¿Tiene consecuencias psicológicas padecer embolia pulmonar? Cuando se presenta alguna enfermedad física crónica trae consecuencias en la vida cotidiana a la cual se debe de adaptarse para sobrellevarlo lo mejor posible.
Tal es el caso de la embolia pulmonar sintomática, en donde se producen la obstrucción de
de una arteria pulmonar lo que puede provocar falta de oxigenación de la sangre, sobrecarga del corazón e incluso infarto.
Entre los síntomas más comunes entre las personas que sufren una embolia pulmonar esta el dolor torácico, tos con expulsión de sangre, y sensación de ahogo por insuficiencia respiratoria.
A pesar del tratamiento específico con oxígeno o anticoagulantes, se ha comprobado cómo la embolia pulmonar tiene importantes consecuencias físicas, incluso dos años después de haberlo sufrido, con un notable empeoramiento de la calidad de vida del paciente, pero ¿Tiene consecuencias psicológicas padecer embolia pulmonar?
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Esto es lo que tratan de descubrir desde la Universidad de Cardiff, la Universidad de Swansea y el Hospital Nevill Hall (Inglaterra) publicado recientemente en la revista científica BMJ Open.
En el estudio participaron 4 mujeres y 5 hombres, entre 18 y 70 años, los cuales recibieron atención especializada en el Hospital Nevill Hall.
A todos ellos se les realizó una entrevista semiestructurada de tipo cualitativo donde se exploraba la influencia en los aspectos psicológicos, sentimientos, actitudes y creencias, así como en las rutinas y actividades diarias, durante doce meses que duró el estudio.
Entre las consecuencias del estudio destaca la gran influencia de este evento en la vida de los pacientes, que lo denominan como un acontecimiento estresantes que les cambió la vida, centrando sus resultados en tres áreas:
– El malestar provocado por el incidente con la embolia pulmonar y el riesgo para la vida que ello conlleva, lo que requirió para algunos un «cambio de rumbo» en sus vidas, incluso mencionado conductas de evitación de aquellas actividades que entendía incrementaban el riesgo de volver a padecerlo.
– Elevados niveles de estrés, que los autores lo equipararon a los que padecen un trastorno de estrés post-traumático, debido a la presencia de flashbacks, hipervigilancia y al embotamiento emocional.
– Un incremento en la necesidad de sentirse apoyado y ayudado por otras personas, sensación de la que carecían con anterioridad, especialmente notable en la necesidad de acceso a información y al propio personal especializado que pudiese atenderle.
Los autores justifican la realización de este estudio debido a que el tromboembolismo venoso, presentado tanto como trombosis venosa profunda como embolia pulmonar, sigue siendo una de las principales causas de morbilidad y mortalidad, afectando a 1 de cada 1.000 pacientes al año.
Tal y como indican los autores del estudio, éste tiene importantes carencias empezando por el escaso número de participantes lo que impide realizar una generalización de sus resultados.
Igualmente cabría señalar que se podría haber utilizado algún instrumento de medida de tipo cualitativa para evaluar los niveles de estrés psicológico soportado por estos pacientes, con los que cuantificar el efecto de la embolia pulmonar en la vida psicológica.
Entrevista a Dª. Mayca Marín Valero, psicóloga y responsable de Formación Federación Española de Párkinson, quien nos comenta sobre la relación existente entre el padecimiento de la depresión y la enfermedad de Párkinson.
– ¿Es cierto que se suele anteceder síntomas depresivos en personas que muestran los primeros síntomas de párkinson?, ¿A qué cree que se debe?
Efectivamente hoy en día sabemos, gracias a estudios realizados con técnicas de neuroimagen funcional, como el SPECT y la PET, que el párkinson en realidad comienza varios años antes de que la persona empiece a experimentar las primeras manifestaciones motoras.
En ese período de tiempo previo, que puede ser de unos cuatro o cinco años, la persona con párkinson, y como consecuencia de las regiones del cerebro que se ven afectadas por la EP, ya comienza a mostrar síntomas no motores como pérdida de olfato, estreñimiento, trastornos del sueño REM y/o la depresión que mencionas. De hecho hay datos que apuntan a que la depresión precede al desarrollo de los síntomas motores en el aproximadamente 1/3 de los casos de enfermedad de Parkinson.
