Categoría: Blog de Articulos con Novedades de Neurociencias

  • ¿Sabias que dormir poco pone en riesgo tu salud y además engorda?

    ¿Sabias que dormir poco pone en riesgo tu salud y además engorda?


    Uno de los procesos más sensibles de nuestro organismo es el sueño, el cual de forma natural se rige por un ciclo de ocho horas diarias en los adultos, coincidiendo normalmente con la noche.

    El sueño lejos de ser “un tiempo perdido” tal y como se afirmaba con anterioridad, se considera hoy imprescindible para multitud de procesos, que se producen durante la noche, tanto a nivel psicológico, en cuanto a consolidación de las huellas de memoria, incorporando nuevos aprendizajes, como a nivel biológico, dando tiempo al organismo a los procesos de restauración y recuperación de la salud, sobre todo lo relacionado con el sistema inmune, el cual aumenta considerablemente su actividad en ésta fase de “desconexión” de la conciencia.
    Pero tal y como se ha indicado, éste proceso es muy sensible a los cambios tanto biológicos como psicológicos de la persona. A nivel biológico, el tiempo de sueño necesario para descansar y reponerse va a variar en función de la edad, desde los primeros momentos en que existe un “descontrol” en cuanto al horario y número de horas que duermen los bebés, hasta las ocho horas que se suele instaurar a partir de la infancia y que va a acompañarnos el resto de nuestra vida.
    A pesar de lo cual existen diferencias en cuanto a la manera que dormimos, ya sea en los jóvenes que trasnochan para estudiar o ir de fiesta y que “acumulan” ese sueño para recuperarlo todo seguido, independientemente de que sea de día o de noche; hasta las noches “interrumpidas” de los más mayores, incapaces de conciliar el sueño de ocho horas seguidas, viéndose truncado durante unos minutos en la madrugada, antes de volver a dormir.


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    Hay que tener en cuenta que además puede verse afectado por factores externos que modifican el número de horas o el momento en que se descansa, así fenómenos como el trabajo por turnos y el nocturno, hace que muchas veces, se tenga que estar trabajando cuando los demás duermen.
    En la literatura al respecto se ha constatado, desde hace mucho, los nocivos efectos que sobre la salud se produce al no tener un sueño reparador de calidad y durante la noche, afectando tanto a la capacidad retentiva y de atención, como a nivel metabólico, pudiendo llegar a ser dramático cuando la persona “deja de dormir” durante días, pues ese cansancio acumulado, va a producir poco a poco un colapso en los sistemas del organismo, tanto a nivel psicológico como biológico.
    A todo lo anterior además se le une un factor psicológico, que influye sobre todo en la calidad del sueño, la cual se puede estimar como el “normal” proceso de descanso, desde que se acuesta uno, hasta que se levanta al día siguiente.
    En éste “normal” proceso, la persona va a pasar desde la fase de activación consciente, a una de sueño profundo (no R.E.M.), de ahí a sueño ligero (R.E.M.), y otra vez se recupera la fase de sueño profundo, todo ello en una sucesión a lo largo de la noche hasta que llega la hora de levantarse.

    EN la fase No R.E.M. o No M.O.R. del sueño, no se producen movimientos rápidos oculares, en ésta fase el cerebro está “descansando”, teniendo un sueño profundo y difícil de despertar, cuando se hace, la persona escasamente recuerda lo soñado, siendo normalmente próximo a la experiencia vivida durante el día anterior.
    En la fase R.E.M. o M.O.R. del sueño, se producen movimientos oculares rápidos, y es cuando el cerebro está tan “activo” como cuando se está despierto, produciéndose el sueño paradógico, ligero y fácil de despertar, cuando se hace y se le pregunta sobre el contenido del sueño, éste se suele describir como muy vivido, con gran cantidad de detalles y elementos, aunque con ausencia de “linealidad” tanto temporal como espacial en la argumentación.
    La explicación a esto se encuentra en la desactivación de algunas regiones del cerebro, sobre todo las implicadas con el movimiento de forma que la persona no “actúe” como sujeto dentro de su sueño, realizando los mismos movimientos en su cama, igualmente otras de las áreas desconectadas, son precisamente las que tienen que ver con la “linealidad” argumental espacio-temporal, de ahí la falta de conexión de las escenas y su aparente “sinsentido”.
    Estas fases se van a ir sucediendo a lo largo de la noche, a la vez que se producen los efectos anteriores sobre la salud, debido a la sobreactivación del sistema inmunológico, lo que le permite cicatrizar antes las heridas a las vez que se renuevan las células del organismo, es cuando algunas madres comentan, se produce el “estirón” de sus hijos cuando estos son pequeños y van creciendo. 

