En cuanto a perfiles, depende de lo que definamos por perfil.
Muchos autores prefieren analizar cada caso de manera particular, puesto que no hay dos personas iguales.
Pero de cara a la investigación a veces se hace necesario tener que reunir características comunes; en este sentido, es más interesante hablar de tipos de maltrato.
Los 4 perfiles más destacados serían:
– El de dominancia/intimidación (en el que predomina la agresión física y se intenta someter a la pareja).
– El de denigración (en el cual se pretende dañar la autoestima de la pareja).
– El de aislamiento (privar a la pareja, tanto de poder relacionarse con su familia y amistades como de buscar empleo; el principal objetivo es aislarla económica y emocionalmente)
– El de retirada de atención (mediante compoortamientos de evitación, se le niega a la pareja la atención de cosas importantes para ella, a modo de castigo).
Existe una «categoría» adicional denominada violencia económica (donde los recursos económicos son estrictamente controlados, proporcionando el dinero justo para actividades puntuales).
Pero como te comentaba, es raro que se dé un tipo «puro», en la práctica clínica nos encontramos con que se suelen dar conductas pertenecientes a varios «tipos» de violencia».
Así como la violencia física, la psicológica y la sexual no suelen darse aisladamente.
– ¿En qué consiste un programa de prevención de este tipo?
En cuanto a la prevención, se está llevando a cabo la impartición de un módulo específico de violencia en las relaciones de pareja en el noviazgo en institutos de la Comunidad de Madrid (junto con módulos de prevención de consumo de sustancias y de conductas antisociales).
Como todas las conductas desadaptadas, se puede prevenir.
– ¿Cual es el objetivo del programa de prevención de recaídas?
El objetivo concreto de este programa es procurar evitar bajo todos los medios posibles de que disponemos que se vuelvan a producir actos violentos, incluyendo el fortalecimiento de los recursos de afrontamiento de estos hombres de cara a una mayor tolerancia a la frustración, disminución de errores cognitivos hacia la mujer y otros aspectos relevantes.
– ¿Sobre qué tipo de población se aplican estos programas?
Deben ser hombres (en algún caso se ha intervenido con mujeres condenadas por violencia de género) condenados a una pena inferior a 2 años.
– ¿Cree que se invierte lo suficiente en la prevención de este tipo de conductas?
Al menos bajo mi humilde opinión, los que toman las decisiones deberían invertir más en estas labores.
– ¿Qué queda por descubrirse todavía con respecto a la previón de este tipo de violencia?
Se necesita un sólido conocimiento de los factores de riesgo, modificables y no modificables (sexo, estatus socio-económico y cultural de la familia de crianza, educación temprana, etc.).
Aunque se ha avanzado bastante, aún queda bastante por conocer sobre el tema.
Desde aquí mi agradecimiento a D. Pedro José Horcajo Gil, Máster en Psicología General Sanitaria (Doctorando en Psicología Forense: eficacia de un programa de tratamiento a hombres condenados por maltratar a sus mujeres), por habernos acercado a este tipo de intervención.