Autor: Dr. Juan Moisés de la Serna

  • ¿Sabes cuando los ancianos sienten más la soledad?

    ¿Sabes cuando los ancianos sienten más la soledad?

    Cuando uno piensa en soledad lo suele hacer en personas aisladas, alejadas de su mundo, sin querer comunicarse.

    El problema de la solecad

    Aunque la creencia popular nos indica que la soledad es un estado permanente del individuo, una reciente investigación desde Inglaterra ha descubierto que esta varía en función de la hora del día, del día de la semana e incluso el mes del año.

    Soledad por la noche

    Lo primero que hay que distinguir es entre soledad y aislamiento, el primero tiene que ver más con un sentimiento propio, independientemente del número de personas que le acompañe en ese momento; mientras que el segundo hace referencia a la ausencia de cualquier otra persona alrededor.

    Igualmente, puede darse el caso de que la persona viva aislada de otros, pero que no sienta la soledad, ya que esta puede verse suplida por algún animal de compañía haciendo que psicológicamente la persona no se sienta así.
    Otra distinción es la que hay que realizar entre la soledad y la depresión. La segunda se trata de un problema de salud mental, en el que predominan sentimientos de tristeza, como en el caso de la soledad, pero no sólo es eso, la depresión va mucho más allá e incluye anhedonía, disrupciones del sueño y de la comida,… todo un cuadro clínico que no se observa en la soledad.

    Muchas veces la soledad en los ancianos proviene de haber perdido “por el camino” a su pareja, familiares y amigos; así a mayor edad, es más probable que aquellos que ha conocido ya no estén a su lado, lo que provoca que la persona sienta esa soledad.
    Un estado que hasta hace poco se creía inherente a la condición de la persona y a su edad, es decir, que esa sensación le va a acompañar durante todo el día, la semana y el mes, pero ¿Sabes cuando los ancianos sienten más la soledad?



    Soledad el fin de semana

    Esto es precisamente lo que trata de explorarse conjuntamente desde la Universidad de Londres y la Universidad de Kent (Inglaterra) , cuyos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica The Open Psychology Journal.
    En el estudio participaron treinta y cuatro ancianos con una media de 74 años, de los cuales únicamente el 30% mantenía su pareja, estando el resto sin pareja, ya sea por que ha enviudado (30%), separado o divorciado (20%) o simplemente no ha tenido pareja (20%).
    Los datos se extrajeron durante el 2012 y 2013, empleando para ello un seguimiento mensual por correo y con posterioridad se les hizo una entrevista en profundidad, con lo que se obtuvieron cinco medidas, en Junio, Septiembre y Diciembre del 2012, y en Marzo y Junio del 2013.
    Los resultados indican que durante el verano (12,96%) se sintió menos soledad que durante el invierno (46,3%).
    Con respecto a la semana, los mayores sienten más soledad los fines de semana, (51,88%) frente a cualquier otro día de la semana.
    Igualmente los datos indican que durante la tarde-noche (42,59%) se siente más soledad que durante el día (14,81%)

    Soledad en verano

    Aunque los resultados son claros, hay que tener en cuenta que el estudio se ha realizado sobre población inglesa, lo que no permite extrapolar los mismos a otras poblaciones con unos usos y costumbres e incluso climatología diferentes.
    Igualmente, hay que señalar que los resultados se obtuvieron mediante autoinforme, por lo que estos datos pueden verse “alterados” por el recuerdo de la persona, por lo que se requiere de incorporación de medidas indirectas como la observación para poder concluir al respecto.
    A pesar de las limitaciones del estudio, es importante señalar que los resultados pueden ser empleados para implementar algún tipo de terapia de acompañamiento para estos ancianos cuando más lo necesitan, en concreto, las “peores” fechas sería en invierno, los fines de semana, durante las noches.

    Así por ejemplo en los centros de día o en las residencias, se podrían tener en cuenta estos resultados para establecer políticas de “reforzamiento” e incluso trabajar con distintas dinámicas para que los ancianos no se sientan tan solos en esos momentos.