– ¿Puede ser que el haber sufrido depresión mayor en la mediana edad o posteriormente pueda ser un factor de riesgo para padecer párkinson?
Actualmente la etiología de la enfermedad de Parkinson está poco clara. Sabemos que un 10-15% de los casos son hereditarios y que en una serie pequeña de casos se ha identificado un gen causante de la enfermedad, pero la gran mayoría de casos con enfermedad de Parkinson son esporádicos y sin causa evidente.
La hipótesis más extendida es la que defiende que la EP puede obedecer a una interacción compleja entre factores tóxicos ambientales, rasgos de predisposición genética y envejecimiento.
Por eso aunque existen investigaciones que sugieren que la depresión podría ser un factor de riesgo para enfermedades como el cáncer, los accidentes cerebro-vasculares o el párkinson, son estudios en los que todavía quedan muchas preguntas abiertas, incluyendo si la propia depresión de la que estamos hablando sería un factor de riesgo o tal vez un síntoma precoz de la enfermedad.
– ¿Tiene relación la reducción de dopamina dado por la degeneración de las neuronas en la sustancia negra presente en el párkinson con la aparición o mantenimiento de la depresión?
Sí. Los trastornos del estado de ánimo suelen producirse como resultado de las alteraciones cerebrales que mencionabas antes y que afectan a los ganglios basales, lóbulos frontales y algunos agentes químicos cerebrales como la dopamina, la serotonina y la noradrenalina.
No obstante es importante añadir que la depresión también puede precipitarse por factores psicosociales que no tienen nada que ver con los cambios que se producen en el cerebro. Nos referimos a que en ocasiones surge como reacción psicológica ante las múltiples situaciones que puede vivir la persona: recibir el diagnóstico, valorar su estado y sus recursos personales para afrontar la situación, ante los cambios que se van produciendo en su forma de vida o debido al aislamiento que puede sentir en un momento dado, etc.
– ¿Cómo afecta en el estado de ánimo la pérdida progresiva de independencia a medida que avanza la enfermedad de párkinson?
Bueno, todos podemos comprender que la pérdida progresiva de independencia empeore el estado general de salud y bienestar de cualquier persona.
Pero pensemos en el caso de una persona con párkinson que presenta rigidez, trastornos de la postura, del sueño… si a medida que la enfermedad avanza va experimentando nuevos síntomas como por ejemplo falta de energía, enlentecimiento psicomotor y cognitivo, dificultades en la concentración, etc. entenderemos que surjan en esta persona sentimientos de tristeza, impotencia o desesperación.
– ¿Afecta negativamente en la progresión del párkinson la aparición de sintomatología depresiva?, y de ser así ¿Existe algún procedimiento establecido para tratarlo?
Sí, sabemos que los factores psicológicos influencian considerablemente la condición física y el nivel de autonomía de las personas con párkinson. Se ha comprobado que la sintomatología depresiva constituye a largo plazo uno de los problemas más incapacitantes y que más disminuyen la calidad de vida de estas personas, y además se encuentra asociada a una mayor rapidez en el deterioro de las funciones cognitivas y motoras, a los trastornos del sueño, al dolor, a la disfunción sexual, etc.
En cuanto al procedimiento establecido para poder poner en marcha el tratamiento adecuado, en primer lugar es necesario alcanzar un diagnóstico clínico certero. En ocasiones esto no resulta fácil ya que algunos de los síntomas característicos de la depresión pueden también estar presentes en la enfermedad de Parkinson sin depresión, por ejemplo sentirse cansado. Además algunas personas no se dan cuenta o no admiten que están deprimidos.
Posteriormente el abordaje de la depresión en la EP suele hacerse desde la doble perspectiva psicofarmacológica y psicoterapéutica.
Aunque hoy en día existen un buen número de medicamentos disponibles, hasta la fecha no contamos con el antidepresivo ideal, por lo que los tratamientos deben adaptarse a las necesidades de cada persona, a la complejidad de sus síntomas, al potencial determinado que tenga el afectado de experimentar efectos adversos ante los psicofármacos, etc.