    Un reciente estudio de la University of Pennsylvania (EE.UU.) recientemente publicado en Sleep Analiza la relación existente entre la falta de sueño y el aumento de peso, el consumo de calorías y la hora de la comida. Para ello evaluaron a 225 participantes quienes pasaron 5 noches sin dormir, observando su conducta de alimentación 2 días antes y después. Los resultados informan de un aumento de peso entre los que no dormían frente a un grupo control que dormía normalmente, debido a una ingesta masiva de calorías ingeridas principalmente durante la noche.
    Dado lo cual se hace recomendable dormir las ocho horas diarias, tanto por mantener un buen nivel de salud física y psicológica, como por una cuestión estética, evitando así el aumento de peso.
    Algo que ya se había apuntado en estudios anteriores, pero nunca con un resultado tan contundente por el número de participantes, y el estudio del consumo de calorías en los tres momentos de la ingesta, desayuno, comida y cena.
    Bibliografía Recomendada:
    Spaeth, A.M. y cols (2013). Effects of experimental sleep restriction on weight gain, caloric intake, and meal timing in healthy adults. Sleep
    Tirapu-Ustárroz, J. (2012). Neuropsicología de los sueños. Revista de Neurología.
    Idiazábal-Aletxa, M.A. y Aliagas-Martínez, S. (2009). Sueño en los trastornos del neurodesarrollo. Revista de neurología


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  • ¿Cómo vivir con la Fibromialgia?, cuando el dolor no cesa

    ¿Cómo vivir con la Fibromialgia?, cuando el dolor no cesa

    El dolor, es una de las mejores herramientas sintomáticas, ya que va a ayudar al profesional de la salud a conocer, la localización, intensidad y “gravedad” de aquello que tiene el paciente.
    Al contrario de lo que se supone, no es algo negativo a evitar, sino que es conveniente siempre que éste se produzca de forma puntual, como aviso al organismo de que algo no funciona correctamente.
    El dolor nos “protege” de aquello que nos “hace mal”, por ejemplo avisándonos de que algo está demasiado caliente o puntiagudo, “obligándonos” a dejarlo y no tocarlo. Pero el dolor tiene sus “limitaciones”, ya que está orientado principalmente a protegernos del exterior, pero no nos avisa de muchas de las “incidencias” internas de glándulas y órganos.
    El dolor como señal de aviso, cumple su función en cuanto se “desconecta” al desaparecer el peligro, sino éste se convierte en un problema por sí mismo.


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    Aunque hasta ahora la evaluación del dolor se realizaba con medidas subjetivas, actualmente se están desarrollando sistemas de evaluación, mediante electromiografía y potenciales evocados, donde se detectan los cambios en la musculatura y la actividad neuronal ante el dolor, respectivamente.
    Gracias a ésta obtención de signos, recientemente se ha podido definir un nuevo síndrome, caracterizado por un dolor crónico, denominado síndrome de fibromialgia, en donde el dolor se extiende por todo el cuerpo, sensibilizando los órganos, músculos y articulaciones, de forma que cuando se hace el “menor esfuerzo” inmediatamente se siente una “descarga” de dolor.
    La persona que sufre éste síndrome, padece un dolor incapacitante, difuso y cambiante en su localización, variando de intensidad según la hora del día y el estado de ánimo, además de persona a persona “muestra su cara” de forma diferente, es por ello que hasta ahora se había tenido en cuenta como un trastorno psicológico, parecido al de la histeria de conversión, en donde se producía una “somatización” de síntomas dada por conflictos inconscientes.
    La vía del dolor está bien conocida, iniciándose desde los receptores, en las terminaciones nerviosas nocioceptivas repartidas por todo el cuerpo, encargadas de detectar cambios bruscos de temperatura o presión, información que es transmitida a través del asta dorsal de la médula espinal, hasta el cerebro, en concreto pasando por el bulbo raquídeo y de ahí al tálamo hasta la corteza parietal, jugando las zonas frontales de la corteza, un papel importante en la evaluación cualitativa del dolor.

