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  • ¿Existe relación entre la depresión y el nivel económico?

    ¿Existe relación entre la depresión y el nivel económico?


    Se han investigado muchos factores que podrían estar favoreciendo o protegieron a la persona de sufrir una depresión, y en caso de padecerlo superarlo.

    Prevalence of selected chronic conditions, Puerto Rico 2013

    La red social de apoyo ha sido una de las estimadas como fundamentales tanto a nivel preventivo como para favorecer su recuperación, en caso de caer en depresión.
    Igualmente se conoce que existen otras circunstancias que pueden favorecer la depresión, como es la ruina económica, una pérdida afectiva e incluso del trabajo, etc.
    Estos pueden ser desencadenantes que pueden quedar en un período razonable de duelo, o cronificarse y convertirse en una verdadera depresión mayor.
    Hay que tener en cuenta que la depresión cuenta con tres componentes, el afectivo, el comportamental y el cognitivo, factores que están estrechamente interrelacionados de forma que se llega a autoalimentar formando un círculo vicioso difícil de romper sin ayuda terapéutica especializada.
    En cuanto al caso de este tercero, los pensamientos se vuelven catastróficos, pesimistas y sin solución a la situación actual.
    Pero cuando una persona esta expuesta a una realidad desfavorable, los pensamientos catastróficos coinciden con su realidad, por lo que sale reforzado sus pensamientos y con ello favorecerá la aparición de la depresión, entonces ¿Existe relación entre la depresión y el nivel económico?

    Puerto Rico Department of Health

    Eso es precisamente lo que se puede responder gracias a un reciente informe publicado por el departamento de Salud del gobierno de Puerto Rico, desarrollado durante el 2013 y presentado recientemente.
    En el mismo se analizan distintos factores que pueden estar influyendo en la presencia de la depresión, el cual ha sido realizado dentro de un proyecto más amplio para detectar conductas de riesgo entre la población según el programa The Behavioral Risk Factor Surveillance System (BRFSS).
    Para ello se realizó una encuesta telefónica a una muestra 6.000 habitantes que representa el 0,21% de la población total, todos ellos mayores de dieciocho años, mayoritariamente hispana (98,5%), siendo el 64% mujeres y el 36% hombres.
    Igualmente se recogieron los datos por tramos de edad, el nivel educativo de los participantes y sus ingresos económicos.

    Centers for Disease Control and Prevention

    Los resultados muestran que las personas en el tramo de los 45 a 54 años y los 55 a 64 años, son los que más sufren depresiones, llegando a niveles del 25.7% y 30.7% respectivamente, muy por encima de los niveles de los más jóvenes entre 18 a 24 años del 5.9%.
    Igualmente muestran que las personas que tienen menos estudios (sin escolaridad terminada) presentan mayores niveles de depresión, frente a los que finalizaron los estudios universitarios, presentando un 21.3% frente al 14,4% respectivamente.
    El informe separa a los encuestados en seis tramos en función de sus ingresos económicos, siendo los que más sufren depresión los ingresos inferiores a 15000 dolares con un 23,2% frente a los que tienen ingresos mayores a 75000 dolares, con un 9,2%.
    Una de las limitaciones de este estudio, y característico de la forma de recoger datos a través del teléfono, es que quedan excluidas ciertas poblaciones que por un motivo u otro no disponen de línea telefónica, y por tanto queda sesgado el estudio, al dejar parte una parte de la población sin investigar.
    Otra de las limitaciones del estudio, es que los resultados no distingue entre el tipo de depresión que padece, ya sea depresión mayor o distimia.

