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  • ¿Es posible enfermar por las vivencias emocionales?

    ¿Es posible enfermar por las vivencias emocionales?

    El mundo emocional juega un papel destacado en cómo sentimos y padecemos, pero las emociones negativas nos va a hacernos enfermar cuando estas se anquilosa.

    Los sentimientos internos, de activación, como euforia o rabia, van a sobreexcitar al organismo modificando su nivel basal de reposo, haciendo que pensemos y nos comportemos de forma distinta a cómo lo solemos hacer; igualmente sentimientos de desactivación como el duelo o la tristeza, van a reducir la actividad del organismo, modificando igualmente nuestros pensamientos y conducta.
    Modificaciones por activa o pasiva, que pueden acarrear cambios en los niveles de ansiedad, la respiración, el dolor y el tono muscular, lo que a su vez va a tener efectos sobre el ciclo de sueño o el sistema inmunitario, por lo que si se trata de algo transitorio no va a tener mayores consecuencias, pero si éstas emociones se mantienen pueden acarrear problemas psicosomáticos producidos y motivados por el sistema límbico.,
    Así una situación de dolor psicológico (duelo) o depresión, puede desencadenar estados ansiosos puntuales, pero normalmente se caracterizará por un estado decaído, respiración superficial y enlentecida, próxima al de la melancolía, con hipersensibilidad a los estímulos externos, como la luz, los sonidos y también al dolor, sintiéndolos estos como más intensos, estando más sensibles a cualquier “agresión” externa, también se va a perder el interés por cualquier actividad física, mostrando un tono muscular decaído y flácido.
    El sueño se va a ver entorpecido por pensamientos de culpa e inutilidad que acompañan a estos estados, con recuerdos sobre las circunstancias que han motivado ese duelo o depresión, con “rumiación mental” donde se repiten una y otra vez los mismos pensamientos negativos, todo lo cual va a impedir que se duerma bien, perjudicando en cantidad y en calidad el sueño, lo que entre otros va a reducir el funcionamiento del sistema inmune que no va a poder realizar sus funciones durante la noche. Situación que si se mantiene demasiado tiempo va a afectar a todos los órdenes del organismo, empezando por el sistema inmunitario.



    Una emoción de euforia o ira, va a expresarse con altos niveles de estrés, lo que va a proporcionar una “falsa” claridad de pensamiento, sintiendo que “ahora lo entiende todo”, y que puede tomar cualquier decisión sin errar. En estos estados se produce una hiperventilación, aumentando los niveles de oxígeno en sangre, con una respiración acelerada y superficial, donde se da un “estrechamiento” atencional, perdiendo mucha información que en un estado de ánimo normal le puede resultar interesante, descartando todo aquello que no sea “su objetivo”, con reducción de la sensibilidad al dolor, tanto físico como psicológico, con una sobreactivación de la tonalidad muscular, lo que le permite no “estarse quieto” y tener que deambular de un lugar a otro.
    Al tener altos niveles de estrés, el sueño se va a ver perjudicado tanto en cantidad como en calidad, debido a esa sobreactivación, lo que va a reducir la posibilidad de “trabajo” por parte del sistema inmune y con ello recuperarse de las heridas y facilitar el aprendizaje.
    Si se mantiene ésta situación, va a facilitar las infecciones al tener debilitado el sistema inmune, así como generar un agotamiento progresivo de los recursos del organismo, dado los altos niveles de ansiedad y por tanto de colesterol en sangre.
    La atrofia del sistema límbico, va a “descolorear” la vida de la persona, no sólo en el aspecto emocional, sino en todos los ámbitos. Lo que hay que distinguir de las personas con altos niveles de Alexitimia, que van a tener dificultades en relacionarse, en tomar decisiones, en conocer qué siente su propio cuerpo y los demás, lo que le va a convertir en un “incompetente” social, ya que el resto de las personas de su alrededor van a manejarse por claves emocionales, que él va a ser incapaz de “ver” ni de procesar, mostrándose frío y distante.
    Éste tipo de personas van a tener un correcto funcionamiento del sistema límbico, lo que sucede es que no han aprendido a “ponerlo en valor” o simplemente se ha “desecho” de su mundo emocional por considerarlo una “debilidad” o algo inútil.
    La toma de decisiones de éstas personas, sería lo más parecido a las decisiones lógicas, frías y calculadas, las que a todos nos convendrían y que escasamente tomamos, basadas en cálculos de pros y contras, donde aquella columna que más sume, se convierte en la decisión óptima, sin dar pie a la improvisación.
    Son personas que les da lo mismo aprender una receta de cocina, que un libro de derecho, que una novela “rosa”, ya que su vivencia va a ser la misma. Con marcados rasgos de personalidad encuadrados dentro del tipo D, hiperactivas, autoexigentes y con baja autoesitma.
    Pero estas personas lejos de “vivir sin emociones”, como cabría pensar, lo que sufren es una “desconexión” entre el mundo emocional interno y su expresión externa, con lo que el cuerpo se va a convertir en el vehículo a través del cual dar salida a dichas emociones, produciéndose una somatización de las mismas.
    Mostrando una mayor probabilidad de padecer llegar a enfermar psicosomáticamente, como la colitis ulcerosa, úlceras péptidas, trastornos vasculares como hipertensión o cardiopatías isquémicas, además de trastornos del estado de ánimo como depresión y ansiedad.
    Y todo ello precisamente por su incapacidad de darle salida por otros medios, como la palabra, la escritura, o simplemente “rompiendo a llorar”.
    Un reciente estudio realizado por la Banaras Hindu University (India) publicado en SIS Journal of Projective Psychology and Mental Health, analiza la relación entre la salud y la alexitimia. Para lo cual analizaron a 150 adultos donde se evaluaba la alexitimia, la salud mental y las vivencias de emociones positivas y negativas.
    Los resultados indican que altos niveles de alexitimia están relacionados con una mayor probabilidad de enfermar con trastornos psicológicos, explicado en parte, por el componente de anhedonía de la propia alexitimia, con el que se pierde la vivencia positiva de las emociones, favoreciendo de ésta forma mayores experiencias negativas.