    El tratamiento cuenta con algunas dificultades, dado tanto por la hipersensibilización, como por la habituación a la medicación. En el primer caso, el continúo “martilleo” del dolor, hace que éste se espere y desespere al que lo sufre, sensibilizandolo, sintiéndolo más intensamente de lo que es; igualmente, el consumo de opioides, como medicamentos para combatir al dolor, hace que se produzca un proceso de habituación a la misma administrada, perdiendo de ésta forma sus efectos, siendo necesario incrementar la dosis para obtener los mismos efectos anteriores, lo que además conlleva a un problema de peligro de adicción a los opiáceos como la morfina, convirtiéndose en “imprescindibles” para el día a día.

    Si hasta ahora hemos hablado del dolor como señal de aviso, y de su faceta “desagradable” cuando la señal es continua y crónica, también se puede experimentar dolor como algo “placentero”, algunos autores han encontrado que la dopamina, que juega un papel destacado tanto en las vías del dolor, como en las del placer, puede afectar en el mismo momento en aquellas personas que tienen alteraciones estructurales del cerebro de base genética; otra explicación viene de la vía de las endorfinas, producidas para mitigar la señal del dolor, una vez recibido por el cerebro, precisamente el “placer” estaría en una sobreproducción de las endorfinas por lo que se busca el dolor como forma de conseguirlo, otros autores lo han atribuido a un “fallo” en el aprendizaje en etapas tempranas donde una madre “castigadora” hace que de adulto se busque el dolor como algo “natural”.
    Bibliografía Recomendada
    Oh, T.H., y Vincent, A. (2013). Obesity Affects Severity of Symptoms and Quality of Life in Patients with Fibromyalgia. International Journal of Physical Medicine & Rehabilitation

    Moreno, MIC y cols (2010). Tratamiento Cognitivo-Conductual, Protocolizado y en Grupo, de la Fibromialgia. Clínica y Salud.

    Álvaro, T. y Traver, F. (2010). Una visión psiconeuroinmunológica de la fibromialgia. Revista de psicopatología y psicología clínica.

  • Distribución de roles según el desarrollo cerebral hombre-mujer

    Distribución de roles según el desarrollo cerebral hombre-mujer

    Tradicionalmente se ha mantenido el reparto de tareas que ya tenían nuestros ancestros desde las cavernas, donde la mujer se encarga del cuidado, atención y alimentación del menor, quedándose para ello en el hogar, mientras que el hombre ha de salir a buscar comida, anteriormente cazándola, actualmente yendo a trabajar.

    Éste esquema de reparto de tareas ha servido de base para justificar las diferencias neuropsicológicas de ambos sexos, así la mayor capacidad de los hombre, en la orientación espacial, es fruto de la necesidad de saber dónde se encuentra, hacia dónde dirigirse para buscar su presa y sobretodo cómo volver una vez cazada, igualmente un cuerpo más rápido y fuerte es más útil para éstas funciones. Además de proveer alimento para la prole y la mujer, entre su tareas habituales estaba la de protegerles y cuidarles de cualquier peligro.
    En cambio la mujer es capaz de desempeñar un trabajo más meticuloso y cuidadoso, especializada para la selección y recolección de frutos para lo cual ha desarrollado una sensibilidad y capacidad de atender y distinguir pequeños matices, volcada en la atención y cuidado del menor, siendo capaz de empatizar con ellos, como forma de saber qué es lo que les pasa y cómo se sienten.
    Pero ésto no solo ha influido en las diferencias físicas y de capacidades psicológicas, sino también en otros ámbitos, como el de la expresión de las emociones, así los hombres han aprendido a expresarse mediante la exhibición de conductas agresivas contra los demás, mientras que la mujer es más sutil, prefiriendo emplear la expresión oral para comunicar cómo se siente.
    Dentro del reparto de roles, la figura paterna era la que menos tiempo pasaba con el menor, a pesar de lo cual mantenía un carácter autoritario, siendo el “encargado” de regañar y reprender al pequeño, que no cumplía las expectativas o exhibía un comportamiento alejado de las normas socialmente establecidas.
    La madre por su parte, y debido a la mayor proximidad al menor, era la “dispensadora” de cariño y cuidado, siendo a quien acudía el menor cuando se caía o tenía algún problema ya fuese de salud o con otros miembros de la comunidad.
    En la sociedad actual en que los dos miembros de la pareja trabajan, los roles son difusos, siendo en muchos casos trasladada a los abuelos o a las guarderías, la función de cuidado y protección del menor. Eso ha provocado que la figura de autoridad no esté tan claramente establecida y que los abuelos sobreprotejan a los pequeños, todo lo cual va a traer consecuencias futuras en el menor.
    Ésta adaptación de capacidades en función de los distintos roles, es defendida desde los modelos ambientalistas y socioculturales, quienes afirman que si el reparto de papeles hubiese sido de otra forma, éstas diferencias hombre-mujer no existirían o se manifestarían de manera distinta.
    Desde la perspectiva biologicista, la determinación de las diferencias, viene “programada” en el A.D.N. en concreto en el par 23, siendo la presencia del cromosoma “Y” determinante y desencadenante de la distintas manifestaciones biológicas y neuronales, propiciando determinados desarrollos diferenciales en hombres y mujeres, que luego van a condicionar sus habilidades y potencialidades.
    La postura intermedia indica que se está determinado biológicamente para poder desarrollar más fácilmente unas habilidades que otras, pero ésto va a depender de “la presión ambiental” es decir, de las necesidades que promueven el esfuerzo y ejercicio y con ello el desarrollo de una u otra función.