    L6WbVcAkVbo https://youtu.be/L6WbVcAkVbo

    Los datos tal y como están presentados no permiten realizar comparaciones entre grupos, que permitan por profundizar más en las diferencias encontradas entre los grupos en función de las variables analizadas.
    A pesar de las limitaciones anteriores, hay que rescatar la importancia de los resultados al mostrar el perfil de aquellas personas que están más expuestas a sufrir depresión, el bajo nivel educativo, una edad entre los 45 a 64 años y unos escasos ingresos económicos.
    Por el contrario, las personas que parecen estar más protegidas de sufrir depresión son los jóvenes entre los 18 a 24 años, los que tienen estudios universitarios, y los que ganan entre 35000 a 49999 dólares, y más de 75000 dolares.
    Por tanto respondido a la cuestión inicial, parece que sí existe relación entre la depresión y el nivel económico, pero esta no es una relación directa, de a más dinero menos depresión, tal y como se comprueba entre los que ganan entre los 50000 a 74,999 dolores que sufren un porcentaje de depresión similar al de niveles anteriores, en concreto asemejándose a los que cobran entre 25000 a 349999 dolares.
    Aunque el estudio no entra en valoraciones teóricas sobre las explicaciones al respecto, parece lógico pensar que la preocupación por la carencia de dinero puede ser determinante, así como el acceso a una mayor y mejor cantidad de recursos que podrían prevenir y paliar la aparición de los primeros síntomas de la depresión.

  • ¿Cuántas persona con enfermedad crónica sufren depresión?

    ¿Cuántas persona con enfermedad crónica sufren depresión?


    Cuando uno se siente mal, por sufrir una enfermedad crónica, va a provocar en su estado de ánimo pudiendo llevarle a sufrir una depresión.

    La relación entre la salud física y la mental hace tiempo que dejó de estar en discusión. Cuando la persona sufre un mal físico, va a tener un efecto directo sobre su estado de ánimo, y este sobre el resto de los ámbitos de la persona, incluida su forma de relacionarse consigo mismo y con los demás.
    Pero cuando aparecen los síntomas de la depresión la situación empeora, ya que los efectos que estos tienen sobre la salud son importantes, al reducir la calidad de vida de la persona, con una disminución del estado de ánimo, pero también del sistema inmunitario, lo que permite entrar al paciente en un círculo vicioso.
    Cuanto peor está físicamente, peor se siente psicológicamente, y cuantos más síntomas depresivos y más graves son, su cuerpo va a responder peor y por tanto en vez de facilitar la recuperación va a perjudicarla.
    Las consecuencias de este círculo vicioso es un agravamiento de la sintomatología, empeorando la calidad de vida de la persona, haciendo que sea menos tolerante a lo que le sucede y con ello que tenga un peor pronóstico, en comparación con otra persona que no tenga asociado estos síntomas depresivos.
    De ahí la importancia de detectar los primeros síntomas de la depresión, para poderlo tratarlos para que no avancen. Una de las dificultades al respecto es precisamente en el tratamiento, ya que en ocasiones el farmacológico es incompatible con la enfermedad crónica, por lo que habrá que centrarse exclusivamente en el psicológico, pero ¿Cuántas personas que sufren una enfermedad crónica tienen depresión?


    https://youtu.be/x3vFL6hmdo0

    Esto es precisamente lo que tratar de dar respuesta con una investigación el Departamento de Enfermería de Salud Comunitaria, Colegio Universitario Al Farabi; la Facultad de Enfermería, la Universidad de Jordania; la Faculta de Enfermería, Universidad del Rey Saud y el Centro de Cáncer del Rey Hussein (Jordania) recientemente publicado en el 2014 en la revista científica Psychology.
    Para el estudio participaron 806 pacientes, el 45% mujeres y el resto hombres. Todos ellos venían padeciendo una enfermedad crónica como mínimo desde los seis últimos meses, ya fuesen estas una diabetes tipo II, artritis reumatoide, enfermedades cardiovasculares, cáncer o enfermedades pulmonares.
    Se excluyeron del estudio quienes ya tenían historial de problemas de salud mental previos.
    Se emplearon seis cuestionarios previamente traducidos al árabe, el Multidimensional Scale of Perceived Social Support para analizar la percepción de apoyo social de los pacientes, el Beck Depression Inventory-II (BDI-II) para evaluar la presencia de síntomas depresivos, el Psychological Stress Measure (PSM) para evaluar los niveles de ansiedad, el COPE Inventory para evaluar el manejo del estrés, el Life Orientation Test (LOT-R) para los niveles de optimismo y el Satisfaction with Life Scale para los niveles de satisfacción con su vida.
    Los resultados indican la mitad de los pacientes con enfermedades crónicas muestran síntomas depresivos, de ellos el 27% son leves y el 31% moderados.
    Igualmente estos pacientes muestran bajos niveles de optimismo en la mitad de los casos, con una habilidad moderada para el manejo del estrés, a pesar de lo cual cuentan con niveles elevados de satisfacción con su vida, niveles moderados de estrés, y bajos niveles de percepción de apoyo social.
    Hay que recordar que estos resultados han sido obtenidos mediante cuestionario contestado por los propios pacientes, de ahí que algunos resultados sean mejores de lo que cabría esperar como con la satisfacción de la vida o los niveles de estrés.
    Una de las limitaciones del estudio es precisamente la población objeto de estudio, es decir, únicamente se tuvieron en cuenta los pacientes de una población muy concreta como eran los habitantes de Jordania, un pueblo con una cultura, religión e idiosincrasia muy particular, lo que hace se precise de nueva investigación al respecto para poder comprobar si los resultados se mantienen en otras poblaciones.
    Igualmente el haber reunido dentro del grupo de pacientes con diagnósticos de enfermedades graves tan dispares, y con tan diverso pronóstico, como el de diabetes junto con el de cáncer, puede haber afectado a los resultados.
    Sería mejor escoger un único grupo de enfermos crónicos y observar el número de ellos que padecen síntomas depresivos, ya que la información obtenida al respeco tendría mayor validez ecológica.