  • Enfermedades provocadas por una vida llena de agresividad

    Enfermedades provocadas por una vida llena de agresividad

    El sentimiento de agresividad se convierte en algo primario dentro de nuestro desarrollo, que nos sirve para definirnos como individuo, con lo que poder establecer los límites de territorialidad y posesión, aspectos que la sociedad actual ha educado para realizarlo de forma más “civilizada”, pero que cuando se dan las circunstancias de desinhibición, por el consumo de alcohol u otra sustancia, reaparecen como un instinto de supervivencia.
    Todavía no está claro sobre el papel que juega la genética o el ambiente social en la “determinación” de la agresividad, entendiéndose que es una combinación de ambos, el desarrollo en un ambiente “marginal” en donde el miedo por la inseguridad es constante, la agresividad se va a “activar” como forma de autodefensa de sí mismo y de los demás, vivenciando desde pequeño como “normal” actos delictivos, ofensivos y agresivos.
    Además la violencia conlleva un plus, al ir revestida de poder, aquel que es más agresivo es temido y “respetado” por los demás, que procuran no contrariarle en nada ni “ponerse en su camino” para no sufrir las consecuencias.
    Los pequeños que han sido víctimas de ésta agresividad intrafamiliar, cuando crecen van a tender a repetir dicho modelo con sus parejas, sobre todo en la adolescencia temprana van a “rebelarse” contra su posición de víctima para convertirse ahora en los agresores, buscando que los demás le teman y “respeten” tanto como lo hacían con su agresor.