    https://youtu.be/aJi2YkfHiR8

    Una de las aportaciones más controvertidas al respecto, es la que hace referencia al estudio del autismo y en concreto a la teoría del “Cerebro Extra Masculino”, donde el autor de su “descubrimiento”, explica algunos de los rasgos “típicos” que se encuentran entre los afectados por el autismo, como son los problemas de la comunicación, tanto al expresar sus emociones, necesidades y deseos, como en percibir e interpretar correctamente la de los demás, lo que se traduce en una baja capacidad empática. La empatía es por definición una de las habilidades más desarrolladas, junto con el lenguaje, por parte de las mujeres, frente a los hombres, pero en los autistas está aún menos presente.
    El autor de ésta teoría, evaluó en distintos estudios dos aspectos que fueron: la empatía y la sistematización, entendida la primera como la capacidad de identificar los pensamientos y emociones de otros, y de responder con una emoción apropiada; la sistematización por su parte, hace referencia a la capacidad de extraer reglas de funcionamiento del medio ambiente, esto es, regularidades sobre cómo funcionan las cosas.
    Lo que halló en sus investigaciones, fue que el hombre tiene mayor capacidad de sistematización que de empatía, lo contrario que la mujer, y que las personas afectadas por el autismo, tienen una sobrecapacidad para la sistematización mayor que en hombres y mujeres, en detrimento de la empatía menor que en hombres y mujeres, es decir, tienen maximizadas las habilidades «masculinas» en estos aspectos.
    Según los estudios realizados en University of Cambridge estas manifestaciones serían debidas a un exceso de masculinización cerebral, provocada por altos niveles de testosterona en el útero materno. Lo que explicaría porqué éste trastorno del desarrollo se produce cuatro veces más en niños que en niñas, aspecto que está actualmente cuestionado, ya que se plantea que existe un sesgo por parte de los evaluadores a la hora de determinar el diagnóstico de autismo en niños frente a niñas.

  • ¿Por qué huelen tan bien los bebés?

    ¿Por qué huelen tan bien los bebés?

    A pesar de que la relación madre-hijo ha sido estudiada desde hace mucho, todavía en la actualidad se realizan descubrimientos, como el relativo a la función de olor del bebé en el comportamiento de la madre.