Por otro lado, las técnicas de psicoterapia también han demostrado su utilidad en el tratamiento de la depresión en la EP. Entre ellas las que se centran en los cambios del pensamiento y de la conducta que ocurren durante la depresión y también las que proporcionan apoyo, comprensión y educación a la persona. Participar en grupos de apoyo, llevar a cabo algún tipo de actividad física y otro tipo de terapias, también nos permite, en algunas ocasiones, mejorar el estado emocional de la persona con párkinson y disminuir también el agotamiento que estos síntomas pueden provocar en el cuidador.
– ¿Cómo se compatibiliza el tratamiento farmacológico del párkinson con el de la depresión?
Las diferentes alternativas terapéuticas se plantean siempre en función de la sintomatología clínica de la persona con párkinson y teniendo en cuenta el riesgo de interacción farmacológica que pueda producirse entre los distintos fármacos, la presencia de otras enfermedades y por lo tanto de otros tratamientos, etc.
Con todo esto, comentar que los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son los fármacos más utilizados actualmente para el tratamiento en la EP junto con la quetiapina. Son medicamentos que trabajan bien, aunque pueden producir efectos secundarios como alteración del apetito, pesadillas o alteración de la libido.
– ¿Es posible prevenir la sintomatología depresiva en los pacientes de párkinson? y de ser así ¿cómo se realiza?
Está comprobado que hay algunas estrategias que ayudan a prevenir, controlar y/o reducir los problemas emocionales. Entre ellas, seguir unos hábitos saludables de alimentación y de sueño, mantenerse activo tanto física como mentalmente, practicar ejercicios de relajación y respiración, evitar el aislamiento compartiendo experiencias y sentimientos con los demás, etc.
Para contactar con nuestros profesionales se puede hacer a través del teléfono de la Federación Española de Parkinson 902113942 o a través de su e-mail: consultas@fedesparkinson.org
Desde aquí mi agradecimiento a Dª. Marian Carvajal Paje, psicóloga del Programa Contigo, por habernos acercado a la importante labor de la Federación Española de Parkinson.
Aunque los primeros signos del autismo pueden aparecer muy tempranamente, el diagnóstico del mismo suele tardar en producirse, ya que depende de la observación.
Detección Autismo
Esto es sin duda una desventaja, tanto para el paciente autista como sus padres, ya que cuando antes se detecte, antes se puede iniciar la intervención terapéutica para compensar los «desfases» que este trastorno produce en el desarrollo del menor, especialmente en el área de la comunicación. Sabiendo que cuanto más tiempo pase sin que el pequeño/a esté sin diagnosticar ni tratar, mayores serán las dificultades que muestren y con ello más difícil el trabajo terapéutico posterior. Y por el contrario, los estudios recientes informan de los enormes beneficios en el desarrollo de los pequeños cuando estos han sido diagnosticados y tratados en los dos primeros años de vida. Una observación que debe de ser llevada por expertos entrenados, lo que dificulta la labor de poder ver al pequeño durante mucho tiempo antes de poder establecer el diagnóstico certero. Algunos autores como Zwaigenbaum, señalan que se puede evidenciar el autismo, ya desde el primer año de vida. A ello unido que en los últimos año se ha hecho un esfuerzo tecnológico por desarrollar programas que rastrean determinados patrones, característicos en este caso del autismo, para facilitar la labor del experto a la hora de identificar comportamientos y con ello mejorar el diagnostico. Entonces, ¿Se puede juntar ambas vías, el de la detección temprana con el de la identificación mediante software específico de imágenes grabadas de los pequeños (vídeos caseros)?