    En ocasiones no es capaz de “devolver” la agresividad recibida a quien le ha estado “castigando” injustamente, porque es más fuerte o porque ya no está, lo que genera gran frustración, en este caso orienta toda esa “rabia” contenida en otra tercera persona o en un objeto.
    Por lo que se convierte en un círculo vicioso dentro de las familias y en los barrios “marginales”, donde la forma de sobrevivir es con y para la agresividad.
    La agresividad puede ser directa o indirecta, en el primer caso estamos hablando de golpear, pegar a algo o a alguien física o verbalmente, en el segundo caso, más empleado por las mujeres, se trata de una agresión “psicológica”, en el que con murmuraciones, comentarios a la espalda,… trata de minar la credibilidad de la persona y burlarse de ella ante los demás.
    Pero si hasta ahora hemos hablado de agresividad hacia alguien o algo externo, también hay que mencionar la posibilidad de que ésta agresividad esté dirigida contra uno mismo, ya sea por un alto nivel de frustración, unido a una baja autoestima o un elevado sentimiento de culpabilidad que le hace sentirse constantemente mal consigo mismo.
    Los pequeños aprenden desde etapas muy tempranas, cómo canalizar la frustración de sus deseos, y es mediante la corrección y supervisión de sus progenitores, especialmente del padre, cuya ausencia puede facilitar la agresividad.
    La agresividad a parte de las consecuencias físicas que entraña al golpear a otro, va a conllevar una serie de problemas en la salud provenientes de la expresión de la conflictividad interna mostrándose como enfermedades psicosomáticas, dependiendo de la intensidad sentida va a influir:
    – A nivel digestivo, con expresiones como anorexia, bulimia, “bola esofágica”, náuseas, vómitos o diarreas, ante los casos “más leves” de agresividad; a niveles “intermedios”, obesidad y colitis espasmódica; y a niveles “elevados” de agresividad úlceras gastroduodenales y rectocolitis hemorrágica.
    – A nivel cardiovascular con taquicardia, palpitaciones, alteraciones de la presión arterial, a nivel más “superficial”; dolores precondiales, lipotimias, desvanecimientos, distonía vegetativa o trastorno vasosimpático, a nivel “intermedio”, y a niveles altos de agresividad, infartos de miocardio e hipertensión arterial crónica.
    Un elevado nivel de agresividad contenida, además de los efectos psicosomáticos citados, va a afectar a otros órganos, siendo generador de enfermedades como, a nivel respiratorio provocando asma; o en la piel, alergia con manifestaciones de palidez y sonrojo.


    Vídeo Recomendado:

    Las consecuencias de las Enfermedades psicosomáticas, asociadas a altos niveles de ansiedad, debido a la relación del sistema P.N.I.E., es aplicable en el caso de personas con altos niveles de agresividad, ya que van a estar “siempre” dispuestas para la lucha, lo que va a provocar un agotamiento prematuro de los órganos del cuerpo, producido por los niveles de estrés elevados, que con ello facilita la aparición de las enfermedades psicosomáticas. Es por ello, que hay que enseñar a los más pequeños a canalizar correctamente su frustración y agresividad, no sólo porque eso le ayudará a su desarrollo en sociedad, sino porque así se le ayuda a prevenir la aparición de enfermedades psicosomáticas.

    Un reciente estudio realizado por la Universidad Case Western Reserve (EE.UU.), publicado en el 213 en la revista científica Child Abuse & Neglect, analiza la relación de la violencia intrafamiliar con la que luego expresan pequeños entre los 3 y 8 años de edad. Los resultados informan de que los pequeños exhiben más comportamientos agresivos cuando la madre tenía problemas psicológicos y mostraba baja calidez hacia el menor, en cambio, y al contrario de lo que se podría esperar, no encontraron una mayor agresividad entre los menores que vivían en un ambiente con violencia intrafamiliar ni entre los que habían sufrido abusos físicos.

    Ésta agresividad como se ha indicado se puede generar desde pequeño por vivir en un ambiente “inadecuado” e inseguro, pero también ante la ausencia del padre, quien al no poner “límites” va a hacer que el pequeño no refrene sus deseos, lo que va a “chocar de frente” con el “mundo exterior”, que le generará gran frustración que va a exteriorizar a través de la agresividad. Igualmente una figura rigurosa y estricta va a provocar que durante la adolescencia se produzca una respuesta “inversa” con agresividad como forma de “liberarse”.
    Incluso los sentimientos de culpa que para unos es invalidante, “aplanando” su quehacer diario por esa excesiva carga que le “atormenta”, para otros en cambio se convierte en escusa para expresar su agresividad, debido a la frustración que los pensamientos recurrentes le generan sobre su “mal hacer”.
    Realizar una breve mención en éste momento sobre la estrecha relación existente entre la agresividad y la ansiedad, definida ésta segunda, como la preparación para la acción, ya sea de huida o de evitación en el caso de que “venga” un peligro, pero también cuando es la propia persona quien “inicia” la acción.




  • La Supresión de Peso es útil para prevenir la Anorexia y la Bulimia

    La Supresión de Peso es útil para prevenir la Anorexia y la Bulimia

    Hay avances que permiten predecir mejor las enfermedades futuras, entre ellas el Síndrome de Cushing, gracias al índice de la supresión de peso.

