Categoría: Trastorno Alimenticio o Desordenes Alimenticios

Los trastornos de la conducta alimenticia o de la alimentación, son trastornos en la cantidad y calidad de alimento que se ingiere, ya sea por exceso o por defecto.

  • ¿Puede el pensamiento controlar la obesidad?

    ¿Puede el pensamiento controlar la obesidad?


    Uno de los problemas de salud más importantes de los últimos años en determinados países desarrollado es el aumento de los casos de obesidad.

    Pensamiento obesdidad

    Aunque han sido muchos los factores que se han considerado como los causantes del sobrepeso que lleva a la obesidad.
    Si bien con anterioridad el único índice que se tenía para saber si la persona sufría de obesidad era el peso, con posterioridad se incorporó la evaluación de la altura, surgiendo así lo que se conoce como Índice de Masa Corporal (I.M.C.) que se calcula dividiendo el peso por la altura. El I.M.C. ofrece un porcentaje, el cual si es por debajo del 18% se considera desnutrición y por encima del 25% sobrepeso.
    Aunque el I.M.c. está ampliamente aceptado, hoy en día los médicos cuentan con índices más exactos que tienen en cuenta también el género de la persona, e incluso su edad, con lo que establecer más correctamente si se está ante una persona obesa o no, a la vez que ofrece información sobre el porcentaje de la grasa acumulada en exceso.
    La mala alimentación es una de las principales causas de la acumulación excesiva de grasa, y eso a pesar de la una mayor variedad de alimentos que permiten llevar sin mayores costes una dieta equilibrada. A pesar de lo cual el número de obsesos entre los países desarrollados sigue creciendo, habiéndose observado que empieza a afectar a edades cada vez más tempranas, pudiendo encontrarse niños obesos que van a arrastrar problemas de salud asociados durante toda su vida.
    Ya que la acumulación de grasa en sí tiene escasas consecuencias, pero el exceso tiene asociado la presencia de múltiples enfermedades que se incrementan a medida que lo hace el sobrepeso, y que en muchos casos se recupera la persona cuando pierde esos kilos de más.
    Muchas son las creencias al respecto, desde aquellos que piensan que es algo genético y que no se puede hacer nada, otros que afirman «haber probado de todo para bajar» sin haber conseguido anda, pensamientos que limitan la capacidad de la persona de poner en manos de un profesional de la salud especializado, pero ¿Puede el pensamiento controlar la obesidad?



    Controlar la obesidad

    Esto es precisamente lo que trata de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) cuyos resultados han sido recientemente publicados en el 2014 en la revista científica The Journal of Social Psychology.
    El objetivo de este estudio es determinar si las creencias de las personas sobre las posibilidades o no de baja peso van a influir en la realidad de conseguirlo.
    En este estudio han participado ciento noventa y tres adultos reclutados a través de Internet, con edades comprendidas entre los 18 a 65 años, de los cuales 124 eran mujeres, con un índice de peso corporal medio de 25, lo que supone que se encuentra en el inicio de la obesidad.
    A los participantes se les distribuyó entre cuatro variables en donde leían sobre un obeso que intentaba perder peso, en situaciones en que lo atribuía a sí mismo o al exterior.
    Se registró y analizó la respuesta de todos los participantes según su condición experimental, opinando sobre el texto que les había correspondido en una escala de afectividad de -7 a +7 siendo la valoración más baja la correspondiente a fuertemente en desacuerdo y la más alta, fuertemente de acuerdo.
    Los resultados indican que aquellos obesos que leyeron un texto donde la persona se esforzaba por bajar su peso fueron mejor valorados que aquellos que leyeron un texto donde se explicaban los efectos negativos de la obesidad.
    Estos resultados va en la línea de recientes estudios que indican que entre los obesos se valora más a aquellos que consiguen con su esfuerzo bajar que aquellos que lo logran con una intervención externa como es la crujía.
    Por lo que los autores concluyen que el estigma que sufren las personas obesas no desaparecen cuando estas pierden peso, si los demás saben que lo han hecho empleado para ello métodos externos, que no requieren de ningún tipo de esfuerzo por su parte; en cambio cuando la persona se ha esforzado existe un gran consideración social por haber podido conseguir superar su problema de sobrepeso con sus propios medios y esfuerzo.


