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  • ¿Cómo afectan las emociones a los testigos?

    ¿Cómo afectan las emociones a los testigos?


    Cuando se trata de testigos de un delito, estos suelen estar influenciados por sus propias emociones.

    Testimonio y testigos

    Hay que entender que a diferencia de una cámara de seguridad que graba un evento delictivo, y donde, por muchas veces que se visione la grabación esta no va a variar, a diferencia de ello, los testigos tienen sentimientos y emociones con respecto al hecho vivido, más cuanto “peor” sea el delito.
    De hecho, muchas veces cuando los crímenes son “horribles” los testigos se niegan a colaborar con la justicia o la policía para evitar rememorar los sentimientos de horror que le provoca ese recuerdo.
    Además, cuantas más veces se acceda a ese recuerdo por parte del testigo, en ocasiones se vive con mayor carga emocional, debido a un efecto de sensibilización hacia el hecho vivido.
    De hecho, en ocasiones la “defensa” del letrado de la defensa, es precisamente “atacar” a los testigos para “hacerlos dudar” o mostrar lo impactado emocionalmente que está ante aquel hecho y por tanto que se considere un testigo “no válido”.
    Hay que tener en cuenta que existe una gran diferencia entre el testigo de un robo menor, o incluso de un insulto por la calle, a una pelea con arma blanca o una agresión de tipo sexual.
    La emociones que uno u otro acto va también en relación con su gravedad, la proximidad del testigo, o la cercanía emocional con la víctima, pero ¿Cómo afectan las emociones a los testigos?


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    Evaluando el testimonio

    Esto es lo que ha tratado de averiguarse con una investigación realizada desde el Centro de Investigación Psicológica, Faculta de Psicología, Universidad de Minho (Portugal) junto con el Centro sobre Cognición y Toma de Decisiones, Facultad de Económicas, Universidad Nacional de Investigación (Rusia) cuyos resultados han sido publicados durante el 2018 en la revista científica Psicología.
    En el estudio participaron cuarenta y tres estudiantes universitarios, con edades comprendidas entre los 18 a 21 años, de los cuales 28 eran mujeres.
    A todos ellos se les administró una prueba para evaluar que no estuviesen incursos en procesos depresivos mediante el Beck Depression Inventory, para evitar que influyese en los resultados como variable extraña.
    A la mitad de los participantes se les pasó por una prueba de inducción de arousal negativo de baja intensidad, mientras que a la otra mitad se le pasó por otra de alta intensidad, buscando generar una escasa o gran “excitación” emocional negativa previo al estudio, es decir provocando más o menos miedo y ansiedad en los participantes.
    Con posterioridad debían de visionar un vídeo corto donde se observar un robo de un móvil seguido de un forcejeo con el ladrón y la huida de este con el botín.
    Con posterioridad a la mitad de los participantes de cada subgrupo se les preguntó sobre la alternativa más acertada sobre el hecho visto y su nivel de confianza; mientras que a la otra mitad de les pidió que evaluaran las tres opciones más probables y su nivel de confianza.


    Emoción y testimonio

    Los resultados muestran que existe una mayor precisión de la información periférica que central independientemente del nivel de excitación inducida en el experimento, aumento que en el caso de la elección de opciones múltiples se expresó tanto a la hora de descartar opciones incorrectas como a la hora de seleccionar las correctas.
    Entre las limitaciones del estudio está el escaso número de participantes y con unas edades muy jóvenes, por lo que no se conoce si estos datos se mantendrán a lo largo de la vida o cambiarán con el tiempo.
    Igualmente, no se ha realizado una análisis distintivo en función del género a pesar de haber participado en el estudio tanto hombres como mujeres, por lo que no se puede conocer si los efectos anteriores son iguales o diferentes en función del género del testigo.
    Por último la situación experimental a la que se han visto sometidos los testigos puede considerarse como una situación “habitual” y de “baja gravedad”, considerado como un hurto menor; por tanto se necesita más investigación al respecto antes de poder extrapolar los resultados a delitos más graves.
    A pesar de lo anterior, los datos señalan que la excitabilidad asociado a una situación de estrés juega un papel determinante en mejorar las pruebas de reconocimiento y memoria, y con ello la precisión del testigo, no viéndose afectados estos resultados por sufrir un mayor o menor nivel de miedo o ansiedad.
    Por tanto los testigos a pesar de la cercanía emocional, la “crueldad” del acto o la proximidad física, no van a ver perjudicado por ello sus testimonios, siendo igualmente preciso al que pueda ofrecer un testigo que presenció el acto desde una mayor distancia, no conocía a la víctima o se trataba de un “delito menor”.

