Uno de los problemas de las personas con VIH es que sufren la estigmatización social lo que a veces lleva a desarrollar algunas psicopatologías como la adicción.
El Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) es el causante Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (sida), y está caracterizado por el ataque al sistema inmune de la persona, haciendo que éste quede vulnerable y expuesto sin defensas, de forma que hasta el catarro más pequeño puede poner en riesgo su vida.
Si inicialmente los pacientes con ésta enfermedad solían presentar en un importante número de casos además adicción a las drogas, en los últimos años se ha observado cómo esa tendencia a cambiado, siendo ahora la adicción más extendida entre este tipo de pacientes hacia el consumo de alcohol.
Se ha observado en éstos pacientes un significativo aumento del estrés, lo cual parece estar directamente relacionado con la adicción al alcohol, aunque no queda claro si la persona ingiere alcohol para «calmar los nervios», o es el alcohol el que altera el cerebro aumentando el estrés del paciente.
Algunos teóricos señalan que el estrés sufrido por las personas con VIH no tiene que ver con condiciones internas, si no por la presión externa, sobre todo debido a la estigmatización de la enfermedad, y lo que ello acarrea, lo que provoca la presencia de un estrés crónico.
Pero no sólo el estrés parece estar con un mayor consumo de alcohol, si no también las situaciones contrarias, la depresión, donde investigaciones anteriores han planteado que uno de cada tres personas con depresión tienen problemas de adicción al alcohol.
Entre los pacientes con VIH, alrededor del treinta por ciento sufren depresión aunque sea en estados leves del trastorno, pero ¿Se puede afirmar que exista una relación estrecha entre el padecimiento del VIH y la adicción al alcohol?
https://youtu.be/LOwDfQgQk1g
Es precisamente esto lo que intenta descubrir un reciente estudio realizado por la Universidad Internacional de Florida (EE.UU.) publicado en Journal of Alcoholism & Drug Dependence.
En el estudio participaron 400 pacientes diagnosticados con VIH, que llevan sufriendo entre 2 a 29 años la enfermedad.
De ellos la mitad nunca habían bebido (grupo control), un tercio bebían como mínimo una vez a la semana, y los restantes bebían siete o más veces al día.
A todos los participantes se les evaluó el estado de ánimo, para conocer los niveles de depresión y de ansiedad de los pacientes.
Los resultados informan de una relación significativa entre la depresión y el abuso de alcohol, siendo los que más consumían los que más casos de depresión sufrían.
Iguales resultados se encontraron con los pacientes con VIH que exhibían casi en un noventa porciento problemas de ansiedad.
A pesar de las evidencias que concluyen lo que ya se había señalado desde estudio parciales anteriores, los autores no presentan una explicación causa-efecto, ya que el alcohol modifica el cerebro y con ello la forma en la que éste procesa las emociones.
Por lo que los autores se conforman con exponer los datos y la explicación circular que relaciona el alcohol y los trastornos del estados de ánimo.
Además y tal y como señalan los propios autores del estudio, los resultados no pueden ser generalizables al haberse acotado los participantes a los que vivían en el sur de Florida, siendo necesario nuevas investigaciones antes de dar por establecida esta relación entre el VIH y la adicción al alcohol.