  • ¿Qué factores facilitan la ideación suicida de los depresivos?

    ¿Qué factores facilitan la ideación suicida de los depresivos?

    Uno de los actos más incomprendidos es el de la ideación suicida de los depresivos, ya que actualmente existe multitud de tratamientos para superar la depresión.

    El acto suicida es uno de más difíciles de entender, ya que supone un atentado contra uno mismo con la intención de acabar con su vida.
    Es difícil que podamos pensar en razones «válidas» para que alguien decida quitarse la vida, es cierto que en ocasiones se pasan por circunstancias de las que no vemos salida, o que parece que las circunstancias son tan graves que pensamos que no vamos a salir adelante.
    Pero a diferencia de lo que podamos pensar no se trata de una decisión personal ya que sus consecuencias se extienden más allá, a parejas, hijos, familiares y amigos, que pierden un ser querido, un apoyo o simplemente un colega.
    Muchos han sido los factores hasta ahora investigados, incluso se ha observado cómo se produce un incremento en el porcentaje de suicidas cuando está presente determinadas psiopatologías, como es el caso de la esquizofrenia, el trastorno bipolar o el trastorno por depresión mayor.
    Algunos autores defienden que los «motivos» que se esconden detrás del suicidio de una persona con y sin psicopatología son diferentes, ya que la propia enfermedad mental podría ser un agente de presión que pesase sobre esta decisión, pero ¿Qué factores influyen en la ideación suicida de los depresivos?
    Esto es precisamente lo que ha tratado de averiguar desde la Escuela de Medicina de la Universidad Católica de Corea y desde la Universidad Nacional de Corea (Corea) cuyos resultados recientemente han sido publicados en la revista científica Alzheimer’s & Dementia.
    En el estudio participaron 1.183 pacientes diagnosticados con depresión mayor
    inscritos en un estudio mayor denominado Clinical Research Center for Depression study (CRESCEND) realizado entre el 2006 y el 2008.
    De entre los inscritos el 21% sufrieron intentos de suicidio (253 pacientes) y un 34% tuvieron ideaciones suicidas (407 pacientes).
    De estos 138 participaron con un seguimiento de 12 meses, entre los que se clasificaron en tres grupos, aquellos que han tenido intentos de suicidio (23), aquellos que tienen ideación de suicidio, es decir, piensan hacerlo pero no lo hecho todavía (59), y aquellos que no tienen esas ideaciones ni historia previa de intentos de suicidio (56).
    A todos ellos se les administró un cuestionario estandarizado sobre carácter y temperamento denominado Temperament and Character Inventory (TCI).
    Los resultados indican que no existen diferencias significativas entre las personas que han tenido intentos de suicido y los que no, en cuanto a carácter o temperamento, salvo en cuanto a autodirección se refiere, que en los suicidas se muestra significativamente inferior a los no suicidas, dicho concepto hace referencia a la autodeterminación, autoestima y la capacidad del individuo para controlar, regular y adaptar su conducta a una situación de acuerdo a valores y metas personales. Igualmente la autotrascendencia resultó significativa superior entre los que intentaron suicidarse frente a los que sólo tenían ideación suicida.
    A pesar de la intención de los autores con respecto a encontrar diferencias significativas en cuanto al carácter y temperamento de un paciente depresivo para poder determinar si va a tener o no ideación suicida, y si luego va a tener o no intentos de suicidio, a pesar de ello, los autores no han conseguido determinar factores diferenciables utilizando este cuestionario estandarizado.



