Etiqueta: Violencia

  • ¿Se puede evaluar la tendencia a la violencia machista?

    ¿Se puede evaluar la tendencia a la violencia machista?

    Uno de los problemas más acuciantes en la sociedad actual es la violencia machista.

    Si bien el principal problema son las consecuencias que genera sobre la mujer, los profesionales por su parte tratan de prevenirla como medio de evitar dichas consecuencias.
    Son varios los frentes de trabajo para la prevención tal y como la enseñanza en las escuelas, las asesorías gratuitas, por ejemplo en el Instituto de la Mujer, e incluso los teléfonos de denuncia de maltrato en el caso de que se sufra.
    A pesar de ello, parece que la eficacia es limitada, en cuanto que el número de fallecidas no se reduce de forma significativa a pesar de los esfuerzos de las administraciones implicadas.


    Vídeo recomendado: 08 – Marina Subirats: Prevenir la violencia machista

    Algo parecido sucede con las denuncias, en en vez de disminuir con los años, estas han aumentado, lo que podría explicarse por un incremento en el número de casos de violencia machista, pero también en cuanto a la mayor sensibilización de la mujer a la hora de denuncia situaciones que antes se “callaba”.
    Por tanto las estadísticas actuales, y basado en esa sensibilización, serían más próximas a la realidad que las de hace unos años en donde sólo se denunciaban algunos casos.
    A pesar de lo anterior, el gran problema es que este maltrato se suele realizar dentro del ámbito familiar y por tanto es relativamente difícil su detección si no es por una denuncia por parte de la afectada.
    Otro aspecto es con respecto al aprendizaje de esta conducta de maltrato, la cual se ha tratado de relacionar con características de personalidad, de temperamento y de “presión grupal”, aunque el factor que parece influir en mayor medida es el “ejemplo”, es decir el aprendizaje del maltrato tanto directo como vicario.

    En el primer caso, se trataría de ver como “normal” el maltrato dentro de una casa, ya que el menor lo ha visto así “desde siempre”, considerándolo como algo “establecido” dentro de la dinámica de la familia y por tanto, cuando este joven tenga pareja o su propia familia repetirá estos patrones aprendidos.
    Aspecto que todavía no se sabe muy bien cómo evitar, aunque existen algunas medidas de “alejamiento” y de retirada de la patria potestad de los hombres condenados por maltrato, para que no den “mal ejemplo” a sus hijos, estos sólo afectan a aquellos que están condenados por sentencia fija, y no al resto de los maltratadores a espera de juicio o que ni siquiera han sido encausados por falta de pruebas o de denuncia previa, pero ¿Se puede evaluar la tendencia a la violencia machista?

    Esto es lo que ha tratado de responderse con una investigación realizada desde la Universidad de Valencia (España) y cuyos resultados han sido publicados en el 2018 en la revista científica The European Journal of Psychology Applied to Legal Context.
    En el estudio se analizaron las propiedades psicométricas de un test diseñado para detectar la violencia machista dentro de las familias, sin que se precise de denuncia previa al respecto.
    El citado test se llama VPM (A-IPVAW, Acceptability of Intimate Partner Violence against Women scale) y fue administrado inicialmente a 1500 voluntarios que debían de responder a sus ítems, para extraer los componentes factoriales del mismo.
    Con posterioridad se administró a 50 agresores de violencia machista con edades comprendidas entre los 21 a 69 años, para comprobar sus niveles de VPM.
    Igualmente a los participantes se les administró un cuestionario sobre sexismo ambiental a través del Ambivalent Sexism Inventory (ASI) y el Perceived severity of IPVAW (PS-IPVAW) para analizar sobre la opinión de la gravedad percibida de los casos de violencia machista.Los resultados muestran que el instrumento tiene validez tanto de constructo como de contenido, comprobando cómo los maltratadores obtenían puntuaciones elevadas de VPM, lo que significaba que ellos veían “normal” y aceptable el maltrato infringido contra la mujer.
    Igualmente aquellos que obtenían altos niveles de VPM mostraban también puntuaciones elevadas en sexismo y puntuaciones más reducidas en cuanto a la gravedad percibida de machismo. Es decir, tenían una relación directa con la ASI e inversa con PS-IPVAW.

