A veces se tienen asociadas determinadas patologías a causas únicamente físicas, pero cuando nos adentramos en el conocimiento de estas enfermedades, descubrimos que existe una gran influencia del componente psicológico en alguna de ellas, tal es el caso del asma.
El asma es una alteración anatómico funcional de las vías respiratorias, haciendo que estas se hinchen y se estrechen, provocando dificultades para respirar, opresión en el pecho y tos.
Cuando se produce el ataque de asma, existe una dificultad para respirar dado por una tensión de los músculos que rodean las vías respiratorias.
Entre los desencadenantes del ataque de asma están:
— Elementos a los que la persona es alérgica, como polen, moho, polvo o pelo de animal.
;- Elementos químicos, como antinflamatorios no esteroides,
– Irritantes externos respiratorios, como humo, temperaturas frías.
– Actividades, como ejercicio físico.
– Emociones fuertes o el estrés.
En el asma el componente hereditario juega un papel importante, aunque no decisivo, además éste se puede ver agravado por la presencia de diabetes, hipotiroidismo, reflujo gástrico esofágico o sinusitis.
La existencia de una comunicación directa, entre los nervios vagos y las fibras musculares de los bronquios, explica la influencia de lo psicológico en el asma, ya que cuando se produce un síncope vasovagal asociado por ejemplo a emociones fuertes o estrés, se produce una reducción de la frecuencia cardíaca, vasodilatación, generando dificultades para respirar y al final el desmayo.
Se ha observado cómo ante situaciones de estimulación de los nervios vagos, existe un aumento de la aparición del asma dado por una sobrestimulación del sistema parasimpático que provoca hiperventilación, que a su vez lleva al enfriamiento de las vías aéreas y a su sequedad, lo que facilita la broncoconstricción (tos), generando hiperventilación conformándose un círculo vicioso que desencadenará en una crisis de asma.
Entre los síntomas característicos principales están, la tos y la sibilancia, que es un sonido característico silbante y chillón durante la respiración, provocado por el paso del aire por una cavidad estrecha. Estos síntomas pueden mantenerse durante minutos o días enteros antes de desaparecer, siendo su mayor peligro la obstrucción de los conductos respiratorios y las consecuencias negativas que sobre el organismo provoca, pudiendo conllevar hipoxia cerebral al no llegarle suficiente oxígeno e incluso la muerte.
Entre los tratamientos farmacológicos se distingue entre los que buscan prevenir los ataques y aquellos que los combaten una vez que aparecen.
– Medicamentos preventivos, esteroides inhalados, inhaladores betaagonistas de acción prolongada.
– Medicamentos de alivio rápido o de “rescate”, que se administran cuando se está sufriendo un ataque de asma con dificultad para respirar, broncodilatadores, corticoesteroides.
El tratamiento psicológico está centrado en la relajación y en el automanejo en las situaciones del asma.
Lo psicológico además de ser desencadenante, juega un papel importante en la percepción de la gravedad de la enfermedad por parte del paciente, así como en la adhesión al tratamiento y en el manejo de la enfermedad, aprendiendo a mantener una adecuada contracción de los músculos respiratorios durante una crisis de asma.
Entre las características de personalidad del paciente asmático estarían:
– Falta de control emocional y hostilidad.
– Dependencia excesiva de la aprobación de los demás.
– Sensibilidad a cambios del estado de ánimo como ansiedad y depresión.
Además los pacientes asmáticos suelen mostrar hipersensibilidad tanto biológica (alergias) como emocional, éste último se puede traducir en que:
– Se siente dolido u ofendido con facilidad ante cualquier opinión contraria a su criterio.
– Es intolerante y reacciona con intensidad ante pequeños errores o defectos de los demás.
– Reacciona con exceso de entusiasmo y euforia, implicándose emocionalmente en todo lo que hace.
– Es incapaz de dejar una actividad que ha iniciado, ya sea de pensar o de hacer algo.
Para algunos autores, el asma, cuando éste se produce en los más pequeños, se convierte en una forma de comunicación con la madre, de forma que tras su aparición, ésta le va a dedicar más tiempo y atención (beneficios secundarios), incluso pudiendo “aprovecharse” de su situación usándolo como “chantaje” delante de la familia, para conseguir sin esfuerzo aquello que se le antoja en cada momento.
Algunos estudios apuntan que la etiopatogenia de ésta enfermedad se encuentra en vivencias emocionales intensas, vividas durante etapas tempranas, tales como el abandono, maltrato físico y emocional, explotación infantil o abusos sexuales entre otros.