    Aunque los resultados son claros, al limitar el estudio a una población muy concreta, los habitantes de Corea, con una historia e idiosincrasia particular, hace que los resultados no sean directamente extrapolable a otras poblaciones, siendo necesaria nueva investigación al respecto para comprobar si se obtienen los mismos resultados en otras culturas.
    A pesar de haber dado respuesta a la pregunta planteada, quizás de las psicopatologías, la depresión no es de la que más casos de suicidios presenta, como en el caso de la esquizofrenia o el trastorno bipolar, lo que indica que todavía queda mucho por investigar antes de comprender la conducta suicida.

  • ¿Cuál es el coste de la depresión en el primer mundo?

    ¿Cuál es el coste de la depresión en el primer mundo?

    Cuando uno piensa en una depresión no suele hacerlo en el coste de la depresión para la sociedad en la que vive, si no más bien en la persona que lo sufre.

    El coste de la salud mental

    Pero no es así el planteamiento que se hacen desde las administraciones públicas que buscan optimizar sus recursos priorizando sobre dónde van destinados el dinero entre los distintos servicios y departamentos que se encuentran a su cargo, ya sea en inversión de materiales como de personal para poder dispensar con mayor eficacia sus servicios.
    El trastorno de depresión mayor afecta principalmente a la salud psicológica del paciente, pero también al resto de sus actividades diarias, su gana de comer, o su capacidad de tener un sueño reparador, pero sus efectos se extienden también a sus familiares, compañeros y amigos.
    Lo normal es observar una disminución en el rendimiento académico o laboral, que en el caso de una mayor severidad de este trastorno puede llevar a la persona a perder su puesto de trabajo, sus amigos e incluso su pareja.
    Actualmente existen diversos métodos de intervención terapéutica desde la psicoterapia, hasta la farmacológica pasando por la terapia electro convulsiva cuando no responde adecuadamente a la farmacológica.
    Cada una de estas intervenciones requiere de un personal especializado, el desarrollo de una tecnología y un centro donde se administra, lo que va sumando «gastos» para la administración, pero ¿Cuál es el coste de la depresión en el primer mundo?



    El coste de la depresión

    Esto es precisamente lo que ha tratado de averiguar desde la Escuela de Medicina de Hannover, junto con la Universidad Goethe de Frankfurt y la Universidad Jena Friedrich-Schiller (Alemania) cuyos resultados han sido publicados en el 2014 en la revista científica Depression Research and Treatment.
    En el estudio intervinieron 70 médicos de la red sanitaria alemana, los cuales realizaron una reevaluación de sus pacientes diagnosticados con depresión, a la vez que les informaba del estudio y recogían su consentimiento para participar, al final fueron 626 pacientes, siendo el 75,7% mujeres y 24,3% hombres, a los que se les tomó medidas en tres momentos, en el momento de preguntar sobre su participación, a los 6 meses y al año.
    De cada participantes se recogieron cinco datos, la medicación que recibían, las visitas al médico general, las visitas al especialistas, la psicoterapia que recibían y el número de hospitalizaciones, siendo su coste extraído de unas tablas estandarizadas estimadas por la Oficina de Estadística Federal.
    Los resultados muestran que le coste medio por paciente con depresión mayor durante un año es de 3813€, no existiendo diferencias significativas en el coste entre hombres y mujeres, a pesar de que en el estudio tres cuartas partes de los participaron eran mujeres.
    Lo que en cifras macroeconómicas supone un gasto anual en Alemania sobre en pacientes con depresión mayor de 15.6 billones de euros.
    Cantidad que a los autores les parece excesiva, a pesar de ser el trastorno psicológico más frecuente entre los pacientes que acuden a consulta. De ahí que los autores sugieran realizar mayores intervenciones tanto en la detección temprana de la enfermedad como de búsqueda de nuevas y mejores técnicas y terapias con los que reducir el número de consultas, y sobre todo el coste total de la atención recibida por los pacientes con depresión mayor.
    Aunque los resultados son reveladores, no informa sobre si son más o menos costosos que otras enfermedades mentales, e incluso que otras afecciones físicas que se atienden, con lo que no se puede estimar si se trata de un gasto excesivo o no para las administraciones, ni si se tiene que priorizar sobre otras enfermedades debido a su elevado gasto.

