Algunos gobiernos e instituciones públicas, tratan de detener la aparición de conductas suicidas mediante la implementación de políticas preventivas como el control de armas.
Suicido y Psicología
El vivir en sociedad implica que la persona ha de ceder parte de sus libertades para garantizar así la convivencia. Uno de esas libertades «limitadas» es la violencia, ya que esta se convierte en un peligro para la propia existencia de la sociedad. Violencia que algunos autores defienden que está en la propia naturaleza humana, mientras que otros afirman que es un resto de nuestros antecesores de las cavernas, y por tanto algo a «olvidar» y dejar en el pasado. Esta violencia se puede expresar hacia los demás o hacia uno mismo, pudiendo en este segundo caso llevar a lo que se ha denominado suicidio.
El suicidio por tanto es una conducta antisocial, que preocupa a las instituciones públicas, que tratan de implementar políticas para detectar y prevenir este tipo de violencia, con políticas como la del control de armas, basado en que únicamente aquellas personas que superan la «idonedida psicológica», pueden ser los que porten y usen las armas.
De forma que aquella persona que no resulte idónea por algún motivo, se le impide el acceso a la misma, como medida preventiva para evitar la violencia contra los demás o contra uno mismo, pero ¿Son efectivas las politicas contra el suicidio?
Suicido y Armas
Esto es lo que trata de averiguarse desde la institución internacional International Coalition for Women in Shooting and Hunting, cuyos resultados se han publicado en la revista científica International Journal of Criminal Justice Sciences.
Los autores han analizado los datos de suicidio con armas de fuego en comparación con el resto de los suicidios.
El análisis se ha realizado con datos desde 1979 a 2012, usando para ello el modelo matemático AutoRegressive Integrated Moving Average (ARIMA), que permite comparar los resultados esperables con los reales, para comprobar si existen discrepencias o no.
En 1996 se realizó el mayor cambio legislativo de la historia de Australia, con el National Firearms Agreement (NFA) que prohibía la tenencia y uso de explosivos y armas semiautomáticas sin licencia.
Los resultados informan, que a pesar de la progresiva reducción de casos de suicido con armas de fuego, este no es lo suficientemente significativo, con respecto a lo que se esperaba con la implantanción de la NFA.
No mostrándo cambios significativos en cuanto al número de casos de suicidio, entre los que no usan armas de fuego.
Suicido y Prevención
Aunque los resultados parecen claros en cuanto a la limitación de las políticas del gobierno a la hora de limitar el uso de armas, falta en el diseño un análisis comparativo con los resultados de otros países que no hayan incorporado estas políticas, con lo que poder concluir si realmente fueron efectivas o no.
Hay que tener en cuenta que la incidencia de los suicidos debido a armas de fuego (de 1 caso casa 100.000 habitantes en 2012) está muy por debajo de la de otras causas de suicido (8 casos cada 100.000 habitantes en ese mismo año), por lo que intervenir únicamente en este aspecto no va a ser suficiente para combatir las conductas de suicidio entre la población.
Igualmente, según algunos autores, el suicido no siempre tiene que ser algo premeditado, si no que puede ser «explosivo», por lo que la eficacia de políticas preventivas, puede tener un efecto más limitado para este tipo de personas, que no planean, ni buscan «el medio» para hacerlo, si no que simplemente lo hacen.
Tal y como los autores del estudio indican, existen otros muchos factores sociales que parecen estar implicados en la limitación de los efectos de las políticas públicas a la hora de controlar el uso de las armas. Lo que hace necesario replantearse, no tanto la eficacia de estas medidas legislativas, como la necesidad de incorporar además otras de tipo social, como la reeducación con respecto a la violencia, el control del estrés o la tolerancia a la frustración entre los cuidadanos.
Invertir en inteligencia emocional no garantiza una prevención el suicidio, pero sí que ofrece a la persona herramientas alterantivas con la que enfrentarse a esta situación.
Además la educación en inteligencia emocional ha proporcionado resultados muy positivos en cuanto a un incremento con la satisfacción de la propia vida y de la convivencia con los demás.
Por lo tanto, las políticas públicas que tratan de prevenir los casos de suicido deberían ir en ambas direcciones, en cuanto al limitado efecto de prevención del uso de armas, pero sobre todo en cuanto a la educación de los aspectos emocionales desde los primeros años de la escuela, ya que se ha obserbado que sus efectos permanecen durante toda la vida adulta.