  • ¿Es adecuado el ejercicio físico para el autismo?

    ¿Es adecuado el ejercicio físico para el autismo?

    Una reciente investigación realiza un meta análisis sobre la efectividad de programas de intervención mediante ejercicio físico en los menores con autismo.
    El incremento del conocimiento de la Trastorno del Espectro Autista, ayuda, no sólo a comprender cómo y por qué se produce, sino sobre todo, y lo más importante a desarrollar nuevas técnicas de intervención eficaz, las cuales deben de ser validadas para su incorporación en los programas de entrenamiento con estos menores.

    Ejercicio físico en el autismo

    Cuando el profesional de la salud se enfrenta a la tarea de decidir “por dónde empezar” a intervenir, tiene que priorizar entre las habilidades o capacidades más afectadas o entre aquellas más necesarias para llevar una vida lo más normal posible.
    Una decisión que en ocasiones lleva a postergar la intervención de otras habilidades no tan “necesarias “o imprescindibles, pero igualmente importantes para el desarrollo normal del menor. No se puede entrenar todo a la vez, y menos con menores que muestran dificultades a la hora de aprender nuevas habilidades y conductas.

    En el caso concreto del Trastorno del Espectro Autista, se suele priorizar por la incorporación de una intervención dirigida a mejorar el área más afectada, el de la comunicación, entrenando la comprensión y expresión de palabras, para poder así dirigirse a otros para pedir lo que requiere, o entender instrucciones breves y concisas de los demás, dejando para un “segundo momento” de la intervención el fomentar la autonomía personal.
    Para los padres, cualquier avance es bien acogido, aunque entienden que en muchos casos la “recuperación total” del nivel al de sus compañeros es imposible, cualquier paso que se vaya dando en la buena dirección se ve como un verdadero logro del pequeño.

    Pero alrededor de estas áreas principales de intervención se están experimentando nuevas intervenciones que buscan paliar el retraso en el desarrollo mostrado en otras áreas, como el del movimiento, pero ¿Es adecuado el ejercicio físico en el autismo?


    https://youtu.be/uX6063mDs5k

    Gimansia y autismo

    Esto es precisamente lo que trata de explorarse desde la Universidad Batista de Hong Kong (China), cuyos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica International Journal of Learning and Teaching.
    En esta ocasión se trata de un metaestudio que se realiza analizando los resultados de otros realizados con anterioridad. En concreto se emplearon las bases de datos científicas MEDLINE/PubMed, EBSCOhost, ProQuest, Scopus, y Web of Science, para los términos en inglés de, Autismo, TEA, Asperger, Trastorno del Espectro Autista; y combinándolos con las salidas de los términos, actividad, aerobic, fitness, andar, gimnasia, nadar, ejercicio físico, deporte y actividad física.
    De los 325 estudios potenciales realizado entre 2004 y 2014 únicamente se seleccionaron por criterios de calidad ocho estudios, todos ellos tenían en común que analizaban los efectos positivos o no de la incorporación del ejercicio físico como intervención terapéutica en pequeños diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista, evaluando su impacto en tres dominios, desempeño en los ejercicios, aptitud física y competencia social.
    Los resultados muestran que la intervención con ejercicios físicos en menores diagnosticados con TEA, aumentan positivamente los dominios de desempeño en los ejercicios, y competencia social, pero no el de aptitud física.


    Ejercicio y autismo

    Hay que tener en cuenta que no se trata de una investigación con pequeños afectados con el Trastorno del Espectro Autista, sino únicamente una revisión bibliográfica de los estudios realizados con estos.
    Tal y como indican los autores, ocho estudios son pocos para poder establecer una conclusión al respecto, a pesar de lo cual los beneficios parecen ser consistentes, por lo que sugieren realizar nuevas investigaciones al respecto.

