Un reciente estudio explica los motivos por los que una persona se convierte en cuidador informal de un familiar que padece una demencia como el Alzheimer.
Altruismo Alzheimer
La demencia, entre las que se encuentra el Alzheimer, es una enfermedad neurodegenerativa irreversible, por la cual se pierden funciones cognitivas y musculoesqueléticos que se puede producir tanto en jóvenes como en mayores. Aunque a veces se puede llegar confundir por parte de los familiares con un proceso «natural» de envejecimiento y por ende, de pérdida de funciones y capacidades siguiendo una pendiente decreciente a partir de la madurez.
Ésta enfermedad puede surgir por la presencia de otra previa como la enfermedad de Huntington, Esclerosis Múltiple, Parkinson, o bien provocadas por lesiones craneales, tumores cerebrales o por un consumo excesivo de alcohol.
Sea cual sea su origen, al ser un proceso degenerativo irreversible, los familiares se plantean cómo atender al paciente, ya sea con ayuda profesional o en lo que se ha llegado a denominar el cuidado informal, esto es, una persona o varias que se turnen, se hacen cargo del cuidado y atención del paciente, normalmente a expensas de «sus propias vidas», esto es, renunciando a buena parte de su actividad social y por supuesto laboral, por un cuidado «intensivo» del paciente con demencia.
Si hasta ahora se entendía que la decisión del cuidado profesional o informal, era más bien una cuestión económica, en el que la familia tras «echar cuentas» decidía si podía pagar los gastos que un cuidado profesional requiere, ya sea al ingresarlo en un centro especializado, o al personal externo cualificado que le cuide.
Cuidado Alzheimer
Un estudio realizado conjuntamente por el Centro Científico de Salud Texas A&M y la Universidad Estatal de Washington (EE.UU.) publicado recientemente en el International Journal of Social Science Studies.
En el estudio participaron 270 familiares con pacientes diagnosticados con demencia de una base de datos de 1.770 pacientes de edades de 70 o más años provenientes de la base de datos de ADAMS.
Los resultados informan que las personas casadas tienden a cuidar a sus parejas independientemente de otras cuestiones como las económicas o demográficas. Con respecto a la demografía, los hispanos y los «blancos» son los que más hacen uso del cuidador formal. Un resultado sorprendente es que las cuestiones económicas tienen menos peso del esperado, no resultando significativo a la hora de tomar la decisión entre el cuidado formal y el informal, depende más del altruismo del familiar que se va a hacer cargo del cuidado informal del paciente con demencia.
Todo lo anterior, no hace sino dejar constancia del incremento de la atención informal por parte de familiares, sobre todo cuando existe un vínculo de matrimonio entre paciente y cuidador, así como cuando el cuidador exhibe altos niveles de altruismo.
Esposas e hijas son las que soportan la mayor carga del #cuidado de personas con #Alzheimer: MedlinePlus Health News https://t.co/iq3Kq29vk3
— Mary Carmen Porres (@LaPorres) 15 de mayo de 2017
Cuidador Alzheimer
El artículo cuestiona que ésta tendencia al cuidado del paciente con demencia, tan propia de nuestra cultura, sea adecuada y sobre todo eficaz en comparación con el cuidado profesional.
Lo que deja en evidencia la necesidad de formar a los cuidadores, para que éstos, ya sea por una razón de cariño, altruismo o económica, puedan atender a su familiar en condiciones, sin que suponga una pérdida de atención en comparación con la que podría proporcionar un profesional.
De ahí la conveniencia y la necesidad de realizar cursos de formación específica para familiares, tanto para el cuidado del paciente con demencia, como para su propio cuidado, es decir, cursos de «cuidar al cuidador», ya que se ha observado cómo el cuidado a largo plazo, conlleva una merma en la salud del cuidador acompañado de cierto aislamiento social, que al final deriva en una peor calidad asistencias que proporciona al paciente con demencia.