    Una de las mayores dificultades que tiene la madre o su médico con relación a saber lo que le sucede al pequeño en los primeros años de vida del bebé, es que imposible que éste proporcione información verbal sobre qué es lo que le duele o necesita, por lo que la observación se convierte en una de las herramientas imprescindibles del pediatra. En los primeros mese de vida van a predominar comportamientos biológicos “preestablecidos” como los reflejos, los cuales, en la mayoría de los casos, desaparecerán gracias a los procesos madurativos del sistema nervioso central.
    Además de la auscultación u otras técnicas de diagnóstico, el desarrollo neurovegetativo se evalúa observando la aparición y desaparición de reflejos motores a lo largo de los primeros años de vida.
    Un reflejo es un acto motor involuntario y automático que responde ante un determinado estímulo, siempre y cuando el sistema nervioso encargado de dicho reflejo esté desarrollado adecuadamente.
    Ya desde los primeros momentos de vida se puede observar algunos de estos reflejos en los pequeños como es:
    – El reflejo de presión palmar, que consiste en que si se toca la palma de la mano del bebé, éste la cerrará agarrándo con fuerza. Éste reflejo suele desaparecer sobre los 4 a 5 meses.
    – El reflejo de sobresalto, por el cual, cuando a un bebé se le suelta brevemente (todo ello con cuidado) abre los ojos y los brazos por el sobresalto. Éste reflejo desaparece sobre los 5 meses.
    – El reflejo de presión plantar, por el cual cuando se le toca la planta del pie intenta agarrarlo. Éste reflejo desaparece bastante tarde, entre los 9 y 12 meses.
    – El reflejo de marcha automática, en donde el pequeño mueve las piernas como si estuviese andando cuando se le sujeta por las axilas. Éste reflejo desaparece a los 2 meses.
    – El reflejo de búsqueda, cuando se le acaricia la mejilla, gira hacia ese lado buscando comida y empieza a succionar aun cuando no haya nada. Éste reflejo desaparece entre el 2 y 4 meses.
    La no presentación de estos reflejos o su mantenimiento en el tiempo más allá de lo esperable, pueden dar indicios al pediatra de que algo no está funcionando de forma correcta a nivel neurológico.
    Otros reflejos van a permanecer con nosotros el resto de nuestra vida, como el del bostezo, el estornudo o el parpadeo cuando nos da el aire sobre un ojo.
    Además en ésta etapa, el bebé contacta por primera vez consigo mismo y con el mundo exterior, lo que se lleva a cabo principalmente a través de la madre, quien va a ser la proveedora de cariño y ternura, además del cuidado y la alimentación, y cuyas experiencias positivas y negativas van a influir en el resto del desarrollo del pequeño.



    Por ejemplo en el caso de la violencia intrafamiliar anteriormente comentada, esa agresividad dirigida hacia el pequeño (violencia vivida) o entre los progenitores (violencia percibida) va a quedar impresa dentro de ésta etapa de formación, del yo individual frente al mundo, y puede marcar su posterior evolución, desencadenándose de adulto una enfermedad psicosomática “sin causa aparente” (pasa saber más ver el artículo La Enfermedad Psicosomática).
    La vivencia de la madre, sus tensiones y ansiedades, los problemas por los que pueda pasar en los primeros momentos de la vida del pequeño van a transmitirse al bebé, el cual carece de ningún filtro que mitigue aquello, asumiéndolo como vivencias propias.
    Pero ésta no es sólo una relación “de dar” por parte de la madre, tal y como ha informado un reciente estudio realizado por la Université de Montréal en la revista Frontiers in Psychology.
    El estudio analiza la actividad del cerebro de 30 mujer, de los cuales la mitad de habían sido madres, a todas se les expuso al olor de un bebé recién nacido observando cómo se activaba el tálamo, en concreto las regiones neoestriadas por donde pasa la vía dopaminérgica encargada entre otras de la estimulación placentera, que se estimulan cuando se satisface alguna necesidad como comer, o ante la ingestión de alguna sustancia psicoactiva.
    De forma que la mujer va a recibir una estimulación agradable y satisfactorio cuando tiene contacto con el bebé, ya sea madre o no, lo que va a fortalecer el vínculo de apego madre-hijo, éste es parece ser un mecanismo biológicamente determinado para garantizar así la superviviencia del menor.

    Como vemos la «naturaleza» no deja la cirianza al azar, sino que prepara biológicamente tanto al bebé como a la madre para establecer una diana, en que uno va a afectarse al otro, y viceversa (para ampliar ver artículo Diada Madre-Hijo)

  • ¿Somos diferentes hombres y mujeres?

    ¿Somos diferentes hombres y mujeres?


    Es evidente la diferencia «externas» entre hombres y mujeres, pero ¿existe diferencia en nuestra conducta?, y haberlo en nuestros cerebros, ¿A qué se debe?