    Dicho lo cual, el ejercicio físico, moderado y supervisado, parece ser positivo para estos pequeños, además de favorecer de competencias no evaluadas en estos estudios, como es ayudar a la autoregulación de las emociones, además de reforzar el seguimiento de instrucciones.
    No se trata pues de que los pequeños brinquen o corran simplemente, sino que realicen ejercicios de coordinación, con atención a la respiración y a las sensaciones que van teniendo, a la vez que mantienen la atención a las indicaciones.

  • ¿Se puede predecir la futura adicción al juego?

    ¿Se puede predecir la futura adicción al juego?

    Una reciente investigación analiza distintos factores para determinar cuál es mejor predictor de una adicción al juego, y poder así implementar programas de prevención.

    La ludopatía, o adicción al juego es cada día más frecuente, debido a que el uso de las tecnologías permiten que se pueda llevar esta actividad desde casa y sin control.

    Adicción al juego

    La adicción al juego es una adicción comportamental en el que la persona llega a perder el control de su economía, modificando su escala de valores, lo que le puede conducir incluso hasta la ruina económica, pasando previamente por la pérdida de amigos, pareja e incluso de hijos.

    Desde las instituciones públicas y privadas, fundaciones y asociaciones, han intentado prevenir en la medida de lo posible esta adicción, ya sea con el establecimiento de edades mínimas para acceder al juego, como creando un fichero de ludópatas los cuales tienen prohibido el acceso a los casinos, para evitar así su recaída.
    Para aquellas personas ajenas a la ludopatía, puede pensar que se trata de un problema “menor”, pero hay que recordar que es una adicción comportamental, es decir, la persona va a pasar buena parte de su tiempo tratando de jugar, con pensamientos intrusivos sobre “qué hubiese pasado si llega a salir…”, o “en la siguiente partida seguro que me recupero”.

    Y eso a pesar de que cuando acuden a una asociación de ayuda a la ludopatía les explican detalladamente que las máquinas y los juegos de azar están diseñados para perder, que ese es precisamente el negocio de los casinos y de los dueños de las máquinas tragaperras. A pesar de que la persona sabe que nunca podrá “ganar” a ese sistema probabilístico matemáticamente creado para que pierda, sigue pensando y sintiendo que “con un poco más de suerte…”
    A pesar de los intentos para establecer un perfil del adicto, este no parece que se circunscriba a un estatus social, o se vea influenciado por el nivel educativo, o cualquier otra circunstancia personal, pero ¿Se puede predecir la futura adicción al juego?


    https://youtu.be/6EQxIlPmGsM

    Ludopatía

    Esto es precisamente lo que trata de explorarse desde la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), la Universidad British Columbia (Canadá), y la Universidad de Ginebra (Suiza), cuyos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica International Gambling Studies.
    En el estudio participaron 75 adultos, mayores de 18 años, 45 mujeres y 30 hombres. A todos ellos se les pasó por una prueba de laboratorio, donde en un ambiente controlado debían jugar con una máquina de tragaperras implementada en una computadora, la cual contemplaba tres opciones, ganar, perder, y perder “por poco”. Los participantes pasaron por varias sesiones en donde en cada una se había manipulado las opciones anteriores, por ejemplo, e independientemente de lo que hiciese el participante, en una sesión iba a recibir el 20% de ganar, mientras que en otras sólo lo haría en un 10%. Al final de cada sesión se le preguntó sobre el porcentaje de éxito percibido para ver si coincidía o no con el manipulado.
    Después pasaron por otro “juego” controlado, donde debía responder si el número en pantalla era igual que uno anteriormente presentado, manipulando en este caso el tiempo de separación entre los dos números, para observar hasta qué punto la persona era capaz de retener las combinaciones de número presentadas en la pantalla, cuánto tardaba en responder, y hasta qué punto se equivocaba, evaluando de esta forma lo que se denomina el control inhibitorio, el cual nos permite “aguantar” nuestras ganas de responder hasta que sea el momento de darla.
    Además, todos los participantes pasaron por una escala para evaluar su nivel de adicción, evaluado mediante South Oaks Gambling Scale (SOGS), otra para analizar la presencia de pensamientos intrusivos relacionados con el juego evaluado mediante Gambling-Related Cognitions Scale (G.R.C.S.), otra sobre la tendencia al autoengaño en cuanto a sus propias posibilidades de éxito mediante Social Desirability Scale (DS-36) y por último se les preguntó para extraer información sociodemográfica.
    Los resultados muestran cómo las personas que tienen bajos niveles de control inhibitorio son aquellas que muestran una mayor persistencia en el juego y un mayor deseo de volver a jugar, cuando se ha ganado o se ha estado “a punto” de ganar, lo que es indicativo de son las más propensas a desarrollar adicción al juego. Los autores del estudio por su parte, no entran a valorar sobre el origen de estos niveles de control inhibitorios más bajos, ni cómo podrían reforzarse como medida preventiva.