https://youtu.be/ZdL53BkrMBU
Diagnóstico temprano Autismo
Esto es precisamente lo que tratan de averiguar desde la Universidad de Duke, la Universidad de Minnesota (USA) y la Universidad de Campinas (Brasil) publicado recientemente en Autism Research and Treatment. Para ello han desarrollado un programa, que busca rasgos más característicos del autismo en edades tempranas, seleccionando los momentos en que aparecen estos en las imágenes, para que basado en ello, el experto pueda dar con un diagnóstico más acertado, pero sobre todo antes. Por tanto el programa en sí, no establece el diagnóstico, pero sí extrae las secuencias «significativas» que debe de revisar el experto para poder basar su diagnóstico. Para probar la eficacia del programa han empleado una escala estandarizada de observación de autismo en bebés (AOSI) junto con el programa que analiza distintas características faciales de los pequeños, en concreto analiza la capacidad de atender a dos estímulos, primero uno y luego otro, y el rastreo del movimiento de objetos en un movimiento lateral. En el estudio participaron 12 pequeños, de entre 5 y 18 meses; estos pequeños tenían hermanos/as con diagnostico de trastorno de espectro de autismo, por lo que estaban en la población de alto riesgo de padecer ellos mismos autismo. Se realizó una evaluación clínica por parte de dos psiquiatras, que conformarían el grupo de expertos; en el grupo de los inexpertos entrenados, participaron dos estudiantes. Se compararon los resultados de los expertos clínicos, frente a los inexpertos, y ambos frente al visionado por parte de un experto de los fragmentos seleccionados por el software. Además de la eficacia demostrada tanto sobre el grupo de expertos como en el inexpertos entrenados, los investigadores defienden el bajo coste de producto final, con lo que facilitará en breve poder extenderse a todos los centros especializados que así lo soliciten, que bajo la supervisión de un experto entrenado, facilite el diagnóstico de autismo de una forma más temprana y confiable, con lo que poder iniciar el tratamiento oportuno.
Síntomas Autismo
Aunque tal y como los autores matizan, este es el primer resultado, y debe de ser validado por nuevos estudios, antes de poder concluir sobre la utilidad clínica del empleo de éste software de bajo coste que permitirá un diagnostico temprano del autismo.
Uno de los problemas más importantes para la salud es cuando estos se producen a edades tempranas como en el caso del trastorno del espectro alcohólico fetal.
Se trata de la consecuencia de un embarazo donde la madre ha ingerido alcohol, lo que ha puesto en riesgo la salud del bebé aún no nacido, y cuyas consecuencias en algunos casos se van a arrastrar el resto de su vida.
Entre las consecuencias físicas que debe de «arrastrar» toda su vida, se encuentra, características faciales anormales, bajo peso y estatura, problemas en el corazón, riñones o huesos, dificultades en la visión o en la audición.
Con respecto a las consecuencias psicológicas y conductuales, las cuales requieren de una intervención temprana, con lo que tratar de «corregir» sus efectos están, hiperactividad, dificultad para mantener la atención, dificultades en el aprendizaje, problemas de memoria, problemas de coordinación, retraso en el lenguaje, e incluso retraso en la inteligencia.
Como vemos, unas consecuencias tan importantes no sólo implican un importante gasto para las familias, si no que también para la administración, de ahí la importancia de saber lo más exacto posible el número de afectados dentro de una población determinada.
https://youtu.be/lGRgWSepmCA
Vídeo Recomendado: Trastorno del espectro alcohólico fetal en el colectivo de los niños adoptados en Europa del Este
Esto es precisamente lo que trata de averiguar conjuntamente con una investigación realizada desde la Universidad de Toronto y el Centro de Salud Mental y Adicciones (CAMH) de Toronto (Canadá), la Escuela Universitaria de Medicina de Dakota del Norte (USA) y la Universidad Técnica de Dresden (Alemania), cuyos resultados han sido publicados en el 2014 en la revista científica Child Youth Care Forum.
El estudio busca cuantificar el número de casos de trastornos del espectro alcohólico fetal en una población tan heterogénea como es la canadiense de más de 35.000.000 de habitantes, y una vez conocido el número de casos, estimar el coste que estos pequeños van a generar en la administración.
En este caso se trata de un estudio estadístico, donde no hay participantes directamente implicados si no únicamente, macro cifras que hay que analizar para poder extraer conclusiones sobre los afectados por trastornos del espectro alcohólico fetal.
Los resultados son cuanto menos preocupantes, debido a una gran presencia de afectados por trastorno del espectro alcohólico fetal en las regiones más al norte de Canadá, pudiendo llegar a 1 de cada 32 niños en los territorios del Noreste, y 1 de cada 41 niños en el territorio de Yukon y en Manitoba. Mientras que las poblaciones menos afectadas fueron las Islas del Príncipe Edward con 1 cada 192 niños y en Ontario con 1 cada 156.