  • ¿Puede la amistad prevenir la depresión en la adolescencia?

    ¿Puede la amistad prevenir la depresión en la adolescencia?

    Una de las etapas más complejas en el desarrollo humano, es sin duda la adolescencia, pero este período se va a complicar aún más si surge la depresión.

    El valor de la amistad

    Si ya de por sí, en la preadolescencia y en la adolescencia se van a producir la mayoría de los cambios físicos, sobre todo en cuanto a expresión de los caracteres sexuales secundarios, donde se conforma diferencialmente el cuerpo del hombre y de la mujer, además de su tono de voz, el bello,…
    Una etapa de cambios donde las hormonas fluctúan «sin control» haciendo especialmente sensible a los jóvenes en esta etapa de la vida, donde parece que las emociones son más vívidas e intensas, descubriendo el primer amor, las amistades, pero también las primeras desilusiones importantes, que pueden conducir al joven a la depresión.
    Una situación que se va a agravarse con un comportamiento esquivo y de aislamiento, en ocasiones acompañado de agresividad contra los demás y contra uno mismo, debido principalmente a ese desánimo con el que ahora lo ve todo.
    De ahí que los padres y educadores deban de prestar especial atención a los primeros síntomas de la depresión en jóvenes, ya que cuanto antes se detecte, antes se puede poner remedio y evitar que se convierta en algo «crónico», como parte de la forma de ser de joven en desarrollo, pero ¿Puede La amistad prevenir la depresión en la adolescencia?



    Amistad y Depresión

    Esto es precisamente lo que se ha investigado desde la Universidad Victoria de Wellington y la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) cuyos resultados se publicaron en el 2014 en la revista científica Open Journal of Depression.
    En el estudio han participado 1.774 jóvenes entre los 9 y 16 años, 51,9% chicas y 48,1% chicos, estudiados durante un período de tres años, con una evaluación cada año.
    Se analizaron la relación existente entre tres variables: la conectividad social, mediante cuestionario sobre la conectividad familiar, la conectividad en la escuela, la conectividad con iguales y la conectividad en la comunidad, todo ello evaluado mediante cuestionario; la soledad, donde debían de responder a una pregunta; y síntomas depresivos mediante cuestionario estandarizado extraído del Center for Epidemiological Studies-Depression Scale (CES-D).
    Los resultados informan de una relación significativa negativa entre la conectividad y la soledad y los síntomas de depresión, esto quiere decir que a mayor contactos sociales menores posibilidades sentirese sólo o de sufrir depresión.
    Jugando un papel decisivo la conectividad como intermediario, es decir, un joven se puede sentir sólo, pero si tiene suficientes amigos, compañeros o familia,no llegará a desarrollar depresión; en cambio ante el mismo sentimiento sin amigos, compañeros o familia se observa la aparición de depresión.
    Aspecto que está mediado por el género, siendo los resultados observado sólo en chicos, mientras en las chicas no se da ese factor de intermediación de la conectividad.
    Igualmente «el otro» sobre todo «los iguales» tienen un papel destacado en la pubertad o preadolescencia, no siendo crítico en etapas previas cuando es aún más joven y todavía no busca en el otro la identificación, la confirmación y conformidad de su personalidad, ni la aprobación de los demás como modo de saber qué es lo correcto y qué no.