    Adicción a las tragaperras

    Hay que tener en cuenta que los resultados se han obtenido en un ambiente de laboratorio, luego la validez ecológica sólo se puede alcanzar si estos mismos se reproducen en la vida real. Igualmente, los resultados son específicos de una forma de “jugar”, el de las máquinas tragaperras, las cuales tienen unas características determinadas, como un número de opciones, además de muchos componentes orientados a atrapar la atención del jugador, como luces y sonidos; lo cual dista mucho de las reglas y del contexto de otros juegos, como el de las cartas o los dados; por lo tanto hay que realizar nuevas investigaciones en estos otros tipos de juegos antes de poder establecer una generalización sobre los resultados.
    A pesar de las limitaciones anteriores, hay que tener en cuenta que en cualquier casino e incluso bar existen este tipo de máquinas, orientadas a “captar” y retener a jugadores, cuando estos se acercan a descansar y relajarse. Igualmente, este suele ser, para muchos, el primer juego al que se acercan, y a partir de la adicción que este le genera, pasa a probar con otros. Por tanto, los resultados son válidos para poder comprender por qué unas personas tienen una mayor probabilidad de sufrir una adicción al juego frente a otras.

    Igualmente, el comprender, cuál de todos los factores implicados, es el que más valor predictivo tiene, permite establecer planes de prevención orientados a los más jóvenes, primeramente, para detectar entre ellos los que tengan niveles de control inhibitorio más bajos y luego para trabajar con estos jóvenes en reforzar las habilidades que le permitan contrarrestar esta debilidad.
    Falta pues establecer una herramienta estandarizada, fácil de administrar y corregir, que a modo de Screening se pueda pasar en los institutos para detectar a aquellos que son más vulnerables a la adicción futura al juego, y con el permiso de los padres, realizar una intervención preventiva que permita ofrecerle un mejor futuro.

  • ¿Existe relación entre Síndrome de Pisa y el Párkinson?

    ¿Existe relación entre Síndrome de Pisa y el Párkinson?

    En ocasiones las enfermedades, trastornos o síndromes son desconocidos incluso para los profesionales, este es el caso del denominado síndrome de Pisa.

    El síndrome de Pisa se define como una desviación lateral del cuerpo de al menos diez grados.

    Síndrome de Pisa

    A pesar de lo que se pueda pensar, tanto los profesionales como las personas ajenas a las ciencias de la salud, tienen cierto conocimiento sobre las patologías y psicopatologías más frecuentes, pero además existe todo un abanico de enfermedades, trastornos y síndromes que son desconocidos ya sea por su escaso nivel de incidencia o porque no recibe la suficiente atención de los medios de comunicación.
    Es por ello que existen los manuales de consulta como el Vademécum en el caso de los médicos y los manuales de diagnóstico, como el CIE-10 o el DSM-V en el caso de los psicólogos y psiquiatras.