    Sin obesidad

    Esto es así probablemente por que los propios participantes, que tienen una media de sobrepeso han tenido la experiencia de querer perder peso y saben lo que cuesta bajarlos, tanto con lo que respecta al ejercicio físico como a llegar una dieta saludable con lo que corregir los desajustes que le llevaron a la persona al sobrepeso.
    Lo que no hace si no exponer la idea errónea que se puede tener de que uno pesa «lo que quiere», sin tener en cuenta que existen otros muchos factores de origen genético e incluso farmacológicos o médicos que puede estar influyendo en el mantenimiento y aumento del peso por parte de la persona, y no ser ella la responsable de bajarlo.
    Por lo que sería bueno y conveniente trabajar con estas ideas entre aquellas personas que por su condición no puedan perder peso, para que no se sientan mal por ello.
    Y para aquellos que quieran y puedan hacerlo, recordarles que el esfuerzo es una vía válida para que aparte de perder peso se sientan satisfechos consigo mismo por conseguir sus propias metas personales tan importantes como es la de recuperar la salud.
    A pesar de los resultados, el haber empleado personas por Internet en vez en presencial, además la selección de los participantes con un rango tan amplio de edad no permite conocer si estos resultados cambian o se mantienen durante el tiempo. Igualmente el número de participantes y el origen de los mismos, el 81% caucásico, hace que se requiera de nueva investigación para poder dar por válido los resultados.

  • ¿Están expuestos los deportistas a Trastornos Alimentarios?

    ¿Están expuestos los deportistas a Trastornos Alimentarios?

    Los deportistas están expuestos a mucha presión, tanto a la hora de entrenarse como por el logro de éxito deportivos, pero algunos sufren Trastornos Alimentarios.

    Alimentacion deportista

    La conducta del Trastornos Alimentarios se puede presentar de distinta manera, tanto como bulimia, anorexia o vigorexia, presentando cada uno de ellos características diferentes, aunque igual de perjudicial para la salud, debido a que en todos los casos se producen desajustes alimenticios que van a tener su reflejo en un perjuicio sobre la salud, que si no se trata a tiempo en algunos casos puede poner incluso en riesgo la vida de quien lo padece.
    Muchas son las teorías que han surgido alrededor del Trastornos Alimentarios, tanto sobre su origen como en su mantenimiento, pero todavía no se ha llegado a ninguna conclusión sobre el mismo, siendo además de difícil tratamiento, ya que la persona que lo sufre suele negar la realidad de su problema, y entender que aquello que hace es parte de su modo de vida, incluso es algo buscado.
    Es por ello que a la hora de tratar a estos pacientes lo primero que hay que «luchar» es contra esas ideas erróneas sobre la salud, la alimentación, y el poder que ellos creen tener en su vida, para que una vez rota esta, se puede reeducar en hábitos adecuados que ayuden poco a poco a recuperar de las carencias alimenticias que han sufrido.
    Aunque cuando uno piensa en persona afectadas por este tipo de trastorno, lo suele hacer con respecto a personas en algunos casos solitarias, o que se rigen por los cánones sociales de belleza al que se ven expuestos por la televisión o las revista, pero ¿Están expuestos los deportistas a Trastornos Alimentarios?