    Entre las limitaciones del estudio está el no haber separado a los agresores en función de diversos rangos edad para conocer si estas tendencias se mantienen, aumentan o se reducen en el tiempo.
    Igualmente no se han separado a los agresores en función de la “gravedad” o “reincidencia” de sus delitos, por lo que no se puede conocer si estas variables influyen.
    A pesar de lo anterior, el disponer de un nuevo instrumento es una buena noticia, ya que no hace falta esperar a que la mujer denuncie, si no que ante “sospechas” por ejemplo por parte de los servicios sociales, pueden administrar este test, y comprobar si los niveles son o no elevados, teniendo la seguridad de que con resultados elevados la mujer tiene altas probabilidades de “correr peligro” de ser agredida por dicho hombre, y por tanto, podrían realizarse algún tipo de intervención preventiva específica para dicha pareja o matrimonio.
    Aunque este sea el objetivo de dicho test, todavía no ha sido “puesto en práctica”, por lo que hay que esperar a nuevas investigaciones para conocer hasta qué punto es una herramienta útil para la prevención de la violencia machista.

  • ¿Qué porcentaje de reincidencia se produce en los casos de violencia de hijos contra padres?

    ¿Qué porcentaje de reincidencia se produce en los casos de violencia de hijos contra padres?


    Una de la situaciones más difíciles para los padres es cuando sus hijos les enfrentan y más si se ejerce violencia.

    Violencia doméstica

    Si bien cada familia tiene su forma de relacionarse, en algunas ocasiones se traspasa los límites de faltar al respecto e incluso ejercer violencia física o psicológica por parte de los hijos hacia sus padres.
    Algo de lo que escasamente se hace eco los medios de comunicación pero que pertenece a lo que se denomina como violencia doméstica.
    Una de las características, además de que se produce entre miembros de la familia, es que difícilmente se denuncia, considerándose un «asunto privado», lo que aumenta la sensación de invulnerabilidad por parte del agresor, sabiéndose «libre» de hacer lo que quiera sin consecuencias.
    A diferencia de otro tipo de violencia, como la de género o la del menor, donde existe una mayor conciencia social sobre la necesidad de denunciar como forma de romper el círculo de violencia al que suelen verse sometidos, en el caso de la violencia doméstica existe menos conciencia de denunciar, ya sea por pudor por parte de los progenitores al tener que «mostrar» su incapacidad para «educar» a su hijo o bien por que no quieren «perjudicar» al hijo, evitándole así la posible pena o sanción que le correspondería por sus actos, pero ¿Qué porcentaje de reincidencia se produce en los casos de violencia de hijos contra padres?


    Vídeo Recomendado: Juiz explica sobre processos de violência doméstica

    Reincidencia violencia doméstica

    Esto es lo que ha tratado de averiguarse con una investigación realizada desde la Facultad de Ciencias Aplicadas y Forenses, Universidad del centro de Lancashire junto con la Facultad de Psicología, Universidad de Liverpool (Inglaterra) cuyos resultados han sido publicados en el 2017 en la revista científica Journal of Forensic Psychology.
    Se analizaron los expedientes de mil ciento veinticinco hijos que había agredido a sus padres, de los cuales se realizó un seguimiento de un año para comprobar el porcentaje d reincidencia.


    Factores de violencia doméstica

    Los resultados muestran que únicamente el 11% de los hijos son reincidentes en la agresión hacia sus padres, un porcentaje que puede parecer «pequeño», pero que da cuenta de que uno de cada diez jóvenes que han agredido a sus padres lo va a volver a hacer en el plazo de 12 meses.
    Entre los factores de riesgo se encontró como factor significativo el consumo de alcohol en el 49,3% de los hijos mayores de 18 años y el 36,8% de los menores de 18 años.
    Una de las limitaciones más importantes es que únicamente se tuvieron en cuenta los delitos en los que la policía tuvo conocimiento e intervino, desconociendo el porcentaje real, debido a la violencia doméstica no denunciada, y por tanto de la cual no se tiene conocimiento al respecto.
    Es por ello, y dado los resultados hallados que se debería de realizar, por parte de la policía o de los asuntos sociales, un seguimiento de estos casos, sobre todo en aquellos hijos que muestren problemas de adicción al alcohol, ya que son los que tienen mayor probabilidad de volver a agredir a sus padres en los 12 meses siguientes.