    A estos se suele acudir cuando un caso no es todo lo suficientemente claro como debiera, existen síntomas que no pertenecen al cuadro clínico que se tiene, o porque no se puede establecer un diagnóstico que conforme todos los síntomas observados.
    Pero son tantas las clasificaciones en categorías y subcategorías, sobre síntomas y síndromes, trastornos y enfermedades, que se requiere de cierta especialización para poder dar una mejor atención. Así los profesionales se especializan por edades, por ejemplo, en los trastornos del desarrollo en la infancia, o por grupos de enfermedades que comparten algunos elementos en común, como por ejemplo las enfermedades neurodegenerativas.
    A pesar de todo lo anterior, los profesionales de la salud deben actualizarse periódicamente para conocer las “nuevas enfermedades” o aquellas que han cambiado su incidencia en la población y que ahora son más comunes, o que se presentan en conjunto con otras enfermedades o trastornos, pero ¿Existe relación entre Síndrome de Pisa y la Enfermedad de Párkinson?


    https://youtu.be/6meLRqOgvDw

    Enfermedad de Párkinson

    Esto es precisamente lo que trata de explorarse desde el Hospital “Moriggia-Pelascini”, el Instituto de Ciencias de Pavia, el Instituto de Ciencias de Montescano (Italia) y la Universidad de Tel-Aviv (Israel), cuyos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica Parkinson’s Disease.
    El Síndrome de Pisa se define como una torsión sostenida del tronco de al menos 10 grados, que se puede observar tanto mientras se permanece sentado o de pie, pero que desaparece en cuanto la persona se acuesta.
    En el estudio 74 pacientes diagnosticados con la enfermedad de Párkinson, a los cuales se les tomaron medidas electromiográficas (E.M.G.), para comprobar el nivel de desviación de la persona, para ello se realizaron en distintas posturas, incluido mientras permanecían acostados. Se evaluaron en tres momentos diferentes, en reposo, contraídos hacia la posición natural de los músculos y contraídos al lado contrario al natural.
    Se observó que en el 78% de los pacientes se mostraban diferencias significativas en cuanto a la desviación muscular, especialmente sensible para ello el músculo oblicuo externo del abdomen, que fue el que más información proporcionó de todos los evaluados.

    Relación entre Síndrome de Pisa y el Párkinson

    Hay que tener en cuenta que tal y como informan los autores, se trata de una primera aproximación para la determinación de un método válido para detectar la presencia del Síndrome de Pisa en pacientes con la enfermedad de Párkinson, por lo que se requiere de nueva investigación al respecto para poder así establecer un procedimiento de diagnóstico más efectivo
    El estudio no informa sobre las características sociodemográficas de los pacientes de la enfermedad de Párkinson, ni su edad, ni su género,… aspectos fundamentales si se quiere extrapolar los resultados a otras poblaciones.
    A pesar de lo anterior, el uso de la electromiografía, técnica muy simple y extendida en la práctica médica, hace que el diagnóstico del Síndrome de Pisa sea más sencillo y eficaz sobre todo si se realiza la evaluación sobre el músculo oblicuo externo del abdomen.
    Hay que tener en cuenta, que como en cualquier otro caso, el padecer dos patologías al mismo tiempo, en este caso la enfermedad de Párkinson y el Síndrome de Pisa no hace sino empeorar el pronóstico de la persona, dificultando su recuperación. Además, el infra diagnóstico del Síndrome de Pisa sólo sirve para ocultar síntomas que van a estar presente, interfiriendo con la calidad de vida del paciente con enfermedad de Párkinson, mientras no reciba el tratamiento oportuno.
    A este respecto, todavía falta de conocer cómo se ha de tratar el Síndrome de Pisa, y si este va a conllevar algún tipo de contraindicación o no con el recibido para la enfermedad de Párkinson.

  • ¿Qué papel juegan los otros en el acoso escolar?

    ¿Qué papel juegan los otros en el acoso escolar?

    Un reciente estudio observacional realizado en las escuelas de Suecia analiza el papel del resto de los compañeros en la aparición del acoso escolar.

    Si bien cuando uno piensa el acoso escolar, lo suele hacer en el acosador y en la víctima, existen otros factores que van a estar facilitando o no que se produzca este acoso en el ámbito educativo.