    https://youtu.be/4atAvSJotUQ

    Deportista trastorno

    Esto es lo que trata de averiguarse desde la Universidad Federal de Juiz de Fora junto con la Universidad São Paulo, cuyos resultados han sido publicado recientemente en la revista científica Paidéia.
    En el mismo participaron 580 adolescentes, de ambos sexos, con edades comprendidas entre los 10 a 19 años de edad, que practicaban deporte regularmente al estar inscritos en alguno de los cinco clubes deportivos de donde se extrajeron los mismos, entre los cuales practicaban campo a través, baloncesto, fútbol, esgrima, gimnasia artística, balonmano, judo, natación, waterpolo y voleibol entre otros.
    A todos ellos se les pasaron tres cuestionarios estandarizados diferentes, uno para evaluar el riesgo de sufrir un Trastornos Alimentarios denominado Questionnaire Eating Attitudes Test (EAT-26), otro para evaluar la satisfacción con su propio cuerpo Body Shape Questionnaire (BSQ) y por último, uno que evalúa el compromiso psicológico con el deporte Commitment Exercise Scale (CES). A lo anterior se incorporaron las medidas de peso y altura, además de el porcentaje de grasa corporal. Se incluyeron también datos demográficos y económicos de los participantes.
    Los resultados muestran un porcentaje de sufrir Trastornos Alimentarios del 18% en chicas y del 14% en chicos, igualmente existe diferencias en cuanto a la satisfacción con el propio cuerpo, siendo la insatisfacción del 14% en chicos mientas que en chicas alcanza el 38%.

    Deportista anorexia

    A pesar de contar con datos de chicos y chicas, el estudio no ha realizado un análisis comparativo entre ambos para comprobar si los resultados anteriores eran significativamente diferentes ente ellos o no.
    El estudio no incluye a un grupo control con el que comparar si los resultados son elevados o igual al obtenido entre la población que no practica deportes de forma regular. Aún y con eso se precisaría de comparar los resultados con los de otras poblaciones para poder concluir si los deportistas están más expuestos a sufrir Trastornos Alimentarios o no.

  • ¿Se puede prevenir la anorexia o la bulimia en la infancia?

    ¿Se puede prevenir la anorexia o la bulimia en la infancia?

    Uno de los grandes «males» de nuestra sociedad son los trastornos de la alimentación que provocan anorexia, bulimia u obesidad, ¿Pero cuándo se empieza a formar?

    Anorexia infancia

    Algunos autores atribuyen que es la consecuencia «lógica» de un exceso de disponibilidad de la alimentación, en referencia a la obesidad, no siendo tan fácil de explicarse por los mismos motivos en el caso de la anorexia o la bulimia, ya que a pesar de la disponibilidad la persona se niega a comer o a engordar.
    En estos casos los autores optan más por la presión social y los cánones de belleza autoimpuestos como el origen de estos trastornos, pero ¿Cuándo se inician?
    En países del «primer mundo» se ha observado cómo cada vez se producen estos trastornos de la conducta alimenticia a edades más tempranas, llegándose a considerar en alguno de ellos, la obesidad infantil un problema de salud nacional; en cambio la anorexia o la bulimia parece estar más relacionado con la pre-adolescencia y la adolescencia.
    Pero no hay que olvidar las graves consecuencias que sobre la salud va a tener el haber sufrido alguno de estos trastornos, así la obesidad infantil puede provocar problemas físicos de huesos, articulaciones, dificultad para respirar, problemas cutáneos o diabetes; en el caso de la bulimia o la anorexia, alteraciones cardiovasculares, gastrointestinales, debilitamiento óseo, alteraciones hormonales y hasta amenorrea (pérdida de la menstruación en mujeres), sabiendo además que en los casos más graves puede llevar al niño o al joven al ingreso hospitalario de urgencias. Además el padecer uno de estos trastornos de la conducta alimenticia puede además tener consecuencias negativas como una baja autoestima, al sufrir el aislamiento y la discriminación por parte de sus iguales, ¿Pero se puede hacer algo para prevenirlo o evitarlo?



    Bulimia en infancia

    Es lo que trata de averiguarse desde la Universidad de Leuven (Bélgica) recientemente publicado en la revista científica Frontiers in Psychology.
    En el estudio participaron 183 pequeños entre los 7 y 12 años, de los cuales el 49% eran niñas. A la mitad de los participantes, se les pasó por la condición de pre-exposición a la alimentación disponible, mientras que a la otra mitad no se les hizo nada, grupo control.
    La fase de pre-exposición consistió en que formasen palabras de dulces, a la vez que los tenían disponibles para su consumo, pero el experimentador estaba presente, por lo que ninguno de ellos comieron.
    Con posterioridad se realizó una fase de prueba donde se les dejaba a los pequeños comer lo que quisieran, mientras se les pedía que evaluasen tres características de los mismos.
    Los resultados informan que los niños que han sido pre-expuestos a la tentación de comer dulces en la fase de prueba muestran mayor autocontrol y comen menos dulces que los del grupo control.
    El estudio que se basaba en investigaciones previas que indicaban que los niños/as que habían sido pre-exposición a la comida, como forma de «educar» el auto-control.

