Etiqueta: adicción al cannabis

  • ¿Cómo evoluciona la adición a drogas con el tiempo?

    ¿Cómo evoluciona la adición a drogas con el tiempo?


    Uno de los problemas fundamentales con respecto a las drogas es la adicción, esto es, la persona va a consumirlo una y otra vez.

    El problema de las adicciones

    Cuanto antes se inicie en el consumo, según algunos estudios, más duradera va a ser en el tiempo esta adicción, ya que el joven lo ve como «normal».
    Una circunstancia que no hace si no «minar» cualquier intento por dejarlo, ya sea por parte del propio consumidor como por parte de sus familiares y amigos.
    Hay que tener en cuenta, hasta donde yo sé, que no existe ninguna droga que «sea buena» para la salud a medio o largo plazo.
    Es cierto que algunas drogas han surgido de medicamentos, como el tabaco o la morfina, pero su uso fuera del control médico lo convierten en peligroso para la salud de quien lo consume.
    Cuanto más tiempo se lleve a cabo dicho consumo peores serán las consecuencias que sobre la salud física y mental tendrán.
    Una preocupación que para no afectar a los jóvenes, pero que con el tiempo va a acarrear importantes problemas de salud entre los adultos, acortando su vida, pero sobre todo perjudicando su calidad en sus últimos años.
    Al respecto se han realizado muchos análisis para comprobar por qué unas personas son capaces de «dejar de fumar» o no han vuelto a «tomar ni una gota de alcohol» mientras que otras parece que por mucho que lo intenten son «incapaces» de dejar sus adicciones.
    Algunos estudios lo atribuyen a componentes de personalidad, otros incluso a aspectos genéticos que «conducen» a los hijos de adictos a consumir,… pero ¿Cómo evoluciona la adición a drogas con el tiempo?


    Vídeo Recomendado: Conferencia Prevención a las Adicciones en los Jóvenes. Jorge Piñeros

    Factores que facilitan las adicciones

    Esto es lo que ha tratado de responderse con una investigación desde el Department of Psychology, Arizona State University; junto con el Department of Psychology and Neuroscience y el Department of Medicine,Duke University Medical Center; y el Department of Emergency Medicine,Violence Prevention Research Program,University of California Davis (EE.UU.) junto con el Dunedin Multidisciplinary Health and Development Research Unit,Department of Psychology,University of Otago (Nueva Zeland) y el University of Queensland Centre for Clinical Research, University of Queensland (Australia) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Psychological Medicine.
    En el estudio participaron mil treinta y siete «kiwis» (que es como se denominan a los nacidos en Nueva Zelanda), de los cu cuales el 48% eran mujeres, nacidos entre 1972 y 1973.
    Todos ellos tuvieron que responder al cuestionario Diagnostic Interview Schedule (DIS) en donde se les preguntaba sobre el consumo de tabaco, alcohol y cannabis.
    Se realizó un seguimiento en varios años, cuando tenían 21, 26, 32 y 38 años.
    Se analizaron nueve factores para comprobar su papel en la presencia de adicción a lo largo del tiempo, para determinar si alguno de ellos sirve como factor de riesgo sobre el que intervenir.
    Así se analizó los recursos familiares; los antecedentes familiares de adicción; los problemas de conducta durante la infancia; episodios depresivos durante la infancia; la edad de inicio de consumo; la frecuencia de consumo de cada una de las drogas analizadas.
    Los resultados muestran que los factores anteriores son importantes para el mantenimiento de la adicción a lo largo del tiempo, siendo más «fácil» predecir cuando se presenten más factores de riesgo analizados.
    Así, si no tiene ninguno de los factores anteriores, el joven tiene un 3% de posibilidades de consumir alcohol, tabaco o cannabis.
    Si tiene tres de estos factores de riesgo, el porcentaje de consumo a largo plazo aumenta hasta un 27% de los jóvenes, es decir, más de uno de cada cuatro.
    Si tiene seis o más factores de riesgo, el porcentaje de mantener la adicción a largo plazo aumenta a un 74% de los jóvenes.


    Las adicciones a lo largo de la vida

    Una de las limitaciones del estudio es que los resultados se centran en una población muy especifica, los nacidos y que viven en Nueva Zelanda, un país con una idiosincrasia difícil de encontrar en otras localizaciones.
    Igualmente en el estudio únicamente se atendieron a tres de las adicciones más comunes, el alcohol, el tabaco y el cannabis, siendo dos de ellas «drogas legales», por lo que las conclusiones al respecto no se pueden extrapolar al resto de las drogas cuya característica fundamental es que no son legales.
    Los resultados del estudio plantean un complejo panorama para poder intervenir, a pesar de ello, el ser capaz de identificar los factores de riesgo, y el peligro de su acumulación permiten conocer qué se puede hacer al respecto.
    Es decir, se puede realizar estudios de screening para conocer qué jóvenes tienen un mayor número de factores de riesgo, siendo estos los más probables para que continúen su adicción a los largo de la vida, y por tanto los que más ayuda necesitan para su desintoxicación.
    Cuanto antes se realice estos estudios en la población, más fácil será prevenir entre los que más riesgo sufren y con ello evitar las importantes consecuencias que sobre su salud física y mental van a tener.


