La persona ha de ir pasando por distintas fases hasta constituir su moral, pero todo ello no servirá de nada si se presenta el dinero como su principal factor de corrupción, ¿pero es posible evitarlo?
Etapas sobre la moral
Si hasta los primeros años de vida el pequeño únicamente se dedicaba a comer, dormir y jugar, ahora tiene poco a poco que ir adaptándose a un horario y unas normas de convivencia, que las va a aprender principalmente en la escuela. La regularidad en las actividades que allí se realizan, tanto de entrar, salir, hora de clase, tiempo de juego en el patio,… van a ir estableciendo las primeras reglas y límites para los pequeños, que rápidamente aprenderán a cumplirlas.
En ésta etapa los semejantes todavía tienen un escaso valor, convirtiéndose en compañeros de clase o de juego, pero siempre dentro de los límites que la “seño” estipule en cada momento.
Piaget, uno de los padres de la Psicología Evolutiva, estableció al respecto tres momentos temporales en el desarrollo de la moral:
– Etapa premoral, hasta los 5 años, en donde el pequeño tiene escasa capacidad de abstracción, cumpliendo lo que le dicen sin llegar a entender el porqué.
– Etapa heteromoral, de 5 a 10 años, donde se produce una generalización de las normas, identificándolas con las figuras de autoridad, considerándolas invulnerables y absolutistas, asumiendo una dicotomía sobre todo lo que ve y le sucede entre lo bueno y lo malo.
– Etapa autónoma, más de 10 años, donde entienden que las reglas son convenciones sociales, acuerdos que se establecen que pueden ser “saltados” siempre que haya un “bien mayor” que lo justifique. A partir de ésta edad empiezan a surgir la capacidad de abstracción, lo que le permite poner en perspectiva lo que hasta ahora creía inamovible y bueno, dándose cuenta de que existen más “colores” que el blanco y el negro, y que todo depende de los matices de las circunstancias. En ésta fase se interiorizan las normas sociales, ya no hace falta que haya una persona delante que te diga lo que está bien o mal, sino que lo sabemos por nosotros mismos, surgiendo los sentimientos morales, como la solidaridad, la cooperación y el altruismo.
Ésta evolución se puede observar en el juego de los pequeño, donde al principio se les tiene que enseñar las reglas, para pasar a una segunda etapa donde son ellos mismos las que las hacen cumplir, siendo inflexibles en su aplicación, para con posterioridad convertirse en reglas negociadas donde pueden incorporarse modificaciones según las circunstancias del momento.
Teoría sobre la moral
Por su parte Kohlberg, va a profundizar en éste aspecto, dividiendo las fases anteriores en tres momentos claves y seis etapas:
* Moral preconvencional, en el que las normas provienen del exterior, pero el pequeño se empieza a dar cuenta de que tienen consecuencias, según se cumplan o no.
– Etapa 1ª, los actos son “buenos o malos” en función de que se reciba o no castigo al hacerlo, sin ningún tipo de regla ni abstracción por parte del menor. Es por ello que se debe de regañar al pequeño que ha hecho algo malo, a continuación de realizarlo, ya que pasado un tiempo no va a entenderlo.
– Etapa 2ª, aparece la figura del otro como elemento para conseguir satisfacer necesidades personales, para lo cual debe de “ceder” en algunos aspectos, surgiendo la reciprocidad y la participación en actividades de juego.
* Moral convencional, se identifica como bueno o malo aquello que la sociedad establece, teniendo en cuenta las expectativas creadas en los demás.
– Etapa 3ª, se busca la aprobación de los otros, para que le definan como “buen chico/a”, tratando de agradarles.
– Etapa 4ª, se busca cumplir el orden social establecido, orientándose hacia las figuras de autoridad como ejemplo de comportamiento.
* Moral post-convencional, se asumen como propias las normas, entendiendo que pueden modificarse, en función de los principios universales que deben regir cualquier comportamiento.
– Etapa 5ª, se toma conciencia de que las normas provienen de leyes socialmente consensuadas y que estas pueden modificarse y variar con el tiempo.
– Etapa 6ª, se rige por normas universales de convivencia y sus propios sentimientos de solidaridad, justicia y dignidad de la persona.
El desarrollo moral según Piaget y Kohlberg pic.twitter.com/olNwsM3Hek
— Gabita Real XD (@gabita) 25 de octubre de 2016
Investigación sobre la moral
Un reciente estudio publicado por la revista Psychological Science, realizado conjuntamente por la Harvard University y la University of Pennsylvania ambas en EE.UU., analiza el papel del dinero como eje fundamental de la corrupción de la moral, prestando especial atención a los factores que influyen y sobre todo a cómo prevenirlo.
A través de cuatro estudios donde se manejaron dos variables como era el dinero «a ganar» y el tiempo de respuesta solicitado, a los participantes se les puso en distintas situaciones, teniendo que ofrecer una decisión en función de las variables anteriores. Los investigadores reconocieron que el dinero es un factor decisivo para corromper la propia moral incluso cuando no se le de, sino que únicamente con pensar en lo que puede ganar, hace que la persona tenga tendencias en contra de su moral. Al contrario, el tiempo es un factor «protector» de la moral, cuanto más se disponga, mayor capacidad de reflexión tendrá la persona y con ello tenderá a regirse por su propias convicciones y no tanto por el dinero que pueda ganar.
Es por ello que cuando un vendedor quiere «cerrar una operación», es decir, vender cualquier producto o servicio, procura «presionar» al cliente para que éste no tenga tiempo para reflexionar.
Como hemos visto la moral es un proceso por el que se va pasando a lo largo de la vida, aunque actualmente se considera que no todos “avanzan” hasta la última etapa, pudiéndose producir un “estancamiento” en una de las etapas intermedias, además hay que tener el factor «dinero» y «tiempo» dentro de la ecuación de la moralidad, ya que si bien uno va a facilitar la corrupción y con ello ir en contra de la propia moral, el segundo va a facilitar la reflexión y con ello actuar de forma a su moral, no dejándose «tentar» por el dinero.