    Anorexia y bulimia infancia

    Uno de los resultados más notables a la vez que desconcertantes, es que el efecto de pre-exposición fue válido únicamente entre los niños, no existiendo diferencias en cuanto al número de dulces consumidos entre el grupo de pre-exposición y control en el caso de las niñas.
    Aunque el objetivo del estudio no es de índole clínico, los resultados abren una puerta para incorporarlo en la prevención de trastornos de la alimentación como la obesidad, quedando fuera de sus resultados los casos de anorexia o bulimia que no se regirían por la disponibilidad de la alimentación tal y como se comentó en la introducción del estudio. Igualmente quedan fuera del estudio la aproximación que indica que entre las principales causas de la obesidad infantil se encuentra en el sedentarismo y la falta de actividad físicas desde pequeño, lo que hace que no se «queme» lo que se come.

  • ¿Sabes que controlando tu peso mejoras la depresión?

    ¿Sabes que controlando tu peso mejoras la depresión?


    La depresión tiene entre otros síntomas una variación del peso facilitando que se adquieran kilos, ¿pero qué pasaría si bajar ayuda a superar la depresión?

    Síntomas de la Depresión

    La depresión, técnicamente denominado Trastorno de la Depresión Mayor, es un trastorno del estado de ánimo que tiene importantes consecuencias sobre la forma de ser, pensar y actuar de la persona; caracterizado por sentimientos de culpa, desesperanza, inutilidad, pensamientos; además de un incremento de la sensibilidad al dolor, con malestar persistente, con problemas digestivos, y de sueño, además de fatiga, irritabilidad e inquietud.
    El desánimo generalizado que acompaña a la depresión, unido a la pérdida de de interés por aquello que antes le producía placer (anhedonía), hace que la persona se vaya poco a poco «abandonando», tanto en aspectos de higiene personal como de alimentación, incrementando las comidas calóricas y el consumo de alcohol, esto va a tener un efecto directo en el cambio de peso, que además si se acompaña de «atracones» como forma de «rellenar» la vida, va a dar como consecuencia un incremento del peso, que con el tiempo puede llevar a la obesidad. Aunque la depresión puede también provocar el efecto contrario, es decir, la «mala» alimentación puede llevar como consecuencia una pérdida de peso; además la pérdida de sueño y con tanto, estar más horas del día despierto que caracteriza a las personas con depresión, ha sido relacionado con una de la explicaciones por las que se reduce el peso, ya que mientras se está en activo se consume más calorías. Faltando todavía una teoría explicativa que de cuenta de porqué a unas personas la depresión le engorda mientras que a otras le adelgaza.
    Desde hace años se tiene constancia de una estrecha relación entre la depresión y la obesidad, encontrándose un mayor número de casos obesas que sufren de depresión, e igualmente, las personas que sufren depresión tienen un mayor porcentaje de obesidad, aunque todavía no se tiene claro qué es el detonante de cuál, es decir, si es la depresión quien origina la obesidad o viceversa.
    Las personas obesas suelen estar más expuestas a las burlas de los demás, sobre todo cuando se produce a edades tempranas, especialmente sensible en la preadolescencia, en que la opinión y valoración de los otros es fundamental. Un sentimiento de rechazo o de hacer el ridículo puede ser el detonante para mirar la autoestima del joven, lo que le puede conducirle al aislamiento y a evitar las relaciones sociales, a la vez que se «encierra» en la comida como modo de «rellenar» el cariño que le falta, pero ¿Cuál es el efecto de la intervención en la obesidad sobre la depresión?