  • ¿Son todos los testigos igualmente creíbles?

    ¿Son todos los testigos igualmente creíbles?


    Los testigos de un delito normalmente están sometidos a muchas tensiones, ya que de su palabra puede que encarcelen o no a un sospechoso.

    La importancia del Testigo

    Este nivel de tensión aumenta a medida que llega el momento de juicio, y más en estados donde la pena de muerte está vigente, lo que puede determinar «literalmente» la vida o la muerte del sospechoso.
    Hay que tener en cuenta que los testigos además tiene una carga emocional añadida, en cuando a que en el momento del delito que se juzga el testigo pudo quedar «impresionado» por aquel acto, máxime si fue sorpresivo o violento.
    Hacer «rememorar» los hechos acaecidos puede provocar al testigo las emociones vividas en aquellos momentos, lo que le puede conducir a sufrir estrés post-traumático, a pesar de que su vida no necesariamente haya sido puesta en peligro en aquel acto.
    Sueños recurrentes, rememorando el hecho, sudor en la cama, y sensaciones de ahogo, susceptibilidad, irritabilidad y evitación de los lugares en que sucedieron el acto del cual es testigo, suelen ser síntomas comunes que van a afectar a muchos testigos.
    Aumentando la sintomatología anterior a medida que se acerca el juicio y debe de contar los hechos con el máximo de detalle, lo que le hace «rememorarlo» con toda la emocionalidad que lleva asociado.
    Hoy en día, gracias a los avances de las ciencia forense, muchas pruebas pueden ser extraídas del lugar de los hechos, pero el testimonio sigue siendo esencial en muchos casos pero ¿Son todos los testigos igualmente creíbles?


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    La personalidad del Testigo

    Esto es lo que ha tratado de responderse con una investigación realizada desde la Facultad de Ciencias Aplicadas, Universidad de Edimburgo (Escocia) cuyos resultados han sido publicados en el 2017 en la revista científica Journal of Articles in Support of the Null Hypothesis.
    En el estudio participaron ochenta estudiantes, con edades comprendidas entre los 18 a 25 años, de los cuales la mitad era mujeres.
    La tarea consistió en ver un vídeo donde una mujer llevaba a cabo un robo, con posterioridad se le ofreció información falsa al respecto, y para finalizar se les pasó por una prueba de reconocimiento.
    A todos ellos se les administró el cuestionario de personalidad Big Five para conocer sus rasgos de personalidad.
    Este test estandarizado que es uno de los más usado para evaluar personalidad permite distinguir cinco tipo de rasgos:
    – Energía: afecto, asertividad, actividad, búsqueda de emociones positivas.
    – Afabilidad: confianza, honradez, altruismo, cumplimiento, modestia, sensibilidad, altruista, apoyo emocional a los demás.
    – Tensión: perseverante, ordenado, obediente, lucha por el logro, autodisciplina, reflexión.
    – Estabilidad emocional: con capacidad para afrontar la Ansiedad, hostilidad, colérica, depresión, timidez, impulsividad, irritabilidad, frustración o vulnerabilidad.
    – Apertura mental: fantasía, apertura a nuevos sentimientos ideas o valores.


    Personalidad y falso testimonio

    Los resultados muestran que únicamente de los cinco rasgos de personalidad evaluado, únicamente el que corresponde a «Apertura a la experiencia» está correlacionado con un testimonio más acertado, donde a mayor apertura mental, mayor facilidad para acertar en el testimonio, y al contrario, a una menor apertura mental, más facilidad de cometer errores en el testimonio.
    Hay que tener en cuenta la limitaciones del estudio, en cuanto a que únicamente han analizado una situación de laboratorio, y no a un testigo real, en que los niveles emocionales implicados serían mucho mayores, pudiendo mantenerse o no los resultados anteriores.
    En estudio anteriores se había encontrado cómo la memoria se veía influida positivamente por los rasgos de personalidad, sobre todo en lo que respecta a la Estabilidad emocional y Apertura mental, los cuales permitían un mejor recuerdo.
    Con respecto al papel del testigo se ha encontrado que los rasgos de neuroticismos, extraversión y psicoticismo, siguiendo el modelo de Eysenck están relacionados con la veracidad del testimonio,
    La importancia de estas investigaciones, es porque se ha estimado que el 26% de los casos, el testimonio se ve influenciado por los rasgos de personalidad del testigo, es decir, uno de cada cuatro testimonios puede ser «falseado» por las características del propio testigo, de ahí la importancia de conocer cómo influyen estas.

  • ¿Son los ancianos más propensos a tener falsos recuerdos?