    Supresión de Peso

    Muchas personas a lo largo de su vida se han puesto a dieta con más o menos éxito, intentando quitarse esos «kilitos de más», que se cogen principalmente tras celebraciones y temporadas estivales, y que luego cuestan tanto perder.
    Son muchos los factores que influyen en que no mantengamos «la línea», entre los que se encuentra, una incorrecta alimentación, en el que se incluye demasiada grasa, escaso ejercicio diario en pro del sedentarismo, la genética de la persona, y en algunos casos por problemas de salud, como el hipertiroidismo o el síndrome de Cushing.
    En ocasiones éste intento por controlar el peso puede «escaparse de las manos», derivando en un trastorno de la alimentación, de los cuales los más conocidos son la anorexia nerviosa (ver artículo sobre ¿Cuál es el origen de la Anorexia Nerviosa?) y la bulimia. La primera caracterizada por una negación a ingerir alimentos, mientras que en la segunda, se utilizan mecanismos para «compensar» un atracón de comida previo, por ejemplo forzando el vómito, ¿Pero por qué se dan estos trastornos?



    Prevenir anorexia

    Un novedoso estudio realizado por la Drexel University (EE.UU.) recientemente publicado en Journal of Abnormal Psychology indica que las experiencias tempranas, con las dietas y la conducta de control del peso, pueden estar en la base de estos desórdenes.
    Los investigadores del estudio centraron sus esfuerzos en evaluar los pensamientos, sentimientos y emociones de pacientes con trastornos de alimentación, observando cómo jugaba un papel fundamental la experiencia previa en lo que se denomina como «supresión de peso», el cual es el resultado de restar al mayor peso histórico de la persona, el peso actual, lo que daría un índice de peso percibido.
    Ésto es, aquellas personas que han perdido más peso en el pasado, mostrando un mayor supresión de peso, van a ser las que más posibilidades tengan de sufrir trastornos de la alimentación, como la Anorexia Nerviosa o la Bulimia, ya que lo usan como medio para estar «saludables» o al menos «igual que el resto», cuando en realidad los efectos de estos trastornos pueden ser «devastadores».
    Jugando así un papel destacado el aspecto psicológico en el surgimiento y mantenimiento del estos trastornos de la alimentación, debido a una motivación para no volverse a ver de nuevo en el espejo con esos «kilos de más» y evitar así los efectos negativos que pudiese haber sufrido proveniente de su entorno social, sobre todo de los amigos.
    Como vemos la investigación ha encontrado que la experiencia previa, en cuanto al peso máximo alcanzado, va a ser determinante en cómo se ve ahora y cuánto quiere perder, más que el propio peso actual.
    Los investigadores señalan que éste índice es mejor predictor del comportamiento de las personas que sufren estos trastornos de la alimentación, que el que actualmente se utiliza que es el Índice de Masa Corporal (I.M.C.), definido como la diferencia entre el peso actual dividido entre la estatura al cuadrado. Índice que a pesar de seguirse utilizando, se han añadido otra serie de condicionantes que va a permitir comprobar si se está dentro del peso «esperable», como son el género y la edad.

    Prevenir bulimia

    Por todo lo anterior es importante que las primeras experiencias con el intento del control del peso sea de forma adecuada, atendiendo a criterios saludables, con un plan de comidas equilibrado, establecido por el dietista, acompañado de ejercicios moderado, sin buscar la «dieta milagro» por las consecuencias futuras que pueda traer.
    Evitando en primer lugar que se engorde, más de lo conveniente y saludable en edades tempranas, muy habitual en la sociedad actual en donde no siempre se incentivan hábitos de alimentación y ejercicios adecuados, y en el caso de que exista sobrepeso, hacer lo posible por ir reduciendo progresivamente el peso, dando tiempo a que el cuerpo se vaya acostumbrando a su nueva imagen.

  • Efectos psicosomáticos del Bullying escolar

    Efectos psicosomáticos del Bullying escolar

    El Bullying es una de las situaciones más difíciles que puede vivir un pequeño fuera del ámbito familiar, y origen de enfermedades psicosomáticas.

