A pesar de lo mucho que se conoce sobre la inteligencia emocional, cada día se producen nuevos descubrimientos al respecto.
Un reciente estudio analiza el papel de la inteligencia emocional en la asunción de conductas de riesgo entre los estudiantes universitarios.
Inteligencia emocional
La inteligencia emocional, es la capacidad que nos permite desempeñarnos adecuadamente con el manejo de las emociones, tanto positivas como negativas, la cual va a tener un papel destacado en nuestra forma de sentir, pensar y actuar.
En contraposición, aquellas personas que tienen escasos niveles de inteligencia emocional, van a destacar por altos niveles de Alextimia, ya que según indican algunos autores se trata de un continuo.
Se ha observado cómo las personas con altos niveles de Alextimia pueden llevar a realizar comportamientos antisociales, ya sea exponiéndose a conductas de riesgo para sí mismo o para los demás, donde las consecuencias sobre la propia salud e incluso la integridad personal pueden evidenciarse.
Cuando uno piensa en conductas de riesgo, lo suele hacer en aquellos comportamientos más extremos, como el conducir a altas velocidades, o el hacer puenting, pero igualmente de arriesgado para la salud son conductas menos llamativas, como el consumo excesivo de tabaco, alcohol u otras drogas, pero ¿Qué papel tiene la inteligencia emocional en las conductas de riesgo?
Conductas de riesgo
Esto es precisamente lo que se ha investigado desde la University of Oviedo (Spain) cuyos resultados han sido publicados en el 2016 en la revista científica Journal of Nursing Education.
En el estudio participaron doscientos setenta y cinco estudiantes del grado de enfermería.
A todos ellos se les evaluó su nivel de Inteligencia Emocional mediante la escala estandarizada Schutte Emotional Intelligence Scale.
Se evaluó la conducta de riesgo entendida esta como el del consumo de tabaco, alcohol, drogas ilegales, así como la realización de dietas poco saludables, si se tenía o no sobrepeso, si se trataba de una persona sedentaria o no, su nivel de exposición solar, y la práctica de relaciones sexuales sin protección. Además, se recogieron datos sociodemográficos y de satisfacción vital.
Los resultados muestran que aquellos estudiantes que tenían niveles elevados de Inteligencia Emocional, muestran menos conductas de consumo excesivo de alcohol, no siguiendo dietas poco saludables y observando prácticas sexuales con protección.
Al contrario, los que mostraban niveles más bajos de Inteligencia Emocional, que se correspondería con niveles más elevados de Alexitimia, mostraban conductas de riesgo en cuanto a un mayor consumo de alcohol, el seguimiento de dietas poco saludables y prácticas sexuales sin protección.
No obteniéndose diferencias significativas en las conductas de riesgo de consumo de tabaco o drogas ilegales, el nivel de sobrepeso, el sedentarismo o el nivel de exposición solar en función del nivel de la Inteligencia Emocional.
Investigación en universitarios
Los autores señalan sobre los beneficios de tener altos niveles de inteligencia emocional a la hora de manejar adecuadamente la presión grupal, principal elemento en conductas como el consumo de alcohol.
Indicar que el estudio únicamente recoge la información sobre las conductas de riesgo mediante autoinformes, lo que deja abierta la posibilidad a fenómenos como la deseabilidad social, a la hora de responder, es decir, decir lo socialmente aceptado, sin comprobar si se produce o no ese comportamiento en la realidad.
Igualmente, el utilizar una población muy específica como son los universitarios, no permite realizar extrapolaciones sobre qué pasaría en otros jóvenes.
A pesar de las limitaciones anteriores, los resultados parecen claros en cuanto a la conveniencia de educar a los más jóvenes para que tengan una inteligencia emocional desarrollada, ya que esto le va a servir para prevenir conductas de riesgo futuras.