En una etapa crítica del desarrollo, donde los cambios son continuos, el divorcio o separación de los padres puede ser un factor importante de estrés.
Aspecto que algunos autores han descrito que va a ir acompañado de toda una sintomatología como tristeza, miedo, ansiedad, sensación de abandono, ira y deseo de reconciliación por parte de los progenitores; todo ello va a verse reflejado igualmente en una caída del rendimiento escolar, al «perder» el interés por las actividades académicas, lo que les va a conducir a una sensación de infelicidad.
Algo que no hace si no dificultar el complicado paso del divorcio, donde cada uno se de los padres se va a vivir independientemente, y donde al joven le toca visitarlos a cada uno de ellos, en algunos casos semanalmente, dependiendo del régimen de visitas al que hayan acordado, o bien según se establezca en sentencia ante la imposibilidad de acuerdo.
Una situación de adultos que aun siendo «pacífica» tiene consecuencias sobre la salud física y psicológica del adolescente, pero cuando esta situación además se produce de forma «no pacífica» va a tener mayores consecuencias, convirtiéndose en algunos casos el joven en «intermediario» a la vez que víctima de los sentimientos negativos encontrados entre los padres, y todo ello sin tener culpa alguna del origen o desarrollo de la situación de divorcio.
Pero estos síntomas anteriormente descritos y la infelicidad consecuente, no se produce en todos los casos, ya que también va a afectar la madurez del adolescente, el grado de conflictividad familiar, e incluso la ausencia prolongada previamente de alguno de los padres que se divorcian, pero también juegan factores de la personalidad del joven como la resiliencia que ayuda a proteger del estrés que esta situación provoca, pero ¿Cómo afecta a los adolescentes el divorcio de los padres?
Esto es precisamente lo que trata de estudiarse desde la Universidad de Bolu Atatürk y la Universidad Abant Izzet Baysal (Turquía) cuyos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica Psychology.
En el estudio participaron 144 adolescentes, 75 chicas frente a 69 chicos.
A todos ellos se les administraron tres escalas estandarizadas, una escala para evaluar el sentimiento de soledad y abandono, Loneliness Scale, una escala sobre sensación de felicidad, Life Satisfaction Scale y una para evaluar el nivel de resilienciadenominado Adolescents Resilience Scales.
Los resultados informan de una relación negativa significativa entre la sensación de felicidad y la de soledad; relación negativa significativa entre resilienciay la soledad; y relación significativa positiva entre la sensación de felicidad y la resiliencia.
Los resultados indican que la aparición de la soledad se produce sólo ante unos niveles bajos de sensación de felicidad y de resiliencia, luego puede ser considerado al sentimiento de soledad como un factor predictor de futuros problemas asociados al divorcio, que hay que tener en cuenta, evaluar y tratar antes de que provoquen mayores problemas en los adolescentes.
Los resultados a pesar de ser claros adolecen de un grupo control con el que establecer si los niveles de sensación de soledad, felicidad o resiliencia son superiores o inferiores a los de la población de jóvenes cuyos padres no se han divorciado.
A pesar de lo cual el estudio resalta la importancia del cultivo de factores tan importantes como el sentimiento de felicidad o la resiliencia para evitar que aparezca la tristeza y la sensación de abandono en los adolescentes cuyos padres se ha divorciado.