    https://youtu.be/jg1ciC8a7Zk

    Depresión y Obesidad

    Esto es precisamente lo que se ha tratado de responder con una investigación realizada desde el Departamento de Psicología, Facultad de Humanidades, Universidad de Bond; la Universidad Mullumbimby (Australia) y la Fundación de Medicina Epigenética (EE.UU.) cuyos resultados han sido publicados en el 2013.
    En el estudio participaron 96 adultos que tienen obesidad, donde la mitad se les administró un tratamiento E.F.E. (técnica de liberación emocional en sus siglas inglesas) mientras que a los otros no se les hizo nada. El tratamiento que duró cuatro semanas, se intervenía sobre la obesidad, aunque se realizó una evaluación antes y después de los síntomas de la Depresión, para comprobar si afectaba y en qué medida.
    Además el estudio cuenta con un seguimiento de 12 meses en donde se observó cómo las mejoras sobre la depresión se habían mantenido durante éste tiempo; por lo cual se puede afirmar sobre los efectos positivos tanto sobre la obesidad como sobre la depresión.
    Todo lo cual hace replantearse la forma de abordar el tratamiento de la Depresión Mayor, pues, como ya se vio en un artículo publicado con título ¿Cuál es la relación entre el insomnio y la depresión?, en donde se encuentra que una intervención psicoterapéutica sobre el insomnio es suficiente para facilitar superar la Depresión; mismo resultado que el que se encuentra interviniendo sobre la obesidad, y en ambos estudios sin necesidad de una intervención farmacológica que suele ser la primera opción terapéutica «tradicional».
    Aún quedan estudios sobre los restantes síntomas de la depresión, si se encuentran los mismos efectos, es decir, que una intervención psicoterapéutica sobre estos síntomas consiguen hacer superar la Depresión, entonces sería ésta la vía terapéutica a utilizar ya que es «menos agresiva».

  • La ortorexia y la obsesión por la alimentación saludable

    La ortorexia y la obsesión por la alimentación saludable

    Una alimentación equilibrada es algo necesario para nuestra salud, pero también puede convertirse en fuente de enfermedad si se convierte en una ortorexia.

    Ortorexia

    Cuando uno piensa en trastornos de alimentación, seguramente piense en anorexia o un poco menos conocido la bulimia, pero es difícil que piense en ortorexia, ya que digo término es relativamente frecuente, y hace referencia a un trastorno obsesivo compulsivo por lo que una persona se obsesiona con la «comida sana». Un trastorno cada vez más frecuente en los países occidentales donde se da mayor valor a la imagen exterior y a la «salud interna».
    La ortorexia que afecta principalmente a las mujeres y a los adolescentes, se inicia por una concienciación sobre la vida y comida, donde se va modificando poco a poco la vida incorporando ejercicios moderados diarios, practicas de yoga o meditación, eliminando de la alimentación las carnes rojas o grasas, para ir poco a por ir siendo más «selecto» a la hora de escoger lo que se come.



    Pero cuando se aumenta esa «preocupación» rechazando cualquier alimento que contenga productos adictivos, conservantes o adictivos, buscando que sean siempre naturales, probióticos o ecológicos, provoca que comer fuera de casa, ya sea con amigos o compañeros de trabajo, pueda provocar una situación de estrés, debido a que no se «fija» de lo que ponen en los restaurantes, lo que va a facilitar el aislamiento social.
    Pero como cualquier otra obsesión se caracteriza por un exceso de preocupación por aquello que es objeto de la obsesión, dedicándole demasiado tiempo a pensar en la comida sana, «perdiendo» mucho tiempo a la hora de realizar las compras, mirando y comparando las distintas etiquetas de todos los productos que van a comprar, buscando y rebuscando entre la oferta que hay gastando para ello también mucho dinero para conseguir el que cree «necesario» para su cuerpo.
    Además de los síntomas y consecuencias anteriores, en cuanto a tiempo y dinero, una alimentación «excesivamente sana», puede provocar que se dejen de ingerir determinadas sustancias, lo que va a facilitar situaciones de anemias; ya que estas personas tienen creencias «incorrectas» al no tener conocimientos específicos sobre dietas, sino que se rigen por lo que escuchan y leen sin un conocimiento específico adecuado, además de promover el aislamiento.
    Un porcentaje de casos de ortorexia proviene de pacientes que han superado otros trastornos de la alimentación tal y como es la anorexia, donde se educa al paciente a alimentarse de forma sana y a ser «estricto» en su seguimiento, lo que hace que la persona pueda «dar un paso más» y llegarse a obsesionar en ese cumplimiento, saliendo de un trastorno de la alimentación para entrarse en otro.
    La mayor dificultad de este trastorno es que ha sido definido hace poco tiempo, por lo que apenas existen estudios al respecto, tanto en lo que respecto al diagnóstico de éste trastorno como a su tratamiento.

