¿Sirven las redes sociales al radicalismo?

En las últimas semanas se ha asistido a actos de extremismo violento que ha llevado a perpetrar ataques masivos sin una aparente razón.

Al respecto se han tratado de realizar muchos análisis ya sea en cuanto a la personalidad o salud mental del atacante, como sobre sus características sociodemográficas, laborales e incluso relaciones sociales, e igualmente se ha analizado su ambiente más próximo para lograr «comprender» cuál podía ser el detonante de estos ataques a la población general.
Mucho se ha hablado del odio entre razas, de factores asociados a la inmigración o a un erróneo sentimiento de «protección» nacional, pero todo han sido conjeturas. Igualmente ha habido acusaciones de tipo política, en el sentido de que señalar a uno u otro político como «responsable» de ciertos sentimientos extremistas.
Algunos analistas han indicado cómo en las redes sociales se ha ido radicalizando las opiniones, y concretando en ideas específicas de cómo atentar, dejando de lado las discusiones más teóricas, y que precisamente esa concreción podría haber sido la «fuente de inspiración» de alguno de estos agresores. Por lo que, sin llegar a ninguna conclusión, las ideas predominantes en estos momentos para poder «explicar» el hecho son de tipo político y de uso tecnológico, pero ¿Sirven las redes sociales al radicalismo?

Esto es lo que ha tratado de responderse con una investigación realizada desde la Universidad de Princeton y la Universidad de Ithaca junto con el instituto de cómputo de la Universidad de Maxon, y Universidad de Indiana (EEUU) además de la Universidad de de Qtar (Qtar) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica EPJ Data Science.
En este caso se trata de una investigación basado en las publicaciones de Twitter una de las redes sociales más activas en cuanto a expresión de emociones se refiere.
En el estudio se incluyeron a 10000 cuentas de usuarios la mitad de ellos de liberales y la otra mitad de conservadores.
Se realizó un análisis de sus textos excluyendo los links y los Re-tweets, clasificándolos en función del nivel de «extremismo» comparando entre los más y menos extremistas de la misma opción política, frente a los de la otra opción política.
Los resultados indican que aquellos que se muestran más extremistas independientemente de su opción política comparten menos emociones positivas y más negativas frente a los no extremistas, aunque dicha diferencia no resultó significativa. Igualmente hallaron que los liberales tienden a expresarse de una forma más ansiosa que los conservadores.

Entre las limitaciones del estudio señalar que los autores excluyeron los Retweets, esto es, aquellos que no fueron originariamente elaborados por los participantes, aspecto que excluye buena parte de la comunicación política, basada precisamente en «repetir» las consignas de los líderes de opinión, ya sean estos los propios políticos o el personal de las campañas políticas.
Igualmente, a la hora de seleccionar a los participantes se asumió que cada cuenta pertenecía a una única persona, aspecto que no siempre se corresponde ya que en ocasiones, especialmente las más activas cuentan con varias cuentas con las que divulgar sus ideas y emociones, por lo que al no controlar este aspecto podría estar aumentando el efecto encontrado.
Por último, no se realizó ningún análisis con respecto a la edad, género u otra variable de tipo demográfico ni siquiera con respecto a los datos geolocalizados, por lo que se desconoce si alguna de estas variables puede ser decisiva en los resultados hallados, con lo que poder afirmar, por ejemplo los hombre más extremistas, o las mujeres más extremistas, o las personas más extremistas del sur….
A pesar de lo anterior se trata de una manera innovadora de afrontar el problema de extremismo divulgado a través de las redes sociales de las que en ocasiones se «aprovechan» los políticos para tratar de acercar mediante las emociones a los posibles votantes a su candidatura.