Uno de los campos más controvertidos de la psicología, es cuando se trata de buscar reglas o «leyes» universales.
Si bien es cierto que existen «rasgos» que se comparten por pertenecer a la misma especia, la mayoría de los mismos está mediado por aspectos culturales que aprendemos desde pequeño.
Eso se pone en evidencia cuando viajamos como podemos observar cómo «lo normal» o «lo esperable» en nuestra localidad de origen no es lo mismo que hacen los de otro país.
Así, lo más simple como asentir con la cabeza para decir que sí, o moverla de lado a lado para negar o decir que no, se ha observado cómo no es universal, ya que existen distintas variaciones del mismo según el país en donde se encuentre.
Dentro de estos estudios de culturales, se enmarca el análisis de los componentes sociales, como el reconocimiento de gestos o de rostros siendo estos un componente esencial en la comunicación no verbal.
Si bien, no tenemos dificultad en reconocer los rasgos de una persona de nuestro país, nos cuesta más en cuanto vamos alejándonos geográficamente, de ahí el dicho de «todos los chinos son iguales», ya que tenemos especial dificultad en identificar los rasgos distintivos en su expresión e incluso en su rostro, pero ¿Por qué todos los chinos nos parecen iguales?
Esto es lo que ha tratado de responderse con una investigación realizada desde la Facultad de Psicología y Ciencia Cognitiva, Universidad Normal del Este de China y la Facultad de Educación, Universidad de Zhejiang (China), el Departamento de Psicología, Universidad Estatal de Humboldt (EE.UU.) y el Instituto de Neurociencias y Psicología, Universidad de Glasgow (Reino Unido) cuyos resultados han sido publicado en el 2019 en la revista científica Plos One bajo el título «A data-driven study of Chinese participants’ social judgments of Chinese faces».
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La investigación se realizó en tres etapas.
a) estímulos, se seleccionaron cincuenta hombres y cincuenta mujeres todos chinos, de los cuales se les realizó seis fotografías del rostro.
b) Diez hombres y veintidós mujeres evaluaron la emoción de los rostros para quedar únicamente con aquellos que fuesen neutros.
c) Diez hombres y diez mujeres debían de identificar hasta 14 rasgos del rostro en una escala tipo Liker del 1 al 7, siendo el 1 – baja presencia del rasgo y el 7 – alta presencia del rasgo.
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— Martha (@MartZavalaa) 7 de enero de 2019
Los resultados muestran que hay dos rasgos que explican el 85% de la varianza, el primero el de accesibildiad/valencia, mientras que el segundo era la cordialidad.
En investigaciones anteriores se ha comprobado cómo el primer caso, el rasgo de accesibildiad/valencia también es usado por la población occidental, y daría cuenta a una cara afable e «inofensiva».
Con respecto al segundo rasgo, el de cordialidad, no es un elemento que se emplee para distinguir los rostros por parte de los occidentales, siendo un rasgo distintivo en el procesamiento de los rostros.
Por todo lo anterior se puede concluir que existe un componente cultural en el procesamiento del rostro que permite a unos fijarse más en unos rasgos que en otros a la hora de diferenciarlos.