    Entre las limitaciones del estudio se encuentra la evaluación de la soledad con una única pregunta dentro del cuestionario, algo que es insuficiente si se quieren obtener resultados fiables para poder ser luego comparados.
    A pesar de que los resultados parecen claros, hay que tener en cuenta que no sólo debe de contar la cantidad, en cuanto al número de amigos que se tenga, si no también la calidad de los mismos, lo que significa, encontrar una persona con la que poder contar confidencias y con la que se sienta uno seguro, más allá de acompañarle a las fiestas o compartir aficciones.

  • ¿Sabes si tu hijo tiene un riesgo alto de sufrir depresión?

    ¿Sabes si tu hijo tiene un riesgo alto de sufrir depresión?

    Una de las preocupaciones más importantes de los padres es con respecto a la salud de sus hijos, sobre todo la salud mental, cuando ellos mismos lo han sufrido.

    Depresión en la familia

    Los padres que han sufrido algún tipo de psicopatología suelen tener mucho miedo de que sus hijos puedan pasar por lo que ellos mismos han pasado, tanto en lo que se refiere a la enfermedad, el diagnóstico y el tratamiento.
    Aunque no todas las enfermedades mentales tienen un elevado índice de heredabilidad, el porcentaje de casos en que un hijo pueda expresar un psicopatología aumenta en el caso de que alguno de los padres lo haya sufrido. Las causas, si no se explican por una base genética lo hacen por el ambiente, en este caso el ambiente familiar en donde se desarrolla el pequeño, el cual puede haber sido «testigo» de los episodios agudos de la enfermedad de alguno de sus padres lo que les puede haber servido de «modelo»; igualmente la forma en que una persona que sufre una psicopatología puede que no sea la más indicada y «sana» para su hijo, todo lo cual puede generar el germen sobre el que cimentarse una futura psicopatología por parte del pequeño cuando este crezca.
    Tal y como se ha observado en el caso de padres que sufren de trastornos de ansiedad o de depresión mayor, donde se ha observado un incremento significativo de padecer estas psicopatologías por parte de los hijos. Es decir, los hijos de los padres ansiosos muestran mayores niveles de ansiedad incluso llegando ser patológico, e igualmente con un estado deprimido que llega a transformarse en un trastorno de depresión mayor, pero ¿hasta que punto puede un padre advertir la presencia de su misma sintomatología en su hijo?



    Depresión en los hijos

    Esto es lo que se ha tratado de responder con una investigación realizada desde el Departamento de Psicología Clínica y Psicopatología, Universidad de Groningen; el Centro Médico Universitario Leiden (Países Bajos) y el Centro Médico Universitario VU (Amsterdam) cuyos resultados han sido publicados en el 2014 en la revisa científica BMC Psychology.
    En el mismo participaron 25 padres que habían sufrido un trastorno del humor unipolar o de ansiedad y con hijos entres lo 8 a 18 años.
    A todos ellos se les administró una entrevista semiestructurada sobre diversas cuestiones de su manera de educar y de la salud psicológica de sus hijos.
    Los resultados informan que pesar de que los padres consideran que ofrecen la misma calidad en el cuidado y atención de sus hijos que cualquier otro padre, están más preocupados por la presencia o no de la sintomatología que ellos han sufrido como parte de su psicopatología.
    Casi todos los padres coinciden en que sus hijos deberían de recibir atención especializada en cuanto surgiesen los primeros síntomas que pudiesen señalar que podían padecer su misma enfermedad mental, como medida preventiva y para evitar que se agravase.
    Especialmente polémico fue el punto sobre si contarían a sus hijos que ellos mismos han sufrido una psicopatología.
    Aunque el estudio es pionero en poner en evidencia los temores de los padres que han sufrido una psicopatología, el escaso número de participantes y el realizar una entrevista de forma semi-estructurada no permiten obtener conclusiones extrapolables al respecto. A pesar de ello hay que reconocer la ausencia de cursos orientados hacia éste colectivo, que les ayude en su tarea de crianza de sus hijos, para que sepan identificar correctamente los primero síntomas de sus propias enfermedades y con ello que mitiguen el miedo que ellos tienen sobre la salud psicológica de sus hijos.

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