  • Entrevista a Dª Esp. Valeria Moletto sobre las secuelas de los abusos infantiles

    Entrevista a Dª Esp. Valeria Moletto sobre las secuelas de los abusos infantiles


    Entrevista a Dª Valeria Moletto, Especialista en Intervención Temprana, Seguimiento Prematuros de Alto Riesgo Servicio de Neonatología, Hospital Evita Pueblo, quien nos habla del abuso infantil y las secuelas que provoca en el Neurodesarrollo de los niños.




    ¿Qué es el abuso infantil?

    Partiendo del concepto de Infancia establecido en la Convención de Amnistía Internacional donde se declararon los derechos de los niños, la cual se llevó a cabo en Cataluña en el año 2005 la infancia, que significa mucho más que el tiempo que transcurre entre el nacimiento y la edad adulta, se refiere al estado y la condición de la vida de un niño: la calidad de esos años. Y siendo conscientes que es durante ese tiempo en el que se produce el especializado proceso de desarrollo de los sistemas neurosensoriales en un niño, el impacto que genera el abuso infantil deja secuelas permanentes a nivel de la corteza cerebral.
    Se denomina maltrato infantil o abuso infantil a cualquier acción (física, sexual o emocional) u omisión no accidental en el trato hacia un menor, por parte de sus padres o cuidadores, que le ocasiona daño físico o psicológico y que amenaza su desarrollo tanto físico como psicológico.

    ¿Existe distintos tipos de abuso infantil?

    Se distinguen cinco tipos básicos de maltrato infantil
    • el abuso físico
    • el abuso sexual
    • el maltrato emocional
    • el abandono físico
    • el abandono emocional.


    Vídeo Recomendado: Dr. TV – Maltrato infantil

    ¿Puede provenir el abuso infantil de la propia familia?

    Según la Dra. Lía Rincón; directora de la Carrera de Médico Especialista en Psiquiatría (UBA). Profesora Titular del Dpto. de Neurociencias (Salud Mental IV) de la Universidad Favaloro y Profesora Titular Consulta de Dpto. de Salud Mental de la UBA; existe abuso cuando se tiene una característica personal y una diferencia de categoría que permite ejercer el poder sobre otro.
    El rol de los padres es cubrir todas las necesidades de los niños, no solo su rol, sino la primera obligación que tienen como padres. Sin embargo cuando utilizan el poder que les brinda su rol en propio beneficio, poniendo en riesgo el desarrollo del niño se convierten en abusadores.

    ¿Cómo vivencia el menor el abuso infantil?

    Cuando un niño recibe algo para lo que no está preparado indefectiblemente se irrumpe su proceso de desarrollo y si bien, frente a una situación de estrés, el sistema nervioso segrega cortisol y adrenalina, las hormonas que dan lugar al olvido como mecanismo de defensa, la memoria emocional quedará para siempre. El recuerdo emocional se reactivará y podrá traer esa situación de realidad a lo largo de toda la vida.
    Cuando un niño no logra elaborar aquello que está vivenciando hace síntoma y este es el mayor indicador de alteración de su proceso de desarrollo.


    ¿Qué consecuencias tiene el abuso infantil en el neurodesarrollo?

    Cuando hacemos referencia a Neurodesarrollo, debemos señalar que es un proceso que implica la formación del sistema nervioso desde el momento en el que se unen espermatozoide y óvulo, hasta que el individuo llega al estado adulto, adquiriendo y desechando un sinnúmero de capacidades y funciones (Pinto, 2008); cualquier situación traumática que viva un niño durante este período, va a condicionar el resto de su vida.
    Se presenta el caso de una niña, de años 6 de edad, que comienza con trastornos de la agudeza visual, anopsia, variaciones visuales constantes, cambios de humos, quien denunció a su padre biológico por situaciones de abuso. Es un claro ejemplo de posible alteración en el neurodesarrollo de la vía visual.
    Y es necesario comprender que la función visual se desarrolla hasta los 7 años de vida. Cualquier situación que genere un trauma, físico o psíquico, y se manifieste como síntoma, nos está hablando de una alteración o interrupción en el desarrollo de esa vía, condicionando el neurodesarrollo de ese niño y consecuentemente su calidad de vida.
    La vía visual tiene una función totalizadora, esto quiere decir que es un sensorio que integra toda la información recibida por los otros sistemas sensoriales, como ser audición, olfato, propiocepción. La interrupción y alteración del desarrollo de esta vía, traerá aparejados otros trastornos de tipo neuromotor, como ser en la motricidad fina, en las reacciones de equilibrio y las respuestas funcionales; las funciones cerebrales superiores también se verán afectadas, ya que la afectación del sensorio visual impacta en los niveles de atención y esto indefectiblemente condicionará la capacidad de aprendizaje del niño y se verá reflejado en su desarrollo. El niño podrá presentar trastornos de aprendizaje como consecuencia de una afectación visual.
    Cuando los estudios complementarios como campo visual, fondo de ojos y otros, son normales deberemos sospechar que la etiología es emocional, podríamos pensar el síntoma como la incapacidad de elaboración de una realidad para la que el niño no está preparado.