    Acoso escolar

    Los pequeños en ocasiones están expuestos a situaciones de estrés que «les supera» como es en el caso del Bullying o Acoso Escolar donde uno de sus compañeros o un grupo de ellos le hacen «la vida imposible», con conductas que tratan de humillarlo y minar su autoestima, todavía en formación.
    Éste estrés producido por el continuo acoso, va a tener una serie de consecuencias en el menor, como va a ser una reducción de la autoestima lo que va a afectar a su estado de ánimo, el rendimiento escolar,… , además puede llegar a desencadenar en trastornos psicosomáticos.
    Éstos son manifestaciones físicas de enfermedad producido por conflictos internos, los cuales van a ir cambiando en función de la edad:
    – En los más pequeños, de 0 a 6 meses, se restringe prácticamente al área de la alimentación, con cólicos, vómitos e incluso anorexia, además puede ir acompañado de insomnio (área neurológica) y atopías (área dermatológica).
    – De 6 a 12 meses, el área de la alimentación cambia hacia las diarreas rebeldes, colitis ulcerosas, rumiaciones o mesmerismo; incorporándose el área de la respiración con asmas y espasmos de sollozo.
    – En la infancia (más de 12 meses) y la adolescencia, se mantienen las afecciones del área de la respiración, cambiando en el área de la alimentación a anorexia y bulimia, obesidad, ulcus, caprichos alimenticios o abdominalgia; ampliando el abanico en el área neurológico con algias, migrañas, y síntomas de Gilles de Tourette; y mostrando nuevas patologías, como en el área endocrino, con retraso psicógeno del crecimiento o diabetes; el área de la excreción, con enuresis, estreñimiento, encopresis o megacolón; y en el área de la dermatología con alopecias, psoriasis, tricotilomanía, acné, dermatitis o puritos.
    Como se puede observar a medida que crece la persona, se va ampliando la variedad de síntomas psicosomáticos que puede experimentarse, algunos autores lo explican debido a un mejor conocimiento del esquema persona de nuestro propio cuerpo y por tanto, en un mayor dominio de él.
    A pesar de estas diferencias, entre los signos expresados en edades más tempranas o en la adolescencia, el origen del mismo sigue siendo idéntico, atribuyéndose a:
    – un conflicto interno entre pulsión y conciencia, defendido por el psicoanálisis.
    – una carencia afectiva en los primeros años de vida, más allá de recibir los cuidados y atenciones debidos.
    – un reflejo de una personalidad tipo C de la madre, que va a conformar la del pequeño.
    – un reflejo de la conflictividad externa que se “proyecta”, debido a un ambiente inadecuado.



    Bullying escolar

    Es precisamente en éste último punto donde se enmarcaría el Bullying o Acoso Escolar, es decir, los efectos psicosomáticos producidos antes un medio ambiente inadecuado, así lo afirma un reciente estudio de la Università di Padova (Italia) en el que se publicado en Pediatric. Los autores realizaron un meta-análisis con 30 estudios previos extraídos de 119 publicaciones científicas sobre los efectos psicosomáticos del Bullying. Las conclusiones del estudio informan de los resultados claros sobre los efectos en la salud comparando a los niños y niñas acosados por sus iguales frene a otros pequeños de la misma edad.

    Consecuencia acoso

    Un dato curioso de éste estudio es que los efectos en el tiempo son menores en las niñas frente a los niños, aunque no especifica claramente cuáles pueden ser los motivos de estas diferencias, el prematuro desarrollo de capacidades lingüísticas y comunicativas pueden proporcionarle herramientas adecuadas para poder «quejarse» a los adultos de la situación de acoso, y contar un mayor grupo de apoyo que los niños de su misma edad.
    Recordar que los trastornos psicosomáticos surgen inicialmente cuando la persona no es capaz de poner palabras y expresar aquello que siente y que le está provocando gran tensión, y es el cuerpo el que se expresa y «comunica».
    Los síntomas más habituales que puedan surgir en éstos pequeños que sufren acoso escolar son, dolores de cabeza difusos, pérdida de apetito, dolor abdominal y eneuresis (micciones nocturnas).




  • ¿Existe la esterilidad psicosomática?

    ¿Existe la esterilidad psicosomática?


    Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan una mujer que quiere tener descendencia es la temida esterilidad, ¿Qué papel juega la Psicología?

    Definiendo la esterilidad femenina

    La esterilidad femenina es definida como la incapacidad de concebir por parte de la mujer, entre las causas que lo originan están las genéticas y biológicas, pero existe un numero creciente de casos que no pueden ser explicados por ello, en éste artículo vamos a analizar los aspectos psicosomáticos y las teorías explicativas que se encuentran detrás de ésta patología.
    Es precisamente en ésta edad donde se fija Freud para establecer el origen de los «traumas», que mostrarán sus pacientes adultos, partiendo de la idea de que los hechos acontecidos durante la infancia van a quedar en nuestra memoria el resto de la vida, y si estos por alguna circunstancia entraña violencia, esa emotividad quedará contenida y podrá manifestarse durante la vida adulta en forma de síntomas.

