En función de la percepción de la salud de una persona, así atenderá mejor o no al paciente, incluso si se trata de nuestro propio hijo.
La mayor o menor preocupación por otra persona viene determinado por factores como las experiencias previas, la salud general del paciente, las veces que se haya puesto malo antes,…, factores que determinan la percepción de la salud.
Percepción de la salud
Cualquiera que haya tenido un hijo o un sobrino cerca, sabe que los padres se preocupan mucho más por la salud de su primer hijo que por la del resto. Esto es, cuando es una situación nueva, de fiebres, paperas,… los padres no saben cómo reaccionar y buscan rápidamente ayuda de algún familiar, o de la asistencia sanitaria.
Cuando los mismos síntomas se dan en el segundo hijo, o en el tercero,… , los padres que ya saben qué consecuencias tiene y cómo intervenir adecuadamente están más calmados y no tan preocupados por la salud de menor.
Son muchas las afecciones por las que puede pasar un pequeño, de ahí que haya la especialidad de pediatría e incluso en el ámbito psicológico, la de psicología infantil.
A pesar de lo cual, la mayoría de los pequeños van pasando todos por las mismas etapas y similares problemas de salud, por lo que los padres aprenden a valorar adecuadamente lo que es un verdadero riesgo para la salud del menor, de un simple refriado, o unas flemas, pero ¿Tienen los padres la misma percepción de la salud de sus hijos?
Xm8vxbYTNsA https://youtu.be/Xm8vxbYTNsA
Epilepsia Infantil
Esto es precisamente lo que trata de investigar desde la Universidad Internacional de Sheffield (Grecia) y la Universidad Europea de Tirana (Albania) cuyos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica Health Psychology Research.
En el estudio participaron 102 adultos, 51 padres y 51 madres, progenitores de 51 niños que sufrían epilepsia infantil entre los 6 a 12 años.
A todos los adultos se les administró por separado un cuestionario para la evaluación de la salud percibida de su hijo, denominado HRQoL questionarie. Cuestionario que contempla ítems para evaluar cinco factores, Interpersonal, Preocupaciones futuras, Preocupaciones presentes, Intrapersonal y Secreto.
La dimensión Interpersonal hace referencia a las consecuencias sociales del padecimiento del menor, especialmente con respecto a su nivel de amistad y compañerismo.
Las dimensiones Preocupaciones presentes y futuras hace referencia a preocupaciones sobre conductas que no podrá realizar, como conducir, o que se podrá hacer daño,…
La dimensión Intrapersonal hace referencia a problemas de manejo emocional, atención o memoria.
La dimensión Secreto hace referencia a la disposición del menor de compartir sus miedos, inquietudes y preocupaciones por las consecuencias de la enfermedad.
Igualmente se tomaron datos sociodemográficos, de los padres, edad, género y nivel educativo.
Los resultados muestran una mayor puntuación de los hombres frente a las mujeres en cuanto a el factor Interpersonal, mientras que las mujeres puntuaron más alto en la dimensión Interpersonal frente a los hombres; aunque ninguna de estas diferencias, resultaron estadísticamente significativas. Igualmente, las variables sociodemográficas no mostraron provocar diferencias en cuanto a los resultados de los participantes.
Relación padres hijos
Hay que tener en cuenta que, tal y como dicen los autores del estudio, la población albana se caracteriza por un modelo de familia compuesto por un hombre y una mujer, por lo que se requiere de nueva investigación para poder conocer este fenómeno en otros modelos familiares, e igualmente compararlo con las familias monoparentales, para saber si encargarse a solas de la crianza del menor, mantiene o varía el nivel de preocupación por su salud.
También, el haber seleccionado un problema de salud tan grave como la epilepsia infantil, no permite realizar generalizaciones de los resultados ante cualquier tipo de afección del menor y la percepción de sus progenitores.
Si los resultados se mantienen, añadiendo las investigaciones especificadas anteriormente, se puede concluir que no existen diferencias entre padres y madres a la hora de preocuparse por la salud de sus hijos, ya que tienen la misma percepción sobre la salud, y por lo tanto, similar nivel de preocupación.