Etiqueta: testosterona

  • ¿Se puede predecir la conducta de evasión fiscal?

    ¿Se puede predecir la conducta de evasión fiscal?


    Uno de los grandes problemas de la administración es con respecto a la evasión fiscal.

    Los impuestos

    Hay que tener en cuenta que los gobiernos y las instituciones públicas en general se “mantienen” gracias a las contribuciones de sus ciudadanos, lo cual permite además ofrecer una serie de servicios, como sanidad, educación, pero también pensiones, becas y subsidios de desempleo.
    Todo este dinero es “conseguido” gracias a los impuestos y a la gestión del dinero que se haga desde la propia administración, siendo imprescindible la “colaboración” por parte de los ciudadanos y las empresas en el mantenimiento del sistema.
    A pesar de que cada país o comunidad establece sus propias tasas en función de diversos parámetros, lo que es una “regla general” es que todos deben de pagar.
    Dejando de lado la polémica de las políticas de excepción de impuestos para determinados colectivos, o las “prácticas competitivas” de algunos países al recortar tanto los impuestos que los hace más atractivo para las “grandes fortunas” y empresas, quitando estos casos en el resto de países existe un “exigencia legal” de pagar.
    Una situación que en ocasiones no queda suficientemente reflejado por falta de “facturas” lo que llevó hace años a países como Portugal, a sortear coches, entre los números de facturas emitidas ese año como forma de incentivar la transparencia y evitar el fraude.
    Es precisamente en este aspecto, donde se trabaja desde las administraciones públicas, especialmente desde hacienda para la detección de comportamientos fraudulentos, trabajo sin declarar y sobre todo la evasión fiscal, pero ¿Se puede predecir la conducta de evasión fiscal?


    https://youtu.be/dNpWrbifUzE

    Vídeo recomendado: FRAUDE FISCAL: los evasores | La noche temática

    Evasión Fiscal

    Esto es lo que se ha tratado de averiguar con una investigación realizada desde el Departamento de Economía, Universidad de Windsor; el Departamento de Psicología, Universidad de Nipissing (Canadá), y la Escuela de Económicas de São Paulo, Fundación Getulio Vargas (Brasil) cuyos resultados han sido publicados en enero del 2018 por la propia Universidad de Windsor.
    En el estudio participaron ciento veintiún hombres con edades comprendidas entre los 18 a 35 años.
    Entre los criterios de exclusión en la investigación se estableció que no estuviesen consumiendo fármacos que afectase a la concentración hormonal, igualmente se descartaron los pacientes que sufriesen una problemas psiquiátricos como trastorno de ansiedad, depresión, esquizofrenia o biporalidad; personas con problemas del corazón y los adictos a alcohol o drogas.
    Los participantes además aportar sus datos sociodemográficos tuvieron que rellenar los siguientes cuestionarios el State-Trait Anxiety Inventory-2 para determinar el nivel de ansidad; el Self-Report Psychopathy Scale para determinar la salud mental percibida; el Sociosexual Orientation Inventory para determinar la orientación sexual; el Trait Self-Control Scale para analizar el nivel de autocontrol; el Dominance/Prestige Questionnaire para determinar en nivel de prestigio percibido, el Barratt Impulsivity Scale para comprobar el nivel de impulsividad y el Buss-Perry Aggression Questionnaire, para evaluar el nivel de agresividad.
    Igualmente se les realizó una fotografía de la cara de frente y sin gesto emocional, para ser evaluada según su longitud y anchura.
    Una vez relleno los datos anteriores se les tomó una muestra de sangre a los participantes para determinar la concentración de testosterona; luego se les administró testosterona en gel, después de 60 minutos se les volvió a extraer sangre, y se les hizo pasar por unas pruebas comportamentales.
    A los 75 minutos de la aplicación del gel se les volvió a extraer sangre, continuando con las pruebas comportamentales hasta que se le pasó una prueba de evasión fiscal y una última extracción de sangre a los 120 minutos de la aplicación del gel.
    Las pruebas comportamentales aplicadas fueron para observar la ejecución ante tareas de agresividad mediante el Point Subtraction Aggression Paradigm (PSAP); para evaluar el riesgo mediante el Balloon Analogue Risk Task (BART); sobre el reconocimiento de emociones mediante el Emotion Recognition Task; para evaluar la toma de decisiones económicas mediante el Economic Decision Making Task, para evaluar la atención sostenida mediante el Attentional Adhesion Measure, para evaluar las tendencias implícitas mediante el Implicit Attention to Status Tasks y por último una prueba para detectar la evasión fiscal a través del Tax Evasion Task.