    Según Helene Deutsch quien estudió multitud de casos clínicos, determinó que tanto la compulsión a la concepción como la esterilidad psicógena tenían la misma base.
    El primer concepto, compulsión a la concepción, hace referencia a la facilidad de la mujer de concebir en situaciones psicológicas y socioeconómicas desfavorables.
    En ambos casos halla que debajo de ambas alteraciones de la función reproductiva, se encuentra una conflictividad subyacente con su madre “trastornada”, que ofrece un “ejemplo dañino”, el cual puede ser deseado o rechazado (amor-odio), acompañándose de inmadurez y necesidad de apoyo emocional, siendo la fuente de importantes trastornos de la sexualidad en la vida adulta de la hija.



    Origen de la esterilidad femenina

    Igualmente desde la aproximación psicosomática, se da gran importancia a los primeros años de vida, en la formación de patologías futuras, indicando que el cuerpo aprende a manifestarse de una determinada forma que se establece en las primeras etapas de la vida, y que con posterioridad, cuando se es adulto, el cuerpo va a usar ese mismo medio, apareciendo con ello las enfermedades psicosomáticas.
    Agresiones físicas o psicológicas, maltratos o violaciones son situaciones que van a marcar a la persona, en su desarrollo tanto desde el punto de vista de su personalidad, como en su mundo emocional y a la hora de establecer relaciones interpersonales.
    Eso no quiere decir que aquella persona que haya sufrido una de esas situaciones de violencia, vaya a quedar «marcado» para toda su vida y no pueda llevar una vida «normal», aunque existe una predisposición no es determinante, ya que la persona tiene la capacidad de recuperarse con el tiempo, aunque a veces hay heridas que no curan, se quedan en el «olvido».
    Uno de éstos hechos es el intento de violación o su consumación en edades tempranas, algo para lo que el menor no está todavía preparado ni física ni psicológicamente y que va a tener importantes consecuencias en futuro, entre ellas la esterilidad.
    El análisis desde la aproximación psicosomática, de algunos casos de mujeres que físicamente estaban sanas, pero que no conseguían quedarse embarazas, ha llevado a señalar que se trataría de una patología psicosomática, donde el mundo emocional está «interfiriendo» en el normal desempeño del organismo.

    Hechos traumáticos y la esterilidad femenina

    Actualmente se reconoce que los hechos traumáticos durante los primeros años de vida pueden «torcer» un correcto desarrollo, por lo que se requiere de una intervención especializada para poder superar dichas situaciones y que las consecuencias futuras sean menores.
    Entre las causas de la infertilidad, cuando se han descartado los problemas médicos y fisiológicos, se encuentran las de índole psicosomáticos como son:

    – La Anorexia nerviosa, donde la malnutrición del organismo lleva a una inmadurez sexual, además de alteraciones hormonales con pérdida de la menstruación (amenorrea).
    – Las Disfunciones sexuales como la disfunción eréctil o el vaginismo, lo que impide la consumación de la relación sexual.

    Además de lo anterior se estima que existen una serie de características de la persona que pueden influir negativamente en la fertilidad, como son la baja autoestima, una falta de identidad sexual definida o un desempeño social y sexual ineducado entre otros.
    Por último y no por ello menos importante, el estrés juega un papel destacado en la infertilidad, aunque no queda claro si es causa que lo origina o consecuencia de la frustración producida de los intentos repetidos por parte de la pareja sin éxito.


    Un reciente estudio de The University of Western Australia publicado en la revista Human Reproduction muestra los mecanismo fisiológicos por los cuales la ansiedad puede provocar infertilidad, ya que el estrés afecta al hipotálamo, que a su vez afecta a las glándulas endocrinas encargadas de la regulación de la ovulación, provocando alteraciones e incluso la amenorrea; afectando también al trasporte de óvulos por las trompas de Falopio y alterando el flujo de sangre uterino.


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  • Psicoanálisis y enfermedades psicosomáticas

    Psicoanálisis y enfermedades psicosomáticas

    Han sido varios los intentos de explicación de la aproximación psicosomática pero el Psicoanálisis ha sido quien a conformado un cuerpo teórico al respecto.