Estudios previos han calculado que el coste anual para la administración de tener un niño/a que sufren trastorno del espectro alcohólico fetal es de cerca de 2000 dólares canadienses. Lo que en cómputo de todos los casos estimados se estaría hablando de entre 57.9 a 198.3 millones de dólares canadienses al año de los cuales en niños sería entre 36.0 a 123.4 millones mientras que en niñas de 21.9 a 75.0 millones de dólares canadienses.
Lejos de las grandes cifras, el estudio pone en evidencia una importante tasa de incidencia del trastorno del espectro alcohólico fetal entre su población más joven, sabiendo que las consecuencias físicas van a ser «arrastradas» durante toda su vida, mientras que las consecuencias cognitivas y conductuales requieren de un importante esfuerzo por parte de los profesionales de la salud por «compensar» los efectos de la ingesta de alcohol durante una fase tan sensible como es la del embarazo.
Una de mayores incidencias cognitivas sobre la vida es cuando se ve afectada la memoria de trabajo, ya que esto provoca grandes problemas a la hora desenvolverse.
Definiendo la memoria de trabajo
La memoria de trabajo es aquella que nos permite estar trabajando en el aquí y el ahora, recordando lo que tenemos que hacer, siguiendo un objetivo o tarea.
Si se lesiona la memoria de trabajo, la persona se puede encontrar totalmente «perdida», ya que inicia una actividad, como la de ir a comprar pan, y a mitad del camino se queda «en blanco» sobre a dónde iba y por qué.
Igualmente cuando se dialoga con otra persona, se requiere ese tipo de memoria, para seguir «el hilo» de la conversación; si se tiene dañada esta capacidad, pronto la persona se «perderá» y no sabrá de qué está hablando o repetirá los mismos argumentos por que no se acuerda de haberlos dicho antes.
La afectación de la memoria de trabajo se produce tanto desde el envejecimiento normal de la persona como desde algunas psicopatologías, trastornos y enfermedad como es en el Alzheimer, pero también se pueden ver casos en jóvenes afectados con Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad, donde algunos autores defienden que mejorando la memoria de trabajo, los niños con TDAH mejoran significativamene su capacidad de concentración y de atención sostenida, pudiendo mantener unos niveles similares al resto de sus compañeros.
Como vemos es importante conocer en qué consiste, pero sobre todo si se puede entrenar saisfactoriamene cuando se ha observado que empieza a fallar, pero ¿Es posible entrenar de forma efectiva la memoria de trabajo?
Novedades Memoria de Trabajo
Eso es precisamente lo que ha tratado de averiguarse con un investigación realizada conjuntamente por la Universidad de Oregón, la Universidad Técnica de Louisiana, la Universidad de California y el Instituto Tecnológico de Rose-Hulman (EE.UU) cuyos resultados han sido publicados en el 2014 en la revista científica Journal of Behavioral and Brain Science.
En el estudio participaron treinta jóvenes, entre 18 y 31 años, a los cuales tuvieron que pasar por tres fases: Evaluación inicial; Experimento de entrenamiento; Evaluación de la Transferencia.
Todos estos experimentos se realizaron poniendo al sujeto frente a la pantalla del ordenador mientras se le pedía que realizase una tarea que implicaba la memoria de trabajo.
En la fase de entrenamiento únicamente participaron la mitad de los sujetos a los que se les entrenó durante dos horas al día durante 12 semanas.
Al final de las mismas todos los participantes, con y sin entrenamiento pasaron por la evaluación de la transferencia para comprobar si había diferencias entre ellos.
Los resultados informan de que no se produjeron diferencias entre los dos grupos en el primer experimento, mientras que en la fase de evaluación de la transferencia mostraron importantes mejoras en el grupo que recibió entrenamiento específico sobre la memoria de trabajo.
Además de las medidas conductuales la investigación recogió la actividad eléctrica del cerebro mostrando cómo los participantes entrenados tenían una mayor actividad en las áreas prefrontales del cerebro, precisamente donde se ha observado que está involucrada la memoria de trabajo.