    ¿Qué se está haciendo por parte de las instituciones públicas en cuanto al abuso infantil?

    El creciente interés de los investigadores en los procesos afectivos está comenzando a cubrir las importantes lagunas que tradicionalmente han limitado nuestro conocimiento. Gracias a ellos sabemos que hay circuitos sensoriales y centros nerviosos que conectan y transmiten información sensorial que permiten al organismo reaccionar rápidamente ante estímulos negativos o desagradables, ya que conectan con estructuras ejecutivas motoras y autonómicas.
    El Dr. Chaskel Roberto, reconocido psiquiatra infantil de Colombia, ha demostrado que los traumas infantiles dejan surcos en la corteza cerebral. Sus actuales investigaciones están relacionadas con las estrategias psicoterapéuticas y sociales que podrían hacer desaparecer esas marcas.
    Es importante como profesionales de la salud y la educación, formarnos y replicar experiencias para ayudar a más niños.
    Aprender a observarlos, ya que ellos suelen mostrarnos respuestas claras ante estímulos emocionales negativos. Sudoración, asco a los olores, rechazo físico.


    https://youtu.be/15bBDFZs1iw

    Vídeo Recomendado: SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL .Cómo el maltrato afecta al cerebro

    ¿Qué implicaciones legales tiene el abuso infantil?

    Desde el marco legal es importante comprender que frente a una denuncia de abuso, la relación jurídica es un juego de estrategias, donde el juez equilibra las fuerzas entre la acusación y la defensa.
    La Dra. Lía Rincón, plantea que al niño que denuncia un acto de abuso hay que creerle más allá de la verdad fáctica. Si denuncia una situación de abuso es porque el abuso existe en alguna parte. Es importante creerle porque si no el niño queda desamparado.
    La Dra. Susana Ciruzzi, Abogada Hospital de Pediatría SAMIC Prof. Dr. Juan P. Garrahan. Miembro de su Comité de Ética de dicho hospital, hace importante mención a la revictimación. Cada instancia donde el niño debe contar una y otra vez lo ocurrido y que, frente a una denuncia de este tipo, la defensa utiliza el SAP, Síndrome de Alienación Parental.
    Frente a una denuncia de esta índole hay que dirigirse a la Defensoría General de la Nación y a las Defensorías específicas.

    Bibliografía sobre las secuelas del abuso en la Infancia:

    Aguilar, F. (2003). Plasticidad cerebral. Revista Médica del Instituto Mexicano de Seguridad Social (Rev Med IMSS) 41 (1), 55-64.
    Artigas-Pallarés, J & Narbona, J. (2011). Trastornos del Neurodesarrollo. Barcelona-España: Viguera Editores.
    Pinto, F. (2008). Lo maravilloso y mágico del Neurodesarrollo humano. Revista Chilena de Pediatría, 79 (1), 18-20.
    Portellano, J. (2008). Neuropsicología Infantil. España: Editorial Síntesis
    Roselli, M., Matute, E. & Ardila, A. (2010). Neuropsicología del desarrollo infantil. México: Manual Moderno.




    Desde aquí mi agradecimiento a Dª Valeria Moletto, Especialista en Intervención Temprana, Seguimiento Prematuros de Alto Riesgo Servicio de Neonatología Hospital Evita Pueblo, por habernos acercado a una problemática en los menores que afecta a su neurodesarrollo.