    Diferencias Hombre-Mujer

    La diferencia en los distintos desempeños entre hombres y mujeres que se manifiestan en la vida adulta, se debe precisamente al dimorfismo sexual, producto de la masculinización del cerebro en el hombre, que se inicia por la producción de testosterona a partir de la séptima semana de vida. Estas diferencias se van a manifestar en que:
    Las mujeres van a estar mejor dotadas para emplear estrategias lingüísticas, manifestadas ya desde los primeros años de vida, hablando antes, con mayor fluidez, mayor facilidad para el aprendizaje de la lectura y la escritura, mejor memoria visual y velocidad perceptiva (identificación de objetos
    Los hombres por su parte, van a tener mayores aptitudes para las tareas espaciales, manifestado ya durante la infancia, teniendo mejor resultado en las tareas de reconocimiento de formas, de rotación de objetos mentalmente y con la representación de objetos en dos y tres dimensiones.


    https://youtu.be/cK0aWSTK7XI

    Estudios recientes han podido concluir que las diferencias anteriormente descritas, se deben tanto a una organización cerebral distinta, como a un uso diferenciado del cerebro en cada sexo
    Así el cerebro masculino tiene un mayor tamaño que el femenino, pero además existe diferencias en:
    – Un mayor tamaño y con más neuronas en el hombre, en el hipotálamo, en la comisura anterior y en el cuerpo calloso.
    – Un mayor tamaño y con más neuronas en la mujer, en la comisura blanca anterior, en la parte posterior del cuerpo calloso y en el locus coeruleus.
    Igualmente a nivel de receptores dopaminérgicos existe diferencias, habiendo una mayor cantidad de ellos en los cerebros femeninos frente a los masculinos. Recordar que la dopamina está implicada en las funciones emocionales y de placer
    Pero estas diferencias no se quedan sólo en el tamaño de las estructuras, sino que afectan también en cómo se usan, así se ha observado que los hombres emplean más las regiones temporo-límbicas (implicadas en la memoria y la motivación) y el cingulado en las mujeres (implicado en el procesamiento emocional).
    Actualmente todavía no se tiene claramente establecida la “función” de estas diferencias, existiendo diversas opiniones al respecto, entre los que afirman que se trata de algo “heredado” de nuestros antepasados que permanece gracias a la selección natural, mientras que otros afirman que es una construcción social que va moldeando a los pequeños desde la propia cuna, creando expectativas y tratando de forma diferente a niños y niñas, así al menos lo evidenció el experimento del bebé X.

    El bebe X

    En éste experimento se uso a un bebé, al cual se le vistió de azul y se le depositó en una cuna azul, y se observó cómo le trataban los adultos, y luego, al mismo bebé se le visitó de rosa, y se le puso en una cuna rosa, y se observó a otros adultos. Las conclusiones no pudieron ser más evidentes, se observó cómo los adultos cambian su forma de tratarlo en función de que sea un niño (bebé vestido de azul) o una niña (el mismo bebé vestido de rosa). Así al pequeño se le consideraba más fuerte y activo, mientras que a la pequeña, más sensible y delicada, incluso el tono de voz, la forma de relacionarse, y el mayor o menor contacto físico del adulto, variaba en función de la creencia del sexo del bebé.
    Como vemos se produce una clara diferenciación a partir del establecimiento de las gónadas, que va a desencadenar toda una cascada de reacciones en el organismo, que va a establecer el cuerpo y el cerebro del hombre, cuando está presente el cromosoma Y. Pero los efectos de la testosterona no sólo van a ser determinantes durante el desarrollo, sino también en el comportamiento parental, al menos así lo afirma un reciente estudio realizado por el Emory University of Atlanta (EE.UU.) publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, donde analiza las preferencias de hombres y mujeres en relación con la pareja deseada.


    Diferencias en las preferencias de género

    Éste estudio constata primeramente que los hombres prefieren a mujeres con caderas anchas y cintura pequeña, con las que se aumentan las probabilidades de procreación. En cambio las mujeres varían de parecer según su ciclo de ovulación, así buscan para reproducirse a un hombre con marcados caracteres masculinos, propios de altos niveles de testosteronas, mientras que para su cuidado prefieren a hombres con labios y mentones suaves, sin esos rasgos tan masculinos.
    Una vez corroborado lo que ya se conocía por estudios anteriores, han analizado la actividad cerebral de 70 hombres ante la presentación de caras de bebés entremezcladas con otras, siendo observados con resonancia magnética funcional.
    El estudio concluye que los hombres con rasgos más masculinos (debido a altos niveles de testosterona) muestran menos interés en los bebé y en implicarse con las tareas domésticas que ello conlleva, mientras que los hombres sin tanta acentuación masculina, son más propensos a responsabilizarse con la crianza de los pequeños.