Aunque el estudio se ha realizado con pocos participantes, parece señalar sobre los beneficios esperables al mejorar significativamente la memoria de trabajo en tan solo 24 horas de entrenamiento.
El razonamiento sobre el contenido y la semántica de lo leído activan la corteza prefrontal y la memoria de trabajo https://t.co/6DowdstIrU
— Dando Cultura (@DandoCultura) 16 de mayo de 2017
Utilidad Memoria de Trabajo
Igualmente queda adaptar los materiales empleados a las distintas poblaciones en las que se quiere aplicar, para poder así garantizar su eficacia tanto en jóvenes como en mayores.
A pesar de lo cual es un gran avance, el saber que son un «pequeño» entrenamiento se puede recuperar una capacidad cognitiva tan importante y fundamental en nuestro día a día como es la memoria de trabajo.
Una de las circunstancias más difíciles a las que se tiene que enfrentar una familia es cuando uno de sus miembros es adicto a consumir sustancias como drogas.
El consumo de drogas
A parte de las reacciones que cada cual pueda tener dentro de la familia, lo que la mayoría quiere saber es el por qué, una pregunta que trata de responder la ciencia a través de la investigación sobre los aspectos de la personalidad que pueden estar implicados en estas conductas.
Varios son los factores que se han barajado al respecto, aunque todavía está lejos de descubrirse uno que pueda explicar por qué una persona «cae» en las drogas y otra no, ya que su conocimiento permitiría establecer planes de intervención adecuados, con los que prevenirlo, entonces ¿cuál de los factores de personalidad estarían implicados en el inicio, mantenimiento y recaída de las personas que muestran conductas de adicción?
Vídeo Recomendado: ¿Por qué las drogas, con el paso del tiempo, cambian nuestra personalidad?
Personalidad y drogas
Esto es precisamente lo que trata de descubrir desde la Universidad de la mujer Fatima Jinnah (Pakistan) publicado recientemente en la revista científica Health.
En el estudio participaron 109 personas entre los 20 y 70 años, con igual número de hombres que de mujeres, de los cuales 40 eran consumidores, 42 habían recaído y 27 lo habían superado según datos obtenidos de un centro de desintoxicación al que acudían.
Se empleó un cuestionario de personalidad abreviado (EPQR-Short) para analizar los factores de personalidad siguiendo el modelo de Eysenck, quien la divide en tres grandes dimensiones (extroversión, neurotocismo y psicoticismo). Sabiendo que cada uno de nosotros tenemos de estas tres dimensiones, siendo lo que nos diferencia las distintas «cantidades» de cada dimensión. Igualmente se exploró la dimensión de la autoregulación a través de un cuestionario estandarizado (SRQ). Además de los resultados se recogieron los datos demográficos de los participantes.
Los resultados informan sobre el perfil del consumidor de droga que acude a este centro de desintoxicación, son jóvenes (80%), solteros (60%), con nivel de estudio universitario (33%) y que actualmente están trabajando (77%).
Con respecto a los factores de personalidad no se encontraron diferencias significativas según el grupo al que pertenecía el paciente, en extroversión y psicoticismo, aunque mostraban puntuaciones elevadas; en cambio se encontró diferencias significativas en neuroticismo, obteniéndose menores puntuaciones entre los consumidores actuales, lo que indica que estas personas se rigen por la inestabilidad y la falta de control de los impulsos.
Con respecto a la evaluación de la autoregulación no resultó significativa su correlación con el cuestionario de personalidad a excepción del neuroticismo.
A pesar de recoger datos en cuatro tramos de edad 21-30; 31-40; 41-50; más de 50, el número de participante a partir de los 40 es insignificante (8 y 3 participantes respectivamente) y debería de excluirse del estudio para que no incluir variables extrañas.
Los resultados se alejan de lo que hasta había reflejado la literatura al respecto, por lo que habría que entrar a evaluar su diseño, y sobre todo la selección de los participantes, ya que es ser voluntario en un centro de desintoxicación sirve de filtro con respecto al resto de los consumidores que no acceden a estos servicios.
Los datos por tanto, lejos de aclarar la cuestión, cuestiona las investigaciones que ponían el interés en el aspecto de la extroversión como factor fundamental de la personalidad a la hora de iniciar y mantener conductas adictivas.
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