    ¿Son los ancianos más propensos a tener falsos recuerdos?

    Aspecto que en cualquier otra situación no sería nada más que algo anecdótico, pero es muy grave cuando del testimonio de una persona depende que al acusado le puedan meter o no en prisión.

    Es cierto que son muchas las circunstancias que pueden influir en un testigo, tanto del momento en que experimentó y vivió aquel hecho, como cuando lo recupera. Tal es así, que dependiendo de las preguntas que se le haga a la persona, se puede estar incidiendo sobre unos detalles y no sobre otros, e incluso se puede conseguir que dude de sí mismo. Pero lo más frustrante para la policía como para los abogados es cuando alguien dice estar totalmente seguro de lo sucedido y de la persona que lo ha perpetrado, y luego resulta que no es cierto, a esto se le denomina falso recuerdo. Hay que excluir de este concepto la intención consciente de engañar y manipular la respuesta en busca de algún beneficio personal o incluso hacer algún mal a otra persona, en esos casos se habla de engaño o simulación, pero no de falso recuerdo. Aunque actualmente existen muchos medios mecánicos que pueden registrar los eventos delictivos, ya sean cámaras de videovigilancia o los propios móviles de los presentes. El papel del testigo sigue siendo fundamental para determinar quién ha estado implicado en el hecho delictivo. Rubio, moreno, alto, bajo, con pecas, con cicatriz, son muchos de los detalles que se les pregunta a los testigos para poder establecer primeramente el perfil del delincuente a buscar por parte de las fuerzas de seguridad, y con posterioridad se les suele pasar por una rueda de reconocimiento, donde se les presenta varias personas con características parecidas a las descritas, para que el testigo sea el que indique y señale cuál de todos ellos es el culpable. Aspectos que siguen siendo necesario cuando no se cuenta con otras pruebas materiales como el ADN en el escenario del crimen. Pero ¿hasta qué punto es fiable el testimonio expresado?, como se ha indicado con anterioridad muchas son las circunstancias que pueden cambiar el recuerdo, entre ellos también influye la edad de testigo, considerándose como más fiable aquellos de más edad, pero ¿Son los ancianos más propensos a tener falsos recuerdos?



    Esto es precisamente lo que se trata de investigar desde la Universidad de Edimburgo (Inglaterra) publicado recientemente en la revista científica Frontier in Aging Neuroscience. Si se le está dando mayor peso a la persona de más edad como testigos fiables frente a los jóvenes, hay que explorar la posibilidad de ver si estos sufren o no más casos de falsos recuerdos. Se realizaron dos experimentos, en el primero participaron 48 personas, la mitad jóvenes con media de 20 años y la otra mitad mayores con una media de 70 años; en el segundo participaron 52 personas la mitad jóvenes de 21 años de edad media y la otra mayor de 69 años de edad media. En total participaron 60 mujeres y 40 hombres en el estudio. En el primer experimento se les pedía a los participasen que vienen unas imágenes y al final de la prueba tratasen de identificar si habían sido presentado con anterioridad o no. En la segunda prueba la tarea era la misma pero se pedía que identificasen uno semejante al presentado durante la fase de prueba. Igualmente se manipuló la cualidad de las imágenes si estas eran imágenes reconocibles o abstractas. Los resultados informan que en ambos casos los jóvenes son más diestros en identificar correctamente los estímulos previamente presentados, con independencia de si eran abstractos o no. En cambio los mayores cuando los estímulos eran abstractos tenían mayores dificultades en el reconocimiento aumentando el número de falsos recuerdos sobre lo visionado durante la prueba. Tal y como concluyen los autores del estudio, hay que tener en consideración las conclusiones alcanzadas sobre todo a la hora de entender como más fiable a los mayores frente a los jóvenes, ya que estos últimos a pesar de que puedan fijarse en menos detalles, también tienen menos casos de falsos recuerdos.

    Hay que tener en cuenta que el número de participantes es escaso para poder concluir al respecto, igualmente el comparar poblaciones tan extremas, no permite comprobar si existe un progresivo aumento de los falsos recuerdos a medida que nos vamos haciendo mayor, o este está asociado a las limitaciones perceptivas y cognitivas asociadas a la edad, por lo que se requeriría de un nuevo grupo de edad intermedio entre los 35 a 40 años, para comprobarlo. Igualmente entre las limitaciones del estudio está en los estímulos empleados, propio de los laboratorio de investigación, pero que tienen poco que ver con la realidad de la calle, de ahí que requiera de nueva investigación para comprobar si en el ámbito policial se mantienen esas diferencias entre jóvenes y mayores.

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