    Aunque con anterioridad han existido distintos intentos por establecer la relación entre el soma y el psique, tal y como trataron de hacer desde la aproximación alemana de principios del siglo XIX, denominada de Medicina Antropológica, quienes desarrollan el término de “patología biográfica” que posteriormente será retomado, el cual indica que las patologías pueden ser comprendidas y entendidas si se atiende a la biografía del paciente. De ésta forma se incorpora, a los procesos médicos, la vida íntima del paciente, que hasta este momento no se había tenido en cuenta, como sus pasiones, conflictos y tensiones insatisfechas; igualmente se establece que la relación médico-paciente debe de tener en cuenta más a la sintomatología de la persona y no tanto a los signos.
    A pesar de estos grandes aportes desde ésta aproximación alemana, no consiguieron establecer ninguna teoría explicativa sobre el origen y mantenimiento de las patologías psicosomáticas; para ello habrá que esperar al desarrollo del psicoanálisis, el cual ha ido evolucionando desde las primeras teorías explicativas de Freud en el que ya se vislumbraban dos corrientes, la que aplica el modelo de conversión histérica a los fenómenos psicosomáticos y la que separa ambos fenómenos por antagonistas.

    – En la primera postura, lo psicosomático, no sería más que una expresión de lo psíquico sobre el organismo, tal y como sucede en la histeria de conversión.
    – En el segundo caso, la ausencia de simbolismo de lo psicosomático, indica una carencia en la elaboración psíquica o simbólica y por lo tanto tangencialmente distinta de la simbología de la histeria de conversión.



    De ahí se han ido conformando distintas ramas denominadas Escuelas, las cuales se clasifican en función del país donde se encuentran; así las principales Escuelas psicoanalíticas actualmente son las siguientes:
    Escuela de París, surge para dar cuenta de fenómenos, que no encajan con la histeria deconversión, ni de la neurosis, debido a una escasa mentalización de las patologías psicosomáticas, que impide la expresión psíquica de los conflictos; lo que hace que mediante un proceso de somatización pase de ser psíquico a físico, sin tener un componente que lo sustente simbólico, lo que le diferencia claramente de los síntomas por conversión.
    Escuela de Chicago, en donde se prima el estudio de las teorías de rasgos de personalidad, buscando perfiles psicológicos que sean más propensos a padecer una u otra enfermedad psicosomática. Para ello se tiene en cuenta la historia personal del paciente, atendiendo tanto a la constitución de la persona, las enfermedades y accidentes físicos padecidos, el clima emocional familiar y sus experiencias afectivas, con lo que se establece una “patobiografía”. Según ésta aportación, las alteraciones producidas por enfermedades o accidentes que van a afectar a una parte del organismo, van a quedar asociadas a emociones. Con posterioridad, los conflictos psíquicos que movilizan grandes cantidad de energía emocional provocan que esa asociación aflore causando los síntomas físicos del pasado.

    Escuela de Argentina, conocida también como Escuela Chiozza, donde se ha desarrollado el término de Estudio Patobiográfico; en donde se recupera la función simbólica de la enfermedad psicosomática, entendiendo al cuerpo como el lenguaje que utiliza para ello; siendo el síntoma una parte de la historia biográfica de la persona que le resulta insoportable, encontrando su liberación a través del cuerpo.
    Para ésta escuela, la historia de episodios y vivencias personales anteriores, es tanto o más importante que el historial médico de signos y síntomas de enfermedad, ya que una no se puede comprender sin la otra.El proceso por el cual el afecto lleva a enfermar, al paciente se denomina desestructuración patosomática del afecto, proveniente de un afecto rechazado que no se convierte en consciente.

    Escuela de Inglaterra, retoman la diada madre-hijo, como eje fundamental para la estructuración de la persona, lo cual se produce a partir del primer año de vida, siendo la somatización la expresión a través del cuerpo, dado como modo de relación preexistente a la aparición de la palabra. Estas estructuras basadas en la experiencia del bebé, van a fijarse en una de estas dos posiciones, esquizoparanoide (ante un yo inmaduro guiado por sus instintos más básicos) y la depresiva (el yo percibe los matices y está expuesto a la realidad exterior).
    Estas dos posiciones, según Klein, van a establecer cómo se va a ir relacionando la persona con la ansiedad, así como su mecanismo de defensa. La ansiedad para ésta aproximación va a ser crucial en los primeros meses de vida, ya que va a configurar el mundo interior y a determinar la forma de relacionarse de la persona con el mundo exterior en un futuro.


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