    Testosterona y evasión fiscal

    Los resultados muestran que a diferencia de lo que se podría creer, altos niveles de testosterona, normalmente asociado a un mayor comportamiento agresivo, se relaciona con una menor conducta de evasión fiscal.
    En cambio otras variables como las proporcionadas por la medida de la longitud y ancho de la cara se relacionan en mayor medida con la evasión fiscal, siendo mejores previsores.
    Igualmente características de la personalidad como la dominancia se relaciona positivamente con la evasión fiscal, mientras que el autocontrol se relaciona negativamente con la evasión fiscal.
    Una de las limitaciones de estudio es que únicamente se tuvieron en cuenta a los hombres, por lo que se desconoce los efectos de la testosterona en la evasión fiscal por parte de las mujeres.
    Igualmente la selección de un rango de edad deja sin analizar el resto de la vida de la persona y su relación de la evasión fiscal y la testosterona.
    Por último el haber incluido como criterios de exclusión a aspectos relativos con la salud mental, hace que no se pueda saber si los trastornos psicológicos van a afectar de alguna forma, potenciando o reduciendo los resultados encontrados.
    A pesar de estas limitaciones, y no perdiendo de vista que se trata de una investigación de laboratorio, se puede concluir que la evasión fiscal a nivel psicológico se relaciona en mayor medida con una “tendencia personal” debido a rasgos de la personalidad y no tanto debido a un “calentón” debido a un pico de testosterona.
    De ello se puede extraer que el perfil del defraudador a nivel fiscal van a ser personas con altos niveles de dominancia y bajos de autocontrol, además de unas características entre la longitud y anchura de la cara establecidas.

  • La testosterona facilita la cooperación en vez de la agresividad

    La testosterona facilita la cooperación en vez de la agresividad

    Tradicionalmente la testosterona ha sido vinculada con la agresividad, pero ¿Es posible que también pueda producir un comportamiento prosocial?

    Uno de los comportamientos tradicionalmente atribuidos al mundo animal a diferencia del humano es el de la agresividad como medio de subsistencia, ya sea con sus semejantes para conseguir y mantener un determinado estatus, como con sus presas.
    En humanos, a pesar de que existen “rasgos” de agresividad en alguno de nuestros comportamientos diarios, como gritar al que realiza un adelantamiento indebido, estos no llegan a manifestarse como una amenaza para nuestros semejantes, todo ello gracias a la socialización, es decir, la interiorización de valores y códigos de conducta, que permiten la convivencia en sociedad.
    La agresividad se ve fomentada en determinados momentos de escasez de recursos, o cuando se está ante un peligro inminente, igualmente el sitio donde se vive, por ejemplo en un barrio inseguro, puede acentuar esa agresividad interna como medio de sobrevivir ante un medio hostil, pero ¿De dónde “sale” nuestra agresividad?
    Algunos teóricos señalan a reminiscencias de los tiempos de las cavernas, donde la línea que nos separaba del mundo animal era muy fina, y en donde se regían por los mismos comportamientos instintivos para alcanzar un estatus y mantener su territorialidad. Algunos autores distinguen precisamente entre agresividad, entendida como algo “útil” para el individuo, y la violencia, como una conducta destructiva sin ningún fin en sí misma, aunque sus manifestaciones en peleas o agresiones a otro puedan a veces llevar a confusión.
    El origen de la agresividad es multifactorial, ya que se debe tanto a un componente genético, como social y educacional, facilitado por el consumo de determinadas sustancias  estimulantes, así como por algunos estados mentales distorsionados, como en el caso de los maniacos-depresivos, paranoides o psicóticos.
    En humanos, durante muchos años se ha atribuido a la testosterona, como la responsable de la presencia de la agresividad, lo que explicaría porqué en la juventud que tiene los niveles más elevados de testosterona se muestran los comportamientos más agresivos, aunque también se ha observado cómo la agresividad genera mayores niveles de testosterona, por lo que no está claro cuál es el desencadenate de los dos.

    Los estudios inicialmente llevados a cabo en hombres castrados indicaban que su menor agresividad se debía precisamente a la ausencia de testosterona, pero la administración de distintos niveles de testoterona soluble no muestran un incremento de la agresividad, por lo que se considera que es un elemento necesario pero no suficiente.
    Recordar que la testosterona, a pesar de ser una hormona presente principalmente en el hombre, no es exclusiva de él, ya que también la mujer la produce y se vé sometida a sus efectos.
    Aunque existen grandes diferencias en cuanto a la expresión de la agresividad según el género, siendo más explosivo y directo en el hombre, llegándose a enfrentar “cuerpo a cuerpo”, mientras que en la mujer es más sutil y en ocasiones psicológico, produciendo el mismo o mayor efecto que el que se consigue con “los puños”.
    Como se ha indicado hasta hace unos años, se consideraba que a mayores niveles de testosterona mayor conducta agresiva exhibida, para lo cual se medían los niveles de ésta hormona en centros penitenciarios o se administraba de forma soluble a voluntarios.

    Actualmente se está poniendo en cuestión dichos resultados, observando cómo la presencia de testosterona ayuda a tener un mayor juicio de valor a la hora de tomar decisiones, pero también puede llevar a a un comportamiento prosocial, al menos así lo afirma un estudio de la Universidad Erasmus de Rotterdam (Países Bajos) publicado el 2014 en la revista científica Psychologial Science.
    En el mismo se analizó el comportamiento de 54 mujeres a las cuales a la mitad se les administró testosterona diluida, mientras que al resto se le daba un placebo, observándola en dos tipos de tareas, una que implicaba competitividad y otra que no.
    Los resultados informan que en aquellas tareas de tipo colaborativo, las mujeres que habían bebido testosterona estuvieron más dispuestas a colaborar que las que tomaron placebo, desmintiendo con ello el efecto negativo de la testosterona en todos los casos, como agente “incitador” de la agresividad.

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