    Acoso escolar

    Una de las situaciones más difíciles para los pequeños en edad escolar, es cuando el centro educativo se convierte en un lugar donde se recibe acoso. Esto es, en vez de ser un espacio motivador para el estudio y la formación del compañerismo, se vuelve el “peor” lugar para el menor.

    Las consecuencias de dicho acoso son muchas, ya sea tanto en lo que se refiere a la reducción del desempeño académico, como en el ámbito emocional y de la autoestima. En esos momentos, en que es más vulnerable, porque todavía no tiene conformada su personalidad, precisamente entonces es cuando “aprende” lo “cruel que puede ser el mundo”.
    Igualmente se han reportado que los pequeños que sufren acoso, debido a los altos niveles de ansiedad que deben soportar, pueden llegar a mostrar trastornos psicosomáticos, además de problemas del sueño, perjudicando así incluso en lo que se refiere a su salud.
    Una situación de la que es difícil de escapar sin ayuda, ya que incluso los padres, sin saber lo que le sucede en clase, le animan a acudir todos los días al centro donde le agreden. Algo que aumenta la incomprensión y el aislamiento del menor, que sabe que en la puerta o a la hora del descanso se va a tener que ver humillado e incluso agredido por otro de sus compañeros, pero ¿Qué papel juegan los otros en el acoso escolar?



    Buying escolar

    Esto es precisamente lo que trata de investigar desde la Universidad Linköping (Suecia) cuyos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica Children & Society.
    El estudio de tipo observacional se basó en analizar la conducta mostrada por 96 estudiantes de sexto grado, 50 niños y 46 niñas, con edades entre los 10 a 12 años. Se observaron y analizaron seis situaciones de acoso escolar que se producía en las escuelas.
    Se detectaron distintos patrones sociales que aparecían en aquellos grupos donde existía acoso entre alguno de sus miembros, como el de naturalizar y justificar el acoso además de culpar a la víctima por esa situación; considerar el acoso como una forma de ritual social, como vía de inclusión social del “diferente”; estigmatizando a la víctima, por temor a ser excluido del propio grupo.
    Luego los grupos de estudiantes conforman una cultura propia de la que excluyen a todos los que consideran “no normales”, y es precisamente alguno de estos el que se convierte en víctima, mientras los demás del grupo, prefieren “mirar para otra parte” ante el acoso, viéndolo como “adecuado” para no ser ellos mismos los “marginados” del grupo.

    Acosador escuela

    Hay que tener en cuenta que el método “natural” o de observación, empleado a principios de la historia de la psicología, tiene muchos problemas de control de variables, y sus conclusiones son difícilmente generalizable. Ya que si bien, sirve para dar cuenta de lo acontecido en un lugar, en un momento, estas circunstancias son difíciles que se repitan igual en otros lugares.
    Es por ello que se requiere de nueva investigación al respecto donde se controlen mejor las variables a estudiar, para saber cómo influye una sobre otra, y poder así diseñar planes de prevención e intervención cuando surge el acoso escolar en el aula.
    Tal y como señala el autor del estudio, es insuficiente establecer programas de prevención e intervención en el acoso escolar basado sólo en la figura del acosador y de la víctima. Hay que incluir en esa ecuación también la cultura del grupo, el cual sirve de germen para que se produzca el acoso hacia uno u otro alumno.
    Igualmente, los demás se convierten en papel fundamental en el sostenimiento de esta conducta socialmente no reprochada. De forma que sean capaces de denunciar la situación incluso compañeros no implicados en dicho acoso.
    Ya que lo primero, y fundamental para detener esta situación es la denuncia tanto al profesor como a los padres. Para que estos pongan solución a la situación creada, ya que los menos de por sí, sin la debida información y entrenamiento, es difícil que sean capaces de detener el ciclo de acoso.
    De ahí la relevancia de este estudio, que devuelve el foco de atención a todo el conjunto de la clase, tanto en cuanto a la hora de implementar políticas de prevención como para la intervención ante la aparición del acoso escolar.


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