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  • Dime como piensas y te diré qué sustancia consumes

    Dime como piensas y te diré qué sustancia consumes


    Hoy en día existe un mayor acceso a la información sobre los efectos de las drogas.

    El problema de la adicción al tabaco

    A pesar de ello, hay personas que piensan que son “exageraciones” o que viven “de espaldas” a la información sobre sus efectos.
    Los jóvenes parecen ser los más tolerantes sobre la realidad del consumo de sustancias, llevados por el deseo de experimentar o romper las reglas, sin percatarse o querer enterarse de los riesgos para la salud física y mental de este consumo.
    Es cierto que no todas las sustancias (tabaco, alcohol u otras drogas) van a tener las mismas consecuencias personales y sociales, de hecho, alguna de ellas ha sido clasificada como una “droga social” ya que su consumo es “bien visto” socialmente o al menos permitido, mientras que otras son rechazadas públicamente.
    Luego están las drogas “polémicas” en el que “parece” no existir un consenso sobre los beneficios o perjuicios que provoca, como en el caso del cannabis. Una polémica social que no está fundamentada en la ciencia y sus resultados; a pesar de ello, los últimos estudios indican que los jóvenes están siendo cada vez más tolerantes hacia esta droga, asumiéndola como “poco peligrosa” y “beneficiosa” a pesar de los datos científicos en contra de su uso y abuso.
    A esta polémica se une que desde los poderes públicos no exista un consenso al respecto, así lo demuestra en EE.UU. donde existen estados donde el uso y consumo de la marihuana es legal y en otros no, tal y como se puede ver en la gráfica siguiente:

    Legalidad de la marihuana en EE.UU. | InsideGov

    La conciencia social ha sido el pilar fundamental sobre el que se ha basado las campañas de sensibilización de las instituciones y asociaciones contra la droga, asumiendo que cuanta más información esté disponible sobre las mismas y sus efectos, menos consumidores habrá, pero, ¿Existe relación entre nuestra forma de pensar y lo que se consume?


    Vídeo Recomendado: México abre la puerta a la legalización de la marihuana

    La adicción al alcohol

    Esto es lo que ha tratado de averiguarse con una investigación realizada desde el Department of Psychiatry and Human Behavior, School of Medicine Atma Jaya Catholic University of Indonesia (Indonesia) junto con el Nijmegen Institute for Scientist Practitioners in Addiction (NISPA), Radboud University, y el Department of Psychiatry, Donders Institute for Brain, Cognition and Behavior, Radboud University Medical Centre (Países Bajos) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Child & Adolescent Behavior.
    En el estudio participaron 306 estudiantes universitarios, de los cuales el 82.1% eran mujeres, con edades comprendidas entre los 19 a 23 años.
    Todos ellos tuvieron que contestar un cuestionario estandarizado sobre creencias en relación a las drogas denominado Illness perception questionnaire revised version for addiction (IPQ-A), para evaluar el consumo de sustancias en los treinta días previos a la evaluación se empleó el cuestionario estandarizado denominado CIDI.
    Los resultados muestran que las sustancias más consumidas entre los jóvenes son el alcohol (89%), el café, la nicotina (21%) y el cannabis (11%).
    Con respecto a la diferencia de género, se encontraron diferencias de género en el consumo de té (mayor en mujeres); el cannabis y los estimulantes (mayor en hombres).
    Para el análisis comparativo sobre las creencias sobre las drogas se separaron los participantes en función de si eran consumidores habituales (91 participantes) o no de sustancias (217 estudiantes).
    Los resultados mostraron diferencias significativas entre los consumidores y no consumidores a la hora de “comprender la adicción”, siendo significativamente más “comprensivos” los consumidores habituales. Igualmente, estos obtenían puntuaciones significativamente más elevadas en cuanto a la creencia de control sobre la adicción, pensando que podían dejarlo cuando quisieran.


    La adicción al cannabis

    Entre las limitaciones del estudio comentar que únicamente se basaron los resultados en las pruebas escritas y no en la observación ni en información de terceras personas.
    Igualmente, la selección de los estudiantes como sujetos de análisis, deja fuera a muchos otros jóvenes, por lo que no se puede concluir sobre la generalidad de los mismos.
    A pesar de las limitaciones anteriores hay que destacar la relación entre las creencias y el consumo de drogas, por tanto, los objetos de las campañas de sensibilización tendrían que ir más encaminadas a “luchar” contra estas dos creencias que son las que significativamente se muestran en los consumidores habituales.
    La creencia de la permisibilidad social, en que “todo vale” y la creencia de “falso control” que se puede dejar cuando se quiera deberían de ser los pilares de las campañas de lucha contra la droga, en función de los resultados de este estudio.
    Ya que la creencia contaría, es decir, no hay porqué ser tan “comprensivos” con los que consumen habitualmente drogas, o no es cierto que uno pueda dejar la droga cuando se quiera, estas dos creencias parecen haber “protegido” a los no consumidores.

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