  • Entrevista a Dª Virginia Mora, sobre la violencia

    Entrevista a Dª Virginia Mora, sobre la violencia


    Entrevista a Dª. Virginia Mora. Psicóloga de la Red de Puntos Municipales del Observatorio Regional de la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid. Experta en Violencia y Trauma. Fundadora de Iptra (Instituto Psicoterapia y Trauma).




    – ¿Qué es el trauma?

    Ante un acontecimiento estresante o una situación de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica (catástrofes naturales, accidentes, atentados terroristas, agresiones, malos tratos, abuso o agresión sexual, tortura, secuestro etc) vivido ya sea de forma directa o indirecta, se produce en las víctimas un sentimiento de miedo intenso, indefensión, amenaza y pérdida de control que tendrá unas consecuencias traumáticas en la persona que lo sufre.
    Cuando ha ocurrido un episodio único, el trauma o daño psicológico habitualmente cursa en fases. En una primera fase hay una primera reacción de sobrecogimiento y embotamiento generalizado, que se caracteriza por lentitud en las reacciones y mecanismos de negación. Es lo que se denomina estado de “shock”. En una segunda fase, aparecen fuertes reacciones emocionales de dolor, rabia, impotencia, culpa, miedo que alternan con periodos de profunda tristeza y abatimiento. Por último, pueden aparecer las reexperimentaciones del suceso de forma espontánea o ante estímulos relacionados. Estas reacciones pueden dar lugar al Trastorno de Estrés Postraumático.
    Cuando la situación de violencia está cronificada en el tiempo, como ocurre en el abuso sexual o maltrato infantil y en la violencia de género, las víctimas pueden presentar alteraciones en la personalidad en cuanto a su capacidad para relacionarse y a su propia identidad. Esto es lo que se ha denominado Trauma complejo.
    Es importante señalar también que, en ocasiones, puede ocurrir un daño psicológico ante situaciones que aparentemente no son traumáticas pero que la persona las vive como tal debido a sus propias características personales, momento evolutivo, consecuencias para su vida etc.

    – ¿Por qué se produce el trauma?

    El trauma o daño psicológico ocurre a consecuencia de que el suceso negativo que ha experimentado la persona desborda su capacidad de afrontamiento y de adaptación. Cuando nos enfrentamos a una situación que nos genera de forma abrumadora dolor, miedo, vergüenza, indefensión o pánico bien sea por su intensidad, por el momento vital en el que ocurre o porque no exista posibilidad de defenderse o de huir de la situación que nos daña, el sistema de defensa de nuestro organismo puede verse colapsado y no es capaz de procesar adecuadamente lo ocurrido ni de elaborar una respuesta de control. Debido a lo cual, el sistema de defensa se mantiene en un inadecuado estado de alerta permanente que va a provocar que ante cualquier estímulo relacionado con la situación traumática se disparen las mismas reacciones a nivel fisiológico, cognitivo, comportamental y emocional que se pusieron en marcha ante el acontecimiento traumático.


    Vídeo Recomendado: Identifica y supera un trauma psicológico

    – ¿Qué relación existe entre la violencia y el trauma?

    Si cualquier experiencia traumática hace que la víctima se cuestione conceptos fundamentales como que el mundo es un lugar lo suficientemente seguro, el valor positivo de uno mismo como persona y el sentido de la vida, en los casos en los que el daño ocurre provocado por otro ser humano de manera intencionada y violenta, las consecuencias traumáticas son mucho más graves.

    – ¿Por qué a unas personas que sufren violencia se traumatizan y otras no?

    La mayor o menor repercusión psicológica de una conducta violenta va a depender de varios factores. Por un lado, depende de la vulnerabilidad tanto psicológica como biológica de la persona, que se refiere a un desequilibrio emocional preexistente a la situación traumática y a contar con un umbral más bajo de activación psicofisiológica. En estos casos, el impacto de la violencia va a ser mayor y/o más incapacitante.
    También la duración e intensidad del suceso violento y el significado que se dé al mismo va a influir, así como que el incidente concurra con otras experiencias negativas actuales o pasadas. Un insuficiente apoyo familiar y/o social y utilizar estrategias de afrontamiento inadecuadas van a empeorar la sintomatología postraumática.
    Por otro lado, existen personalidades más resistentes al estrés y por tanto a la traumatización, que se caracterizan por tener un adecuado control de las emociones, valoración positiva de sí mismo, estilo de vida equilibrado y contar con apoyo social entre otras características. Es a lo que nos referimos cuando hablamos de las capacidades de resiliencia o resilientes de una persona, la capacidad de los seres humanos sometidos a los efectos de una adversidad, de superarla e incluso salir fortalecidos de la situación.