  • ¿Qué determina el sexo del bebé?

    ¿Qué determina el sexo del bebé?

    Una de las cuestiones más importantes que se plantean los padres es si el bebé esperado será niño o niña, descubre de qué depende su sexo.

    La genética humana

    El ser humano contiene 23 pares de cromosomas (unidades en donde se empaqueta el ADN y ARN), el último de ellos porta la información genética relativa al sexo de la persona, por ello se denomina cromosoma sexual, de los cuales existen dos tipos, el X y el Y, de estos cromosomas, la mujer siempre va a aporta el X en el óvulo, mientras que el hombre puede aportar X o Y en los espermatozoides. Siendo la forma en que se combinan lo que determina el sexo del bebé, así si se da XX será niña, mientras que si se da XY será niño.


    El Misterio de la Vida 3/3 ADN Base de Datos Genética

    Alteraciones genéticas

    En ocasiones se producen alteraciones en la combinación genética pudiendo aparecer casos como:

    – El Síndrome de Turne, en donde sólo hay un X, son mujeres con aspecto infantil con falta de desarrollo de caracteres primarios y secundarios, acompañado de infertilidad, baja estatura, con dificultades para las matemáticas y la comunicación no verbal.

    – El Síndrome de Klinefelter en donde existen más X de la cuenta, mostrando XXY, aunque también puede darse XXXY, XXXXY, lo cual va acompañado de infertilidad por un fallo testicular provocado por el hipogonadismo, son hombres más altos y de extremidades más delgadas que sus progenitores, con predisposición a sufrir enfermedades autoinmunes y cáncer, retraso en el área del lenguaje con inteligencia normal, y propensos a sufrir trastornos del estado de ánimo.

    – El Síndrome de Superhembras con XXX, son mujeres más altas y de extremidades más delgadas que sus progenitores, con predisposición a padecer depresión, mostrando en la mitad de los casos cierto retraso en el rendimiento intelectual y gran sensibilidad sensorial.

    – El Síndrome de Superhombre con XYY, son hombres más altos y de extremidades más delgadas que sus progenitores, con predisposición a sufrir retrasos en el lenguaje, con dificultades en el aprendizaje, en algunos casos con un resultado en el coeficiente intelectual ligeramente inferior a la media.

    Pero hasta ahora se ha hablado de transmisión genética de los progenitores y sus consecuencias, pero ¿cómo es éste proceso?


    Genética de la sexualidad

    Hay que tener en cuenta que existen dos pasos para el establecimiento de las características sexuales de la persona:

    Determinación primaria, en donde se definen las gónadas, que son los órganos reproductores sexuales, con una importante función hormonal; en los hombres son los testículos (que producen andrógenos entre ellos la testoterona) y en las mujeres los ovarios (que producen estrógenos).

    Ésta distinción surge a partir de la séptima semana de gestación y se da por la presencia o no del cromosoma Y, el cual es un factor determinante testicular, esto quiere decir que si no se aparece, el proceso “natural” de la gónada indiferenciada será hacia la generación de ovarios y con ello el bebé será niña, pero está presenta el cromosoma Y, se formarán los testículos y con ello el bebé será niño.

    Determinación secundaria, que tiene más que ver con el fenotipo, es decir, la expresión de dicha genética una vez establecida las gónadas, las cuales generan hormonas que van a ir modificando el organismo para convertirlo en hombre o mujer, en el primer caso se forma el pene, los testículos, mientras que en las mujeres la vagina y el útero.

    Pero las gónadas no sólo van a jugar un papel de determinación fenótipica sino también en la constitución del cerebro, así la presencia de testosterona va a producir una serie de cambios en lo que se conoce como masculinzación del cerebro y de la conducta. En otros mamífero va a facilitar la aparición de comportamientos “instintivos” como peleas o marcaje territorial.

    Pero incluso en éste proceso de masculinización pueden producirse errores debidos a una mutación en el cromosoma Y, un reciente estudio realizado por la Case Western Reserve University en Cleveland (EEUU), publicado en el Proceedings of the National Academy of Sciences informa de que el proceso de masculinización no es tan estable y robusto como se creía estando, el análisis se realizó sobre la mutació presentada por un padre y una hija estéril en donde ambos tienen cromosomas XY.

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