Evolución Interactiva del Concepto de Trastorno Disruptivo del Comportamiento en el DSM y CIE

Evolución Interactiva del Concepto de Trastorno Disruptivo del Comportamiento en el DSM y CIE

¡Atención! El Trastorno Disruptivo del Comportamiento, que engloba patrones de conducta desafiante, agresiva y antisocial en niños y adolescentes, ha experimentado una evolución significativa en su conceptualización y clasificación a lo largo del tiempo. Desde ser considerado principalmente un problema disciplinario hasta ser reconocido como un trastorno complejo con bases neurobiológicas y psicosociales, la comprensión de este trastorno refleja los avances en la psiquiatría infantil y la psicología del desarrollo.

1952 – DSM-I

No se menciona específicamente el Trastorno Disruptivo del Comportamiento. Los problemas conductuales se clasifican como «Reacción de adaptación de la infancia».

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En el DSM-I, publicado en 1952, no existía una categoría específica para el Trastorno Disruptivo del Comportamiento. Los problemas conductuales en niños y adolescentes se clasificaban bajo «Reacción de adaptación de la infancia». Esta categoría amplia incluía varios tipos de problemas de comportamiento sin hacer distinciones específicas. La visión predominante era que estos problemas eran reacciones temporales a factores ambientales estresantes, reflejando una comprensión limitada de los trastornos de conducta como entidades diagnósticas independientes.

1967 – CIE-8

Se incluyen «Trastornos del comportamiento en la infancia», pero sin una categoría específica para trastornos disruptivos.

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La CIE-8, publicada en 1967, introdujo la categoría de «Trastornos del comportamiento en la infancia». Aunque esta clasificación representaba un avance en el reconocimiento de los problemas conductuales como entidades diagnósticas, aún no existía una categoría específica para los trastornos disruptivos del comportamiento. Los problemas de conducta se consideraban principalmente en términos de desviación de las normas sociales, sin un enfoque claro en los patrones específicos de comportamiento disruptivo o agresivo.

1980 – DSM-III

Se introduce el «Trastorno de conducta» como una categoría diagnóstica específica.

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El DSM-III, publicado en 1980, marcó un hito importante al introducir el «Trastorno de conducta» como una categoría diagnóstica específica. Este cambio reflejó un reconocimiento creciente de que ciertos patrones de comportamiento antisocial y agresivo en niños y adolescentes constituían un trastorno distinto. Se establecieron criterios diagnósticos más específicos, incluyendo agresión a personas o animales, destrucción de la propiedad, engaño o robo, y violaciones graves de las normas. Esta clasificación sentó las bases para una comprensión más estructurada de los problemas de conducta disruptiva.

1992 – CIE-10

Se introduce el «Trastorno disocial» como equivalente al Trastorno de conducta del DSM.

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La CIE-10, publicada en 1992, introdujo el término «Trastorno disocial» como equivalente al Trastorno de conducta del DSM. Esta clasificación incluía criterios similares a los del DSM, centrándose en patrones repetitivos y persistentes de comportamiento antisocial, agresivo o desafiante. La CIE-10 también hizo distinciones basadas en el contexto en el que ocurría el comportamiento problemático (por ejemplo, limitado al contexto familiar, no socializado, socializado). Esta clasificación reflejó una comprensión más matizada de los trastornos disruptivos del comportamiento.

1994 – DSM-IV

Se refina el concepto de Trastorno de conducta y se introduce el Trastorno negativista desafiante como una categoría separada.

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El DSM-IV, publicado en 1994, refinó aún más el concepto de Trastorno de conducta y, significativamente, introdujo el Trastorno negativista desafiante como una categoría diagnóstica separada. Esta distinción reconocía que los comportamientos disruptivos podían manifestarse de diferentes maneras, desde la desobediencia y el desafío hasta la agresión y la violación de normas más graves. Se establecieron criterios más detallados para ambos trastornos, reflejando una comprensión más sofisticada de los patrones de comportamiento disruptivo en diferentes etapas del desarrollo.

2013 – DSM-5

Se introduce la categoría «Trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta».

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El DSM-5, publicado en 2013, introdujo una nueva categoría llamada «Trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta». Esta categoría agrupó varios trastornos relacionados, incluyendo el Trastorno de conducta, el Trastorno negativista desafiante, y el Trastorno explosivo intermitente. Se refinaron los criterios diagnósticos y se introdujeron especificadores para el Trastorno de conducta, como «con emociones prosociales limitadas». Esta clasificación reflejó una comprensión más integrada de los problemas de comportamiento disruptivo, reconociendo las similitudes y diferencias entre estos trastornos.

2018 – CIE-11

Se alinea con el DSM-5, introduciendo la categoría «Trastornos disruptivos y disociales».

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La CIE-11, publicada en 2018, alineó su clasificación más estrechamente con el DSM-5, introduciendo la categoría de «Trastornos disruptivos y disociales». Esta categoría incluye el Trastorno oposicionista desafiante y el Trastorno de conducta disocial. La CIE-11 también incorporó el concepto de rasgos de dureza e insensibilidad emocional como un especificador para el Trastorno de conducta disocial. Esta clasificación reflejó un consenso creciente en la comunidad internacional sobre la naturaleza y el diagnóstico de los trastornos disruptivos del comportamiento, enfatizando la importancia de considerar factores de desarrollo y contextuales en el diagnóstico.

2022 – DSM-5-TR

Mantiene la estructura del DSM-5 con actualizaciones en el texto y énfasis en factores culturales y del desarrollo.

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El DSM-5-TR, publicado en 2022, mantiene la estructura y los criterios diagnósticos para los Trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta establecidos en el DSM-5, pero incluye actualizaciones en el texto descriptivo y los ejemplos. Esta revisión incorpora nueva investigación sobre la prevalencia, los factores de riesgo y el curso de estos trastornos. Se enfatiza aún más la importancia de considerar factores culturales y del desarrollo en la evaluación y diagnóstico de estos trastornos. El DSM-5-TR también destaca la necesidad de una evaluación integral que considere el contexto familiar, social y educativo del individuo. Se proporciona orientación adicional sobre el diagnóstico diferencial y la comorbilidad con otros trastornos, reconociendo la complejidad de los problemas de comportamiento disruptivo y su impacto en múltiples áreas de funcionamiento.

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