    Obsesión comida

    Un reciente trabajo realizado conjuntamente por las universidad de University of South Australia (Australia), Texas A&M University y Dickinson College (EE.UU.) publicado en The International Journal of Educational and Psychological Assessment aborda ésta problemática diseñando un cuestionario para detectar los síntomas más comunes y con ello poder establecer un adecuado diagnóstico.

    Comida sana

    Herramienta que una vez validado, ha de ser administrada en distintas poblaciones dianas para tener una base suficiente para aplicar, de forma que se pueda estandarizar, con lo que poder realizar estadística nacionales e internacionales.
    Se ha diseñado un cuestionario breve de 21 items, donde se evalúan tres dimensiones: conocimiento sobre alimentación saludable, problemas asociados a la alimentación saludable y sentimientos positivos sobre la alimentación saludable.
    El estudio preliminar cuenta con suficiente validez internar y ecológica, pero falta que otros países adapten estos estudios con lo que detectar nuevos casos de pacientes, ya que cuanto antes se detecte antes se puede intervenir y ayudar así a superar éste trastorno de alimentación.

  • Enfermedades provocadas por una vida llena de agresividad

    Enfermedades provocadas por una vida llena de agresividad

    El sentimiento de agresividad se convierte en algo primario dentro de nuestro desarrollo, que nos sirve para definirnos como individuo, con lo que poder establecer los límites de territorialidad y posesión, aspectos que la sociedad actual ha educado para realizarlo de forma más “civilizada”, pero que cuando se dan las circunstancias de desinhibición, por el consumo de alcohol u otra sustancia, reaparecen como un instinto de supervivencia.
    Todavía no está claro sobre el papel que juega la genética o el ambiente social en la “determinación” de la agresividad, entendiéndose que es una combinación de ambos, el desarrollo en un ambiente “marginal” en donde el miedo por la inseguridad es constante, la agresividad se va a “activar” como forma de autodefensa de sí mismo y de los demás, vivenciando desde pequeño como “normal” actos delictivos, ofensivos y agresivos.
    Además la violencia conlleva un plus, al ir revestida de poder, aquel que es más agresivo es temido y “respetado” por los demás, que procuran no contrariarle en nada ni “ponerse en su camino” para no sufrir las consecuencias.
    Los pequeños que han sido víctimas de ésta agresividad intrafamiliar, cuando crecen van a tender a repetir dicho modelo con sus parejas, sobre todo en la adolescencia temprana van a “rebelarse” contra su posición de víctima para convertirse ahora en los agresores, buscando que los demás le teman y “respeten” tanto como lo hacían con su agresor.