    – ¿Son más sensibles los pequeños a sufrir traumas?

    Indudablemente, los niños y las niñas tienen menos recursos de afrontamiento ante una situación traumática y por ello son más vulnerables ante una vivencia violenta. Muchos adultos piensan equivocadamente que los niños no son conscientes de lo que ocurre, que se adaptan rápidamente, que no sienten la pérdida…, sin embargo, las consecuencias del trauma en los niños pueden ser más graves que en un adulto. Lo que pasa es que el reflejo del daño psíquico en los niños no es igual que en los adultos y por ello puede pasar desapercibido, síntomas disociativos, somatizaciones, irritabilidad, aislamiento, comportamientos disruptivos..
    Tal como señala Judith Herman, si en un adulto el trauma provoca un daño en la estructura de personalidad, en la infancia la forma y la deforma.
    En cualquier caso, la repercusión de un evento traumático en un niño y la repercusión en su vida va a depender principalmente del apoyo y la contención que le presten sus figuras de referencia (madre, padre u otros adultos significativos).


    Vídeo Recomendado: Cómo superar un trauma

    – ¿Qué consecuencias futuras tiene el trauma?

    Las consecuencias psicológicas en la vida adulta de un trauma en la infancia son difíciles de predecir con exactitud, pero, sin duda, todo acontecimiento traumático ocurrido en la vida de un niño o una niña provoca una “herida psíquica” que puede incidir o activarse de nuevo en la adultez.
    Que aparezcan consecuencias negativas en el futuro va a depender de si existen más traumas previos, haber sufrido malos tratos en la infancia o si la persona presenta un trastorno de personalidad. Habrá también un peor pronóstico cuando la persona haya sido revictimizada porque la exposición haya sido continuada en el tiempo (es el caso de la violencia familiar, abuso sexual infantil, secuestros prolongados…), o que hayan ocurrido diferentes situaciones traumáticas a lo largo de su desarrollo, que la sintomatología postraumática haya sido intensa o de carácter disociativo, como por ejemplo, amnesia psicógena.

    – ¿Cómo se trata el trauma?

    La intervención psicológica con las personas que han sufrido un trauma va a depender en gran medida del enfoque y abordaje terapéutico que utilice cada profesional.
    Diferentes autores especializados en trauma como Pierre Janet, Van del Kolk o Herman, establecen la necesidad de abordar la intervención por fases.
    En una primera fase de Estabilización, el objetivo será la reducción o eliminación de sintomatología postraumática. Se trata de dotar a la persona de recursos y herramientas para la regulación y autocontrol emocional, aprendizaje de estrategias de afrontamiento y fortalecimiento de sus recursos personales. En definitiva, tiene que ser una fase de empoderamiento.
    En una segunda fase nos centraremos más en una intervención sobre el hecho traumático. Se trata de superar la fobia al recuerdo, procesando adecuadamente lo vivido de tal forma que pueda ser “engranado” en la narrativa biográfica de la persona. La memoria traumática suele estar fragmentada, sin narrativa, con recuerdos sensoriales de gran impacto y sin integración. El objetivo por tanto es integrar. En esta fase pueden utilizarse técnicas como el EMDR (Eye Movement Desensitization and Reprocessing) que están demostrando una gran eficacia en el abordaje del Trastorno por Estrés Postraumático y otros trastornos derivados de una situación traumática.
    Finalmente, se trata de consolidar la integración, facilitar el duelo y reconectar a la persona de nuevo con su ambiente consiguiendo una adaptación óptima a su vida diaria y en sus relaciones interpersonales.




    Desde aquí mi agradecimiento a Dª Virginia Mora, Psicóloga Sanitaria. Experta en violencia y trauma, por habernos acercado al mundo del trauma.

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