    En ocasiones no es capaz de “devolver” la agresividad recibida a quien le ha estado “castigando” injustamente, porque es más fuerte o porque ya no está, lo que genera gran frustración, en este caso orienta toda esa “rabia” contenida en otra tercera persona o en un objeto.
    Por lo que se convierte en un círculo vicioso dentro de las familias y en los barrios “marginales”, donde la forma de sobrevivir es con y para la agresividad.
    La agresividad puede ser directa o indirecta, en el primer caso estamos hablando de golpear, pegar a algo o a alguien física o verbalmente, en el segundo caso, más empleado por las mujeres, se trata de una agresión “psicológica”, en el que con murmuraciones, comentarios a la espalda,… trata de minar la credibilidad de la persona y burlarse de ella ante los demás.
    Pero si hasta ahora hemos hablado de agresividad hacia alguien o algo externo, también hay que mencionar la posibilidad de que ésta agresividad esté dirigida contra uno mismo, ya sea por un alto nivel de frustración, unido a una baja autoestima o un elevado sentimiento de culpabilidad que le hace sentirse constantemente mal consigo mismo.
    Los pequeños aprenden desde etapas muy tempranas, cómo canalizar la frustración de sus deseos, y es mediante la corrección y supervisión de sus progenitores, especialmente del padre, cuya ausencia puede facilitar la agresividad.
    La agresividad a parte de las consecuencias físicas que entraña al golpear a otro, va a conllevar una serie de problemas en la salud provenientes de la expresión de la conflictividad interna mostrándose como enfermedades psicosomáticas, dependiendo de la intensidad sentida va a influir:
    – A nivel digestivo, con expresiones como anorexia, bulimia, “bola esofágica”, náuseas, vómitos o diarreas, ante los casos “más leves” de agresividad; a niveles “intermedios”, obesidad y colitis espasmódica; y a niveles “elevados” de agresividad úlceras gastroduodenales y rectocolitis hemorrágica.
    – A nivel cardiovascular con taquicardia, palpitaciones, alteraciones de la presión arterial, a nivel más “superficial”; dolores precondiales, lipotimias, desvanecimientos, distonía vegetativa o trastorno vasosimpático, a nivel “intermedio”, y a niveles altos de agresividad, infartos de miocardio e hipertensión arterial crónica.
    Un elevado nivel de agresividad contenida, además de los efectos psicosomáticos citados, va a afectar a otros órganos, siendo generador de enfermedades como, a nivel respiratorio provocando asma; o en la piel, alergia con manifestaciones de palidez y sonrojo.


    Vídeo Recomendado:

    Las consecuencias de las Enfermedades psicosomáticas, asociadas a altos niveles de ansiedad, debido a la relación del sistema P.N.I.E., es aplicable en el caso de personas con altos niveles de agresividad, ya que van a estar “siempre” dispuestas para la lucha, lo que va a provocar un agotamiento prematuro de los órganos del cuerpo, producido por los niveles de estrés elevados, que con ello facilita la aparición de las enfermedades psicosomáticas. Es por ello, que hay que enseñar a los más pequeños a canalizar correctamente su frustración y agresividad, no sólo porque eso le ayudará a su desarrollo en sociedad, sino porque así se le ayuda a prevenir la aparición de enfermedades psicosomáticas.

    Un reciente estudio realizado por la Universidad Case Western Reserve (EE.UU.), publicado en el 213 en la revista científica Child Abuse & Neglect, analiza la relación de la violencia intrafamiliar con la que luego expresan pequeños entre los 3 y 8 años de edad. Los resultados informan de que los pequeños exhiben más comportamientos agresivos cuando la madre tenía problemas psicológicos y mostraba baja calidez hacia el menor, en cambio, y al contrario de lo que se podría esperar, no encontraron una mayor agresividad entre los menores que vivían en un ambiente con violencia intrafamiliar ni entre los que habían sufrido abusos físicos.

    Ésta agresividad como se ha indicado se puede generar desde pequeño por vivir en un ambiente “inadecuado” e inseguro, pero también ante la ausencia del padre, quien al no poner “límites” va a hacer que el pequeño no refrene sus deseos, lo que va a “chocar de frente” con el “mundo exterior”, que le generará gran frustración que va a exteriorizar a través de la agresividad. Igualmente una figura rigurosa y estricta va a provocar que durante la adolescencia se produzca una respuesta “inversa” con agresividad como forma de “liberarse”.
    Incluso los sentimientos de culpa que para unos es invalidante, “aplanando” su quehacer diario por esa excesiva carga que le “atormenta”, para otros en cambio se convierte en escusa para expresar su agresividad, debido a la frustración que los pensamientos recurrentes le generan sobre su “mal hacer”.
    Realizar una breve mención en éste momento sobre la estrecha relación existente entre la agresividad y la ansiedad, definida ésta segunda, como la preparación para la acción, ya sea de huida o de evitación en el caso de que “venga” un peligro, pero también cuando es la propia persona quien “inicia” la acción.




Este sitio web utiliza cookies para mejorar la experiencia del usuario y ofrecer servicios personalizados. Al continuar navegando en este sitio, aceptas el uso de cookies. Puedes obtener más información y configurar tus preferencias en nuestra   Política del Sitio.

error: Content is protected !!